Opinión

Categoría moral de Francisco Franco Bahamonde (I)

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No se vive la fe católica, aun íntegra, en la misma categoría moral en el nivel de la espiritualidad, ni de la misión que cada católico está llamado a vivirla. De ahí la parábola de los talentos, donde se piden frutos proporcionados a los talentos y circunstancias en que el fiel se desenvuelve.

Por eso la Iglesia en su santoral califica a unos de mártires, de apologetas, doctores, vírgenes o confesores.

Estos últimos, no es que se dedicasen a encerrarse en un confesionario para absolver y dirigir moralmente a los penitentes, sino que llevaron una vida ejempla, o en grados de virtud heroica, hasta el punto de haber sufrido persecución por confesar su fe, incluso con tormentos, penurias o sufrimientos, aunque no hubiesen llegado al martirio.

En el caso de la vida particular, familiar, misión de trayectoria pública y social del Caudillo Francisco Franco, hay que señalar y reconocer públicamente que correspondió a los planes providenciales de salvar no solo a España de una invasión anticatólica, demoledora de la Santa Tradición y el ser de España, sino de la Catolicidad ante el peligro diabólico del comunismo que iba a atenazar a Europa, empezando por el cono sur europeo, según los satánicos planes de Lenin y con ello, la salpicadura a la cristiandad con la supremacía militar marxista, como se demostró en las patrias del Este, que no lograron librarse de sus botas antihumanas.

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Calificar la vida moral de este sabio y perspicaz Caudillo en aquellos momentos decisorios para el mundo de CONFESOR, es el adjetivo más justo, lógico y conveniente, tras la trascendencia histórica vista a distancia, que es como mejor cabe deducir las consecuencias.

Veamos, siguiendo el principio evangélico de “por sus frutos les conoceréis”:

1º. – Fue herido gravemente en África, con perforaciones intestinales que pudieron costarle la vida, antes del Movimiento Nacional, pero sobrevivió.

2º. – Fue apartado de la vida familiar durante mucho tiempo por su consagración a la causa, tan urgente, y ya en Canarias tuvo que estar custodiado, tanto él como su familia, durante las 24 horas del día, por las graves amenazas de muerte que se vertían contra él y los suyos. Sacrificios innegables, heroicos.

3º. – Stalin envió un agente para asesinarle. La Providencia le libró de ese atentado y de otros que también tuvo, lo que demuestra haber sido elegido como instrumento preparado por Dios ante aquellos momentos decisivos para España y para el Mundo.

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4º. – Con el don de inteligencia y consejo, libró a España de participar en la conflagración europea de la segunda Guerra Mundial, que hubiera hipotecado a España en la miseria total. Otro don del Cielo, nada frecuente para quien se siente y sabe con poder absoluto político, que siempre lo usó para servir y no servirse, haciendo el milagro de poner en pie a una Patria arruinada por la Cruzada de Salvación Nacional (provocada por la rojería masónica y marxista), con tan pocos medios militares y económicos.

Con una conciencia de heroica catolicidad, que ya intuyó en Canarias (donde había sido arrinconado por el gobierno republicano como elemento “peligroso”), antes de ser nombrado Caudillo por presión de los Generales Mola y compañía, como figura competente y de prestigio universal –el General más joven de Europa-, para tal Levantamiento de autodefensa nacional, en su intensa religiosidad, avivada precisamente por aquellos ruinosos presagios de la segunda república y la persecución religiosa del 34, que se arrastraba a cotas intolerables y de trascendencia de aniquilación total.

Él llevó a la nación española a ser la octava potencia mundial.

5º. – Pio XII le condecoró con el “Cordón de la Orden Superior del Cristianismo”, y declaró aquella guerra como la “Undécima Cruzada” y le reconoció como “el estadista preferido entre los estadistas cristianos”… Y hasta lloraba al tener que firmar sentencias de criminales de guerra, reduciendo al 50% las condenas de muerte.

Solamente permitió la ejecución de los generales cabecillas responsables de las mayores barbaridades cometidas en aquel rio revuelvo del Frente Popular.

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*Párroco de Villamuñio, León.

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