Cartas del Director

Más complejos que vergüenza de los dirigentes políticos en la concentración de Colón, con menor asistencia de la prevista

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Suele ocurrir cuando los complejos se superponen a las certezas; cuando los políticos acuden a una manifestación en defensa de lo que nos une evitando sin embargo la foto con representantes de ideologías molestas; cuando se reduce el papel de los miles de asistentes al de meros comparsas para el izado de banderas; cuando un acto reivindicativo de capital importancia se yuxtapone al postureo de los líderes; cuando los encargados de leer el manifiesto oficial de los convocantes son tres mediocres periodistas de cámara; cuando impera el miedo a la mafia mediática progresista y se prohíbe la exhibición de símbolos históricos; cuando se pretende amordazar los mensajes de los ciudadanos en base al principio de la corrección política; cuando la pugna mediática entre los líderes de los tres partidos convocantes termina minimizando el objetivo de la concentración; cuando todo esto ocurre, y otras muchas cosas más,  entonces es lógico que la concentración de hoy en Madrid haya congregado a mucha menos gente que lo que exige la gravedad del momento político presente.

Una cifra aseada de asistentes, sí, pero notablemente por debajo de lo que habíamos calculado. Muy por debajo de la concentración feminista de hace un año en esa misma plaza. Muy por debajo de la última concentración del Orgullo Gay. Por los suelos si la comparamos con cualquier Diada. Es lo que ocurre cuando los complejos prevalecen sobre las convicciones y las exclusiones se imponen al “todos unidos”. Es lo que ocurre cuando se defienden principios contrarios a los que se defendían ayer. O cuando la proscripción de símbolos atañe a los que sienten como propios miles de españoles y no por ejemplo a los de la masónica Unión Europea. Es lo que ocurre cuando se deja la organización de una concentración en defensa de España en las tibias manos de los dirigentes políticos nacionales, incapaces hasta de ponerse de acuerdo en lo esencial, con mensajes confusos, mediocres y a veces contradictorios.

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