Cartas del Director

¿Por qué somos de derecha (o lo que ellos llaman de extrema derecha)?

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Nos produce verdadera pena ver que la izquierda social ha conseguido, gracias a los complejos de la derecha liberal, desmontar de la psique colectiva todas esas cosas buenas que antaño defendieron nuestros antepasados y con las que llegaron victoriosamente a uno de los mejores escenarios de la historia de España. Ningún Sistema hubiese podido desmontar la gran obra de ingeniería moral construída en el fenecido régimen franquista, sin el apoyo que éste ha tenido de la derecha liberal.

Algunos han descubierto ahora que estamos sobre un volcán y que las jóvenes mentes de nuestro país, y no tan jóvenes, han sido secuestradas por los sectores progresistas que en él operan a calzón quitado.

El problema esencial de la derecha (no liberal) es que sus principios son incontestables y no se molesta en adoctrinar a nadie, simplemente porque no hace falta. Si eres listo entiendes que es lo correcto. La izquierda, por el contrario, es totalitaria y su fin es difundir su mensaje a todas horas y por todos los medios posibles. Si a esto añades que controlan los medios informativos y al profesorado universitario, el cóctel es tan peligroso y efectivo como estamos viendo.

Por suerte, los que aquí confluyen a diario son de los españoles que no han sucumbido al despipote moral e ideológico que ha sido promovido por una élite mundialista y apoyado por todas las instituciones que conocemos.

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España atraviesa el período más grave de su historia porque carece, al menos no en la abundancia necesaria, de los contrapesos morales e intelectuales a la vulnerabilidad inscrita en la forma de pensar, de creer, de consumir, de disfrutar, de votar, de la mayoría. Nunca habríamos llegado a una posición tan baja sin la intolerancia culpable, la cobardía contagiosa, la deserción masiva, la traición sin escrúpulos. No es de extrañar que la oligarquía mundialista sólo parezca temer, de cara a la consumación de su gran obra orwelliana, el ascenso de lo que llaman la ultraderecha europea. Tampoco que se trate de estrangular, con todos los medios de los que disponen, a los que se atreven a contrapuntar las verdades oficiales que ellos tratan de imponer con la Verdad absoluta que nosotros defendemos.

Alerta Nacional ha asumido la responsabilidad plena de defender esas ideas y esa Verdad, porque tenemos el convencimiento de que se trata del único espacio donde el pueblo, con una intuición extraordinaria, terminará descubriendo las razones extraordinarias de su continuidad histórica, de su supervivencia moral. Nuestros principios son incontestables y los suyos han sido creados deliberadamente para someter a los pueblos y a los hombres en nombre de las democracias liberales. Por eso los enjundiosos ejemplos que nos ofrecen a diario los promotores de la disolución de las patrias, de las razas, del alma europea, de la moral natural… hasta el punto de que hasta en las pruebas de acceso a la Policía se han establecido tramposas cribas contra el acceso de quienes siguen defendiendo, como un tesoro sagrado, las ideas que aquí se defienden. Y quien habla de la Policía puede hablar también de la Judicatura, del Ejército, de la Enseñanza, de la Función pública y hasta del acceso a los seminarios.

El hecho de que se criminalice la defensa de determinadas ideas, obedientes del orden natural, pone de relieve hasta qué punto no vivimos en una democracia que respete las ideas, sino en un régimen que mezcla la demagogia de los populismos con los intereses espurios de una élite mundialista. Por eso no pueden tolerar a quienes no nos hemos tragado sus cuentos, donde nos hablan de progreso, de solidaridad, de tolerancia con los intolerantes, de la nueva religión de género, de taras sexuales, de disolución del espíritu patriótico y religioso, de privar a los demás del derecho a nacer que ellos sí tuvieron, de relativismo antropológico, de sometimiento a la transgresión, de acatamiento del nuevo orden mundial.

Tenemos las espaldas anchas y la conciencia limpia. Superaremos, con la ayuda de Dios, esta noche oscura de abandono, de aplausos sin votos, de gallinero enloquecido que se refugia en el mal menor dentro del Sistema. Si no hemos sucumbido hasta ahora es dudoso que lo hagamos en el futuro. El tiempo corre a nuestro favor. Esta noche oscura terminará algún día y volverá a amanecer. Ellos saben que llevamos razón, que tenemos la razón. Por eso nos odian tanto y nos tienen vetado el acceso a sus instituciones, a sus medios, a sus metrajes, a sus premios culturales…

Ser de derecha (o lo que ellos llaman de extrema derecha) es la cosa más decente que se puede ser en esta noche oscura. Es ser salvador y centinela de Occidente. Es una mácula en el zapato de George Soros, una piedra en el camino de los Rothschild, una mosca cojonera en el inflamado pecho de Angela Merkel, un saldo negativo en el balance de J.P. Morgan, un revés en el mentón de Christine Lagarde, un puntapié en la espinilla de Bernard-Henry Lévy, un borrón en las teorías de Barbara Spectre, un corte de mangas a la Fundación Rockefeller, un bote salvavidas en el Titanic, una navaja barbera en la coleta de Pablo Iglesias, un yelmo de acero el 18 de julio, un látigo en el templo contra los mercaderes, una toma de conciencia en medio de la catalepsia moral que nos oprime, una isla entre la tempestad, un espíritu inquieto en defensa de una Verdad que otra vez nos hará libres.

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