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MEMORIA HISTÓRICA NO MANIPULADA

La última intervención del Apóstol Santiago en favor de España. Por el Teniente Coronel Francisco Bendala Ayuso

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Son muchas las veces que a lo largo de nuestra historia se cuenta que el Apóstol Santiago, uno de los “hijos del trueno”, intervino en favor de España, especialmente de sus armas cuando se encontraban en momentos críticos luchando por nuestra Patria.

Descartada su aparición en la batalla de Clavijo porque hoy se considera que dicha batalla nunca existió. Sí son ciertas, por la solvencia de quienes nos las han referido, la que relata Bernal Díaz del Castillo asegurando que Santiago auxilió a los españoles cuando la emboscada que los aztecas tendieron a Pedro de Alvarado y a los pocos que le acompañaban en el Templo Mayor de Tenochtitlán en 1520 de la que escaparon increíblemente a punta de espada y por la intervención del Apóstol, así como también la que relata Francisco López de Gomara afirmando que durante la batalla celebrada el 25 de Julio de 1531 contra los chichimecas, y llevando los españoles la peor parte con diferencia, las tornas se volvieron a su favor de repente gracias a la intervención del Apóstol; en ambos relatos Santiago se presentó a caballo bajo una gran cruz luminosa en el cielo.

También hay que dar por cierta la que cuenta Pedro Mariño de Lobera quien asegura en su crónica que cuando los españoles, al mando de Pedro de Valdivia, intentaban conquistar Chile, y tenían la batalla prácticamente perdida, repentinamente observaron cómo los indígenas abandonaban la lucha logrando por ello nuestras armas la victoria, tras de lo cual, extrañados los nuestros por lo ocurrido, interrogaron a algunos enemigos, quienes les aseguraron que su huida se debió a que “vieron venir por el aire un cristiano en un caballo blanco con la espada en la mano desenvainada, amenazando al bando índico, y haciendo tan grande estrago en él, tanto que se quedaron todos pasmados y despavoridos; dejando caer las armas de las manos no fueron señores de sí, ni tuvieron sentido para otra cosa más de dar a huir desatinados sin ver por dónde (…)”; en coherencia con lo descrito por los propios indios, fue por lo que los españoles dieron por hecho que se trataba de Santiago, ahora “mataindios”, bautizando en su honor el lugar con el nombre de Santiago de Chile; hoy capital de aquel país.

Lo dicho es, en general, de sobra conocido, pero pocos saben de la última intervención de Santiago Apóstol en favor de nuestras armas y de España, la cual debemos considerar irrefutable también porque quien lo acreditó en su día fue, nada más y nada menos, que el mismísimo Caudillo.

Recordemos primero que el 21 de Julio de 1937, el Generalísimo, inmerso desde el día 6 de dicho mes en la durísima batalla de Brunete, tuvo tiempo para firmar el decreto por el que declaraba patrón de España a Santiago Apóstol. ¡Franco siempre extraordinario y sorprendente, pues qué General en circunstancias tan dramáticas se acordaría y dedicaría un minuto de su ocupado tiempo para asunto aparentemente tan baladí!

Pues bien, terminada la batalla con la victoria nacional, contaba el Caudillo a sus más allegados: “Fue el día de Santiago cuando la batalla de Brunete hizo crisis”; lo que en argot militar significa que la balanza se decantó definitivamente del lado nacional y que la veleta de la suerte y de la victoria giró por fin a favor de las armas nacionales. De esa forma, Franco reconocía públicamente, muestra además de agradecimiento, que para él tal hecho se debió sin duda a la intervención del apóstol en agradecimiento a su gesto de hacía cuatro días; una especie de yo ayer por ti, pues tú hoy por mí.

Y es que efectivamente fue el 25 de Julio de 1937, cuando la batalla contaba ya con 24 largos y tremendos días de fieros combates, cuando la presión nacional, que aunque venía siendo muy intensa nada determinante lograba, consiguió por fin romper sin paliativos la dura resistencia frentepopulista 

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“…la aviación facciosa bombardea y ametralla nuestras posiciones… Se logra, al fin, detener la desbandada de las fuerzas del flanco derecho del Ejército de Maniobra (frentepopulista) y vuelven las unidades a ocupar posiciones más a retaguardia de las perdidas… De madrugada (25 de Julio) se inicia un bombardeo de aviación enorme seguido del ataque de la infantería, que hace que fuerzas de la LXVIII Brigada (frentepopulista) se replieguen desordenadamente, dándose orden a los tanques para que salgan y acudan a detenerlos… Se ha perdido el enlace con la III y LXVIII Brigadas. Parece que la ermita se acaba de abandonar. Nuestras fuerzas siguen retrocediendo a la desbandada…” (Diario de Operaciones del XVIII Cuerpo de Ejército frentepopulista).

