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El barrio más peligroso de Colombia: el Bronx de Bogotá

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El barrio más peligroso de Colombia estaba en el centro de la capital

 

Continuamos con los barrios más chungos del planeta y hoy le toca el turno a la capital de la nación hermana de Colombia. Lo que fue conocido como el barrio del cartucho o el Bronx de Bogotá, conjunto de calles que conformaban un auténtico infierno en la tierra para todo aquel ingenuo que tuviera la desventura de parar por allí siquiera para tomar algo. Hoy en día, por fortuna para los bogotanos y en general para todos los habitantes de Colombia y del mundo, el barrio del Bronx de Bogotá está en proceso de ser completamente reformado y reconvertido en un barrio de verdad. Sin tanta droga y sobre todo sin tanta esclavitud, incluso trata de personas y en concreto de menores.

Por robar 50 pesos, a una peladita (niña) la cortaron la mano, cuenta un superviviente de la adicción y la dictadura de los sayayines o mafiosos del Bronx de Bogotá.

 

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Todo el mundo en la ciudad, hasta los niños, eran bienvenidos a este submundo de delincuencia y explotación de todo tipo. La desventura de sus usuarios podía empezar con una sencilla juerga de instituto o universidad, en las cuales se podía empezar fumando marihuana y se terminaba a menudo en drogas más duras. Por desgracia, el proceso de involución de las personas era tan inmediato que pocas semanas después, tras haber pasado unos días de fiesta sin control en el basurero, jóvenes sanos de familias normales se podían encontrar irreconocibles entre la multitud de drogadictos y pordioseros que llenaban estas calles. Y muchos de estos menores eran reportados como desaparecidos, sin saber sus familias que se encontraban como prisioneros en pleno centro de la ciudad. El cuento de Pinocho, pero a lo bestia.

Conocí a una chica bien bonita qué paro por allí inocentemente, nos contaba un veterano del Bronx de Bogotá. Enseguida me enamoré de ella, pero al poco tiempo me la volví a encontrar y ya no era para nada la misma. Había perdido su espléndida sonrisa, sus zapatillas tan bonitas y hasta el color brillante de su pelo, aunque seguía siendo preciosa. Hoy en día, se dedica ya de lleno a la prostitución en el barrio y se ha convertido en un monstruo. Era muy preocupante ver cómo llegaban más y más jóvenes y hasta niños, engañados por los ganchos del barrio o por sus propios amigos.

Un centro de torturas y ejecuciones clandestinas con el cocodrilo el Bronx como protagonista

Sin embargo, había unos claros protagonistas en esta película de horror colombiana. Los temibles sayayines, que tomaban el nombre prestado de unos personajes de Dragon Ball, eran los orcos encargados de defender este reino de Mordor que funcionaba la vista de todo el mundo. Y pobre del que no obedeciera órdenes o fuera allí con otra intención que consumir. Los llamados sapos eran juzgados y sentenciados a penas sumarísimas, como lo era el castigo de ser despedazado por perros de presa o por un inmenso cocodrilo americano.

Sí, sí, habéis leído bien. En una de las mazmorras secretas de este laberinto de calles, infestadas de basura y de víctimas del vicio, se guardaba al más temido personaje de todo el Bronx de Bogotá. Un cocodrilo llamado Pepe cuya existencia ha sido reportada por los propios funcionarios del Gobierno, pero sobre todo por los antiguos habitantes de este barrio, los cuales sufrían la continua amenaza de acabar entre las fauces de este animal o de los perros de presa.

Si no encuentras rápido el dinero, le decían a uno de los adictos del Bronx, ya sabes dónde vas a terminar. Se lo va a comer el bichito. Se lo va a comer ese animal.

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Pero, ¿cómo acabo un cocodrilo americano tan lejos de su hábitat natural, engordado con los chivatos y enemigos de los gerentes del mercado de la droga? Aunque parece mentira, el pobre animal también venía de un entorno de narcotraficantes, pero muy diferente al que encontró en las oscuras calles del Bronx de Bogotá. Y es que había pasado sus mejores años de vida en la finca suntuosa de un señor de la droga, la cual fue intervenida por el Estado junto al zoológico de animales faraónicos que habitaban en esa hacienda.

Una ciudad del crimen con cientos de cadáveres emparedados en paredes y suelos

La ejecución mediante el uso de animales salvajes no era el único medio de eliminación de chivatos y rivales. Un testigo de todos estos horrores contaba a las cámaras cómo en una ocasión los sayayines encargaron a sus recaderos, drogadictos a su servicio, que trajeran cuanto antes muchas llantas coches. Llantas, en Colombia, significa ruedas, y el interés de los criminales por tal mercancía llamó la atención estos pobres enfermos, pero igualmente se apresuraron a cumplir la orden para recibir sus respectivas recompensas en forma de droga.

¡Cuál no sería su sorpresa cuando se encontraron con que esas ruedas servirían para envolver, a modo de silla eléctrica neumática, a un tipo que había sido acusado de informar al enemigo! Rápidamente lo rociaron con gasolina y lo quemaron vivo, todo esto a escasos centenares de metros del Palacio Presidencial de Colombia. Los restos de tales desaparecidos eran luego encofrados en bloques de hormigón para dificultar al máximo la posible hallazgo e identificación de los restos por parte de la Policía, que ahora trabaja en este asunto tan turbio, aunque evidentemente con muchos problemas.

