Historia
Thomas Jefferson y la Guerra contra Occidente del islam radical
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6 años agoon
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Redacción
PI.- Los que asumen que el islam radical es un fenómeno moderno que llegó a ser prominente durante el mandato como presidente de Bill Clinton en la década de los años 1990, simplemente arañan la superficie histórica del complicado enredo político de Estados Unidos con la supuesta “religión de la paz” de Medio Oriente. En realdad, los tentáculos del Islam radical llegan atrás en el tiempo hasta Thomas Jefferson.
Históricamente, Thomas Jefferson fue el primer presidente de EEUU en ir a la guerra contra el Islam beligerante. La Revolución estadounidense contra el imperialismo inglés dejó a la naciente república profundamente endeudada. El comercio de los vastos recursos naturales de Estados Unidos de madera, pieles de animales y productos agrícolas con Europa fue la respuesta económica. Sin embargo, los mercados europeos, un sistema mercantil tradicional, no estaban abiertos a los productos estadounidenses. Para complicar las cosas estaba el hecho de que Estados Unidos no tenía una marina para proteger los barcos de carga estadounidenses de los piratas berberiscos que eran conocidos por secuestrar extranjeros para pedir rescate. Además, debido a la independencia estadounidense, EE.UU. ya no podía depender de la Marina Real Británica, la mayor del mundo en ese momento, ni del rey de Inglaterra, que habitualmente pagaba “tributo” (dinero de protección) a los bajás norafricanos y al Sultán de Marruecos.
En mayo de 1784 el Congreso Continental envió a Jefferson a París, primero como comisionado de comercio y luego como embajador en Francia. Muy pronto se dio cuenta de una realidad inesperada: rehenes cristianos estadounidense estaban siendo esclavizados por musulmanes violentos. Contrariamente a los rumores y a la creencia popular de la época, estos depredadores norafricanos no eran los piratas estereotipados en busca de botín: vino, mujeres, aventura y canción. Estos “Piratas Barbaros” eran en realidad simplemente típicos musulmanes de Medio Oriente, conocidos entonces como mahometanos o musulmanes, que no consumían alcohol y oraban a Allah varias veces al día.
Tripulaban las naves de ciudades-estado islámicas del Mar Mediterráneo y sus esfuerzos para capturar barcos de carga y de pasajeros eran tanto por razones económicas como religiosas. Al igual que los terroristas de hoy en día, estos predecesores se llamaban a sí mismos Mujahidin o “soldados de la Jihad” y estaban comprometidos en la guerra santa contra occidente. No ha cambiado mucho en 200 años.
El Mujahidin conocía la Union Jack, pero no conocía las Barras y Estrellas. No es que importara, ni entonces ni ahora: Todos los extranjeros y no musulmanes eran objetivos. Jefferson previó el peligro y pasó el otoño de 1784 estudiando el Islam, así como el tratamiento de colegas diplomáticos de la vieja cuestión. Concretamente, en marzo de 1785, los futuros presidentes Thomas Jefferson y John Adams fueron a Londres para negociar con el enviado de Trípoli, Embajador Sidi Haji Abdrahaman. Cuando le preguntaron sobre la propensión del Mujadhin “a hacer la guerra a las naciones que no les habían hecho ningún daño”, el embajador respondió:
Está escrito en su Corán, que todas las naciones que no habían reconocido el Profeta eran pecadores, a quienes los fieles tenían el derecho y el deber de saquear y esclavizar; y que todo musulmán que fuera muerto en esta guerra estaba seguro de ir al paraíso. Dijo, también, que el hombre que fuera el primero en abordar un barco tenía un esclavo por encima de su parte, y que cuando saltaban a la cubierta de la nave de un enemigo, cada marinero tenía una daga en cada mano y una tercera en su boca; que generalmente producía tal terror en el enemigo que inmediatamente gritaban por cuartel.
Jefferson argumentó correctamente que pagar “tributo” al extremismo musulmán alentaría aún más la mala conducta: esclavitud del “infiel”, toma de rehenes y secuestro de naves que ya había atormentado a Europa durante mil años. Aunque John Adams estaba de acuerdo, mientras Estados Unidos no tuviera una marina permanente, las circunstancias obligaban a la nueva, agobiada y endeudada nación a pagar un considerable diezmo de 1.000.000 de dólares (aproximadamente el 10% de los ingresos anuales del gobierno de Estados Unidos en 1800), un beneficio del gobierno para los terroristas que se prolongó durante 15 años. Al igual que las monarquías de Europa, los Demócratas y Republicanos de Jefferson estaban enfocados en la expansión hacia el oeste y no querían que esos esfuerzos fueran obstaculizados por inútiles conflictos armados en el Viejo Mundo. El dinero garantizaba el paso seguro de barcos estadounidenses y/o la devolución de rehenes estadounidenses.
