Opinión

“Disidente” por José Luis Rodríguez

Published

on

¡Comparte esta publicación!

         

 

          Un buen amigo me hizo llegar sus protestas, pues aunque estaba de acuerdo con mis opiniones, alegaba que siempre encuentro la manera de que al final, se sienta ofendido.

         Es cierto que buena parte de mis artículos se basan en el análisis de nuestra sociedad, como votantes, como consumidores, o al volante, pero tuve la necesidad, principalmente por no perder la amistad, de explicarle mi punto de vista ante el individuo y cómo encaja el mismo como parte de una sociedad que día tras día, se esfuerza en avergonzarme.

Advertisement

         Como individuo no tengo ningún problema con nadie, respeto cada una de tus singularidades, tu estilo de vida, tus preferencias sexuales, tu inclinación política o tu actitud ante las dificultades que se nos presentan cada día, pues cada uno de nosotros actúa de acuerdo a sus necesidades particulares, las que le marcan su familia, su poder adquisitivo, su empleo y otros factores.

         Pero como parte de la sociedad, en la que no me queda más remedio que incluirme, la determinación a conservar en lo posible nuestra zona de confort, nos convierte en borregos de un rebaño de esclavos fiscales sin más valor que nuestro número de cotización.

          Somos conscientes (o eso espero) de que por no arriesgar lo poco que nos permiten tener, aceptamos sumisamente nuestras perdidas, adquisitivas, de derechos fundamentales, o nuestro libre albedrío.

         Aceptamos sin rechistar que nos digan cómo debemos vivir, qué comer, cuánto gastar, incluso inyectarnos vacunas experimentales no aptas para el ser humano o a quién votar, todo para no ser señalados, boicoteados o rechazados por ese colectivo del que pretendemos formar parte sin levantar sospechas.

          La idea de ceder algo individualmente para convertirlo en un bien colectivo, debilita tanto al individuo como al grupo y reduce sus posibilidades cuando debería ser al contrario. Si el grupo se aferra en defender las necesidades de cada uno de los suyos, se convierte en un esfuerzo masivo para obtener beneficios individuales.

Advertisement

         No te esfuerces, los sindicatos, que debería ser el patrón de lo que expongo, no se ajustan a ninguna de las situaciones descritas. Han pasado directamente a ser recaudadores feudales,  a sueldo de la corona, e ilusionistas de los que les pagan las gambas, o sea, nosotros.

         Viene a ser lo mismo en todos los ámbitos, creas una agrupación, o un partido con las más nobles intenciones, pero en cuanto hay dinero, poder, o simple auto-bombo en escena, todo se transforma y las señas de identidad que hicieron posible el camino son barridas por el viento.

         Tratamos de pasar inadvertidos, por aquello de que clavo que sobresale pide martillo, y así permanecemos todos iguales, de machacados, me refiero, en lugar de sublevarnos al unísono ante tanta fatiga que nos está haciendo pasar éste gobierno de rufianes.

         Sé que compartes mi opinión, mi querido amigo, pero de forma individual, porque colectivamente, como todos, tratas de camuflarte para evitar ser señalado como disidente por el dedo acusador, no sea que tu menguante zona de confort termine por desaparecer, algo que parece inevitable y por lo que yo si estoy dispuesto a levantar la voz, aún a riesgo de ser marcado con una estrella.

 

Advertisement

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil