Opinión

Bertrand Ndongo deja KO a Cristina Fallarás

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“Se ha convertido en una estrella del partido porque es negro y racista. Ahora además apoya a los violadores de una menor. O sea, apoya la violación. O sea, apoya la pederastia” (Cristina Fallarás).

 

Estas “cariñosas” palabras dedicó a Bertrand Ndongo. Por tan sublime retórica, la musa estalinista comparecerá ante un juez acusada de delitos de injurias y calumnias. ¡Qué será eso para una comunista!

Vaya por delante todo mi apoyo y solidaridad con el bueno de Bertrand, cuya imperdonable herejía es ser de VOX, amar a España y negarse a someterse a los enfermizos dogmas del rojerío más retrógrado.

A Dios gracias, tengo la inmensa dicha de no saber nada de semejante charlatana profesional; ni la conozco ni la quiero conocer. Cuestión que me ha obligado, para mi desventura, a tener que escudriñar información sobre la citada, cuya prosaica prosa le hace merecer el Premio Nobel de Literatura y el Premio Pulitzer de Periodismo, como mínimo. ¡Qué “talenta” tiene!

Hecho que de no haber ocurrido, me refiero a la concesión de tan prestigiosos galardones, es por la estructura machista y heteropatriarcal dominante, el famoso techo de cristal solo visto por las sectarias adoradoras de la religión de la sacerdotisa Montero, y no por falta de méritos artísticos por la “aspiranta” a condenada por bocachanclas.

 

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Viendo su etílico proceder, antes será penada que premiada.

Fruto de la búsqueda sobre las desagradables andanzas de la injustamente no laureada, me encuentro con otra sarta de insultos: “Algunos son ignorantes porque, como Bertin Osborne, no tienen nada dentro. Pero otros son peligrosos. Porque rebatir esto es una forma de agredir y maltratar a las mujeres”. Para ella, todos los hombres somos culpables.

Madre de Dios, este ser, cuyo género evitaré citar por miedo a caer es sus fauces, se muerde la lengua y muere envenenada. Viéndola, urge la visita a un veterinario, un mecánico o un exorcista, dado que es claro como el agua que algo no funciona bien por esa vaciada testa roja.

Estimado lector, ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué se permite el lujo de insultar tan gravemente a Bertrand, Bertín y otros? ¿Casualidad o intencionalidad?

Yo lo tengo muy claro, lo que subyace bajo este mar de desprecio a Bertrand y a los que como él pensamos es la falsaria por inexistente superioridad moral roja. Que no es superior ni moral pero sí asquerosamente zurda.

Son los efectos de la ausente batalla ideológica por parte de una quimérica derecha -el PP- que nunca ha levantado la voz por miedo a ser señalada. El mismo partido que, lejos de dar esa benemérita cruzada, ha asumido como propio todo el argumentario izquierdoso. Todo. Eso sí, a cambio, la izquierda, le ha perdonado la vida y le ha entregado el carnet de demócrata.

Futo de ello, la hermandad de las izquierdas de España, que no españolas, está muy mal acostumbrada a marcar a rajatabla qué se puede decir, hacer o pensar, so pena de ser quemado públicamente en sus piras mediáticas: los subvencionados platós televisivos donde se cultiva el comunismo, pero con un toque chic. Que no se note lo que es: la mayor lacra sufrida por la humanidad.

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El mal rojo encarnado en este aquelarre de brujas sin escoba pero con dosis ingentes de rencor, resentimiento y odio, se emplea a fondo para atacar sin piedad a quien ose disentir de sus falsos credos. Ya lo dijo la exvicepresidente del Gobierno: “A la mujer hay que creerla sí o sí”, salvo que sea la niña abusada por el exmarido de Mónica Oltra o las niñas violadas y prostituidas que estaban bajo tutela del Gobierno de Baleares. Y si la víctima es de derechas, silencio cómplice rojo. Algo habrá hecho, dirán.

Esta ecuación perfecta -falsa superioridad moral, verdadera supremacía hembruna y cobardía patológica pepera- ha supuesto una formula tan exitosa que le ha llevado a cotas de ilimitado dominio social a la izquierda, llegando a imponer su biblia ideológica hasta que, a Dios gracias, llegó VOX.

¿Vemos cuál es la causa del odio que profesan a VOX? El pánico a que este partido, al que Bertrand y un servidor pertenecen, querido lector, haga estallar en mil pedazos todo el inventado relato rojo, y acabe con el brillante negocio de irreal equilibrio tan productivo para la siniestra. Porque VOX ha tenido el coraje y la valentía de levantar todas las banderas de aquellas causas que justamente lo merecían. Que no se amedrenta ni retrocede ante las embestidas del rojerío, y que henchido de orgullo luce como medallas los insultos que éste les dedica. Con VOX se acabó la era de superioridad política zurda.

Ayer fue Bertín Osborne, hoy Bertrand Ndongo y mañana puede ser cualquiera de nosotros, salvo la colección de cobardes que prefieren hincar la rodilla ante el mal rojo y realizar la obligada genuflexión para comprar su perdón.

Para finalizar las presentes, es obligado mandar un mensaje de cariño y ánimo a Bertrand, porque tiene la ley, razón y la moral de su parte. Porque cuando ocurren estos ataques tan despreciables como los que él ha sufrido, la equidistancia es sinónimo de complicidad. Mirar para otro lado mientras suena el ruido del silencio espurio nos define como cobardes, como seres que merecemos la “doctrina Fallarás”.

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Berdtrand no solo se está defendiendo de acusaciones muy graves, sino que está defendiendo el legítimo derecho a mantener sus principios y convicciones sin ser linchado públicamente. Bertrand, independientemente de lo que ocurra en el juicio, al dar esta batalla, ya ha ganado, porque ha demostrado que no se asusta ni asustará, y que no hay “Fallarás ni Grisos” suficientes para hacerle retroceder.

Adelante Bertrand, sin miedo a nada ni nadie.

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