Lo mismo que la continuada cruzada de Occidente por petróleo crudo en lugar de desarrollar recursos nacionales comparables, el precio sigue siendo elevado para hacer negocios con el bárbaro Medio Oriente. En la época de Jefferson, los comerciantes británicos, las realezas británicas y francesas y prácticamente todos los países con comercio marítimo en la Europa cristiana capitularon ante la extorsión, en lugar de transferir recursos de la floreciente construcción del imperio mundial en otros lugares. Sin embargo, Jefferson se dio cuenta de que cualquier acuerdo de paz con los mujahidin era una solución temporal, que en última instancia conducía a mayores y mayores exigencias.
A diferencia de la doctrina Obama de continuo apaciguamiento y huecas “victorias” políticas que no valen ni el papel en que están escritas, Thomas Jefferson quería luchar. Sin embargo, ciertos ámbitos del gobierno de Estados Unidos reaccionaron anárquicamente ante los continuos actos de terrorismo. A finales de 1793, el secuestro masivo de barcos de EEUU por musulmanes tuvo un efecto 11-9 sobre la economía de EEUU. Cuatro meses después, el 27 de marzo de 1794, el Congreso, después de debatir el tema periódicamente durante más de una década, finalmente decidió construir una flota de barcos de guerra: seis fragatas extra grandes. En esencia, la Marina de Estados Unidos nació como respuesta a la agresión musulmana no provocada.
Después de 17 años de llamar a la guerra contra el extremismo islámico representado por la piratería berberisca, en 1801, como tercer presidente de Estados Unidos, el Sr. Jefferson envió un escuadrón naval de cuatro barcos de guerra al Mediterráneo para librar una guerra de cuatro años en las costas de Trípoli. Esporádicamente, una potencia occidental bombardeaba ciudades portuarias musulmanes en respuesta a la constante amenaza, pero nada termina el aparentemente interminable conflicto religioso cristiano-islámico. Como lo demuestra la historia, las realidades políticas de Obama reflejan las de Jefferson.
Dadas las atrocidades terroristas del 11 de septiembre de 2001, la fecha histórica del 11 de septiembre de 1683 también queda claramente marcada. Ese fue un punto de inflexión en la historia humana: la derrota de los ejércitos islámicos del Imperio Otomano y del califato islámico por fuerzas cristianas a las puertas de Viena. A partir de ese momento hasta los últimos tiempos, potencias cristianas u occidentales dominarían al mundo musulmán. El islam radical busca volcar violentamente ese arreglo por medio de la barbarie moderna y la guerra continua.
En las Islas Baleares, hay varios naufragios interesantes que se pueden visitar, ya sea buceando o realizando actividades de snorkel, pero también podemos acercarnos a esos sitios misteriosos en barcas a motor que no necesitan título en Menorca.
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Recientemente, Félix Alarcón, mientras nadaba en la costa de Mallorca cerca del municipio de Can Pastilla, hizo un descubrimiento asombroso hace unas semanas: los restos de un barco romano hundido en Mallorca, de aproximadamente diez metros de longitud y cinco metros de anchura.
Los restos de un barco romano hundido en Mallorca
Hace unos pocos años, en 2019, se hizo un descubrimiento sorprendente de un barco romano cerca de la playa de Can Pastilla, en la costa de Mallorca. A unos cincuenta metros de la costa y a una profundidad de tres metros, se encontraron los restos de un barco romano hundido. A pesar de su proximidad, nunca había sido localizado debido a que se encontraba completamente enterrado bajo la arena. Sin embargo, el desplazamiento de la arena causado por las corrientes reveló parte de la estructura y algunas ánforas.
Félix Alarcón, quien había visto fragmentos de ánforas en ocasiones anteriores, decidió alertar a las autoridades cuando esta vez quedaron expuestos los costados de la embarcación. En respuesta, el Consell de Mallorca envió ocho buceadores especializados en arqueología subacuática y un restaurador al lugar. Las primeras evaluaciones de los expertos sugieren que se trata de un navío romano que data de los siglos III al V, posiblemente transportando un cargamento de ánforas que contenían vino, aceite u otros productos alimenticios como la popular salsa garum, hecha de vísceras de pescado. El motivo del naufragio aún se desconoce.
