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Audaz singladura

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Luis Ventoso.- Martes, 20 de agosto del año de Nuestro Señor de 2019. El presidente provisional del viejo Reino de España degusta una cañita con olivas en una terraza del Palacio de las Marismillas, al Sur del parque de Doñana. Estos parajes han sido área secular de esparcimiento de poderosos. Por aquí cazaban Alfonso XI, los Medina Sidonia, Franco… Los náufragos rescatados por el Open Arms llevan veinte días hacinados en el barco. La UE ni sabe ni contesta. De manera lamentable, nadie los acepta en sus puertos. El presidente provisional ni siquiera se ha puesto al teléfono cuando la onegé imploraba hablar con él (con Richard Gere, sí). Pero ahora algunos críticos comienzan a afearle su dureza de corazón, pues contrasta con el alarde de bondad de hace un año con el Aquarius. Así que necesita con urgencia un gesto de márketing. Tras los muros encalados del palacio, levanta su móvil e imparte una orden: Carmen, dile a Margarita que mande un buque de guerra y se traiga el dichoso barco.

A las 18.45 de la tarde, con calma chicha en la mar y cielo raso, los cabos del Audaz son soltados del noray del puerto de Rota. Comienza la «Operación Sánchez», otra lección de humanidad a Europa. Pero cuando el buque de la Armada lleva media hora en ruta, la Fiscalía italiana ordena llevar al Open Arms a Lampedusa y desembarcar a los inmigrantes. La misión del Audaz ha perdido todo sentido. «Lo único que sé es que tengo que ir a Lampedusa y una vez allí ya recibiré instrucciones más concretas», comenta, tal vez con soniquete irónico, el comandante del Audaz. Se trata de un «Buque de Acción Marítima», cuya misión según los protocolos de la Armada es «imponer la prohibición en el tránsito de mercancías y personas dentro de un área geográfica definida», «interceptando», y si es necesario, «abordando buques». Es decir: lo contrario de lo que ahora se le ordena.

Al conocerse que Italia desembarcaba a los inmigrantes, el Audaz tendría que haber recibido orden de virar y retornar a Rota. Es de sentido común. ¿Por qué no se hizo? Pues porque el principal objetivo de la singladura era cuidar la imagen del presidente y darse la vuelta a los 30 minutos no molaba. Así que el Audaz llegó ayer a Lampedusa -con sus 60 tripulantes, su cañón, con sus 94 metros de eslora y su gasto en combustible y víveres- para traer a España a 15 personas, que podrían haber venido perfectamente en avión (y con billete de primera y menú de jabugo, merluza de Celeiro y Vega Sicilia, saliendo todo por la décima parte de lo que va a costar la «Operación Sánchez»). Y más felices, porque esas personas están hastiadas de mar. ¿Cuánto ha costado la Audaz singladura? El Gobierno de la regeneración no informa. ¿Se puede criticar en alto lo sucedido? Se puede. Pero serás tachado de tendencioso, a pesar de que todo semeja una trama del teatro del absurdo de Ionesco y Samuel Beckett.

Con una mano enviamos un buque de la Armada al otro extremo del Mediterráneo para traer a quince inmigrantes. Con la otra, pagamos millones a Marruecos para que frene a seres humanos con idénticos anhelos y necesidades. Qué hipocresía

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