Cartas del Director

La división lastra a la derecha

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Malos tiempos para la llamada «nueva política» que, vistos los vaivenes en sus resultados en estos cuatro años no ha conseguido estabilizar una base de apoyo sobre la que sostener su crecimiento para ser las fuerzas mayoritarias en sus respectivos espectros ideológicos. Primero Pablo Iglesias y luego Albert Rivera soñaron con el sorpasso, incluso lo dieron por hecho, y hoy los vemos a tanta distancia de PSOE y PP que, si los pronósticos se cumplen el próximo domingo, deberían ambos hacer una reflexión seria sobre su estrategia y liderazgo. No son los únicos, naturalmente, porque si Sánchez no consigue despegar en estos seis días y se mantiene en los niveles que le pronostican los sondeos, tendrían que dar un paso al lado y dejar que otro político intente sacar a España del bloqueo político. Porque no hay que olvidar que nos hallamos en esta complicada tesitura porque Sánchez fue incapaz de cumplir con el mandato que le dio allá por mayo el Rey para que formara Gobierno, igual que se vio obligado a convocar elecciones porque fue incapaz de que el Congreso le aprobara los Presupuestos. Hasta el momento, Sánchez es una calamidad para la gobernabilidad de España.

Las encuestas, por otra parte, otorgan al bloque de centro derecha más de tres puntos de ventaja sobre el de izquierda (en torno a 800.000 votos más), si bien la traducción a escaños de esa superioridad (casi un 45 por ciento del total que se estima) no les daría para alcanzar la mayoría absoluta de la Cámara Baja.

Vuelve a demostrarse el error de Vox y Ciudadanos al no aceptar el proyecto España Suma que le ofreció el PP con el fin de evitar un nuevo mandato de Pedro Sánchez, cuyos aliados potenciales suponen en mayor o menor medida un peligro para España, bien por el comunismo desfasado que Unidas Podemos representa (letal para el desarrollo económico y la prosperidad de los ciudadanos) bien por la amenaza a la unidad de la Nación que conlleva volver a echarse en manos de las formaciones separatistas. Queda una semana, de los españoles depende que se resuelva el jeroglífico en el que se ha convertido la gobernabilidad de España.

 

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