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Hispanoamérica

Argentina: de rica y admirada a pobre e incompetente

Redacción

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Un ranking internacional dejó en evidencia que el país ocupa uno de los últimos puestos en materia de competitividad.

Marcelo Duclos.- Durante los primeros años del siglo pasado, en Europa, sobre todo en Francia, Italia y España, había una frase que hacía referencia a la riqueza de Argentina, que resumía algo de envidia y admiración. Para describir a alguien demasiado opulento se decía: “rico como un argentino”. De aquel país, como dice el tango, “ya solo queda el reflejo”. Del puesto número uno en el ranking de ingreso per cápita a nivel mundial en 1895, hoy luchamos la lista del descenso, con los últimos de la tabla.

Para el World Economic Forum, Argentina ocupa el número 36 en una lista de 41 naciones en materia de competitividad. Los primeros resultaron ser Finlandia, Suecia, Dinamarca y Holanda. Un poquito más relegados aparecen Estados Unidos y Japón con el 17 y 19 respectivamente. Por la mitad de la tabla aparecen otros vecinos de la región como Chile y Brasil. Argentina queda relevada a los últimos puestos con Grecia, Hungría y Turquía.

Para el WEF, el país falla a la hora de “aumentar los incentivos para dirigir recursos financieros para inversiones a largo plazo, fortalecer la estabilidad y ampliar la inclusión” y “facilitar la creación de ‘los mercados del mañana’, especialmente en áreas que requieren que los sectores público y privado colaboren”. Otra cosa que no estaría logrando Argentina es “asegurar que las instituciones públicas integren un gobierno fuerte” que pueda facilitar “un sistema de largo plazo” para poder “establecer la confianza en función de cumplir con las necesidades de sus ciudadanos”.

Nueva caída en la actividad económica

En la tarde de hoy, el instituto oficial de estadísticas (INDEC) confirmó que la economía nacional volvió a mostrar una fuerte contracción en el último trimestre: 10,2 %. En el informe del organismo gubernamental también se destaca que el consumo privado cayó un 14,7 % y que la inversión retrocedió en un 10,3 %.

Durante el año, el comercio internacional mostró datos preocupantes. En materia de importaciones, la caída finalmente resultó del 22 % y las exportaciones bajaron un 17 %.

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Cantabria

Los cuatro naufragios del Capitán: Dos héroes españoles que se odiaron hasta matarse

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Una historia de la España de los barcos de vapor y los duelos a muerte

Se nos ha dicho siempre que el siglo XIX fue una auténtica maldición para España, en el cual solo florecieron guerras civiles y diversos atrasos, en forma deporte unidades perdidas con respecto a otros países diciendo utilizaron más rápidamente. Y sobre todo que fue el siglo en el cual liquidamos nuestro imperio, empezando el siglo con la pérdida de toda la América del Sur y terminando con el robo de nuestras últimas provincias de Ultramar. Sin embargo, tras un análisis más serio de la historia, he podido darme cuenta de que esto dista mucho de ser real.

Ni éramos tan tontos ni tan malos ni tan crueles y mezquinos como nos pintan, sino más bien todo lo contrario, si tenemos en cuenta que el siglo XIX vio nacer las primeras industrias modernas de nuestra patria e instituciones de tanta solera y utilidad como la Guardia Civil, cuya callada labor ha sido vital para el desarrollo económico y social de España. Y con inventos tan extraordinarios como un submarino perfectamente operativo y capaz de lanzar torpedos contra buques enemigos. Una ventaja que tuvimos antes que nadie, gracias a un héroe anónimo llamado Isaac Peral, pero que incomprensiblemente no estuvo a. Para entrar en combate contra los Yankees que nos robaron Cuba y todo lo demás.

Los cuatro naufragios del Capitán: la historia de un lobo de mar en tiempo de traiciones, plagas y corrupción

Un simple submarino hubiera podido poner fuera de combate a toda la Marina Yanqui sin necesidad de hacer ese ataque kamikaze, en Santiago de Cuba, que ordenaron los políticos a nuestros valientes marinos. Una auténtica traición criminal que perpetraron mientras les secuestraban el arma definitiva que podría habernos hecho a recuperar el dominio total de los mares. Porque no es sólo que podríamos haber evitado la pérdida de esas últimas provincias de Ultramar, sino que podríamos haber incluso regulado el comercio marítimo y arrebatarles esa superioridad a los anglosajones. Esa mano negra que sigue manejando hoy en día los asuntos de nuestro país, con esos partiditos tan turbios y esa monarquía modernilla, tan obediente y tan sumisa a los dictados de potencias extranjeras.

