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Sociedad

«EL ABORTO ES UN ASESINATO». 30 mil médicos escriben un comunicado a la Corte Suprema de los EE. UU.

Redacción

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Melisa Ohden, fue abortada y salvada in extremis por una enfermera.
Melisa Ohden, fue abortada y salvada in extremis por una enfermera.
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Más de 30 mil médicos escribieron a la Corte Suprema de Estados Unidos afirmando que los bebés no nacidos son seres humanos y por tanto merecen derechos como cualquier otro, entre ellos el derecho a la vida. 

La Alianza para la Medicina Hipocrática, la cual representa a más de 30.000 médicos y otros profesionales de la salud, están reclamando que se restauren las protecciones legales para los bebés por nacer mientras la Corte Suprema de los Estados Unidos se prepara para escuchar un caso importante de aborto el 1 de diciembre .

“En los casi 50 años transcurridos desde que la corte falló erróneamente en Roe v. Wade  y  Doe v. Bolton, la ciencia médica ha progresado significativamente y ha apoyado cada vez más la posición pro-vida”, dijo la alianza médica  en un comunicado a principios de este mes. 

“Es hora de que la ley de nuestro país se ponga al día con los avances de la ciencia médica y apoye los derechos humanos de todos nuestros pacientes”, insistió la asociación.

Según asegura la alianza, no existen dudas basadas en la ciencia en que un ser humano, vivo y completo surge en el momento de su concepción. Y un aborto implica acabar con la vida de ese ser humano, que no debería ser menos importante que cualquier otro.

También se encargaron de aclarar que los profesionales de la salud cuando están cuidando de una embarazada, lo hacen sabiendo que están cuidando a dos personas distintas.

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En este sentido, el aborto no debe ser considerado como parte de los “cuidados de la salud”. De hecho, asegura el comunicado, el 90 por ciento de los gineco-obstetras no desea realizar este tipo de prácticas. 

Los abortos también pueden dañar a las madres, sometiéndolas a mayores riesgos de futuros partos prematuros y trastornos de salud mental, incluso la muerte, continuó la alianza. En el segundo trimestre, los riesgos son aún mayores, anotó.

El caso que deberá afrontar la Corte a partir del 1 de diciembre, Dobbs v. Jackson Women’s Health, justamente involucra una ley de Mississippi de 2018 que prohíbe los abortos después de las 15 semanas de embarazo cuando el feto está casi completamente formado.

La alianza fue categórica al asegurar que el tema del aborto se ha convertido en una cuestión política, invitando a científicos y colegas médicos a apelar a la ciencia a la hora de posicionarse al respecto y no dejarse llevar por ideologías.

“Es hora de que aquellos de nosotros en la profesión médica defendamos con valentía las vidas de todos nuestros pacientes y exijamos que se proteja a nuestros pacientes no nacidos y que se empodere a nuestras pacientes embarazadas en lugar de mentirles”, dijo la alianza.

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El histórico fallo Roe v. Wade de 1973, ha permitido que desde ese entonces en Estados Unidos se desarrolle una verdadera industria del aborto y en consecuencia casi 63 millones de bebés por nacer fueron asesinados legalmente bajo el amparo de las autoridades políticas y de salud.

Hace 50 años cuando se dictaminó el polémico fallo, la ciencia desconocía muchas cuestiones sobre los bebés por nacer que hoy sí se conocen y podrían llevar a revertir la decisión judicial tomada en ese entonces. 

Sólo a modo de ejemplo, hoy no existen dudas acerca de que los bebés en el útero pueden sentir dolor a las 12 semanas de embarazo y con certeza a partir de las 18 semanas, indica un artículo publicado en la revista National Review.

Otros avances de la ciencia como las ecografías 4D y 5D, han permitido ver con mucho más detalle los movimientos y expresiones en la cara de los bebés, proporcionado evidencia visual de que los bebés por nacer sienten dolor en el segundo trimestre cuando son expuestos a una práctica invasiva.

Andrés Vacca 

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España

La UE fue una creación de los Estados Unidos

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L. Perona.

 

Hay indicios que señalan que la comunidad económica europea, hoy convertida en un gran elefante burocrático, torpe y liberticida, fue creada por la CIA y su antecedente, OSS. Joshua Paul, un investigador de la Universidad de Georgetown, según un artículo publicado por Ambrose Evans-Pritchard en el London Telegraph el 19 de septiembre de 2000, encontró documentos desclasificados del gobierno estadounidense que sugieren una implicación de Estados Unidos en la promoción de la integración europea durante las décadas de 1950 y 1960. La nación norteamericana se convirtió en un imperio amenazador para Europa desde su agresión a España en 1898. En tal fecha, como señaló repetidas veces el filósofo Carlos X. Blanco en sus obras, “las naciones europeas se cruzaron de brazos y permitieron la humillación a una de las suyas”. Ya no solamente la América española estaba a su merced. Se trataba ahora de controlar el “Viejo Continente”. La oportuna y oportunista intervención en las dos guerras mundiales, permitió a los yanquis aumentar su injerencia.

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Qué encontró Joshua Paul:

El profesor Paul descubrió archivos en los Archivos Nacionales de Estados Unidos que indican que la inteligencia estadounidense, particularmente a través de la American Committee for a United Europe (ACUE), creada en 1948, financió y dirigió movimientos federalistas europeos, como el Movimiento Europeo. La ACUE, presidida por William J. Donovan (exjefe de la OSS, precursora de la CIA) y con Allen Dulles (director de la CIA en los años 50) como vicepresidente, canalizó fondos de fundaciones como la Ford y la Rockefeller, además de grupos empresariales cercanos al gobierno estadounidense, para apoyar iniciativas que promovieran una Europa unida. Los buscadores automáticos de información, así como los chats de IA insisten en decir al usuario que “canalizar fondos” no es pagar la creación institucional de la Unión Europea (o sus precedentes). Que el lector saque sus propias consecuencias.

