Historia

Los Protocolos de los sabios de Frankfurt (1): Espartacus en Sion

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Laureano Benítez Grande-Caballero.- En la madrugada del 30 abril de 1776 ―«la noche de Walpurgis»―, en un bosque próximo a Ingolstadt (Baviera, Alemania), a la luz de las antorchas, cinco personas se reunieron para fundar una nueva orden secreta: los «Perfectibilistas», o «Illuminatis». Al frente de ellos estaba Adam Weishaupt (en la imagen), un ex sacerdote jesuita alemán de origen judío.

En esa reunión se fijaron las reglas por las que se regiría la nueva orden iniciática, cuyo objetivo era difundir el verdadero conocimiento, o iluminación, sobre los fundamentos de la sociedad, el estado y la religión, liberando progresivamente a los cristianos de todos los prejuicios religiosos, y creando «un Estado en el que florezcan la libertad y la igualdad, un Estado libre de los obstáculos que la jerarquía, el rango y la riqueza ponen continuamente a nuestro paso», y con ello «no tardará en llegar el momento en el que los hombres sean libres y felices».

Bajo el sobrenombre de «Spartacus» ―ya que afirmaba ser un libertador de la conciencia humana, arrancando al hombre de los dogmas y las religiones que lo esclavizaban―, la orden creció rápidamente, generosamente financiada por el plutócrata judío Mayer Amschel Rothschild, pero en apariencia desapareció cuando fue prohibida en el estado de Baviera, en 1784. Sin embargo, no sucedió lo mismo al otro lado del Atlántico, ya que en 1785 se fundó la «Logia Colombia de la Orden de los Illuminati» en New York, en la que figuraba como miembro el mismo Thomas Jefferson. De esta logia derivó la Orden de Los Illuminati en Estados Unidos, que a inicios del siglo XX se le conoció como «Grand Lodge Rockefeller».

Desde entonces, se ha mantenido constante la presencia de Los Illuminati en Estados Unidos, subsumidos en sociedades iluministas como «The Order», «Skull and Bones» ― fundada en la Universidad de Yale en 1832―, y «The Shriners», de 1870.

Pero lo más sorprendente de la supuesta presencia illuminati en Estados Unidos es que algunos de sus símbolos aparecen en su sello y en el reverso de los billetes de un dólar: el «ojo que todo lo ve», u «ojo de la providencia» ―símbolo también usado por la masonería para representar al Gran Arquitecto del Universo― que aparece coronando una pirámide truncada de 13 escalones, que, aunque parezca indicar los trece estados originarios de la nación americana, también son precisamente los grados de iniciación de los illuminati. Muchos de los símbolos, tanto del sello como del billete, están asociados a este número, de clara resonancia ocultista.

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Símbolo ‘Illuminati’.

Bajo la pirámide, figura la leyenda «Novus Ordo Seclorum» ―«Nuevo Orden Secular»―, que no es difícil traducir como «Nuevo Orden Mundial».

Sin embargo, donde es más factible ver la presencia de simbología illuminati es en el búho que aparece oculto en la esquina de la filigrana de la derecha, en la parte superior izquierda del escudo que rodea el nº 1, ya que este animal es como la «mascota» illuminati, pues estaba asociado a la diosa de la sabiduría, Minerva, ya que sus ojos siempre abiertos que penetran en la oscuridad simbolizan la búsqueda del conocimiento. Precisamente, algunos grados de iniciación illuminati se llaman minervales.

El diseño del sello se aprobó el 20 junio 1782 en el Congreso de los Estados Unidos, y después fue introducido en el billete de dólar en 1935 por el presidente Roosevelt, masón del grado 32 del rito escocés, y también miembro de los Shriners.

El programa illuminati ―tal y como lo exponía Nesta Webster (1876-1960), historiadora británica especializada en teorías de la conspiración― tenía los siguientes puntos:

  • Abolición de la monarquía y de todo gobierno organizado según el Antiguo Régimen.
  • Supresión de la propiedad privada de los medios de producción para individuos y sociedades, con la consecuente abolición de clases sociales.

