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Soros, ACNUR y la Unión Europea regalan tarjetas MasterCard Prepago cargadas con miles de euros a los inmigrantes ilegales

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MasterCard inmigrantes
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La página web de Eslovenia Nova24 ha revelado al mundo cómo los inmigrantes ilegales pagan sus gastos durante sus largos viajes hacia y a través de Europa.

Según el sitio web, ACNUR y la Unión Europea, en cooperación con MasterCard y George Soros, entregan generosamente tarjetas de débito prepagadas a los inmigrantes ilegales.

Las tarjetas están equipadas con logotipos de la UE y de ACNUR. No se requieren documentos de identidad para obtener o usar las tarjetas y, en lugar del nombre del titular, aparece «ACNUR» y un número diferente en cada tarjeta. Esto permite que el uso de fondos para extraer dinero de los cajeros y pagar en cualquier lugar, cualquier cosa, se haga de forma completamente anónima. No se citan cantidades exactas, pero por las compras que se han registrado en los comercios con estas tarjetas deben de alcanzar miles de euros cada una.

Felices con nuestro dinero.

Felices con nuestro dinero.

Según Nova24, la información proviene de una fuente de la policía croata, que afirma que los inmigrantes ilegales están bien equipados con botas de alta calidad recién compradas, ropa de marca para excursionistas, teléfonos inteligentes e incluso armas.

Durante las escalas en los países de Europa del Este, retiran efectivo de los cajeros automáticos para comprar aquellos materiales que por su naturaleza deben ser pagados «en metálico«.

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MasterCard anunció ya en 2016 que emitieron tarjetas de débito prepagadas para “dar movilidad, flexibilidad y dignidad a los refugiados”.

En un comunicado de prensa del año pasado, MasterCard también anunció una cooperación con George Soros con el objetivo de «catalizar y acelerar el desarrollo económico y social de los grupos vulnerables en el mundo, especialmente los refugiados y los migrantes«.

El comunicado de prensa indicó además que George Soros había destinado más de 500 millones de dólares para inversiones privadas que aumentarán la capacidad para financiar los desafíos que enfrentan los migrantes, incluidos los refugiados y sus comunidades de acogida en todo el mundo.

No podemos dejar de preguntarnos si la Unión Europea y ACNUR, entidades que financiamos con nuestros ingresos, estudia entregar tarjetas MasterCard a las familias españolas sin recursos que se encuentran en la miseria gracias a la crisis económica del 2008 que personas como Soros y entidades como MasterCard tanto aprovecharon para enriquecerse y quien sabe si fue iniciada por ellos mismos precisamente con ese objetivo…

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2 Comments

2 Comments

  1. Avatar

    Ramiro

    07/07/2019 at 13:55

    Ahora veo para que sirve el ACNUR…
    ¡Una razón más para no darles ni los buenos días!

  2. Avatar

    Ramiro

    06/11/2018 at 15:16

    Ahora veo para que sirve el ACNUR…
    ¡Una razón más para no darles ni los buenos días!

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Deberes amargos

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Conflitti&Strategie

Europa se queja de los aranceles que Trump está imponiendo progresivamente a productos procedentes de otros países, incluida la Unión Europea. Son lágrimas de cocodrilo derramadas por políticos incompetentes, que al menos deberían tener la cortesía de permanecer en silencio, dada su conducta caracterizada por la duplicidad y la superficialidad. Apelan a un principio abstracto, pero olvidan que el libre comercio siempre ha sido la voz de los más fuertes: de aquellos que, ya por delante en los mercados internacionales, quieren evitar la competencia de aquellos países que amenazan su primacía.
No nos gustaría vernos obligados a desempolvar a Ricardo para recordar cómo funcionan realmente ciertas dinámicas, invariablemente acompañadas de las quejas de los patrones. Cuando la Unión Europea impone aranceles a los productos chinos (pensemos en los coches eléctricos, mejores, más eficientes y menos caros que los nuestros), nadie en Bruselas parece tener ningún remordimiento de conciencia. Pero cuando Estados Unidos hace lo mismo, empiezan las quejas.
En resumen: haz lo que digo, no lo que hago. Cuando Europa no puede justificar su propio comportamiento, acusa a otros de prácticas comerciales desleales e impone impuestos para impedir la invasión de productos extranjeros. Éstas son las excusas habituales, útiles para hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Así, todos esos principios liberales, de libre mercado y orientados al mercado de los que nos encanta hablar desaparecen. Se dice: “Por donde pasan mercancías no pasan ejércitos” (Bastiat). Sí, pero sólo si esos bienes son nuestros. Está bien si se trata de dejar a otros atrás, pero si son ellos los que nos superan, entonces hay reprimendas y represalias.
Cada nación tiene derecho a proteger su propia industria, especialmente en sectores avanzados que requieren desarrollo autónomo. Por supuesto, no damos crédito a ciertas campañas de propaganda ridículas, como la de Salvini, que quería gravar el arroz camboyano para “defender” la producción nacional. Pero no hay nada malo en querer proteger sectores estratégicos, capaces de fortalecerse primero en los mercados internos y luego competir en los mercados internacionales con mayor valor agregado. Sin protecciones gubernamentales, terminaríamos sucumbiendo a la competencia global. Esto es exactamente lo que le ha sucedido a Italia desde los años 90, víctima de un servilismo insensato hacia una UE y una potencia estadounidense que tienen todo el interés en relegarnos a sectores en los que no podemos competir con ellos. Los Hermanos de Italia probablemente ni siquiera saben de qué estamos hablando, ya que para ellos la patria es una consigna que satisface un postfascismo que incluso han negado.
La lección sigue siendo la de mediados del siglo XIX, contenida en la obra Das nationale System der politischen Ökonomie. Y List no era ciertamente un protofascista, ni un autarquista ni un corporativista, sino un exponente de la escuela liberal, dotado no obstante de una inteligencia nacional concreta.
Es hora de entender que no existen principios económicos que sean válidos para siempre: cada época impone la prevalencia de los suyos propios, en un contexto histórico y político también propio. La actitud hipócrita de Europa es un espejo de la inutilidad política de su actual clase dirigente.
La triste ciencia, cada vez, quiere hacer creer a sus prosélitos que ha llegado a su fase final, aquella en la que existen reglas generales y universales válidas para la eternidad. Puntualmente, sin embargo, la alternancia de dogmas y preceptos cambia las creencias, hasta tal punto que es posible imaginar que en un futuro próximo volverán a prevalecer las nacionalizaciones, el intervencionismo público en la economía y las políticas monetarias gestionadas por los centros de decisión política. La economía es un péndulo oscilante, no una flecha que siempre apunta hacia adelante. Pronto, incluso cavar agujeros con el único objetivo de rellenarlos ya no será sinónimo de desperdicio e interferencia.
Todos los mantras anteriores se desvanecerán y los equilibrios financieros, tanto públicos como privados, serán olvidados. Esto se debe a que la gente no quiere comprender, o prefiere ocultar, un concepto que a la larga es mucho más resistente: es la política, y en particular la política del poder y de los poderes, la que establece lo que hay que hacer para sobresalir.
Preparémonos para los próximos giros académicos y ministeriales.

http://www.conflittiestrategie.it/dazi-amari

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Traducción: Carlos X. Blanco

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