Economía

El precio del dinero

Published

on

¡Comparte esta publicación!

José A. Benítez Salas.- Este artículo no es políticamente correcto: no nos engañemos, la crisis financiera no ha concluido. Como una enfermedad mal diagnosticada, a la que no se le ha aplicado el tratamiento adecuado, sigue su curso.

Las viejas y codiciosas fieras de Wall Street habían vuelto con las garras más afiladas, esta vez de la mano de los políticos: retorno al funcionamiento en régimen de Reserva Fraccionaria que permitía la creación de dinero de la “nada” tras la derogación de la Glass-Steagall Act por W. Clinton, el entierro definitivo en 1971 del Patrón Oro que permitía especular con la moneda de los países convertidas ahora en amarracos y nuevas y potentes tecnologías (léase sistemas informáticos) que posibilitaban el desarrollo y tratamiento de nuevos, más complejos y más sofisticados productos financieros.

La exclusión de la Libra Esterlina del Sistema Monetario Europeo en 1992 por la acción especuladora del Fondo de Inversión de George Soros fue un aviso de lo que podría ocurrir.

Estamos ante una crisis de deuda causada por los grandes bancos que utilizaron nuevamente los fondos de los depositantes para inversiones arriesgadas, esta vez a escala geométrica.

Advertisement

Nunca se investigaron responsabilidades ni nadie resultó inculpado porque los Doctores de la Ley elegidos para superarla fueron los mismos que la causaron. ¿Les suenan los nombres de Henry M. Paulson, Timothy F. Geithner, Mario Draghi o Luis de Guindos, todos ellos vinculados de alguna u otra manera con la gran banca estadounidense?. Los lobos guardando a las ovejas, los propios pirómanos tratando de apagar el fuego.

Desde sus nuevas posiciones públicas iniciaron el asalto al Sancta Sanctorum de las finanzas mundiales, el Banco de Pagos Internacionales (Bank for International Settlements, BIS), el Banco Central de los Bancos Centrales, una entidad tan importante como desconocida para el ciudadano de a pie. Pero esto merece un título aparte.

Con el pretexto de ser “demasiado grandes para caer” el Tesoro Americano rescató a los más grandes dejando caer simbólicamente a Lehman Brothers que no advirtió a tiempo el peligro.

Para que nos hagamos una idea de las magnitudes de las que hablamos, en 2011 la Government Accountability Office (GAO), el equivalente a nuestro Tribunal de Cuentas publicó un sorprendente informe según el cual la Reserva Federal habría proporcionado en secreto más de 16 billones de dólares en préstamos revolving para apuntalar los bancos de Wall Street y sus filiales en el extranjero. Más tarde, en 2011, el Instituto de Economía Levy publicó su propio informe, completando los huecos que dejó el informe GAO: su cuenta de los préstamos de la Reserva Federal llegó a 29 billones.

Semejante rescate corrió a cargo de la Deuda Pública. El Estado, bajo los designios de los nuevos Doctores de la Ley, aportó los recursos, fusionó las distintas entidades bancarias, suprimió la independencia de los bancos centrales (¿se han fijado en el enfrentamiento Trump-Powell para bajar el tipo de interés?), intervino el tipo de interés (precio del dinero) y lo encubrió todo con un chute de reglamentación, regulación y requerimientos que esclerotizaron la banca.

Advertisement

El Rescate supuso en definitiva la “nacionalización encubierta” del sistema financiero.

La banca es el mercado físico del dinero, donde confluyen naturalmente oferta y demanda de dinero y su precio es el tipo de interés.

Con la imposición contranatura por el Estado de tipos de interés cero o negativos la banca no tiene razón de ser. Por otra parte, si se permitiese aproximar (subir) algo los tipos de interés para ajustarlos a la realidad lo más probable es que no se pudiese atender el servicio de la Deuda Pública pues actuaría como levadura incrementando su volumen. Por ello tratan de darle brío a la banca con la zanahoria de productos financieros que devengan comisiones (e.g. Fondos de Inversión y Seguros) pero que no garantizan ninguna rentabilidad y/o liquidez inmediata al ahorrador para el riesgo que conllevan.

Un Fondo de Inversión, atendiendo a wikipedia, es un patrimonio indiviso conformado por los aportes de varios inversores (aunque contablemente se lo considera una sola cuenta) pueden ser de distinta naturaleza (individuales, grupales, o institucionales; privados o estatales) que tienen los mismos objetivos de rentabilidad y riesgo respecto de las inversiones que realizan, delegando la administración del mismo a un equipo de profesionales. Los instrumentos donde se invierte son: valores con Cotización (acciones, bonos, etc), Dinero (moneda local o extranjera) o Inmuebles o Bienes afectados a una Explotación (letras hipotecarias). Y que pueden endeudarse para amplificar los retornos.

Es por ello que cuando el dinero fluye a estos vehículos financieros ante la exigua rentabilidad del tradicional, prudente y conservador plazo fijo terminan distorsionando los mercados bursátiles, de divisas e inmobiliario cuyos ajustes darán lugar a futuras crisis en un círculo vicioso.

Advertisement

Que se le hayan añadido incentivos como la desgravación fiscal de los gastos de gestión no significa otra cosa que su límite se encuentra cerca.

Quien suscribe no deja de preguntarse cual sería el tipo de interés actual del dinero si se dejasen actuar libremente a la oferta y la demanda y a mi entender existe un tipo de interés de referencia a falta de cualquier otro: el de los Bonos Contenciosos Convertibles (CO-COS). Estos son productos de riesgo que devengan un interés a su tenedor pero que se convierten automáticamente en acciones en caso de insuficiencia de capital mínima requerida de la entidad emisora.

La última emisión de estos bonos por una entidad como Banco de Santander se hizo al 7’50%. Este tipo de interés de referencia es el que paga una entidad privada para financiarse, pero si añadiésemos las necesidades de financiación públicas, ¿a cuanto subiría ese interés?

Aplicando la máxima de Mayer Amschel Bauer Rothschild “Dadme el control del suministro de dinero de una nación y no importará quién haga sus leyes”, mantienen drogado al paciente con la morfina del Quantitative Easing (Compra de Bonos) y tipos de interés a cero o negativos para que olvide sus dolencias mientras encuentran remedios.

Y por si resulta que la enfermedad de Deuda se ha vuelto crónica preparan la tríaca máxima de la supresión del dinero en efectivo con la pócima de la Nueva Teoría Monetaria aunque ello conlleve la muerte de la banca.

Advertisement

Mientras tanto el rendimiento de la Letra del Tesoro Americana(Treasuries) a 10 años cerró el viernes en 1.90% (13 de septiembre). Esto es, subió 43 puntos básicos, cerca de medio punto porcentual en ocho días desde el 4 de septiembre, cuando era el 1,47% y ya se habla de emitir letras a 100 años, señal inequívoca de que las primeras tensiones en el mercado de deuda están aflorando.

Y ya saben: no hay plazo que no venza ni deuda que no se pague.

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil