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Carta abierta al Rey Don Felipe VI

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GB. Un ciudadano español.- Majestad: A finales de este año 2019, a ningún observador se le escapa la gravedad de la situación que atraviesa la política de nuestra amada España.

Estamos llegando al punto en que su Majestad y la Corona parecen haberse convertido en el próximo objetivo de un sector de la política que desde siempre ha resultado corrosivo para ésta y muchas otras sociedades.

Se acerca el momento en que tal vez tenga usted que optar, dicho con toda claridad y crudeza, entre obedecer los mandatos de esta nueva oligarquía, con muy altas probabilidades de tener que rendir la Corona y la unidad de España, e incluso ser asesinado en un régimen tiránico, o servir al pueblo y defender la unidad de España, la democracia y con ello su propia vida y la de los suyos. Al fin y al cabo vale mas defender lo que es justo y morir pronto en acción o tarde en la cama y ganando el alma que traicionar a todo y a todos para ganar un breve tiempo pero perdiendo el alma.

La opción viviendo en una jaula dorada en el extranjero sin Monarquía ni unidad de España tampoco parece muy realista. Las tiranias marxistas nunca se han caracterizado por su hospitalidad y sí por su maldad asesina, como atestigua el caso de Trotski. Esta maldad viene ocasionada por su desprecio a la vida y su miedo enfermizo a las figuras de valía.

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Exactamente ésta fue la razón del alzamiento del ejército en 1936, sabían que luchaban por sus vidas. Ganar una guerra buscada por las extremas provocaciones marxistas o padecer una purga calcada del gulag soviético en todo el país (20% de ciudadanos asesinados, más de 5 millones lo hubieran sido en la España de 1936).

Ahora la disyuntiva es exactamente la misma o peor, los marxistas y comunistas trabajan, a sabiendas o no, al servicio del capital globalista internacional, como la revolución rusa de 1917 que el capital inyernacional financió. Los mundialistas esta vez no pretenden eliminar un 20% de la población como en Rusia, sino un 95% (ver piedras guía de Georgia). Sería muy difícil que a las personalidades las dejasen intactas, demasiado riesgo para el sistema. Actualmente estas personalldades “de otra época” tienen un rápido y misterioso final, como ciertos banqueros, empresarios y políticos. Por simple comodidad y economía de medios.

Nos encontramos pues en el punto de no retorno, pasado el cual sólo vendría una forzada y creciente debilidad de la sociedad y una imposibilidad material de defenderse.

Por todo ello y subrayando el papel arbitral y protector de la Corona para con España y su pueblo, basándose en el claro conocimiento de las intenciones políticas de algunos, y utillzando los cauces previstos en nuestra Constitución, debería evitarse completamente la designación de un candidato a presidir el Gobierno cuyas abiertas intenciones se opongan frontalmente tanto a la Constitución como al bien común, la unidad de España y la misma continuidad de la Corona.

Sabiendo que este escrito llegará de un modo u otro a sus atentos ojos, es de agradecer al menos el tiempo que destine a considerarlo.

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*Un ciudadano español

 

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