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Dos catástrofes españolas con naufragios, pandemias y muerte (II): la tragedia del Valbanera, el “Titanic canario”

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En esta segunda entrega de tragedias navales españolas, queremos comentaros el desconocido caso del que yo llamo el “Titanic canario” y cuya historia, a mi juicio, es de lo más apasionante por varios motivos. Juzguen ustedes mismos.

En primer lugar, tenemos la circunstancia de que se trata de un buque español, el Valbanera, con pasaje y tripulación españolas, casi en su totalidad, y era un vapor que unía los puertos de nuestra patria con los más lejanos de Ultramar. Y los precedentes qué vamos a contar aquí son, como en el caso del Titanic y su línea de buques Olympic, una cadena de desastres que harían naufragar la propia naviera: la también española Pinillos y Cía, que tuvo que desaparecer tras perder prácticamente todos sus buques.

Esta compañía  ya venía lastrada por naufragios y desgracias anteriores. La mayor hasta 1919 era lo que podría llamarse el Titanic español: el imponente vapor Príncipe de Asturias, que naufragó (1916) frente a las costas de Brasil poco tiempo antes del desastre del Valbanera. Un Titanic canario que arrastraba ya de antes, por sí mismo, muy mala fama, por las muy numerosas quejas de sus pasajeros. Incluso denuncias formales, por las condiciones que sus pasajeros llegaron a sufrir, pero lo peor fue un penoso incidente a bordo, en el cual 30 de sus ocupantes fallecieron por un brote infeccioso. La medida de emergencia fue, entonces, con el consentimiento del médico a bordo, arrojar esos cadáveres por la borda.

Una medida drástica, pero entiendo que necesaria para atajar la grave situación sanitaria del buque y que, en su tiempo, no fue bien recibida. De hecho, al arribar el barco a España, hubo intentos de linchamiento contra el capitán y el médico, pero sobre todo una campaña prensa feroz contra la naviera en sí. Son muchos los testimonios publicados contra Pinillos y Cía, una Gran Compañía Trasatlántica española cuya ambición de superar a la competencia y crecer, en el pujante mercado de los viajes ultramarinos, se vio truncada pon una serie de catástrofes. La peor de las todas fue el naufragio del Príncipe de Asturias, pero aún quedaba un episodio aún más trágico.

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Al final de su existencia como naviera, tras casi 3 años de muy mala suerte, a los navieros Pinillos sólo les quedaba el Valbanera: un barco que en su día fue revolucionario en España, por su modernidad, pero qué pronto se vio desfasado ante el imparable avance de la industria naval, y que terminó convertido en el Titanic canario. La cabeza de la ruta estaba en Barcelona y de allí partió, en el otoño de 1919, para recalar en otros puertos de Levante y del Sur, como Málaga o Cádiz, antes de arribar a Canarias y su partida definitiva hacia las Antillas. También había muchos valencianos a bordo.

Hay anécdotas curiosas, como la de una familia cuyos billetes fueron robados en Cádiz. El Marqués de Comillas, que poseía la trasatlántica más poderosa de España, se ofreció entonces a embarcarles gratis en uno de sus buques, pero está no sería la fortuna mayor de estos pobres emigrantes: lo fue el hecho de salvar su vida, porque el destino del Valbanera no sería otro que el naufragio y la muerte. Hubo también un tripulante que perdió el barco y tal vez por ello el empleo, pero que salvo su vida, tal y como vamos a ver ahora.

Aquel viaje fue extraño desde el principio. Hubo muchos antecedentes a la partida del buque, como el caso de algunos niños que no quisieron embarcar, porque decían que el barco se iba a hundir. Y destaca el caso de una niña concreta, Zumalabe, cuyos padres, tal vez por la insistencia de su hija pequeña, se bajaron antes de tiempo en Santiago de Cuba, cuando su destino real era La Habana.

