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El laborismo espera asegurar su toma totalitaria de la sociedad británica a través de la “emergencia climática”

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John McDonnell
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Aquí lo tienen. No hay más camuflajes o máscaras. Se quitaron la careta. El discurso de John McDonnell (N. de T.: diputado laborista británico) esta semana dirigido a los líderes de negocios en la sede de UK Finance (Finanzas de Gran Bretaña), la cámara empresarial de banqueros y financieros que agrupaa 250 firmas, constituyó un manifiesto de la revolución marxista dura dado en la guarida del enemigo de clase.

Según las informaciones, McDonnel habló con tono desapasionado y sobrio. Era la voz del commissar [N. de T.: comisario político] totalmente bajo control, desmenuzando en detalle sus demandas post-revolucionarias a la clase capitalista derrocada. La desventurada “former people” [NdT: los venidos a menos] han sido debidamente notificados: el mes pasado McDonnel les dijo a los gerentes generales de las más grandes empresas: “Yo creo realmente que Marx logró un análisis crítico del capitalismo que debemos tener en cuenta”.

Las tesis de McDonnell es el plan maestro para la Revolución Británica. Toda revolución necesita un pretexto, un factor desestabilizador que promueva la conmoción social, y un laborista corbynista ha aprovechado la “crisis” del cambio climático. McDonnell, haciéndose pasar por el salvador del mundo, anunció los planes para imposibilitar que sea invertido dinero en compañías que no aprueben la valuación de buenas prácticas climásticas según los criterios del laborismo. También dijo que el laborismo va a sacar de cotización en la Bolsa a toda firma que no tenga credenciales verdes satisfactorias.

No es de sorprender que algunos críticos de la City de Londres denunciaran esto como “totalitarismo financiero”. Semejantes políticas insanas equivalen a desmantelar el sistema financiero de Gran Bretaña.

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La oportunidad en que se formuló el discurso es impecable. Con tantas instituciones e inversores en la duda respecto a mantener su presencia en Gran Bretaña debido a las incertidumbres del Brexit, un marxista manipulando los aparejos del sistema financiero pondrá a la City de Londres dentro de la tormenta perfecta de desinversiones y retiros de capital.

McDonnell ya había invitado a los extremistas del cambio climático que pertenecen a la agrupación Extinction Rebellion como asesores de la banca laborista en el Parlamento. Intenta crear un Instituto de Inversiones Sustentables manejado por el canciller (él mismo), el secretario de negocios y el gobernador del Banco de Inglaterra. “El Instituto de Inversiones Sustentables tendrá la responsabilidad de asegurar que el Banco de Inglaterra está haciendo su parte en frenar el ingreso de dinero a proyectos que matarán (SIC) el planeta o que desestabilizarán nuestra economía”, dijo McDonnell.

¿Desestabilizar la economía? Dios no lo quiera. El laborismo ya está comprometido con un programa extravagante de renacionalización del agua, de la mayoría del sector energético y de los ferrocarriles que costará 175 mil millones de libras, de acuerdo al CBI [NdT: Confederation of British Industry, la principal cámara empresarial británica]. Esta economía planificada será custodiada, como lo ha revelado The Sunday Times, por la irresistible Oficina de Responsabilidad Presupuestaria que depende del Parlamento y no del Tesoro y que llevará adelante planes de la oposición durante las elecciones generales – un ejercicio partisano descarado.

El laborismo espera asegurar su toma totalitaria de la economía y de la sociedad al invocar la tan promocionada “emergencia climática”. Desde sus orígenes como fuerza política en los ’90, el Grande Peur del calentamiento global ha sido adoptado como una herramienta de propaganda de la izquierda.

Al agrandar el ‘Proyecto Miedo’ exponencialmente, el objetivo es mover a las economías desde una economía de tiempos de paz a una economía de guerra, con el Estado arrogándose a sí mismo poderes sin precedentes en el nombre de salvar el planeta de la catástrofe.

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Los Gobiernos han abrazado el alarmismo climático desde el principio porque la treta les permitió agregar impuestos adicionales y aumentar el poder del Estado. La izquierda, encallada por el triunfo de la economía pro-mercado de Thatcher/Reagan y por el colapso de la Unión Soviética bajo el peso de la esclerótica planificación de la economía, se refugió en el marxismo de la Escuela de Frankfurt que busca controlar la cultura más que los sistemas económicos.

Gradualmente esta émigration intérieure marxista descubrió el potencial de las políticas de cambio climático para desestabilizar la sociedad Occidental y retornar a una ofensiva revolucionaria, camuflada de verde. El ultimatum de McDonnell de esta semana a la industria de servicios financieros es la culminación de años de propaganda alarmista.

