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Salta la llama yihadista en Cartagena: Artefacto explosivo y agresión islámica a la oposición vecinal a una nueva mezquita

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También ellas, las pacíficas practicantes de "la Religión de la Paz" se suman a la agresión
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[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=UZXTLGdDO1E[/embedyt]La Tribuna de España (Reproducido).- Lo publicábamos, ayer mismo, en La Tribuna de España; y el pasado viernes en La Tribuna de La Provincia de Cartagena: la invasión musulmana que sufre la ciudad Trimilenaria es tal que, en cualquier momento, va a estallar un conflicto vecinal. Y esto es -con todo- lo de menos.

Lo verdaderamente grave es que el número de musulmanes que han infectado los barrios humildes de Cartagena es tal, que ni la Policía Local, ni la Policía Nacional, ni la Guardia Civil (que atiende a muchas de las pedanías -en Cartagena se denominan diputaciones- pertenecientes a la ciudad) es capaz de controlarlo.

Las mezquitas aparecen como champiñones en cualquier esquina de los barrios de Cartagena: Los Dolores, San Antón, Urbanización Mediterráneo, Virgen de la Caridad, La Ajorra, El Algar, La Puebla, Las Cuatrocientas, Pozo Estrecho, o el mismísimo centro histórico de la ciudad Trimilenaria están invadidos de musulmanes que han llenado esos barrios (antes humildes pero tranquilos) y los han convertido en focos de delincuencia, tráfico de drogas, discusiones vecinales, violaciones… problemas de seguridad que han hecho, incluso, que en algún barrio se hayan creado patrullas vecinales ante la ineficacia de la protección que debiera prestar los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

La pretensión de instalar la enésima mezquita (esta vez en lo que antes era un gimnasio) en el barrio de Las Cuatrocientas ya ha originado la agresión de un practicante de “la Religión de la Paz” a un honesto ciudadano que sólo reclama su derecho a vivir en paz y tranquilidad, porque para eso paga sus impuestos municipales, regionales y nacionales.

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Un vecino de los que se ha significado por participar en las protestas del barrio contra la instalación de la mezquita (que además es ilegal y no goza de los pertinentes permisos municipales) ya se encontró con “un artefacto explosivo” en el buzón de su casa…

Regalito de los musulmanes como gratitud por acogerlos en Cartagena

Si eso no es terrorismo yihadista, ¿cómo quiere la comunidad musulmana que lo denominemos?

¿Nos procesará la Fiscalía para Delitos de odio por contar la verdad que silencia de manera vergonzosa y absoluta “la prensa del sistema”?

Este hecho, el artefacto explosivo en el buzón de un honesto ciudadano (por supuesto denunciado) todavía no ha producido ninguna detención ni parece que la Fiscalía de Cartagena tenga mucho interés en investigarlo.

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Por su parte, ningún partido político con representación institucional (desde la prevaricadora alcaldesa socialista Ana Belén Castejón hasta su predecesor, José López, el concejal autodenominado “cartagenerista” -pese a quedar demostrado que su único sentido del cartagenerismo es el beneficio de sus amigos con contratas municipales-, ni el portavoz de Ciudadanos -que alquila de manera irregular un inmueble de su propiedad al Ayuntamiento- ni los bolivarianos podemitas), ningúna formación política -decíamos- ha apoyado a los vecinos del barrio que no quieren que se instale una nueva mezquita.

La única excepción política es la de un partido político pequeño y sin representación institucional (y al que acusan de xenófobo y de ultraderechista), que está presente en todas las manifestaciones vecinales contra la islamización del barrio: Democracia Nacional.

Tal y como les mostramos en el vídeo (de baja calidad porque fue grabado con el teléfono del propio agredido), un musulmán con ganas de ganarse “la gloria de Alá”, inicia su particular Yihad (guerra santa a la que obliga El Corán contra todos los infieles, es decir, contra el resto de cartageneros no musulmanes) agrediendo a un cartagenero, a un ciudadano español que ha acogido a la comunidad musulmana, que de sus impuestos paga los privilegios que se le niegan a los españoles necesitados y que ni se integran en nuestra sociedad ni sienten ninguna gratitud hacia la nación y la ciudad que los ha acogido.