¡Mamá, mama, no quiero irme para Cuba, que estaba soñando que el barco se hundía y me estaba ahogando. ¡Ahogando! La madre trataba de consolarla, pero la niña insistía “¡Que no me voy, mamá, que tengo miedo!

Y muchas personas con billete hasta La Habana, que era más caro, hicieron lo mismo, sin duda cansados del largo viaje o del hacinamiento o por otros motivos diversos. Estas personas también se darían un susto cuando cundió el rumor de que el Valvanera había desaparecido: jamás llegó a La Habana.

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Hay más precedentes extraños, anteriores incluso de antes de la botadura del barco. Y es que resulta que al pintar el nombre de la nave en el casco se equivocaron y cometieron una falta de ortografía, pues escribieron la segunda V de Valvanera con B. Esto se consideraba un mal presagio en la mar y hubo marinos que renunciaron a embarcarse en este entonces moderno buque. Todo por este absurdo motivo. Porque son muchos los naufragios de barcos que han tenido incidencias con sus nombres, como le ocurrió al propio Titanic y a su barco gemelo Gigantic, qué al final fue llamado Britannic.

La mayor parte del pasaje del Valbanera eran las personas más pobres de España. Gente que huía de la pobreza más extrema, pero también del injusto servicio militar, que condenaba a tantos jóvenes a servir en Marruecos como carne de cañón. Una mili de la que los hijos de los ricos se libraban pagando, exceso que el presidente Canalejas había intentado cortar, con su propio ejemplo, sirviendo además en Cuba como soldado raso: de hecho, ésta fue una de las causas de su asesinato en el centro de Madrid. Un magnicidio cuyos ecos aún resonaban en el tiempo del Valbanera.

Tal asesinato ocurriría en 1912, el año del Titanic, mucho antes de que la mala suerte cebara compañía Pinillos. Ya el Príncipe de Asturias, el buque insignia, se había perdido, pero aún les quedaba otro gran disgusto y ruina total con la pérdida de su barco favorito: el Valbanera. Un trasatlántico al que llamaron así por su patrona riojana.

¿Recordáis el triste episodio de los muertos a bordo, que fueron arrojados por el camino? Para lavar su imagen, como siempre ocurre en España, ese problema se lavó con el despido del capitán, qué es casi seguro que ninguna culpa tenía. De hecho, tanto él como el médico a bordo declararon en el juicio que la culpa era de la compañía, por vender más billetes de los permitidos. Dejo a los más curiosos la labor de discernir, por la prensa de la época, que era bastante más crítica de la actual, con excepciones como este buen diario, de quién fue la culpa de lo que pasó. Porque otra tesis acusa la tripulación de ciertas corruptelas, para cobrar costos extra a los pobres emigrantes, y eso por supuesto era responsabilidad el capitán.

Hoy llamamos a las puertas de la Autoridad de Marina en espera de justicia. Se la pedimos por el honor de la bandera que juró defender, por el historial de la Marina y por una pobre madre española que, oídlo todos, ha perdido a su quinto hijo. Una madre española que, en unión de sus 5 hijos, que constituían toda su familia, cometió la debilidad de embarcarse en un barco de Pinillos. Esta mujer ha pagado con las vidas de sus 5 hijos el viaje emprendido a España bajo el amparo de leyes españolas, en barcos españoles de compañías españolas.

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Pero para que no hubiera dudas y hacer borrón y cuenta nueva, Pinillos confío su único buque superviviente a un capitán gaditano. Un marino de muy buen cartel que a sus 34 años era todo un experto, teniendo en cuenta que los marinos empezaban muy pronto su carrera en la mar y sus travesías eran muy intensas. Ahí sólo ascendían los mejores y ahí estaba Ramón Martín Cordero. Pero este buen hombre tenía ya su destino marcado, cuando recibió tan importante responsabilidad, porque la suerte queda afuera de la pericia de uno. Se dice que Napoleón preguntaba a sus generales si se creían hombres con estrella porque la suerte en las batallas, y también en la mar, es un factor muy importante.