En cuanto a la posible ruta del barco, los arqueólogos consideran la posibilidad de que realizara un trayecto desde o hacia el sur de la península ibérica. El Consejero de Cultura, Bel Busquets, y la Directora Insular de Patrimonio, Kika Coll, han informado que se llevarán a cabo trabajos de conservación del pecio durante las próximas tres semanas. Se delimitará un área específica, posiblemente de 5 a 10 metros cuadrados, y se establecerá una vigilancia las 24 horas a cargo de la policía local de Palma de Mallorca y la seguridad privada. La Armada también ha enviado una embarcación, junto con un patrón y dos buzos del Grupo Especial de Operaciones (GEO), para facilitar los trabajos.
Se planea que la estructura del barco permanezca en el mar, pero las ánforas serán extraídas y llevadas al Museo de Mallorca. Allí, se someterán a un delicado proceso de desalación y se realizarán estudios sobre su contenido antes de que puedan ser exhibidas al público.
El barco mercante francés «Malakoff» se hundió frente a Menorca en cuestión de minutos
El 2 de enero de 1929 se produjo un trágico accidente marítimo frente a las costas del suroeste de la isla de Menorca. El barco mercante francés «Malakoff» se hundió frente a Menorca en cuestión de minutos, llevándose consigo a la mayoría de su tripulación. El buque, un carguero de 7.000 toneladas de desplazamiento, con bandera de Rouen y propiedad de la Société Auxiliaire des Chargeurs Français, se dirigía desde el puerto argelino de Argel hacia Marsella, después de haber pasado el Estrecho de Gibraltar, rozando la costa oeste de Menorca que debía dejar a su estribor.
Según los medios de comunicación de la época, el vapor venía de las islas de Madagascar y Reunión, y tras cruzar el Canal de Suez, había hecho escala en Argel antes de continuar su ruta hacia Marsella. Según los registros de la Lloyd’s Register Building de Londres, investigados por Francis Abbott, se sabía que el barco había partido del puerto belga de Amberes con destino a Madagascar y Reunión, cargado de cemento, acero, maquinaria de construcción, porcelana, azulejos y un yate que se suponía era propiedad del dueño y que jugaría un papel importante en el rescate de algunos de los pocos supervivientes de la catástrofe.
El barco cruzó el Estrecho de Gibraltar rumbo al Mar Rojo, atravesando el Canal de Suez, una ruta que difiere de lo que afirmaron los supervivientes en su momento. Por lo tanto, todavía se desconoce el motivo exacto de la desviación en la derrota que los acercó a la costa de Menorca. Una suposición sería la orden de recoger carga en el puerto de Marsella.
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La noche del 2 al 3 de enero se describió como cerrada y extremadamente brumosa, típica del invierno, con una visibilidad mínima debido a la intensa niebla. En estas circunstancias, parece ser que el timonel perdió el rumbo o el oficial de guardia en ese momento en el puente de mando del buque le dio una dirección equivocada, lo que llevó a una trágica colisión con un accidente conocido como Escull d’es Governador, ubicado más a babor del rumbo de la Talaia d’Artrutx, en la costa sur de Cala en Turqueta, en el municipio de Ciutadella. Esto ocurrió poco después de las once de la noche.
Varios tripulantes lograron aferrarse a un bote salvavidas y se mantuvieron en la superficie de las frías aguas durante casi una hora, agarrados al casco del bote que estaba volcado, debajo del cual se encontraban otros supervivientes intentando ayudar a un hombre llamado August Teti. Alrededor de las dos de la madrugada, desesperadamente se aferraron a otro bote que apenas flotaba porque estaba lleno de agua.
En nombre de los seis náufragos franceses supervivientes del vapor «Malakoff», L. Priquer, el primer oficial del «Malakoff», escribió una carta de agradecimiento:
«A la noble y hospitalaria población de Ciudadela. Antes de separarnos, en mi nombre y en el de mis compañeros supervivientes del naufragio del vapor ‘Malakoff’, ocurrido la noche del 2 de este mes, debo agradecer la hospitalidad y el acogimiento fraternal que nos han brindado. Gracias a ustedes, nobles y valientes torreros de Artrutx, aún estamos vivos. Una vez más, gracias en mi nombre y en el de la Marina Mercante francesa. ¡Viva España! ¡Viva Francia!».
