Salud

Censura y mordaza para para quien cuestione los asquerosos procedimientos hormonales para “niños transexuales”

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“Cuando expresé mis dudas me dijeron que me estuviera quietecito o nunca progresaría en mi carrera” explicó un trabajador de un centro para niños trans. La censura se aplica tanto a escritores como a trabajadores sanitarios o incluso personas LGTBI que denuncian la situación de los niños trans.

La cuestión de la transexualidad infantil en el Reino Unido se ha mantenido como una polémica recurrente desde hace años. Y no es para menos, puesto que se ha disparado el número de menores que se han sometido a procesos que buscan frenar el normal desarrollo puberal hasta la edad adulta de los órganos y características sexuales definidas por los genes.

Como es natural, uno de los polos más importantes de este debate se sitúa en los centros dependientes del sistema público de salud en el Reino Unido que abordan esta cuestión y, muy en especial, el Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género (GIDS por sus siglas en inglés) que cuenta con dos sedes en Londres y Leeds especializadas en menores que expresan inquietudes trans. La situada en Londres se ha mudado recientemente a un local de mayores dimensiones, lo que se corresponde con el espectacular aumento de casos. Sólo entre 2010 y 2015 el número de menores sometidos a estos procesos se disparó casi un 1000%.

El pasado mes de marzo, se conoció que una chica llamada Keira Bell había denunciado al Gobierno después de haber iniciado a los 16 años programas de hormonación cruzada de las que se ha arrepentido. la principal denuncia de Bell es que los profesionales del Centro Tavistok de Londres para niños trans, como también es conocido el GIDS de la capital británica, no cuestionaron de manera suficiente sus opiniones poco reflexionadas acerca de iniciar un proceso de transexualidad: «Deberían haberme cuestionado más por las propuestas o las afirmaciones que estaba haciendo por mí misma«.

¿Cuál puede ser la razón por la que los trabajadores del centro Tavistok no se aseguraran de la solidez de las pretensiones de la adolescente? ¿Es posible que ningún trabajador del centro no hubiera advertido de prácticas de riesgo para los menores o irregulares en algún sentido?

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La realidad es que todas las críticas internas han sido ahogadas de forma sistemática, según se desprende de lo revelado recientemente por la BBC, que ha tenido acceso a la transcripción de las entrevistas realizadas a trabajadores del Centro Tavistok por la Inspección Sanitaria para corroborar un informe interno de quejas.

En dicho informe, los profesionales expresaban serias dudas sobre la seguridad de los procedimientos de hormonación cruzada y bloqueadores de la pubertad y revelaban que, la dirección del centro había hecho entender a los trabajadores que elevar quejas a un organismo interno creado en 2018 a tal efecto no estaba bien considerado: «Había un mensaje muy claro de la dirección acerca de ser muy cauteloso sobre lo que decíamos al equipo de garantías», refiere un trabajador. Mucho menos, llevar estas denuncias a departamentos de servicios sociales o similares.

Asímismo, el informe inicial reconoce que las quejas internas se han sucedido durante años, que la dirección del centro señalaba como problemáticos a los profesionales que expresaban algún tipo de duda sobre los procedimientos aplicados a los menores y que, en proporción, el número de quejas es significativo, aunque minoritario.

En todo caso, sobre ellos la dirección llevaba a cabo prácticas más que cuestionables de acuerdo a algunos testimonios: «Las personas que expresaban dudas eran vistas como creadores de problemas y dificultosas», aseguraba un trabajador. Y otro, añadía: «Cuando expresé mis dudas me dijeron que me estuviera quietecito o nunca progresaría en mi carrera».

De que el ambiente laboral en Tavistok no parece el más idóneo también da cuenta que en el curso de los últimos 3 años hasta 40 personas han abandonado su plantilla, según la BBC.

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Una de las quejas más resaltadas coincide precisamente con la demanda de Keira Bell. Los trabajadores denuncian que en ocasiones no se ha cumplido ni siquiera el propio protocolo del centro que establece como obligatorias al menos tres sesiones para poder iniciar el proceso de transición. Según detallan las revelaciones de la BBC, habría casos en los que tras una primera -y única- entrevista se ponía en marcha el protocolo de bloqueo del natural desarrollo de los menores.