Niños prostituidos a plena luz del día

Lo peor de lo peor de este barrio era la gran afluencia de niños, incluso menores de 6 años, que terminaban recalando en este céntrico y a la vez horrendo barrio de la capital de Colombia. Parece mentira que todo este narco-supermercado o más bien narco centro comercial se situara a escasos metros de los núcleos de poder del Estado Colombiano. La Jefatura de Policía, iglesias importantes del centro y el mismísimo Palacio de Nariño, sede de la Presidencia de la Nación, se encontraban a muy poca distancia de este estercolero al aire libre. Una especie de basurero donde se juntaban los chatarreros con los vendedores de todo tipo de sustancias, entre las que destaca el basuco, de cuya adicción sus consumidores reconocen que es imposible salir nunca.

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Y ahí se drogaban los pobres chiquillos, que hasta son violados y prostituidos por los despiadados gerentes del negocio. Los crueles sayayines, siempre al tanto de todo lo que sucedía en su territorio y con los propios policías a su servicio.

Una versión bestial del macroasentamiento de la Cañada Real o Las Barranquillas, en la capital de nuestro país, con la diferencia de que aquí no se encuentra en pleno centro urbano ni tienen a la millonaria Penélope Cruz por detrás, exigiendo a los ciudadanos que paguemos todos la luz de unas chabolas donde se comercia con todo y se roba el suministro como norma general.

¿Cómo fue el final del cocodrilo del Bronx de Bogotá?

Os estaréis preguntando cómo terminó el pobre animal y la verdad es que hay varias versiones, pero una única verdad que algunos funcionarios colombianos intentan esconder. La versión más disparatada que he escuchado explica que el cocodrilo del Bronx de Bogotá terminó muerto, por haber ingerido grandes cantidades de carne humana. Una estupidez como una casa cuando un cocodrilo puede ingerir y digerir literalmente y cualquier ser vivo que le entra por la boca, inclusive un ñu con pezuñas y cuernos. Del cocodrilo de los narcos sólo queda ya, por desgracia, un pedazo de la escamosa piel de su cola, y hay quien dice que los mismos tombos (policías) robaron los restos del animal para hacer zapatos.

Es una muestra más del cúmulo de situaciones que comprometen a las autoridades en el antes, durante y después del asalto final de la Policía al Bronx de Bogotá. La corrupción asoma por todas partes cuando estamos hablando de cantidades millonarias que salían todos los días de estas calles, fruto del menudeo de droga y del peor proxenetismo. Incluso los propios sayayines presumían entre risas de su impunidad, abiertamente:

Nosotros ya sabíamos cuándo venían los operativos de la Policía y teníamos horas para huir. Soldado prevenido no muere en guerra.

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Cuando la Policía finalmente allanó y registró este narco centro comercial encontró no solamente las limosnas de droga, que los cárteles locales dejaron atrás para contentar a los periodistas y tombos, sino que hallaron incluso restos de rituales de brujería y satanismo. Todo ello entre otros restos como juguetes o un Sagrado Corazón de Jesús, que presidía una de estas habitaciones donde las personas más vulnerables eran ultrajadas.

 

El niño que fue rescatado por su madre en el Bronx de Bogotá

Como anécdota significativa, comentar un caso que conmocionó a toda Colombia y es la historia de un niño pequeño al que su padre echó de casa y que terminó en este pozo de basura, droga y degenerados. Al pobre niñito lo hirieron tratando de violarlo y un policía le reventó la boca de una bofetada, sólo por pedirle dinero. Por fortuna, su madre lo vio por la tele y acudió en su busca y rescate, en una escena desgarradora que se dio hace ya 20 años. Por fortuna, ese niño salvado del Bronx de Bogotá es hoy un muchacho sano y normal, que se dedica a la música en su país.

El Estado como principal responsable del Bronx de Bogotá

Como nos podemos imaginar, tanta impunidad no venía de la nada, sino que ingentes cantidades de dinero en metálico salían cada dos por tres del Bronx de Bogotá, seguramente ocultas en maletas que portaban los sucios sherpas del barrio. Y suponemos que parte del mismo iría a los bolsillos de muchos funcionarios importantes, por supuesto. Sólo así se explica la escandalosa impunidad con la que ha funcionado este asqueroso centro de esclavitud humana en medio de uno de los países más importantes de Iberoamérica.

Desconozco cuáles son las razones que han impulsado a los políticos corruptos de Colombia a acabar de una vez con por todas con un centro comercial del que sin duda participaban a manos llenas, como participaba sin duda la Policía de Bogotá, cuando fueron sorprendidos con las manos en la masa altos mandos policiales. En definitiva, lo mismo que sucede en todo el mundo, donde hipócritamente se persigue unos consumos de los cuales participan los poderosos, incluso en la forma de trata de menores.

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Toda una reflexión para todos los progres que persisten de manera lastimosa en justificar de alguna manera cada pozo de mierda y putrefacción que se les cruza por delante. Incluso en las sociedades occidentales en las que viven se empeñan en defender el way of life de unos marginados a los que nunca van a conocer, porque es mucho más fácil ignorar las historias como las que hemos contado aquí. Pero recordad que la izquierda siempre esconde, detrás de sus vacíos mensajes materialistas y buenistas, toda la miseria de la droga, la delincuencia en general y hasta de la trata de menores. Un conjunto de conceptos maravillosos que personifica a la perfección el acosador de menores Joe Biden y su putrefacto entorno de degenerados.

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