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El capitán del vapor correo «Monte Toro», que había pasado por el mismo lugar del naufragio una hora antes, corroboró la información de que el faro estaba iluminado normalmente. Incluso los seis supervivientes rescatados por los torreros afirmaron que habían remado durante toda la noche hacia la costa siguiendo la luz del faro como referencia.
A pesar de que el honor de los valientes torreros fue debidamente reconocido, no recibieron ni el agradecimiento oficial de las autoridades francesas ni el reconocimiento que merecían por parte de las autoridades españolas. Además, es importante mencionar que uno de los torreros, Gabriel Pons, estuvo a punto de caer al mar mientras intentaba ayudar a los náufragos. Cuando le dieron la cuerda y antes de que pudiera asegurarse a una de las rocas, el otro, asustado, tiró rápidamente de la cuerda para saltar a tierra.
El 3 de febrero, se encontró un cadáver en las aguas de Cala Fustam, que fue identificado como Louis Assineau de Saint Michel. El 14 del mismo mes, otro cadáver fue encontrado en las Platges de Binigaus, pero no pudo ser identificado. Poco después, en Cala Figuera (Mallorca), aparecieron otros dos cadáveres que se atribuyeron al naufragio del vapor.
Naufragios de barcos en Menorca dedicados al contrabando: el caso del Mastiff
Durante muchos años, antes del problema actual con las drogas, el contrabando de tabaco y de otras mercancías ilícitas o fuera del control de Hacienda fueron protagonistas de una interminable lucha entre autoridades y estos piratas modernos. Y muchas veces sólo fueron detectados y apresados tras un naufragio, pues la costa siempre ofrece muchas opciones para meter cualquier cargamento si se quiere hacer las cosas mal. El caso del Mastiff es paradigmático de esta situación, un barco pequeño que nos puede recordar al que vimos en la película de Tiburón.
En la madrugada del 10 de julio de 1953, una lancha rápida dedicada al tráfico de contrabando encontró su final al chocar de frente con el conocido Baix d’en Caragol, ubicado entre las calas de Biniancolla y Binibèquer, justo después de pasar el Pas de l’Aire. En el momento del accidente, la embarcación transportaba un importante cargamento de tabaco rubio y café. Poco después, la tripulación fue detenida en la localidad de Ciutadella.
No era la primera vez que una embarcación tropezaba con este peligroso arrecife situado en la costa sur de la isla, cuyas rocas afloran en la superficie del agua y son fácilmente detectables gracias a la espuma que se forma sobre ellas cuando hay viento. La embarcación, llamada «Mastiff», se disponía a descargar su valiosa carga en algún punto de la costa sur de Menorca, posiblemente en la zona conocida como Morro d’en Xulla. Sin embargo, al acercarse a la costa, chocó de lleno con el arrecife mientras intentaba navegar hacia el mencionado punto, frustrando toda la operación. La mayor parte de la embarcación quedó varada sobre el arrecife, con la proa levantada, y solo la popa permaneció en el agua, lo que indica claramente que la embarcación estaba navegando a gran velocidad en el momento del percance.
Los contrabandistas del Mastiff, hundido en Menorca, intentaron escurrir el bulto
Tras el accidente, se observó una gran cantidad de cajetillas de tabaco flotando en el agua, que se habían desprendido del barco debido al impacto. Sin embargo, ninguna de las personas que descubrieron la embarcación al amanecer denunció el incidente, incluido Antonio Coll «Roig», quien se acercó en su bote desde la cala de Biniancolla para prestar ayuda en caso de que hubiera heridos, pero no vio a nadie a bordo. Sin subir a la embarcación, decidió regresar a la cala. Más tarde, alrededor de las ocho de la mañana, el vigía de la torre de Torret, desde su atalaya, avistó la embarcación varada sobre el arrecife y avisó de inmediato a la Comandancia de Marina.
La autoridad marítima ordenó de inmediato el inicio de las operaciones de rescate. El remolcador de la Estación Naval zarpó del puerto de Maó alrededor de las nueve de la mañana, con el comandante CF. don Miguel A. Liaño y el segundo al mando, don Antonio Fontenla, a bordo, remolcando la barca del buzo. Una vez llegaron al lado del «Mastiff» y evaluaron la situación y el tipo de servicio al que estaba dedicado, se procedió a trasladar su carga al remolcador. Al anochecer, el remolcador se encontraba nuevamente entre boyas con la carga recuperada. No se encontró rastro alguno de la tripulación a bordo. Los miembros de la tripulación, utilizando el bote de salvamento de la embarcación, habían llegado a tierra firme y huido, abandonando el barco para evitar ser detenidos por las autoridades. Sin embargo, después de intentar abandonar la isla desde Ciutadella, fueron aprendidos por la Guardia Civil y acusados de contrabando y otros cargos.
