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España

El atizador y la verdad

Redacción

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Pedro García Cuartango.- En la noche del 25 de octubre de 1946, Ludwig Wittgenstein y Karl Popper se habían citado para discutir sobre la naturaleza y los límites de la filosofía. Estaban sentados junto al fuego de una chimenea en el King’s College de Cambridge, rodeados de alumnos. Asistía como espectador privilegiado Bertrand Russell.

En medio de una apasionada discusión, Wittgenstein retó a su interlocutor a que pusiera un ejemplo de un principio moral de validez universal. En ese momento, el filósofo vienés blandía un atizador en la mano. La respuesta de Popper, según la versión que dio posteriormente del incidente, fue: «Por ejemplo, no amenazar con un atizador a los profesores invitados».

Al escuchar estas palabras, se dice que Wittgenstein arrojó el atizador al suelo en un estallido de furia y, acto seguido, abandonó la estancia. ¿Sucedieron así los hechos? Nadie puede asegurarlo a ciencia cierta 70 años después. Ni lo que dijeron los testigos presenciales concuerda ni los libros posteriores han logrado establecer lo que de verdad pasó aquella fría noche en Cambridge.

El enfrentamiento dialéctico entre Wittgenstein y Popper ha pasado a la historia de la filosofía y sirve todavía como paradigma de los diferentes puntos de vista que pueden existir sobre la interpretación del mismo acontecimiento.

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Algo muy similar sucede respecto a los hechos que acontecieron el 20 de septiembre de 2017 cuando una multitud de miles de personas rodeó a la comitiva judicial que iba a registrar la sede del departamento de Economía de la Generalitat en la rambla de Cataluña. En aquella infausta jornada, siete coches de los funcionarios y de la Guardia Civil sufrieron graves daños mientras que los agentes permanecieron encerrados durante 17 horas.

Los hechos son evidentes y existe constancia gráfica y testimonial de lo que ocurrió aquel día. Nadie lo discutió ayer, pero sí surgió en el juicio una absoluta discrepancia sobre su sentido. Lo mismo que el gesto de Wittgenstein generó versiones muy distintas e incompatibles, el fiscal y el inculpado mantuvieron interpretaciones opuestas sobre lo que pasó aquel día.

Jordi Sánchez, que era entonces el presidente de ANC, declaró que las movilizaciones que convocó aquel 20 de septiembre fueron «festivas» y «pacíficas». No sólo eso, según sus palabras, organizó un pasillo para que pudiera entrar y salir la comitiva judicial y colaboró con el teniente de la Guardia Civil para preservar el orden. Nadie estuvo amenazado, no existió tensión alguna y los destrozos fueron provocados por unos pocos incontrolados a los que nadie pudo ver.

Esta visión angelical fue rechazada de plano por el fiscal Javier Zaragoza, que, en un largo y tenso interrogatorio, demolió el buenismo en el que se refugió Jordi Sánchez, que afirmó que su relación con el oficial de la Guardia Civil al mando fue «cordial» y de plena colaboración.

Zaragoza puso en evidencia una serie de contradicciones que desmienten la versión de Sánchez. En primer lugar, desmontó su declaración de que se enteró muy avanzada la noche de los daños a los vehículos, dos de los cuales quedaron totalmente destrozados. También le cuestionó por no haber hecho nada para impedir -justamente lo contrario- la actitud agresiva e insultante de los manifestantes. Le reprochó que no hubiera desconvocado la movilización cuando observó el cariz que tomaban los hechos. Y le culpó de que la secretaria judicial tuviera que huir de madrugada por una azotea tras saltar un muro.

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Para reforzar su argumentación, Zaragoza leyó una serie de tuits, entre ellos, uno en el que Sánchez instaba a los manifestantes a permanecer en el lugar: «que nadie se vaya a casa. Será una noche larga». El presidente de la ANC respondió que hizo esa petición porque los representantes de la Justicia seguían en el edificio de Economía, aunque ello no implicaba obstaculizar su trabajo.

Los ojos de Sánchez vieron lo mismo que los del fiscal pero lo interpretaron de manera muy distinta porque, según su testimonio, nadie impidió la salida de los funcionarios ni él se dio cuenta de los estragos en los vehículos ni escuchó los insultos ni los manifestantes obligaron a los agentes de la Guardia Civil a refugiarse en el interior del edificio. Por el contrario, todo fue amable y cívico, un ejercicio modélico del derecho de manifestación.

