Internacional

El exceso de población en África pone en riesgo el futuro de la humanidad

Published

on

¡Comparte esta publicación!

AD.- No es el calentamiento global lo que amenaza la sostenibilidad del planeta sino la superpoblación de la Tierra, un problema del que ya nadie quiere ocuparse. Uno de los dramas de esta dictadura de la corrección política que ha impuesto el totalitarismo ideológico de la izquierda consiste en adecuar el diagnóstico, no a las necesidades del enfermo, sino a lo que éste quiere oír. Nadie advierte sobre los peligros que supone para las democracias una inmigración descontrolada que conduzca a la generación de guetos y bolsas de culturas no integradas, ajenas e incluso hostiles a las reglas de la sociedad abierta.

No es ajena a este problema la izquierda europea al exaltar la multiculturalidad como un gran logro de la tolerancia cuando es el terreno más fértil para la intolerancia, el conflicto cultural y la descomposición del Estado de derecho.

Los países desarrollados han de incentivar una estricta política de la natalidad y condicionar la ayuda al cumplimiento de los objetivos de control. La superpoblación de la Tierra, de la que nadie habla en los últimos años, amenaza la existencia misma de la humanidad. Sin intervenciones de urgencia, nuestros hijos y nietos podrían ser testigos de la agonía de la especie.

La tierra no tiene ni espacio ni recursos para albergar más allá de unas décadas a una población mundial al ritmo que hoy crece. El fantasma de la superpoblación estuvo muy presente hace unas décadas, pero hoy apenas se habla de ella.

Advertisement

El mundo cuenta hoy con una población de unos 6.000 millones de habitantes. Para el año 2050 se estima que tendrá unos 9.000. Pero de todos ellos, sólo 1.000 vivirán en lo que llamamos el mundo desarrollado y rico. La inmensa mayoría pobre del mundo consumirá cada vez más rápidamente los recursos, lo que supone un crecimiento insostenible.

Estamos hablando de una cuestión de vida y muerte para todo el planeta nos tenemos que plantear, y la opinión pública no es consciente, de que es un problema que hemos creado nosotros. No es una catástrofe natural. Si se percibe la gravedad del problema, habríamos dado el mayor paso para su solución. Hay formas de acabar con esta explosión demográfica. Los países desarrollados han de incentivar una estricta política de regulación de la natalidad, y si es necesario, condicionar su ayuda a los diferentes países a un cumplimiento de los objetivos de control. Hemos invertido en los últimos 50 años unos 400.000 millones de dólares en África para absolutamente nada. Se trata de condicionar todas estas ayudas al control de la natalidad. Los métodos ya existen. Irán ha tenido mucho éxito con su política al respecto. Han bajado de siete a dos y medio hijos por pareja. Si se dieran las condiciones descritas se podría parar el crecimiento mundial de la población casi instantáneamente.

No hay mayor desafío para el futuro de la humanidad que controlar la ‘bomba demográfica’ africana, causante del hambre, la pobreza y las migraciones hacia el Viejo Continente.

Sólo así podrá salvarse la humanidad, la verdadera humanidad.

Advertisement

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil