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El asesinato de mujeres alcanza proporciones epidémicas en Turquía: 625 murieron a manos de hombres en solo un año y medio

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Por Uzay Bulut. – El 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, miles de turcas se manifestaron en la Plaza Taksim de Estambul para protestar por el creciente número de asesinatos perpetrados por varones contra parientes femeninos. Tras la lectura del manifiesto ante la prensa, las manifestantes fueron atacadas por la Policía con gases lacrimógenos y balas de goma.

El asesinato de mujeres –en particular, esposas o exesposas– a manos de parientes varones se ha convertido en una peligrosa tendencia. El brutal asesinato, el pasado 18 de agosto, de Emine Bulut, de 38 años, por parte de su exmarido, delante de su hija de 10 años, es un caso particularmente digno de mención.

Bulut fue apuñalada varias veces en el cuello en una cafetería de la ciudad de Kirikkale, en la que se había citado con el hombre del que llevaba divorciada varios años. En un vídeo que se hizo viral en las redes sociales se ve a Bulut cubierta de sangre gritando: “¡No quiero morir!”; mientras su hija, aterrada, chilla.

Mujeres de toda Turquía celebraron manifestaciones para condenar el asesinato y pedir al Gobierno que les garantice la protección.

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El terrible asesinato de Bulut fue uno de muchos. Los siguientes ejemplos, sólo del mes de agosto, ilustran la gravedad de la situación:

El día 22 una mujer fue asesinada a puñaladas por su marido maltratador. Cuatro días antes había obtenido una orden de alejamiento.

El día 24 una mujer que acababa de dar a luz –de hecho, se encontraba en la cama del hospital– fue apalizada y apuñalada por su marido. La víctima había solicitado el divorcio por violencia doméstica.

También el día 24, otro hombre asesinó a su esposa y a su hija.

El día 25 se encontró el cadáver de una mujer con un disparo en la nuca. Su marido fue arrestado como sospechoso.

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También el día 25, una mujer fue disparada por su marido después de que le pidiera el divorcio.

El día 27, una mujer que quería el divorcio fue apuñalada y herida de gravedad por su marido delante de su hija de 4 años.

También el día 27, un hombre mató a su mujer estrangulándola con su pañoleta.

Según la asociación turca de defensa de las mujeres Acabaremos con el Feminicidio, 652 mujeres fueron asesinadas por hombres en el año y medio anterior a noviembre de 2018; 36 de ellas fueron asesinadas en octubre de ese año.

Los autores del 37% de los casos de octubre no fueron identificados, pero el resto resultaron ser maridos, novios, exnovios, hermanos, padres u otros parientes varones. En el 50% de los asesinatos no se determinó la causa, pero el 16% de las mujeres fueron asesinadas porque querían tomar decisiones respecto a su vida, como divorciarse, rechazar ofertas de reconciliación o incluso no contestar al teléfono cuando les llamaban sus hombres. El 13% de las mujeres fueron asesinadas por “motivos económicos”.

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El Comité Central de Mujeres de la Asociación de Derechos Humanos de Turquía hizo público un comunicado el 26 de agosto, titulado: “La violencia contra las mujeres es resultado de las políticas discriminatorias”, que decía, entre otras cosas:

Sólo se puede proteger a las mujeres de la violencia masculina a través de medidas políticas centradas en la igualdad de género. Una de las razones por las que hay una cifra tan alta de mujeres que son víctimas de la violencia es la renuencia e incluso los impedimentos de las instituciones a la hora de aplicar la legislación vigente.

Las disposiciones de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que Turquía ratificó y puso en vigor en 1985, no se están aplicando. La recomendación nº 35 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres, sobre la violencia de género contra las mujeres, declara significativamente en su 16º párrafo: “La violencia de género contra las mujeres podría equivaler a la tortura o el trato cruel, inhumano o degradante en ciertas circunstancias, como en los casos de violación, violencia doméstica o prácticas dañinas, entre otros”.

