Opinión

Coronavirus, canallas, estúpidos y mediocres inoperantes

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Nunca hay que olvidar que quienes pretenden enfrentarse, encarar un problema, buscan soluciones, no buscan pretextos, y menos se dedican a crear observatorios o gabinetes inoperantes.

Si de verdad el gobierno frente-populista que dirige Pedro Sánchez, con el apoyo de comunistas, separatistas y filoetarras, tuviera la intención de evitar la propagación del coronavirus, de “ganar esta guerra”, de evitar que siga aumentando el número de infectados y de muertos; entregaría las riendas a los que verdaderamente saben: los médicos.

Si de verdad el gobierno frente-populista, pretendiera que se mantuviera de forma eficaz el orden público, crearía un mando único y lo pondría al frente de esta crisis -que no solamente es sanitaria- para dirigir a las diversas policías y fuerzas armadas, y no se sometería al dictado de los separatistas, tal como viene haciendo en las últimas semanas.

Si de verdad el gobierno frente-populista pretendiera frenar la propagación del coronavirus y reducir el riesgo de muerte de los españoles que ya están contagiados, habría puestos a disposición de todos los españoles algún procedimiento para la Detección del Coronavirus en todos los Centros Médicos Públicos o Privados, y habría hecho todo lo posible para garantizar la seguridad de todo el personal de emergencias y quienes cuidan del funcionamiento de los servicios esenciales.

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Si de verdad el gobierno frente-populista tuviera intención de vencer al coronavirus, habría dotado al personal sanitario de todo lo necesario para evitar contagiarse, así como a las diversas policías y miembros de las fuerzas armadas.

El gobierno ha hecho todo lo contrario. Es por ello que, transcurridos los días, aún seguimos sin saber cuántos son los españoles infectados, cuáles son los infectados asintomáticos, cuántos son los españoles que están corriendo un riesgo grave de morir, o de contagiar a otros ciudadanos.

¿Por qué no está el gobierno utilizando procedimientos que, ya se han demostrado que funcionan, como es la experiencia de Corea del Sur?

Si de verdad el gobierno frente-populista tuviera, como afirma, la voluntad de vencer al coronavirus, habría hace ya tiempo creado una web oficial, habría puesto en marcha una Base de Datos con el nombre de «Pandemia Coronavirus», o algo similar, para facilitar toda la información disponible en tiempo real a todos los ciudadanos (número de personas infectadas, número de camas disponibles, etc…).

Si de verdad, tal como afirman los miembros del gobierno, existiera intención de ganar esta guerra, se habrían creado mecanismos, resortes para controlar el gasto público asociado a la gestión de esta emergencia sanitaria, para evitar la malversación y el despilfarro, y de paso gestionar de forma eficaz los recursos disponibles: equipamientos, instalaciones, recursos humanos; y garantizar la protección de los ciudadanos afectados por esta pandemia.

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Nada de ello se ha hecho, ni parece que se tenga intención, muy al contrario: el gobierno realiza promesas incumplibles, estúpidas, dirigidas a gente que considera estúpida. Nos habla de hacer una inversión de 200.000 millones de euros, pero no nos cuenta de qué manera va a conseguirlos y, lo más importante: cómo se van a pagar.

De la terrible situación en la que va a quedar la economía española, tras la crisis del coronavirus, mejor hablamos otro día.

Sigamos con los despropósitos, canalladas y estupideces:

Se ha sabido a través de los medios de información y de los de manipulación de masas que, Pablo Iglesias llegó a plantear en una reunión del Consejo de Ministros que se debía intervenir y controlar los periódicos de papel, digitales, radios y televisión para impedir cualquier crítica a la gestión gubernamental respecto de la crisis del coronavirus, así como cerrar las cuentas de los disidentes en las diversas redes sociales.

A la vez que ocurre todo esto, el gobierno sigue mal-informando, ocultando información, dándonos mítines a través de los medios de su cuerda. Ayer-noche, sin ir más lejos, sacaron al Rey de España por televisión, para apoyar la propaganda gubernamental, y largarnos un discurso plagado de eslóganes, tópicos y más tópicos y soltar aquello tan socorrido de “esta guerra la vamos a ganar, y de ella vamos a salir fortalecidos, todo depende de que todos los españoles empujemos en la misma dirección…” De veras que para tal perorata mejor es que hubiera permanecido con la boca cerrada; claro que, era de esperar pues, los integrantes del gobierno lo tienen bien cogido por “salva sea la parte” y Felipe VI actúa y habla siguiendo sus directrices y sin rechistar.

