Hispanoamérica

Aunque todas las evidencias muestran que España y Europa morirán, rendirse no ha sido nunca costumbre española

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España vista desde el espacio
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Carlos Arturo Calderón Muñoz.- Por motivos laborales me encontraba en Santa Fe de Bogotá en el más reciente día de la hispanidad. Ya había caído la noche cuando mis obligaciones y desvaríos mentales me permitieron acercarme al monumento creado por Cesare Sighinolfi en honor a la más grandiosa cabeza de Estado que ha tenido España. A lo lejos vi un grupo de personas que se agolpaban bajo la escultura; experiencias pasadas en las estatuas de Andrés López de Galarza, en San Bonifacio de Ibagué, y Rodrigo de Bastidas en Santa Marta, me hicieron pensar que iban a cometer un acto vandálico en nombre de la leyenda negra. Reduje la velocidad de mis pasos para analizar a los rivales antes de la confrontación física.

Sin embargo, notas helénicas cambiaron mi percepción de la escena. El pequeño grupo, de siete hombres y un niño, escuchaba ‘Conquest of Paradise’ de Vangelis. Algunos blancos otros mestizos, pero ninguno estaba ahí para agredir a nuestra reina, todos conmemoraban el día de la hispanidad honrando la memoria de Isabel la Católica. Me senté a unos metros de ellos, esperando que terminaran su evento para poder hablar un rato con la monarca. A la música cinematográfica del griego le siguieron ‘Cara al Sol’ y ‘El Novio de la Muerte’.

Los extraños departían entre ellos hablando de lo mundano antes de ponerse formales. Curiosamente, el que tenía un color de piel más cercano al de Jorge Eliecer Gaitán que al de un ario estaba vestido con ropa imperial. Después de las risas pusieron en alto las rojigualdas banderas bogotanas, dieron discursos, vivas a Cristo Rey y conmemoraron el evento con algunas fotos. Se esfumaron en la noche.

Dos semanas más tarde, y después de haber votado, caminaba por la séptima con algunos conocidos a quienes estaba ayudando a grabar un videoclip de ese ruido al que ellos llaman Metal (De algo tengo que comer y acá nadie escucha al Fary). Una figura quijotesca caminaba por entre la multitud en esa calle que parece que están construyendo desde el virreinato; abundante en basuras, vendedores ambulantes, criminales y caos. El mismo mestizo del 12 de octubre avanzaba vestido con capa, jubón y parlota; todo un modelo velazqueño en la decadente urbe suramericana de nuestro milenio.

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No estaba vestido así por la ocasión hispánica, esas son sus ropas cotidianas, hechas a mano por el mismo. Me acerqué para saludarlo seguido de mis guturales compañeros, no tardaron en preguntarle por su atuendo. Él, con conocimientos que ya quisieran tener muchos catedráticos, respondió con paciencia a la curiosidad del grupo. Mientras explicaba el origen de cada prenda y su contexto histórico yo observaba a los antisistema, le miraban con burla. Ellos, tan blancos que hubieran podido hacer parte de las SS, despreciaban el catolicismo del loquito que les hablaba; detestan la tradición, a Europa y su alma. Esos caucásicos aborrecen la historia de su propia sangre, esa historia que les estaba siendo impartida por el mestizo errante.

Minutos atrás, mientras nos desplazábamos en Transmilenio, uno de los metaleros expresaba su malestar al saber que Putin estaba reconstruyendo la iglesia ortodoxa rusa. Más adelante, otro hablaba incoherencias de las propiedades físico-químicas de la dimetiltriptamina (DMT), porque ellos saben que Jesús es un cuento estúpido de gente atrasada que no sabe de ciencia. Claro que también están convencidos de la autenticidad de los desdoblamientos astrales, criaturas psicodélicas, péndulos, viajes con hongos, duendes, brujas y por qué no, las técnicas del profesor Herrou Aragón. Los estudios del efecto ideomotor, el giro angular o la parálisis del sueño, al igual que sacerdotes como Bacon, Copérnico, Mendel o Lemaitre, son irrelevantes para ellos y su sapiencia científica.

El tiempo sigue su marcha. La América Hispana se rebela contra la izquierda o derecha, dependiendo el país, esperando ingenuamente que al cambiar de posición en el espectro político las cosas mejoren; mientras tanto, en España se cargan el Valle de los Caídos. Como siempre la mano masónica, de la banca y el sanedrín mueve los hilos. Se ha revelado cómo los servicios de inteligencia israelitas entrenan a los terroristas en Cataluña. En Colombia, poderosos banqueros antihispanos como los Gilinsky han financiado al marxismo cultural de Petro y los Rothschild y Rockefeller han premiado el neoliberalismo de Santos. Los herederos del difunto Douglas Tompkins y su pandilla se quedan con la Patagonia chileno-argentina, Soros promueve la disolución de las tradiciones, los Botín lavan el dinero de los narcos en ambos lados de la hispanidad y de paso extienden la pedofilia, etc.

Para generar toda esta destrucción se ha requerido de siglos de trabajo conjunto de las más poderosas familias en el mundo. Aún así, en cualquier parte del chabolismo cibernético se encuentran muchachos que por el solo hecho de tener sangre hispana en sus venas se rebelan contra el sistema que les quiere destruir. Nadie les da dinero, nadie les enseñó las hazañas de sus ancestros; todos les han inculcado odio hacia su madre patria.

¿Y por qué 7 anónimos reunidos en sabe Dios que capital sudaca deberían ser sinónimo de fe? Pues, en el siglo XVI el Imperio Inca tenía 12 millones de habitantes, el Azteca tenía mínimo 7 millones, pero hay cálculos que hablan de 25 millones, Francia 18 millones, el Imperio Turco Otomano 15 millones, Italia 11 millones… ¿Y España? En su mejor momento, y siendo muy optimistas, 5 millones, ya sabemos qué pasó entonces. Los números adversos nunca han sido un problema para España, es más, pareciera que la hicieran más fuerte.

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No podemos escapar de nuestra naturaleza, a mi no me gusta la fiesta brava y a pesar de eso me lleno de éxtasis al ver lo terrible de nuestra situación, porque entre más bravo es el toro mejor es la corrida. Esa naturaleza hace que hombres y mujeres conscientes de su inferioridad ante el enemigo se conviertan en voluntad férrea contra la avanzada globalista. Armando Robles, Josele Sánchez, Manuel Canduela, Noelia de Trastámara, Cristina Martin o Alba Lobera, con sus humanísimas debilidades, y a pesar de que tienen la españolísima costumbre de pelearse entre sí, se han convertido en ejércitos de un solo individuo que golpean sin descanso a la bestia y repercuten en miles de personas en decenas de países hispanos. Además de que contamos con la presencia de un hombre que raya en lo mitológico como lo es Pedro Varela.

Ya sea con informativos como el de TLV1 o con esos muchachos bogotanos que se reúnen semanalmente para reforzar su hispanidad, América está repleta de personas que escuchan a su sangre por sobre el ruido de la modernidad. Lo que iba a ser un año más de mi solitaria tradición de honrar a mi madre, terminó convirtiéndose en un espectáculo de hidalguía anacrónica.

Todas las evidencias muestran de forma incuestionable que seremos derrotados, que España y Europa morirán; eso es lo que la realidad dice. Alonso Quijano entró en razón y murió, pero el Quijote es eterno. Rendirse no es costumbre española.

Desde Colombia

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