El Convenio de Estambul fue firmado y ratificado por Turquía el 11 de mayo de 2011 y el 14 de marzo de 2012, respectivamente. Los objetivos del convenio son proteger a las mujeres de todas las formas de violencia y prevenir, enjuiciar y eliminar la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica; contribuir a la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres y promover una igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, que incluya el empoderamiento de las mujeres; el diseño de un marco de trabajo integral, políticas y medidas para la protección y la asistencia a todas las víctimas de la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica; promover la cooperación con miras a eliminar la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica; proporcionar apoyo y asistencia a las organizaciones y organismos de seguridad para la cooperación eficaz con el fin de adoptar un enfoque integrado para eliminar la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. Sin embargo, los incidentes revelan que no se están aplicando estas disposiciones, no se están acatando sus artículos y no se han institucionalizado.

Además, si las autoridades hubiesen facilitado una implementación suficiente de la Constitución y la Ley nº 6284, se habría prevenido la violencia contra las mujeres.

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Que no se aplique la ley es sólo parte del problema, según HRA, que también señala a los medios y a la principal institución religiosa del país:

La violencia está normalizada en varios programas y series de televisión. Se han presentado 16.000 quejas ante el centro de comunicación del Consejo Supremo de Radio y Televisión en los últimos 8 meses en relación con contenidos violentos en televisión, pero no se trató ni una sola de ellas en las reuniones del consejo, según Ilhan Tasci, diputado del CHP [Partido Popular Republicano] y miembro del Consejo Supremo de Radio y Televisión. El diputado Tasci expresó la horrible verdad sobre la violencia contra las mujeres diciendo: “No se dejó ningún dedo sin romper, ni se dejó de pegar a ninguna mujer, en las últimas dos temporadas de una serie emitida en un canal de televisión afín al Gobierno”.

El comunicado de Diyanet [el Directorio de Asuntos Religiosos de Turquía] sobre la violencia contra las mujeres es de hecho una expresión explícita de la mentalidad que está en la base de la violencia. El presidente de Diyanet, Ali Erbaş, declaró: “En nuestra religión, la vida, la dignidad y los derechos de las mujeres son intocables y se confían [a los hombres]”. Al decir eso, declara que los derechos de las mujeres están confiados a los hombres y, por lo tanto, cosificó a las mujeres. Pero las mujeres no estamos encomendadas a los hombres o al Gobierno, que representa [la supremacía] masculina.

Al decir que la vida, la dignidad y los derechos de las mujeres están “confiados a los hombres”, Erbas afirmó que las mujeres no tienen el derecho o la capacidad de tomar sus propias decisiones vitales al margen de la aprobación o el permiso de los hombres. Por lo tanto, ve a las mujeres como objetos del hombre, lo que implica que son los hombres los responsables de implementar los derechos de las mujeres, incluido el derecho a la vida. Erbas –como muchas otras autoridades estatales islamistas de Turquía– no entiende que los derechos de las mujeres son derechos fundamentales, naturales e inalienables de la mujer; que son sus derechos legítimos.

HRA enumeró un conjunto de demandas para poner remedio a la intolerable situación. Entre ellas se cuentan las siguientes:

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  • Se debería aumentar el número de refugios para mujeres, y de oportunidades de empleo protegido.
  • Se deberían poner en marcha investigaciones eficaces contra los que toman parte en actos violentos contra las mujeres; se deberían abandonar las políticas de impunidad; se deberían reducir las sentencias por buena conducta; se debería acabar con las sentencias basadas en las opiniones personales del juez.

  • Se deberían crear organismos basados en la igualdad de género, y no deberían estar dominados por los hombres, sino por las mujeres.

  • Se debería revisar la estructura de los cuerpos de seguridad y del poder judicial, que habrían de centrarse en la protección de los individuos, no de las familias. Se debería formar a los funcionarios en ese ámbito.

  • Se deberían interrumpir sin demora las emisiones televisivas y las publicaciones que legitiman la violencia contra las mujeres.

Las declaraciones misóginas de algunas autoridades que manifiestan su oposición a la igualdad de género, los miembros de las fuerzas de seguridad y de la judicatura que no aplican o se niegan a aplicar las leyes que protegen a las mujeres, los contenidos televisivos extremadamente violentos contra las mujeres y las enseñanzas religiosas que promueven la violencia contra las mujeres parecen conducir a la proliferación del maltrato y el asesinato de mujeres en Turquía.

(Gatestone)

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