Cartas del Director

La derecha regala votos a Sánchez

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Pese a que los pronósticos electorales de casi todos los sondeos apuntan a que el centro-derecha tendrá difícil poder conformar un nuevo gobierno en España, lo cierto es que todo está aún muy abierto por el alto porcentaje estimado de votantes que no decidirán el sentido de su sufragio hasta última hora. A costa de Podemos, el ascenso del PSOE parece una evidencia constatable, y las opciones de que Pedro Sánchez logre una investidura con los votos de la extrema izquierda, el nacionalismo y el separatismo son amplias. Por eso cobra relevancia que el centro-derecha busque las fórmulas idóneas que le permitan sumar escaños, porque puede darse la inmensa paradoja de que gane en votos, pero no en escaños. La alianza fraguada en Navarra, por ejemplo, entre el PP, Ciudadanos y UPN implicará que no se divida el voto de la derecha sociológica, fragmentándose y convirtiendo en inútiles muchas miles de papeletas que nunca se transformarían en escaños. Esa fórmula ha sido un acierto, independientemente del resultado que se produzca, porque dificultará la revalidación de un Gobierno foral en el que Geroa Bai, de la mano del socialismo y del nacionalismo vasco, pretende poner en marcha la anexión de Navarra al País Vasco. El peligro para la unidad de la nación española sigue latente, no solo en Cataluña.

Es comprensible que PP, Ciudadanos y Vox presenten sus propias listas porque tienen proyectos políticos distintos. Pero lo cierto es que pueden resultar fácilmente complementarios si de lo que se trata es de impedir que Sánchez pueda gobernar cuatro años más. Si esa es la prioridad para esos partidos, como parece ser, no tiene sentido que se anulen mutuamente unas fuerzas a otras, haciendo optar a un elector que, creyendo votar para que el PSOE no repita Gobierno, divide el voto ideológico de la derecha hasta hacerlo inservible. Esos partidos no pueden poner al votante en la tesitura de tener que optar de forma excluyente, o de tener que valorar la relevancia del voto útil o del voto del miedo. Muy al contrario, deberían estar condenados a entenderse allí donde unos partidos como Vox o Ciudadanos carecen aún de enraizamiento, o allá donde el PP vaya a perder con claridad su preponderancia. Acudir en coalición en algunas provincias, o no promover listas en otras, como ha planteado sin éxito Pablo Casado a Vox, sería una opción útil contra Sánchez. Pero si se ha convertido en una idea irrealizable, el ejemplo de Navarra debería servir para ser extrapolado a otros ámbitos. Por ejemplo, al nuevo Senado, donde la división de la derecha puede propiciar una holgadísima mayoría absoluta al PSOE. Cada partido está en su legítimo derecho de presentar sus listas como quiera y donde quiera. Pero el votante debe saber que se le está forzando a elegir de tal modo que únicamente la izquierda saldrá favorecida. Un error.

 

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