«Llevo 500 días en prisión y jamás he justificado la violencia», enfatizó el acusado. Y luego Jordi Pina, su abogado, enseñó una serie de fotografías en un intento de demostrar que la convocatoria había sido pacífica y que existía un pasillo para facilitar la salida de los funcionarios y de la comitiva judicial. Pero las imágenes suelen ser engañosas y resulta imposible conocer cuales eran las auténticas intenciones de Jordi Sánchez. Lo que sí es posible determinar, como sostuvo el fiscal Zaragoza, son las consecuencias de las iniciativas que la ANC y Omnium tomaron aquel día.

El alegato del acusado frente al tribunal encierra una incongruencia que no se le escapó a Zaragoza: que la movilización tenía un carácter coactivo por tratarse de un acto judicial y no de un hecho de carácter político.

El gesto de Wittgenstein, que poseía un carácter irascible y poco sociable, fue espontáneo. Pero Jordi Sánchez sabía perfectamente que su convocatoria -aseguró que hubo 50.000 personas- iba a generar unas consecuencias. Y esas consecuencias fueron que se creó un clima de amedrentamiento y se provocaron daños en los vehículos policiales. Por eso está sentado en el banquillo y no por sus ideas, como afirmó ayer. Ahora les toca a los jueces buscar una verdad que se halla inscrita en los hechos y no en los indescifrables sentimientos.

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España

REVELACIONES BRUTALES: El BBVA estaba detrás de los audios de LEIRE y la UCO: ALVISE PÉREZ INFORMA

Luis "Alvise" Pérez

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BBVA detrás del escándalo de los audios de Leire y el ataque a la UCO:

Fuentes próximas a la investigación señalan al BBVA como el verdadero cerebro tras el escándalo mediático que involucra a Leire, la fontanera de confianza del PSOE, y los audios que apuntan a operaciones encubiertas contra altos mandos de la Unidad Central Operativa (UCO).

El verdadero objetivo no era proteger al Gobierno, sino acabar con Javier de la Rosa, con Dolset y desviar el foco de la Pieza 9 del caso Tándem, en la que El Confidencial se retiró misteriosamente de acusar directamente al BBVA, a pesar de haberlo hecho en otras piezas del macrocaso Villarejo (comprobaremos en 2026 qué dinero habrán recibido por ello estos meses)

¿El motivo? La guerra bancaria entre BBVA y el Sabadell. La ofensiva mediática y jurídica busca dinamitar cualquier resistencia a una futura fusión hostil, usando a periodistas y fiscales como peones en una partida de ajedrez financiero.

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Además, el pago de gastos de prensa por parte del BBVA a ciertos medios en esta trama refuerza las sospechas de que el banco está utilizando el poder mediático para fabricar enemigos y neutralizar obstáculos, con una estrategia propia de servicios de inteligencia.

Mientras tanto, la Guardia Civil ve cómo se intenta manchar la reputación de sus unidades más eficaces… y los ciudadanos siguen sin saber quién escribe realmente los guiones de las cloacas del poder.

Esta es la REALIDAD del estado profundo de España, aunque los medios lo oculten a cambio de publicidad corporativa e institucional.

Fusión BBVA-Sabadell: intereses familiares y poder financiero

La fusión entre BBVA y Sabadell no responde únicamente a criterios económicos. Detrás hay una lucha de poder histórico entre grandes familias financieras. BBVA, tradicionalmente dominado por apellidos vascos como los Ybarra, con influencia histórica en decisiones estratégicas y conexiones políticas, se enfrenta al Sabadell, dirigido por la familia catalana Oliu, que ha mantenido su independencia como banco regional frente a grandes fusiones anteriores.

Informes técnicos revelan que BBVA busca esta fusión para incrementar su cuota de mercado al 27% en depósitos nacionales y consolidar activos por valor de más de 650.000 millones de euros. Sabadell, con un valor en bolsa inferior pero estratégicamente clave por su penetración en pymes y empresas catalanas, representa un objetivo crucial.

Los recientes escándalos mediáticos, incluidos los audios que involucran al PSOE y a la UCO, tienen como objetivo específico eliminar resistencias clave: Javier de la Rosa y Dolset. Estos nombres representan obstáculos regulatorios y mediáticos que podrían complicar o retrasar la fusión, siendo así objetivo directo en esta operación estratégica.

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El verdadero juego de poder no está siendo publicado por el fuerte peso de ambos bancos en la financiación masiva de los medios, pese a que esta guerra en la sombra influya directamente en los productos bancarios, tipos de interés y capacidad crediticia a nivel nacional de nuestro país.

 

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