En este caso, la mala suerte tenía más que ver con la compañía en sí que con el capitán, que todo indica que siguió las buenas prácticas marineras y los consejos que desde Cuba se le dieron. En efecto, desde el Observatorio de Belén, institución científica jesuita de muy buena fama, se les indico que un ciclón se estaba formando por la región. Una circunstancia que preocupo al capitán, porque aún le quedaba un trecho largo de ruta, pero que no le impidió seguir su viaje. Y es que lo normal era qué dichos ciclones, como los propios buques, siguieran una trayectoria determinada. Un camino que no entraba en el derrotero del Valbanera. Y cuál no sería su sorpresa cuando dicho ciclón escapó a la trayectoria habitual y se cruzó, en el camino del Valvanera, con vientos huracanados que causaron olas de 12 metros. El último mensaje del capitán, de hecho, es una angustiosa petición de información sobre este fenómeno atmosférico. Un ciclón terrible y extraño que lo hizo desaparecer, porque no hubo nunca más noticia del barco.

¿Qué ha sido del Valbanera?

La prensa de entonces se preguntaba lo mismo, en todos los países implicados, sin que nadie supiera dar una respuesta. La Marina de Guerra cubana envío varios barcos, en busca del Valvanera, mientras que el Gobierno español y la compañía Pinillos especularon, hasta el último minuto, con la cada vez más lejana posibilidad de que el barco hubiera sobrevivido al ciclón. Y hay que reconocer que esto hubiera sido posible, porque lo primero que se perdió en el transatlántico, debido a la falta de comunicaciones, fueron sus antenas arrancadas por el viento. Cabía entonces la posibilidad, aunque cada vez más lejana, de que el barco hubiera encallado en algún sitio, incomunicado, o que se encontrase a la deriva en el Atlántico, pero la Marina de Guerra yankee se incorporó muy pronto a las labores de búsqueda. Y a su mando estaba un reciente agregado naval de Estados Unidos en Madrid, durante la Primera Guerra Mundial, que conocía muy bien España y nos tenía gran simpatía. Fueron ellos los que encontraron el barco.

Una de las características habituales de los naufragios, que no tuvo el Valbanera, son los cadáveres esparcidos por la mar, pero esto no es ningún misterio. Al caer justo en la trayectoria del ciclón, con vientos fortísimos que castigaron al buque, la tripulación sin duda alguna cerró todos los compartimentos. Para evitar que pasajeros y mercancías acabaran en el agua. Lo que sí es un misterio muy grande, que está pendiente de resolverse es el hallazgo u ocultación de esos cadáveres. Observemos esta noticia publicada en la prensa española, en concreto en el diario santanderino El Cantábrico, donde se da cuenta de este macabro hallazgo:

Principio del formulario

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La pérdida del Valbanera. Cádiz. La Casa Pinillos ha recibido un cablegrama de La Habana diciendo que han salido para va más varios buques de guerra por si se encuentra algún superviviente del Valbanera los buzos ha reconocido el casco del Valvanera y han encontrado gran número de cadáveres confirma la idea de que fue sorprendido por el temporal.

Petición al Gobierno. Barcelona. La casa consignataria del Valbanera ha enlutado sus balcones. La Sociedad de Capitanes y Pilotos de la Marina Mercante se ha dirigido al Ministro de Marina pidiéndole que se conceda subvención a las familias de los tripulantes que han perecido en el naufragio de dicho buque.

Sin embargo, durante los días siguientes y años, puede decirse que hasta hoy, se ha negado de forma tajante el hallazgo de dichos cadáveres. ¿Por qué? Lo veremos en el capítulo siguiente, con una curiosa referencia al Valbanera de Ernest Hemingway. También quería agradecer a Fernando José García Echegoyen su apasionada investigación sobre este tema.

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