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Si algo se pudo aprender del Ejército Rojo en 1944, fue la capacidad de convertirse en animales salvajes contra personas indefensas, y su necesidad de beber vodka para extraer algo de valentía de sus podridas mentes comunistas.
Hay cosas que nunca cambian: pese al cataclismo comunista, pese al hundimiento del socialismo, la brutalidad del ejército de Putin sigue siendo la misma que en 1944.
Podemos entender que en el frente se ejecute a un prisionero o un traidor. No es legal, pero ocurre. En todas partes, en todas las guerras.
Pero en general, se les suele pegar un tiro. Los rusos, como no podía ser de otra manera, tienen diferentes costumbres. Y ya saben; hay que respetarlas.
Pasen y vean.