Opinión

Carla Toscano deja en pelotas a Irene Montero. Por Eduardo García Serrano

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La verdad proclamada por Carla Toscano en el Congreso de los Diputados, poniendo en negrita la única línea que almena el curriculum vitae de Irene Montero, ha expuesto públicamente, una vez más, el cinismo de la izquierda y la babosa estupidez del PP, ambas tan obscenas como Rita Maestre irrumpiendo despelotada en la Eucaristía. Tanto la izquierda como el PP provocan en mí dos reacciones físicas antagónicas que me sobrevienen simultáneas: vomito riéndome, o me descojono vomitando, que parece lo mismo pero no lo es, según el payaso bobo de derechas o el matón de izquierdas que esté en el uso de la palabra. Me estoy quedando en los huesos de tanto vomitar, pero con unos abdominales como los de Aznar el Pigmeo, de tanto reír.

Carla Toscano verbalizó el único mérito conocido de Irene Montero: que es lo que es, que está donde está y que ocupa la alta magistratura que desempeña por haber sido o ser la churri de Pablo Iglesias… y la madre de su prole. Ese es el secreto del éxito político de Irene Montero y, como todo el mundo sabe, un secreto no es algo que nadie sepa, es algo de lo que nadie habla. Durante décadas sucedió lo mismo con los secretos de cartera y bragueta de Juan Carlos I: mientras se cubrían de silencio se le fabricaba al Rey de la democraciaquenoshemosdado una leyenda épica y ética que para sí hubiera querido el mismísimo Ricardo Corazón de León. Fue entonces cuando comencé a aprender a reír y vomitar simultáneamente. Desde entonces no he parado.

Carla Toscano fue en el Congreso como la niña del cuento de Hans Christian Andersen que grita “el rey va desnudo” mientras todos los cortesanos, pelotas y lameculos alababan la belleza y elegancia de la indumentaria que el Monarca no llevaba pues, en verdad, iba desnudo. Carla Toscano se atrevió a denunciar la desnudez de méritos y saberes que vegeta en la nada del curriculum de Irene Montero, salvo uno que no es un mérito, sino un vínculo de tálamo con Pablo Iglesias. Muy rentable, por cierto.

La inocente valentía de Carla Toscano desató la furia del orfeón de plañideras de la izquierda y el PP, que acudió raudo en socorro de Irene Montero que, como la Zarzamora, lloraba y lloraba en su escaño gubernamental obtenido sólo y exclusivamente por su fecundo ayuntamiento con Pablo Iglesias, mientras buscaba herramientas en su cartera ministerial para “cazar fascistas aplicándoles la justicia proletaria”, que es lo que a su churri le gusta hacer.

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Carla Toscano hizo cierta la moraleja del cuento de Andersen: la verdad no deja de serlo por inconveniente que parezca y políticamente incorrecta que resulte. Hela ahí: Irene Montero fue, o es, la fértil coyunda de Pablo Iglesias. Por eso, solo por eso y nada más que por eso es ministra. Nada más… y nada menos. Las comparaciones son necesarias, por eso son odiosas: Irene, no eres Rosa Luxemburgo ni Clara Campoamor, eres, o has sido, la chati, la churri de Pablo Iglesias. Y no te ha ido mal. Deja de llorar como la Zarzamora y disfruta del chollo, que se te acaba.

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