Naufragios de barcos en Menorca: el caso del buque contrabandista Santa Clara
A las nueve menos veinte de la noche del 17 de marzo de 1983, la Comandancia de Marina ordenó la salida inmediata del puerto de Maó al remolcador «Remolcanosa Catorce», con el práctico Bartolomé Rigo a bordo, con el objetivo de prestar ayuda al pesquero de bandera panameña llamado «Santa Clara», que tenía un desplazamiento de 107,2 toneladas y estaba registrado en el Lloyd’s Register con ese nombre, a pesar de que en el momento del incidente solo se mostraba en sus amuras y popa la palabra «Santa». El capitán del barco era de nacionalidad inglesa. El pesquero se encontraba a la deriva aproximadamente a 47 millas náuticas al noreste de Menorca después de haber sido sorprendido por un fuerte temporal y sufrir una grave avería.
Después de buscar exhaustivamente en la zona donde se suponía que se encontraba la embarcación, finalmente fue localizada en un tiempo relativamente corto, aunque con algunos contratiempos. El primer contacto se estableció cuando estaban a unas 10 millas del pesquero. Al contactar con el capitán, Mr. Richard Davison, éste les dio instrucciones, aparentemente intentando mantenerlos a distancia para deshacerse, arrojándolo por la borda, de un supuesto cargamento de tabaco de contrabando que llevaba a bordo. De hecho, dos días después, se encontraron flotando en las aguas cercanas a la costa miles de cajetillas de tabaco.
A las nueve menos veinte de la noche del 17 de marzo de 1983, se ordenó desde la Comandancia de Marina la salida inmediata del puerto de Maó del remolcador «Remolcanosa Catorce», con el práctico Bartolomé Rigo a bordo, con el objetivo de auxiliar al pesquero de bandera panameña llamado «Santa Clara». El pesquero, con un desplazamiento de 107,2 toneladas, se encontraba a la deriva aproximadamente a 47 millas náuticas al suroeste de la Illa de l’Aire, después de sufrir una grave avería debido a un fuerte temporal. Tras unas diez horas de búsqueda, finalmente se localizó el barco.
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El «Santa Clara» era un barco antiguo, que aparentemente había sido utilizado originalmente como barco de pesca. Estaba pintado de blanco, pero mostraba signos de óxido y suciedad por todas partes. El armador era Panakarina S. A. de Antweppen (Bélgica), y su subagente en las Islas Baleares era la agencia Hijos de Miguel Estela S. A. de Palma. El consignatario en Maó fue la Agencia Meliá Vives, que dejó de representarlos tan solo cuatro meses después. Después de amarrar el barco alrededor de las 23:00 horas y desembarcar en tierra firme, los tripulantes abandonaron la isla, dejando el barco prácticamente abandonado. Al parecer, el barco quedó bajo el control de las aseguradoras en el actual muelle de Pasajeros (destinado a cruceros turísticos) después de que el primer maquinista, Tomás Monteiro, desmontara todos los equipos electrónicos recuperables y los enviara a Palma para evitar su desaparición.
En los meses siguientes, el barco quedó retenido mientras se resolvían los asuntos legales y se pagaban los costos de las operaciones de rescate. Sin embargo, dado el estado del barco, pocos creían que estas gestiones tuvieran éxito. Finalmente, debido a la falta de una solución aparente y al hecho de que obstruía el limitado espacio de atraque en el muelle, se decidió remolcar el barco una vez más hasta los muelles de la Illa d’en Pinto, en la Estación Naval, concretamente en su cara este. En ese momento, el barco ya parecía una montaña de chatarra y no ofrecía ninguna utilidad futura. Pasaron tres años y comenzaron a aparecer filtraciones de agua, lo que representaba el riesgo de que se hundiera en su amarre, lo que crearía un nuevo problema. Por lo tanto, se decidió hundir el barco, ya que su construcción de hierro hacía que el desguace fuera costoso y, si se hundía en el amarre, sería difícil de extraer.