Hay un memorando fechado el 26 de julio de 1950, firmado por Donovan, el cual daba instrucciones precisas sobre una campaña para promover un parlamento europeo plenamente constituido. Además, el Departamento de Estado de EE.UU. desempeñó un papel relevante, como lo demuestra un memorándum de 1965 que aconsejaba al vicepresidente de la Comunidad Económica Europea, Robert Marjolin, avanzar en la unión monetaria de manera discreta, evitando debates públicos hasta que las propuestas fueran prácticamente inevitables. En realidad, todo el proceso de unificación de Europa fue así: dando pasos suaves y discretos, a espaldas de sus pueblos, presentándoles los “productos” ya cocinados. Los propios líderes –como hoy, la nefasta Úrsula von der Layen- poseen autoridad creciente, no respaldada por sufragios, ajenos a cualquier atisbo de “soberanía popular”. Correlaciona perfectamente la desposesión de soberanía nacional de los pueblos de Europa con el autoritarismo e injerencia de la UE, en aumento, siempre creciente e indiscutida. La actual guerra de Ucrania, en la que la UE se ha revelado como brazo civil y propagandístico de la OTAN, así como la pasividad cuando no el partidismo pro-sionista de la Unión Europea, reflejan que el dinero americano de la fundación sigue controlando el chiringuito europeísta.

Cómo se hizo.

Estos fondos yanquis no se destinaron directamente a la creación del Mercado Común Europeo (CEE, establecido por el Tratado de Roma en 1957), sino que apoyaron movimientos e iniciativas que fomentaban la idea de una Europa unida, como la Campaña Europea de la Juventud y el propio Movimiento Europeo. Figuras clave como Robert Schuman, Paul-Henri Spaak y Joseph Retinger, líderes del Movimiento Europeo, recibieron apoyo financiero estadounidense, dinerito contante en dólares, aunque este chorro de papel verde se manejó como una operación encubierta. Cuando Retinger intentó recaudar fondos en Europa para reducir la dependencia de EE.UU., fue rápidamente reprendido por los patrocinadores estadounidenses. Es de notar que la intervención yanqui fue constante desde que sus tropas desembarcaron en el, para ellos, “Viejo Continente”. La existencia de cientos de bases militares (muy concentradas en los países vencidos, Alemania e Italia, pero también en los demás estados de Europa Occidental) recuerda a los europeos que jamás van a tener un ejército propio, unidos, y que, por separado jamás van a tener soberanía defensiva. Se trataba, y se trata, en todo momento, de tener “Alemania debajo y Rusia en frente”, pero además “los EUA encima”. La Unión Europea, lejos de ser un mero instrumento comercial, hasta cierto punto necesario, pues los países europeos son muy pequeños, se ha convertido en un instrumento para subyugar a Europa más de lo que ya estaba a través de la “cretinización general de la población” (J. M. de Prada, Carlos X. Blanco), primero con las músicas y bailes africanoides, después con Hollywood y la “Caja Tonta”, ahora con las redes sociales y la ideología wokeísta.

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Los documentos sugieren que Estados Unidos vio la integración europea como una forma de estabilizar el continente, contrarrestar la influencia soviética durante la Guerra Fría y facilitar el control político al lidiar con un bloque unificado en lugar de múltiples gobiernos nacionales. Estas estrategias van unidas a la financiación y soborno de partidos, sindicatos y hasta grupos terroristas. En España, por ejemplo, el grupo separatista y terrorista ETA estuvo, al igual que el Partido Nacionalista Vasco, muy conectado con los norteamericanos (previamente, con los británicos y el MI6). Los libros del historiador Armando Besga son muy recomendables en este sentido. Debe recordarse que el dinero y las maniobras yanquis están detrás del magnicidio del almirante Carrero Blanco, un bastión de soberanía española ante el poder del Imperio yanqui. La desaparición del gaullismo francés y del franquismo español eran cruciales para la colonización de toda Europa occidental.

Algunos analistas, como Paul Craig Roberts, han interpretado estos hallazgos como prueba de que la Unión Europea fue una «creación de la CIA. La integración europea fue impulsada por líderes europeos con sus propios objetivos, pero también trabajaron como criados del Imperio ocupante, y los fondos estadounidenses representaron solo una parte del esfuerzo, también hubo finanzas locales detrás del proyecto, plutócrata en cualquier caso. Los documentos indican al menos que EE. UU. apoyó movimientos que alineaban con sus intereses geopolíticos.

El trabajo de Joshua Paul revela un apoyo financiero y político encubierto de Estados Unidos a movimientos proeuropeos, y permite más que sospechar que el Mercado Común Europeo fue creado con «dinero americano» en un sentido al menos indirecto. La CEE fue financiada y establecida por los países fundadores (Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), y por la CIA. Ahora esta Europa “unida” en su falta de soberanía apuesta por prolongar la guerra en Ucrania, pagándola de su bolsillo, arruinándose, y mira para otro lado en el tema del genocidio de Gaza, ignorando que pronto el genocidio se llevará a cabo en las propias colonias de los yanquis: en los propios estados bananeros de la UE.

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