  • Abolición de los derechos de herencia en cualquier caso.

  • Destrucción del concepto de patriotismo y nacionalismo, y sustitución por un gobierno mundial y control internacional.

  • Abolición del concepto de la familia tradicional y clásica.

  • Prohibición de cualquier tipo de religión ―sobre todo la destrucción de la Iglesia Católica Apostólica y Romana―, estableciendo un ateísmo oficial.

La pirámide con ojo, en el dólar americano

Este programa, como se ve fácilmente, constituyó la base de las revoluciones jacobinas y de la revolución rusa, y está en el mismo eje del pensamiento políticamente correcto que constituye hoy el fundamento de las ideologías izquierdistas-globalistas.

Asimismo, concuerda bastante en sus líneas maestras con el contenido de los famosos Protocolos de los Sabios de Sion, un documento en el cual se expone una supuesta conspiración sionista para el dominio del mundo, sometiendo despóticamente a los gentiles («goyim»). Fue publicado por primera vez en la Rusia zarista del 26 de agosto al 7 de septiembre de 1903, en el periódico de San Petersburgo Znamya («La Bandera»), bajo el título de Programa para la conquista del Mundo por los judíos. En 1905, los protocolos aparecieron insertos en una obra de Serguei Nilus, titulada «Lo grande en lo pequeño: el Anticristo considerado como una posibilidad política inminente». Esta obra se había publicado en 1901 y 1903, pero en estas sesiones no se incluían los protocolos. La edición de 1905 se titulaba «Está cerca la puerta… Llega el Anticristo y el reino del Diablo en la Tierra», y sería la versión que encontraría más amplia difusión.

La Orden de los Iluminati

Una opinión extendida considera que son un torpe plagio de la obra «Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu», obra de Maurice Joly en la que se criticaba el gobierno de Napoleón III.

Su objetivo aparente era la justificación ideológica de las persecuciones que sufrían los judíos, y fundamentaba su origen en la transcripción de unas supuestas reuniones de los «sabios de Sión» ―desarrollada en el primer Congreso Sionista celebrado en Basilea en 1897― en la que éstos exponen su plan para hacerse con el poder mundial, conspiración que justificaba para sus autores que los judíos fueran perseguidos, por lo cual estos protocolos se consideran generalmente como un espúreo libelo antisemita.

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La obra de Nilus se divide en 24 protocolos, cuyo telón de fondo parece ser la justificación del régimen autocrático zarista y la corrupción del liberalismo, pero que, vistos desde una óptica actual, exponen una planificación para el control del mundo que guarda una asombrosa semejanza con la estrategia conspirativa que la plutocracia globalista está implementando en la actualidad para el advenimiento del NOM, puesto que muchos de sus puntos programáticos son ya una auténtica realidad en nuestras sociedades, y constituyen los principales postulados de la ideología globalista «políticamente correcta»: libertad ficticia en la política, promoción de tendencias subversivas en la ciencia y el arte, guerras económicas, guerras mundiales y conflictos internos, revoluciones mundiales, derechos ficticios para las masas, establecimiento del comunismo, control de la prensa, corrupción de la política y de sus leyes, embrutecimiento de los jóvenes mediante una educación fundada en teorías y principios falsos, educación superficial y abolición de la libertad de enseñanza, promoción de distracciones para evitar la reflexión, destrucción del cristianismo y las demás religiones, descrédito de los sacerdotes cristianos, culto al dinero, manipulación y falsificación de la historia, control especulativo de la economía, crisis económicas y generación de deuda de los gobiernos por medio de empréstitos, gobierno mundial, destrucción de nacionalidades y fronteras, propagación del materialismo…

Imagen de Karl Marx, en 1870

Luego llegó un judío, llamado Karl Mordecai Marx, y, con estos postulados, creó los «Protocolos» del comunismo.

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