Opinión

Acerca de las cabalgadas sobre la contradicción de la Izquierda, por Fátima Pellico

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Hace unos días falleció en la clínica Ruber de Madrid la excelente actriz y madre de intelectuales de las Artes Pilar Bardem. Según las redes, infestadas de pésames y alabanzas a su excelsa carrera interpretativa (seguramente la tuvo, pero estuve buscando sus trabajos y no he visto nada, es decir, hizo cosas pero yo no he visto ninguna de ellas en 47 años que tengo) era una mujer luchadora, siempre del lado del que más lo necesita, siempre presente donde los bramidos son más necesarios… Por lo que he leído y lo poco más que sé de ella, salvo que siempre estaba en manifestaciones, su mayor faceta personal la pasó metida en luchas políticas. Y me parece perfecto, qué duda cabe. Creo que uno debe estar donde cree que debe estar y defendiendo aquello que le parece justo. Cada uno está en la trinchera donde sus convicciones morales o éticas le conducen. Y por mi parte a este respecto la respeto. Al menos no se escondía entre los tibios de salón mientras hablaba de las bondades del marxismo.

El tema que a mí me rechina, y me rechina siempre que alguien de la Izquierda hace o dice algo, es que murió en la clínica Ruber, es decir, una clínica privada. Obviamente si tenía dinero para pagarse la sanidad privada hacía muy bien en tenerla. Cada cual con su dinero puede hacer lo que le parezca mejor, siempre y cuando no haga daño a nadie. Pero lo que me parece abominable es que precisamente vaya a una clínica privada, porque curiosamente ella y los de su cuerda ideológica están siempre chillando a favor de una sanidad pública, gratuita y de calidad. Lo de gratuita tiene dídimos, porque en esta vida casi nada es gratis y si la sanidad pública es la que es en España es por los impuestos de todos (de todos los que pagamos impuestos, claro)

La explicación que dan siempre este tipo de personas (superiores moral, intelectual, física y mentalmente a cualquier persona de derechas) es que ellos luchan porque todo el mundo pueda tener lo mismo que ellos, es decir, que ella tiene seguro médico privado porque está (o estaba, RIP) a favor de que todos lo tengamos, pero donde esté una manifa para exigir sanidad pública gratuita y de calidad que se quite todo lo demás…

¿Cómo se puede ser tan sinvergüenza para exigir que la gente tenga lo que tú no usas porque te pagas un seguro privado? ¿Te pagas un seguro privado por algo en especial, porque te gusta gastar dinero a lo vilordo o porque a la hora de la verdad sólo quieres lo mejor de lo mejor de lo que se puede pagar con dinero?

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Las explicaciones que da esta gente tan comprometida con los más humildes son siempre una especie de coña marinera de la que sólo se ríen ellos, está claro. Según este tipo de intelectual (sólo por ser de izquierdas eres más culto que nadie) ellos luchan porque todo el mundo tenga lo mismo que ellos, es decir, que por ejemplo un par de esta cuadrilla (si es que siguen compartiendo proyecto familiar) viven en un casoplón porque quieren que todo el mundo pueda hacerlo… O hablan de las bondades de no comer carne para no contaminar mientras se les fotografía comiéndose un entrecot o se desgañitan pidiendo boicot a Coca Cola mientras se les ve comiendo en una hamburguesería con Cola Cola o abominan de los judíos pero luego van a parir a un hospital de judíos… Ejemplos todos estos, y hay miles más, de gente que dice una cosa y hace justo la contraria, es decir, deslegitimados para defender a nadie políticamente hablando.

Y luego tienen el cuajo de poner a parir a cualquier persona de derechas por hacer con su dinero exactamente lo que ellos hacen con el suyo… Esto es lo que más gracia me hace: son capaces de cuadrar un círculo para ellos mientras nos crucifican a los demás con los clavos más gordos de la ferretería.

Lo más triste de esto es que se aprovechan de la pobreza de la gente para mentirles a la cara, sin pestañear, diciendo que ellos van a mejorar sus condiciones de vida y la gente (que yo ya no sé si es imbécil o se lo hace) sigue votando a esta tropa de indigentes humanos.

Uno sólo está facultado para defender a los demás cuando comparte sus mismas carencias y sus mismas condiciones de vida, es decir, cuando es consecuente con lo que dice. Si defiendes algo mientras haces justo lo contrario eres un sinvergüenza indecente.

Y esta plaga gobierna España.

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