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El barco fue remolcado hasta el área de Sa Cigonya, en la costa de Binissaida de sa Torre, en un día en el que el viento del noreste soplaba con fuerza. El hundimiento se intentó mediante una detonación, que falló en el primer intento. La fuerza del viento y la corriente arrastraron el barco hacia la costa de Rafalet, cerca de la urbanización S’Algar, por lo que tuvo que ser recuperado por el remolcador y llevado nuevamente mar adentro, donde se colocaron nuevas cargas explosivas. En esta ocasión, la explosión posterior reventó la parte trasera del barco, que se hundió rápidamente en posición vertical. Sin embargo, la proa parecía contener alguna cámara de aire, lo que retrasaba el final deseado de la operación. La detonación inicial tuvo lugar a una milla al este de la finca Son Vidal, pero el barco terminó hundiéndose a mitad de camino entre el punto de la explosión y Punta de Rafalet, en la urbanización S’Algar, en una profundidad de 47 metros.
En la actualidad, el barco es visitado con frecuencia por buceadores de los diferentes centros de buceo que existen a lo largo de la costa menorquina. Permanece en posición vertical y está completamente cubierto de vida marina.
Un bombardero alemán hundido en aguas de Menorca que se puede visitar
En la madrugada del 24 de febrero de 1943, mientras trabajaban en sus faenas de arrastre con la embarcación del bou «Segundo Gaspar», José Melsión, patrón del barco, junto con su hermano Gaspar y el marinero Joan Terrassa, presenciaron un incidente aéreo frente a la costa de Menorca. Mientras navegaban cerca de la cala de Biniancolla, observaron un avión que proyectaba un haz de luz sobre ellos antes de caer al mar.
Inicialmente, Gaspar pensó que el haz de luz estaba dirigido hacia ellos, pero su hermano José no le dio importancia. Sin embargo, al reducir la velocidad de la embarcación, escucharon gritos de auxilio y avistaron a varios hombres a bordo de dos balsas cerca de ellos. Los hombres, tripulantes del avión accidentado, subieron a bordo del «Segundo Gaspar» y explicaron que habían bombardeado Argelia y se quedaron sin combustible mientras se dirigían a Mallorca.
Se trataba de la tripulación de un Junkers 88, un mítico bombardero de tamaño medio de la II Guerra Mundial, que se hizo especialmente popular en la Guerra Civil Española como bombardero mejor del bando nacional, encuadrados en la Legión Cóndor germana. También fue el primer avión de la Historia en hacer un puente aéreo militar exitoso cuando consiguieron pasar gran número de tropas de élite franquistas, desde África hacia Andalucía, al poco de iniciarse la Guerra del 36.
Un Junker JU-88 yace en el fondo del mar en Menorca
Después de ofrecerles comida caliente, los pescadores se dieron cuenta de que los aviadores llevaban armas y que uno de ellos estaba herido en la pierna. Los hombres entregaron sus armas y fueron llevados a puerto, donde se les brindó asistencia médica y se les proporcionó ropa seca. El cónsul de Alemania en aquel momento los homenajeó por su valentía y les otorgó medallas simbólicas.
El avión, un Junker JU-88, yace en el fondo del mar cerca de la costa de Alcalfar, aproximadamente a media milla de la costa. A lo largo de los años, el avión se ha convertido en un arrecife artificial, hogar de peces y vida marina. Aunque no se ha reconocido oficialmente el acto de salvamento de los pescadores, su historia ha quedado en la memoria local como un acto de valentía y humanidad en tiempos de guerra.
Alquiler de barcas a motor en Menorca: otros naufragios más conocidos en las islas Baleares
Éstos son sólo algunos de los otros naufragios más conocidos en las islas Baleares, pero hay muchos más.
Es importante tener en cuenta que los naufragios pueden ser peligrosos y solo deben ser visitados por buceadores certificados y experimentados. Además, se requiere obtener los permisos adecuados y seguir las regulaciones locales para realizar inmersiones en sitios de naufragios. Si estás interesado en visitar alguno de estos naufragios, te recomiendo contactar a centros de buceo y obtener información actualizada sobre las condiciones y requisitos necesarios. En nuestro equipo de alquiler de barcas a motor en Menorca podemos asesorarte para que hagas de tu experiencia en la isla algo inolvidable y maravilloso.
Agradecemos a Buenaventura Pons y Guido Pfeiffer, entre otros ya aludidos, por la información y las fotos.
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