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Economía

Sánchez anuncia un plan de choque frente al coronavirus sin concretar ninguna medida

Redacción

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El presidente del Gobierno ha asegurado que elaborará junto a los agentes sociales un plan de choque contra los efectos económicos del coronavirus, que pondrá en marcha «cuanto antes» para luchar contra una enfermedad que ya amenaza el crecimiento mundial. Sánchez no dio ningún detalle concreto sobre estas medidas, pero sí aseguró que el Gobierno se está guiando en las decisiones políticas por las evidencias científicas y en coordinación con todas las administraciones, tras romper una lanza en apoyo al sistema sanitario. Ha explicado que, a partir del miércoles, se reunirá una comisión interministerial para supervisar cada semana el seguimiento de la epidemia y, que las reuniones del consejo interterritorial con las comunidades autónomas, se celebrarán dos veces a la semana.

El jefe del Ejecutivo, que participó en la clausura de la asamblea de ATA, explicó que el Gobierno «no se va a precipitar» en la toma de decisiones y que «en unos días anunciaremos un plan de choque, tan pronto como precisemos el diagnóstico y tengamos bien definidas las medidas».

Efecto transitorio

El jefe del Ejecutivo, que a primera hora del día ha presidido la reunión de seguimiento de esta crisis sanitaria, ha lanzado un «mensaje de serenidad» porque «estamos haciendo un seguimiento constante de la situación y un diagnóstico preciso sobre el impacto de esta crisis en la economía real». No obstante, ha reconocido que el coronavirus tendrá, al igual que en el ámbito internacional, «un efecto negativo pero transitorio». Sánchez ha pedido también a los ciudadanos que sigan «al pie de la letra» las indicaciones ante esta epidemia, como «ya están haciendo» las personas mayores, y que se escuche con atención las recomendaciones sanitarias de las comunidades autónomas.

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Ley de morosidad

Sánchez aprovechó la asamblea, en la que fue reelegido por unanimidad Lorenzo Amor como presidente de ATA, para mostrar su apoyo al colectivo además de avanzar una batería de medidas. Dijo que va a revisar la Ley de Morosidad, el criterio de caja en el pago del IVA y un sistema para que los autónomos paguen en función de sus ingresos reales, entre otras.

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Deberes amargos

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Conflitti&Strategie

Europa se queja de los aranceles que Trump está imponiendo progresivamente a productos procedentes de otros países, incluida la Unión Europea. Son lágrimas de cocodrilo derramadas por políticos incompetentes, que al menos deberían tener la cortesía de permanecer en silencio, dada su conducta caracterizada por la duplicidad y la superficialidad. Apelan a un principio abstracto, pero olvidan que el libre comercio siempre ha sido la voz de los más fuertes: de aquellos que, ya por delante en los mercados internacionales, quieren evitar la competencia de aquellos países que amenazan su primacía.
No nos gustaría vernos obligados a desempolvar a Ricardo para recordar cómo funcionan realmente ciertas dinámicas, invariablemente acompañadas de las quejas de los patrones. Cuando la Unión Europea impone aranceles a los productos chinos (pensemos en los coches eléctricos, mejores, más eficientes y menos caros que los nuestros), nadie en Bruselas parece tener ningún remordimiento de conciencia. Pero cuando Estados Unidos hace lo mismo, empiezan las quejas.
En resumen: haz lo que digo, no lo que hago. Cuando Europa no puede justificar su propio comportamiento, acusa a otros de prácticas comerciales desleales e impone impuestos para impedir la invasión de productos extranjeros. Éstas son las excusas habituales, útiles para hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Así, todos esos principios liberales, de libre mercado y orientados al mercado de los que nos encanta hablar desaparecen. Se dice: “Por donde pasan mercancías no pasan ejércitos” (Bastiat). Sí, pero sólo si esos bienes son nuestros. Está bien si se trata de dejar a otros atrás, pero si son ellos los que nos superan, entonces hay reprimendas y represalias.
Cada nación tiene derecho a proteger su propia industria, especialmente en sectores avanzados que requieren desarrollo autónomo. Por supuesto, no damos crédito a ciertas campañas de propaganda ridículas, como la de Salvini, que quería gravar el arroz camboyano para “defender” la producción nacional. Pero no hay nada malo en querer proteger sectores estratégicos, capaces de fortalecerse primero en los mercados internos y luego competir en los mercados internacionales con mayor valor agregado. Sin protecciones gubernamentales, terminaríamos sucumbiendo a la competencia global. Esto es exactamente lo que le ha sucedido a Italia desde los años 90, víctima de un servilismo insensato hacia una UE y una potencia estadounidense que tienen todo el interés en relegarnos a sectores en los que no podemos competir con ellos. Los Hermanos de Italia probablemente ni siquiera saben de qué estamos hablando, ya que para ellos la patria es una consigna que satisface un postfascismo que incluso han negado.
La lección sigue siendo la de mediados del siglo XIX, contenida en la obra Das nationale System der politischen Ökonomie. Y List no era ciertamente un protofascista, ni un autarquista ni un corporativista, sino un exponente de la escuela liberal, dotado no obstante de una inteligencia nacional concreta.
Es hora de entender que no existen principios económicos que sean válidos para siempre: cada época impone la prevalencia de los suyos propios, en un contexto histórico y político también propio. La actitud hipócrita de Europa es un espejo de la inutilidad política de su actual clase dirigente.
La triste ciencia, cada vez, quiere hacer creer a sus prosélitos que ha llegado a su fase final, aquella en la que existen reglas generales y universales válidas para la eternidad. Puntualmente, sin embargo, la alternancia de dogmas y preceptos cambia las creencias, hasta tal punto que es posible imaginar que en un futuro próximo volverán a prevalecer las nacionalizaciones, el intervencionismo público en la economía y las políticas monetarias gestionadas por los centros de decisión política. La economía es un péndulo oscilante, no una flecha que siempre apunta hacia adelante. Pronto, incluso cavar agujeros con el único objetivo de rellenarlos ya no será sinónimo de desperdicio e interferencia.
Todos los mantras anteriores se desvanecerán y los equilibrios financieros, tanto públicos como privados, serán olvidados. Esto se debe a que la gente no quiere comprender, o prefiere ocultar, un concepto que a la larga es mucho más resistente: es la política, y en particular la política del poder y de los poderes, la que establece lo que hay que hacer para sobresalir.
Preparémonos para los próximos giros académicos y ministeriales.

http://www.conflittiestrategie.it/dazi-amari

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Traducción: Carlos X. Blanco

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