Opinión

Día del padre sin su hijo

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Cuando ocurre una desgracia en una fecha señalada, la proximidad y el festejo de ese día se convierten en tristeza y desolación.

Antonio Salgado perdió a su hijo el 14 de marzo de 2007, casi el día del padre. Para él y su mujer el significado de ser padres se diluye en un pensamiento de rabia e impotencia por el asesinato de su hijo, Miguel Ángel, quien, padre a su vez, había ganado la batalla por la custodia de su hija de 7 años. Su triunfo se convirtió en tragedia cuando un sicario contratado por su ex mujer, la abogada María Dolores Martín Pozo, lo asesinó de varios disparos a corta distancia en el garaje de su casa. “Cabrón, te tengo que matar, te tengo que ver muerto”, le prometió su ex mujer el último día del juicio, y lo cumplió.

Hoy, Antonio sufre en silencio la soledad del hijo ausente injustamente arrebatado y mira con incredulidad como, 12 años después, su asesina sale de permiso carcelario mientras él no ha visto a su nieta en 9 años, muy probablemente alienada contra él y los suyos por la madre y su entorno familiar.

Su desazón me embarga. Ya nunca más podré disfrutar del día del padre sin pensar en ambos, Antonio Salgado, el padre, y Miguel Ángel, el hijo, separados para siempre por una mala mujer, egoísta y manipuladora, que jamás pensó en el daño que provocó, incluso a su propia hija, a quien dejó sin padre ni abuelos

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