¿Está cambiando el clima? Sí, por supuesto, siempre lo está. Aún en el corto plazo que hay entre el Periodo Cálido Medieval y el inhospitalario frío del final del S. XVIII cuando el Támesis se congelaba en su superficie hasta un metro y medio de profundidad todos los inviernos, de tal forma que había parques de diversiones sobre hielo todos los años – un lapso que representa un nanosegundo en la eco-historia – Inglaterra experimentó significantes cambios de temperatura. La actividad solar es el mayor determinante climático. ¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Bajar el termostato del sol a nivel 4?

El cambio climático demanda una respuesta mesurada, especialmente en las áreas costeras. En otras partes del mundo podrá tener un efecto más serio. Pero describir esta variación rutinaria como “crisis” es extravagante. Como el dinero de los contribuyentes está en juego, ya es tiempo de que el gobierno británico conduzca una investigación adecuada y neutral sobre este supuesto fenómeno, tomando en consideración científicos de toda clase de opinión.

Intergubernamental del Cambio Climático] ha hecho al mundo un flaco favor al politizar el tema. Tuvo que retractarse de casi todas sus predicciones, desacreditadas por eventos posteriores – o la ausencia de evento alguno. Los alarmistas climáticos determinaron hace una década atrás, con objetivos propagandísticos, declarar que “la ciencia ya ha hablado” y clausuraron el debate – apartándose así de la práctica científica establecida.

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Escándalos como el desacreditado “palo de hockey”, los ejemplos de Al Gore de desprendimientos de hielo y el “ocultemos el declive” de la Universidad de East Anglia no tuvieron ningún efecto en confrontar el caso alarmista. La aplicación del mote de “negador del cambio climático” [climate deniaer] a todo científico disidente refleja una motivación ideológica más que científica dentro de los promovedores de las campañas de calentamiento global. El movimiento se ha convertido perturbadoramente en un culto. El espectáculo de los líderes del mundo rindiendo pleitesía a una jovencita de 16 años que, rara, alega poder ver CO2 con sus ojos nos retrotrae a la histeria alrededor de la Cruzada de los Niños [NdT: eventos parte reales y parte ficticios del año 1212 luego de la Cuarta Cruzada].

Necesitamos una evaluación objetiva antes de comprometernos a ninguna de estas medidas extremas. Las predicciones de calentamiento global modeladas por computadora todavía no se han reflejado en las temperaturas de superficie. No hay que quedarse en la complacencia, pero tampoco sumergirse en el pánico. Si las extremas predicciones de los alarmistas climático son implementados, será el final de la sociedad capitalista, lo que John McDonnell sabe muy bien.

Aún así todos aquellos de su misma persuasión han obtenido un pase libre de las mismas personas e instituciones que buscan derrocar. La respuesta a este Manifiesto Comunista por parte de los líderes de negocios fue un coro para aplacarlos: “El Canciller en las sombras tiene razón en estar preocupado por el cambio climático y nuestro sector tiene un importante rol que jugar…”. “Claramente, hay que hacer más para combatir el cambio climático…”. Y de parte del presidente de UK Finance, Stephen Jones: “Lograr que haya cero emisiones de carbón para el año 2050 es difícil pero es un objetivo crítico por el cual debemos trabajar todos juntos y nuestro sector está listo para responder en consecuencia”.

El Gobierno conservador ya se ha comprometido a esta insano y desacertado objetivo de cero emisiones de carbón para el año 2050 a un costo de £ 1,5 billones – un Danegeld (*) de los alarmistas que reducirá radicalmente los estándares de vida de este país [Gran Bretaña].

Pocos en Westminster [el Parlamento Británico] han tenido el coraje de sacarse de encima a los grupos de presión del establishment y decir: “Éste es un proyecto revolucionario marxista que usa previsiones climáticas dudosas y controvertidas como pretexto. Necesitamos someter esta teoría a investigación crítica”.
Por tres décadas, un “liberal-social” político de “centro derecha” y el establishment financiero ignoraron la colonización de escuelas, universidades, medios de comunicación y todos los foros de influencia del pensamiento marxista. Ahora, esta ideología revitalizada está emergiendo de las catacumbas culturales y marchando contra su objetivo tradicional, el capitalismo, cuyo sistema inmunológico es inexistente. Tengan miedo.

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Notas:

(*) Danegeld: Impuesto abusivo impuesto o extorsión que se le pagaba a los vikingos (danises, danish) para evitar que ingresaran a las aldeas y las saquearan.

Fuente: La Tribuna del País Vasco

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