El resultado final de la inspección ha sido un respaldo hacia la dirección del centro pese a que algunos trabajadores denunciantes expresaron que, si todo queda igual, «lo más probable es que los niños estén siendo mal gestionados desde el punto de vista médico». «Esperemos que esté equivocado, porque si no lo estoy, demasiados niños habrán sido tratados de una manera muy pobre y, a consecuencia de esto, les habremos provocado un grave daño de por vida».

Amazon censura la investigación sobre la «disforia de género de inicio rápido»

El carpetazo al informe sobre las quejas de un número significativo de trabajadores del Centro Tavistock no es la única muestra de que las críticas fundadas de expertos científicos sobre cómo se están abordando los casos de los menores que dicen sentirse de un sexo diferente al determinado por sus genes.

Recientemente Amazon, el gigante occidental de la venta online ha suspendido la publicidad de un libro titulado Daño irreversible: La locura transgénero que seduce a nuestra hijas, de Abigail Shrier, miembro de la redacción del rotativo norteamericano The Wall Street Journal.

En él, se explora el fenómeno de la llamada Disforia de Género de Inicio Rápido (ROGD por sus siglas en inglés), un término acuñado en 2018 por la científica del comportamiento Lisa Littman, miembro del claustro de la Universidad de Brown y que determinó en sus estudios que un porcentaje significativo de las disforias de género diagnosticadas en ,enores no provenía de «sentimientos innatos», relacionados con el descontento sobre su sexo natural, sino de la influencia externa.

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De acuerdo con medios estadounidenses como Fox News, Amazon decidió bloquear los anuncios del libro al considerar que contiene «elementos que pueden no ser apropiados para todas las audiencias, que pueden incluir contenido publicitario /copia de libros que infiere o afirma diagnosticar, tratar o cuestionar la orientación sexual».

La propia Shirer resumió el problema: «Aparentemente, puedes promover la ideología de género y simplemente no puedes cuestionarla».

Regnery, la empresa editora del libro ha declarado que «la cultura de la cancelación [publicitaria] deja claro que desprecia la diversidad de opiniones y que no tolera la ciencia, los datos, los hechos ni nada que contradiga la narrativa aprobada», tal y como recoge Life Site News.

Fuego ‘amigo’

Las críticas hacia los tratamientos con bloqueadores hormonales a niños, algunos desde muy corta edad, no es una cuestión que defiendan tan sólo algunos trabajadores de la industria de la transexualidad descontentos, escritores lenguaraces u organizaciones civiles con la suficiente gallardía como para advertir, como el niño del cuento, que el emperador está desnudo poniendo en circulación autobuses que digan «los niños tienen pene, las niñas tienen vulva».

El rechazo a estos procedimientos hormonales también se produce entre quienes han andado ese camino antes que esos niños y han comprendido que no es beneficioso en sus propias carnes o quienes, incluso definiéndose como personas transexuales rechazan que los menores recorran esta vía desde tan pequeños.

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Es el caso de Walter Heyer, quien vivió muchos años como mujer y que llegó a realizarse cirugía mutiladora genital y que ahora vive dedicado a exponer que «no existen evidencias sólidas de una base genética transexual» a través de sus libros y su página web, recientemente traducida al español, SexChangeRegret.com.

También, y tal vez más significativo incluso, el de Scott Newgent quien se define en Twitter como «un transexual que dice que la transición médica de los menores tiene que parar», muy en especial en el Reino Unido.

Newgent denuncia que la hormonación cruzada y los procesos de bloqueo del desarrollo sexual normal, en especial en la edad infantil, provocan a la larga problemas serios como terminar en una silla de ruedas o «morir antes de los 50».

Otro caso que relaciona el cuestionamiento de los postulados políticamente correctos sobre la transexualidad con la censura es el que ha protagonizado recientemente la autora J. K Rowling, pese a tener fama de feminista y persona cercana a los postulados laboristas en el Reino Unido.

(actuall)

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