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Reconozco que he tenido que pasar unos instantes sin tocar el teclado del ordenador pensando en cómo describirles el vídeo que nos acaban de hacer llegar desde Viladecans.
Supongo que al final tendré que reconocer lo evidente: los jóvenes y jóvenas catalanes y catalanas no son españoles, son de otra raza diferente, -incluso diríase que son de otra especie- y desde luego no estamos en igualdad frente a ellos. Mucha distancia nos separa. Muchísima.
Debimos sospecharlo al ver a Puigdemont, debimos sospecharlo al ver a Rufián. ¡Que demonios! Debimos sospecharlo al conocer las perversiones sexuales del desgraciado de Companys.
Bien, señoras y caballeros. Abróchense los cinturones. Con ustedes, la nueva mujer catalana. Empoderada, feminista, independiente y… ehh… bueno, véanlo ustedes mismos.
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