Antiguamente, por lo menos, contábamos con una resistencia verdadera de así es que tuvieron que tomarse la molestia de cargarse a nada menos que cinco presidentes del Gobierno intentarlo con otros cuantos más. Tambié se han registrado atentados mortales contra Alfonso XIII o Franco, qué son menos conocidos porque no tuvieron éxito, y todo porque hay interesada en qué España no se despierte de una siesta en la que van robándonos, por la espalda, mientras nos distraen con falso reyes, políticos y profetas.

En este tiempo fundamental, en que España todavía tenía oportunidades de volar sola y ser autosuficiente en todo… Cuando todavía no éramos mendigos de banqueros extranjeros, que nos ofrecen ayuditas y paguitas… Cuando todavía teníamos un Ejército y no una especie de contrata extranjera, que se dedica a ir a molestar a los pobres rusos en su territorio y a hacer de ONG extraña, por el mundo, mientras en la Patria nos roban nuestras queridas Islas Canarias y en general nos roban absolutamente todo… Cuando todavía éramos un país soberano independiente, aunque sufriéramos una lenta decadencia que un atajo de traidores aceleraba y acelera, todavía hoy, desde la cúspide del poder.

Los cuatro naufragios del Capitán: la historia de un héroe popular de Santander y Cuba

En este tiempo convulso, pero todavía esperanzador, nació en Santander uno de esos héroes españoles desconocidos. Un personaje al que no querría más si no fuera hermano de mi tatarabuela, puesto que los héroes son familia de todos. Teodosio Ruiz González.

Un marino de corazón, cuyo amor por la mar y los barcos le hicieron renunciar al seminario en el que estudiaba de joven y hacer la carrera profesional de marino mercante. Un trabajo mucho más duro todavía que el actual oficio de navegante, puesto que estamos hablando de los barcos de vapor que había previamente al Titanic.

Pocos años más tarde, al otro lado del Atlántico, separado por todo un mar de circunstancias diferentes, nacería poco después su gran enemigo. Diego Martín Veloz. Un buscavidas digno de un relato de la picaresca española, todavía en esta época daba sus buenos exponentes.

Cubano de nacimiento, se alistó muy joven al ejército español en la isla y fue condecorado por la defensa de la única bandera que no cayó en poder del enemigo. El niño Martinillo, lo llamaban, y por actos de valor llego a teniente, grado con el cual paso a la reserva en la madre Patria, a la cual se auto exilió tras la victoria de los Yankees. Y ahí empezaron sus aventuras más famosas, pues de héroe y soldado desconocido pasó a ser un auténtico rey del hampa peninsular.

Los cuatro naufragios del Capitán: una historia de las grandes traiciones a España, que todavía pagamos

Nuestro protagonista nace un 28 de mayo de 1870, pocos meses antes de uno de los acontecimientos más olvidados pero más importantes de nuestra reciente historia. El asesinato de uno de los mayores estadistas que ha tenido nuestro país, asesinado por esa mano negra que siempre actúa en el poder. Y según la versión oficial, casi siempre mentirosa, fue un simple atentado terrorista y nada más, pero la reciente investigación que hizo del historiador y criminalista Abellán hace poco demuestra más bien que el trabajo que no terminaron los sicarios, en la calle del turco de Madrid, lo remataron los propios amigos y compañeros de gobierno de Prim en su propia casa y en su propio lecho, donde fue apuñalado por la espalda y estrangulado a lazo, en un clarísimo asesinato ritual masónico.

Y así fue cómo se cargaron al primer gran Presidente de esta tanda de magnicidios que se cebaron, curiosamente, en los mejores políticos que hemos tenido en siglos XIX y XX. Cánovas y Canalejas serían abatidos un poco después, todos ellos relacionados directamente con la última defensa del Imperio. Y quedó detrás toda la basura de vendepatrias que regalaron todo el territorio español que asomaba de la Península, salvo las Islas que todavía conservamos, aunque me temo que no por mucho tiempo, en el caso de Canarias. Un territorio tan español como lo sigue siendo Cuba o Puerto Rico y como lo fue en su día Filipinas, antes de que los yanquis llevaran a cabo uno de los genocidios más desconocidos de la Historia. Con políticos así, no hace falta tener enemigos, pero la pregunta es: ¿tenemos héroes, para compensar, como el protagonista de Los cuatro naufragios del Capitán?

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