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Hemos llegado a una situación límite. Solamente en un país tan moralmente enfermo como España podría darse el caso de que se detuvieran a dos ciudadanos por poner la sintonía del himno nacional. Eso ha pasado hoy en Barcelona, coincidiendo con la ofrenda floral del racista Quim Torra al monumento de Rafael de Casanova.
Desde un balcón de un hotel ha comenzado a sonar el himno español a alto volumen. El hotel se sitúa en el cruce de la calle Bailén con Alí Bei, a unos 100 metros de la estatua, por lo que el himno español se ha oído durante unos minutos desde donde estaba Torra y el resto del Ejecutivo catalán.
Los Mossos ya han identificado y parece que detenidos a los dos ocupantes de la habitación del hotel, ante la indiferencia del Gobierno y de las instituciones españolas. Sostiene la policía política catalana que para prevenir que pudieran provocar algún otro incidente. ¿En qué artículo del Código Penal se recoge que la interpretación del himno de España en Cataluña puede constituir un delito por alteración del orden público?
Mientras compatriotas nuestros son detenidos y vejados en Cataluña por reivindicar el himno de todos los españoles, los soldados españoles, brazo armado del globalismo, están presentes en 15 misiones en el exterior protegiendo la legitimidad internacional de gobiernos vinculados a los intereses energéticos de algunos lobbies árabo-estadounidenses. Si la indignidad no fuera una de las señas identitarias de este Estado, hoy mismo la cúpula militar española habría exigido la defensa sin reservas de los dos compatriotas identificados por una fuerza policial al servicio del separatismo cuya sola mención nos execra.
No hay palabras para definir nuestra repulsión ante tanta indignidad y vileza por parte de quienes tienen la obligación, por mandato constitucional, de proteger a los españoles perseguidos por el separatismo insurgente y traidor. No esperamos nada de estos lamentables uniformados, que mientras protegen el régimen corrupto de Barham Salih, presidente de Irak, permiten que gobiernos separatistas y políticos traidores persigan a los que reivindican pacíficamente la españolidad de Cataluña. Merecerían el más severo correctivo que se haya dado nunca en nombre del más estricto sentido de la dignidad humana.
Una voz solemne, sin embargo, ha dicho: «Nuestros soldados están defendiendo la libertad y la seguridad de los letones». Definitivamente, no tienen honor ni conocen la vergüenza. ¡Malditos sean!
