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Armstrong y el señor Gorsky

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Se conmemora el 50 aniversario de la llegada del hombre a la luna. Capítulo aparte merece Neil Armstron, alma del Apolo XI, al que mi abuela negó siempre, que mantuvo a su país alejado lo más posible de la tierra que se recuerda, en medio de una épica gloriosa de lucha espacial contra la Unión Soviética y de regimentación bipolar. Una vez escuché una célebre anécdota del astronauta fallecido el sábado que merece el pláceme de ser contada. Se trata de la historia de Mr Gorsky.

“Durante años, las últimas palabras que pronunció Armstrong en la Luna resultaron un misterio para todos los que pudieron escucharlas, tanto entre el público en general como dentro de la propia NASA. Mientras se preparaba para subir por última vez la escalerilla del módulo lunar, poco antes de despegar para volver a la Tierra, Neil Armstrong pronunció cuatro enigmáticas palabras: ‘Good luck, Mr. Gorsky’. ‘Buena suerte, señor Gorsky’.

Esa frase desconcertó durante años a todos los que habían seguido en detalle la misión del Apollo XI. En principio, casi todos creyeron que se trataba de algún cosmonauta ruso rival, a quien Armstrong deseaba suerte tras haberlo vencido en la carrera por llegar a la Luna. Pero nadie pudo encontrar nunca un nombre parecido entre los participantes en el programa espacial ruso. Por todos los Estados Unidos surgieron investigadores que buscaron también si alguien entre los técnicos de la NASA se apellidaba Gorsky, o si esta frase podría haber sido parte de algún código secreto acordado entre el Control de la Misión y los astronautas del Apollo para transmitir alguna información codificada.

Durante años, multitud de técnicos de la NASA fueron consultados sin éxito: según sus declaraciones, las últimas palabras de Armstrong en la Luna les habían desconcertado tanto como al público en general. El propio astronauta sería preguntado sobre ello en multitud de entrevistas a lo largo de los años, a las que solía responder con una simple sonrisa y el silencio, o, en el mejor de los casos, con evasivas. Pasaban los años y el misterio permanecía sin aclarar.

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Finalmente, en 1995, 26 años después de que ocurriera todo, la verdad salió a la luz. El 5 de julio de ese año, Armstrong era entrevistado en la CBS por el famoso presentador Walter Cronkite, quien, íntimo amigo del astronauta, le preguntaría una vez más por la misteriosa frase. Sólo que esta vez la reacción de Armstrong sorprendió a todos:

‘Bien, es cierto que durante años me habéis estado preguntando qué significaban esas enigmáticas palabras, y durante todos estos años me he sentido obligado a no dar la respuesta, al sentir que era algo extremadamente confidencial. Pero hoy la situación ha cambiado. Desde hace unos meses, Mr. Gorsky ha muerto, y creo que ahora ya no importará que revele lo que significó aquella frase’.

Con Cronkite y todos los espectadores pendientes de cada una de sus palabras, Neil Armstrong contó entonces la historia que había detrás de la última frase que se pronunció sobre la Luna al final de la misión del Apollo 11: ‘Siendo un niño, Neil Armstrong estaba jugando al béisbol con su hermano en el jardín de su casa en Wapakoneta, Ohio. En una ocasión, tuvo que ir a recoger una pelota que había ido a caer junto a la casa de sus vecinos, bajo la ventana del dormitorio; entonces escuchó los gritos de una discusión dentro de la casa. Era la señora Gorsky, que gritaba a su marido: “¿Que quieres que te chupe qué? ¿Me estás pidiendo que te haga sexo oral? ¡Tendrás sexo oral el día que el chico de los Armstrong ande sobre la Luna!’.

Armstrong nunca olvidó aquella frase, de modo que, mientras se hallaba sobre nuestro satélite, no pudo evitar acordarse del señor Gorsky y de si él también se acordaría de recordar a su mujer aquellas proféticas palabras. Por eso, no pudo evitar pronunciar, con una sonrisa de lado a lado, poco antes de subir al LEM, las sorprendentes cuatro palabras que durante años se convirtieron en un indescifrable misterio y en un inquietante enigma: ‘Buena suerte, señor Gorsky’”.

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