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Mientras todo esto ocurre, el gobierno frente-populista sigue rindiéndose a los separatistas y filoetarras, hasta el extremo de amagar con enviar al ejército a las provincias vascongadas y a la región catalana; adentrarse en territorio vasco y tras recorrer varios kilómetros, dar marcha atrás inexplicablemente. Pese a que las policías regionales están rogando al gobierno central la intervención del ejército español, al verse desbordadas e incapaces de poner orden y proceder a la limpieza de calles y plazas, y un largo etc.

Son muchos ya los que anticipan, aparte del hundimiento de la economía española, el posible contagio y muerte de miles, de hasta cientos de miles de personas si seguimos al ritmo actual. También son muchos los que claman por que alguien, alguna autoridad coja las riendas, intervenga y actúe como “cirujano de hierro” y emprenda un plan de choque para parar la catástrofe que se avecina.

Todo lo que vengo narrando, me recuerda inevitablemente las palabras de Joaquín Costa en su libro “Oligarquía y caciquismo como forma de gobierno en España, urgencia y modo de cambiarlo”, escrito hace ya más de un siglo, pero de plena actualidad y en el que afirmaba que “España es una meritocracia a la inversa. El actual régimen político selecciona a los peores y prescinde de los mejores individuos, de las personas componentes de la sociedad española. En el régimen caciquil oligárquico sólo triunfan los peores…”

Asistimos a un caos intelectual de tal magnitud (derivado de la estupidez de la que vengo hablando a lo largo del texto) que a menudo olvidamos lo más elemental: que, el gobierno correcto es aquel que protege la libertad de los individuos. Y la única forma es protegiendo sus derechos a la vida (para lo cual, obviamente han de gozar de buena salud), la libertad, la propiedad, y a la búsqueda de la felicidad (que no es lo mismo que “hacerlos felices”). Y como es lógico, debe identificar y castigar a aquellos que violan los derechos de sus ciudadanos, sean criminales nacionales o agresores extranjeros.

Tal como nos enseña Carlo Cipolla en “Alegro ma non troppo” el poder tiende a situar a “malvados inteligentes” en la cima de cualquier organización (que en ocasiones acaban comportándose como “malvados estúpidos”); y ellos, a su vez, tienden a favorecer y proteger la estupidez y mantener fuera de su camino lo más que puedan a la genuina inteligencia.

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Esto es lo que los psicólogos denominan Mediocridad Inoperante Activa, y Joaquín Costa “meritocracia por lo bajo”.

Añade Carlo Cipolla que si todos los miembros de una sociedad fueran malas personas, la sociedad apenas avanzaría, pero no se producirían grandes desastres ya que los beneficios de unos serían los males de otros. Se produciría una cierta “redistribución de bienes y servicios” movida por vileza; aunque no se produciría apenas “riqueza”. Pero cuando los necios actúan las cosas cambian por completo: ocasionan trastornos, destrucción, daños a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas e inevitablemente la sociedad entera se empobrece.

Decía, también, Carlo Cipolla que en determinados momentos históricos, cuando una nación está en situación de ascenso, de progreso, posee un alto porcentaje de personas inteligentes fuera de lo común que, intentan mantener al grupo de los estúpidos bajo control, y que, en el mismo tiempo, produciendo bienes y servicios, ganancias para si mismos y para los demás miembros de la comunidad, suficientes para convertir el progreso en perdurable. Así mismo, afirmaba que en cualquier comunidad en declive, el porcentaje de individuos estúpidos es incesante; haciéndose notar, acabando por influir en el resto de la población, especialmente entre quienes ocupan el poder, un alarmante crecimiento de malvados con un alto grado de estupidez – y, entre aquellos que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento de la cantidad de individuos desprovistos de inteligencia. Cuando en la población predominan los estúpidos, inevitablemente la sociedad está abocada a la destrucción, a llevar hacía su propia ruina.

No cabe duda de que la actual España, gobernada por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias participa de lo que acabo de describir, es por ello que, la única forma de revertir al situación requiere una combinación de factores hasta ahora poco comunes, como la convergencia de personas inteligentes capaces de asumir el poder, con un empuje colectivo, que introduzca un cambio trascendente; o lo que es lo mismo: el “cirujano de hierro” que propone Joaquín Costa.

No existe otra opción, si lo que se desea es que España siga existiendo como nación, para lo cual es imprescindible vencer al coronavirus e impedir que miles, cientos de miles, o incluso millones de españoles acaben infectados y muchos de ellos, miles, acaben muriendo…

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