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Pablo Ibar se libra esta vez del corredor de la muerte y es sentenciado a cadena perpetua

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Pablo Ibar junto a su abogado en el juicio.
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Dice mucho y nada bueno del sistema de justicia de Estados Unidos que una cadena perpetua se sienta como un alivio para alguien que se declara inocente pero cuando la alternativa es la inyección letal es difícil no verlo como tal.

Este miércoles, en un juzgado de Fort Lauderdale (Florida), siete mujeres y cinco hombres de un jurado popular han liberado al español-estadounidense Pablo Ibar del yugo del corredor de la muerte, donde ya pasó 16 de los 25 años que lleva encarcelado. Cuatro meses después de volver a condenaren enero a Ibar por un triple asesinato en 1994 que él siempre ha asegurado que no cometió, el jurado ha optado por condenarle a pasar la vida en prisión.

La apelación y la búsqueda de un nuevo juicio está garantizada y ya la había anunciado de antemano la defensa, consciente como el reo y la familia de que el proceso que se iniciará ahora ante el Tribunal de Apelaciones del Cuarto Distrito de Florida será largo. Al menos lo enfrentarán sin la amenaza de una ejecución en el horizonte, y eso es mucho. Como dijo recientemente a la agencia Efe Cándido Ibar, el padre del reo, “donde hay vida hay esperanza”.

La mejor entre dos malas opciones

Tras el veredicto de culpabilidad que el jurado alcanzó el 19 de enero en la repetición del juicio que ordenó en 2016 el Tribunal Supremo de Florida pena de muerte o perpetua eran las dos únicas opciones en la vista de la sentencia, que se inició la semana pasada. Desde entonces el jurado ha escuchado en la sala 6900 de las instalaciones judiciales del condado de Broward en Fort Lauderdale los testimonios a favor de la personalidad y la buena conducta de Ibar de su padre; su esposa, Tanya; otros familiares y el embajador de España en Washington, Santiago Cabanas, y el cónsul en Miami, Cándido Creis. También la fiscalía llevó a testificar a cuatro familiares de las tres víctimas del crimen: el empresario nocturno Casimir Sucharski y dos bailarinas de uno de sus locales, Marie Rogers y Sharon Anderson.

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Este miércoles las dos partes han presentado sus conclusiones y, tras recibir instrucciones del juez y después de una breve deliberación, el jurado ha entregado su sentencia. Y se pone en marcha ahora otro capítulo en la interminable odisea de Ibar: intentar lograr un nuevo juicio, como ya se consiguió hace tres años, cuando el Supremo de Florida le concedió la oportunidad alegando que en el que acabó con su condena a muerte las pruebas fueron “endebles y débiles”.

Esta vez el argumento para buscar que se haga definitivamente justicia subrayará lo que la defensa considera numerosas irregularidades en el último juicio y, en especial, la presunta parcialidad con la que el juez Dennis Bailey ha dirigido el proceso, salpicado de cuestionables decisiones que abrumadoramente han ido contra Ibar.

 

 

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