El agredido tuvo que refugiarse en su propio vehículo y llamar a la Policía Local, que intervino apreciando las evidentes heridas en el español agredido y que el agresor no presentaba lesión alguna (con lo que resulta evidente quién es la víctima y quién es el criminal).

Por si fuera poco, el moro alega ahora que fue él quien recibió la agresión: una imagen vale más que mil palabras.

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A la Fiscalía para Delitos de odio no le interesa investigar a los musulmanes

Por noticias como esta noticia, la comunidad musulmana de Málaga provocó la detención del director del periódico Alerta Digital, el periodista Armando Robles, una detención irregular que no fue condenada por ninguna asociación de periodistas ni publicada en “la prensa del sistema”. Como no podía ser de otra manera, nuestro director, Josele Sánchez, publicó -entonces- una Editorial solidarizándose con el periodista perseguido por quienes nos invaden y que, además, gozan de inmunidad policial y judicial.

Lo hemos advertido por activa y por pasiva: los musulmanes invaden Cartagena y existe un alto nivel de riesgo de radicalización yihadista según el propio CNI.

Cartagena es un polvorín a punto de estallar y ni siquiera existe constancia de que en toda la ciudad ¡ojo, les hablamos de una ciudad de 220.000 habitantes y de una Comarca, el Campo de Cartagena de 400.000!, (es decir un tercio de todos los habitantes de la mal denominada Comunidad Autónoma de la Región de Murcia) exista un sólo agente de policía que domine el idioma árabe.

¿Cómo se controla -pues- los mensajes de los imanes en las mezquitas?

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¿Imaginan ustedes que fueran los párrocos, quienes desde las Iglesias alentaran a los fieles a la “Guerra Santa” contra los infieles?

¿Cómo actuarían -entonces- los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado?

Cartagena se ha convertido en “territorio islámico”.

En los barrios humildes de gente trabajadora (antes tranquilos pese a las carencias de dotaciones de infraestructuras) ahora las tiendas de cosméticos, las peluquerías, los bares, las carnicerías, las fruterías… todo está rotulado en árabe y regentado por musulmanes.

Por las calles de estos barrios se ven más burkas, velos islámicos y túnicas hasta los pies (de mujeres y hombres) que “personas normales” vestidos como lo hacemos occidentales .

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“La prensa del sistema” le ha dado por llamarlos, ahora “migrantes”.

Como decía nuestro director, Josele Sánchez hace unos días, en la conferencia que dio en Barcelona con motivo de las III Jornadas de la Disidencia (organizadas por Nostra TV):

“llamarle migrantes una manipulación del lenguaje muy estudiada por los sociólogos que trabajan para George Soros y el Nuevo Orden Mundial. Migrantes son las aves que se marchan a territorios más cálidos -en temporada de frío- para volver a sus lugares de origen cuando el tiempo apacigua. ¡Estos no se van… Estos vienen para quedarse! Los muslmanes que nos invades son inmigrantes, no migrantes” (fin literal de la cita).

El conflicto está servido y lo peor está por llegar.

No es la inseguridad ciudadana (pese al altísimo coste social que representa) el mayor de los peligros de la incontable cantidad de musulmanes que habitan -de manera legal e ilegal- en Cartagena.

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La radicalización de jóvenes musulmanes por mensajes que los imanes lanzan desde las mezquitas es el verdadero riesgo de que desgraciadamente -más pronto que tarde- alguno de estos moritos se sumen a la Guerra Santa.

Entonces no valdrán de nada los buenismos políticos, ni los “Refugiados Wellcome” ni la “Alianza de las Civilizaciones” (del presidente de gobierno más imbécil que ha tenido una España cuya historia está tristemente repleta de presidentes imbéciles).

No dirán que algunos (aunque les cueste una querella, como al periodista Armando Robles) no venimos advirtiéndolo casi a diario.

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