Además, sobre las 16,00 h. de ese mismo 25 de Julio, las tropas nacionales que ocupaban algunas casas de Brunete, pero que venían sufriendo desde su cementerio continuos ataques por el fuego y asaltos, arremetieron contra él, sin estar previsto, logrando tomarlo: 

“…aprovechando la vacilación del enemigo,… en el momento en que se acababa de rechazar un ataque y sin esperar a la preparación, un Sargento europeo (Juan Bejarano del Barco) del 6º Tabor de Regulares de Melilla se lanza con su sección sobre las trincheras enemigas y arrastra tras él al Tabor y al Batallón de las Navas, consiguiendo hacer retroceder al enemigo, que persigue y que en su retirada es alcanzado por el bombardeo de nuestra aviación y fuego de Artillería, que convierten su retirada en verdadera huida, persiguiéndole con el fuego de armas automáticas y artillería en fuego rápido, desmoralizando  al adversario hasta tal extremo de que ni los carros que lanza desde detrás a contenerlos ni las fuerzas de Caballería que tratan de reunirlos a sablazos son capaces de detener la fuga de este rebaño de hombres que son ahora las Brigadas enemigas…” (Diario de Operaciones del Cuerpo de Ejército nacional)

Lo ocurrido, es decir, la destrucción de las abundantes reservas que los frentepopulistas habían ocultado en el bosque al norte de Brunete, aparece también corroborado por los siguientes testimonios: 

“…en aquel mismo momento aparece en el horizonte la correcta formación de la Legión Cóndor, que se dirige a bombardear el mismo objetivo (el cementerio recién e imprevistamente ocupado)… Angustiosas llamadas telefónicas ponen en comunicación los puestos de mando y apremiantes mensajes de radio cruzan el espacio para advertir a nuestra aviación… Sin duda, desde el aire descubren el avance de nuestras tropas y los aviones van a descargar sus bombas sobre los olivares del norte de Brunete. Apenas se ha disipado el humo de las explosiones cuando entre los menguados olivos se ven salir verdaderos enjambres de hombres que en muchedumbre imponente y en desenfrenada huida, se esparcen por el llano. El enemigo había concentrado en estos olivares todas las reservas disponibles para intentar la última acción sobre Brunete… no bastando a contenerle ni el fuego de sus propios carros que salen a su encuentro ni las patrullas de caballería que acuden y galopan en torno de los dispersos grupos como perros de pastor que acucian al ganado…” (López Muñiz);  

“… la acción de la aviación enemiga ha sido tan dura y eficaz que la tropa sufría en las primeras horas de la tarde una crisis de moral; las unidades… dejaban el frente completamente desguarnecido, replegándose, algunas de ellas en franco desorden. Nos hallábamos ante el riesgo de perder todo lo conquistado y de que quedase abierta una amplia brecha en nuestro frente a retaguardia de todo el dispositivo de la sierra…” (Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central frentepopulista)

Al día siguiente, 26 de Julio, la batalla de Brunete terminaba de forma abrupta, pues los frentepopulistas ya ni podían más, ni tenían con qué, y Franco, que sabía que la victoria era suya y total, ordenaba salir de allí sin más tardanza a las primeras unidades para el Norte a pesar de la oposición de sus Generales, principalmente de Varela, que aún dudaban y temían una reacción del enemigo, pero Franco no, pues sabía que la intervención de Santiago era segura, firme y definitiva, por lo que no había peligro alguno en debilitar ese frente para reforzar el del Norte cuya liberación sabía determinante para encauzar definitivamente la guerra hacia la victoria final de la cual nunca dudó.

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España

Genocidio del Frente Popular (RECUERDEN, EL PSOE) en la Guerra Civil: otros 140 laicos y sacerdotes españoles asesinados por su fe van camino a los altares

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Se acaba de cerrar la fase de los procesos de beatificación de 140 sacerdotes y laicos asesinados en España durante la persecución religiosa del Frente Popular de los comunistas-anarquistas y separatistas durante la Guerra Civil española.

Se trata de tres causas que agrupan a 71 laicos y 8 miembros de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y a 61 sacerdotes diocesanos de Madrid, , asesinados todos ellos durante el genocidio religioso desatado que tuvo lugar entre 1931 y 1939 durante la II República española y la Guerra Civil

Persecución religiosa entre 1931 y 1939

La persecución religiosa de aquellos años “fue la más sangrienta sufrida por la Iglesia en nuestra patria, aunque no la mayor de la historia; sí, tal vez, la más intensa”, según el Obispo Auxiliar de Madrid, Mons. Juan Antonio Martínez Camino.

La II República española, proclamada el 14 de abril de 1931, llegó impregnada de fuerte anticlericalismo. Apenas un mes más tarde se produjeron incendios de templos en Madrid, Valencia, Málaga y otras ciudades, sin que el Gobierno hiciera nada para impedirlos y sin buscar a los responsables para juzgarles según la ley. Los daños fueron inmensos, pero el Gobierno no los reparó ni material ni moralmente, por lo que fue acusado de connivencia.

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Durante la revolución comunista de Asturias (octubre de 1934) derramaron su sangre muchos sacerdotes y religiosos, entre ellos le diez Mártires de Turón (9 Hermanos de las Escuelas Cristianas y un Pasionista, canonizados el 21 de noviembre de 1999).

Durante el primer semestre de 1936, después del triunfo del Frente Popular, formado por socialistas, comunistas, separatistas y otros grupos radicales, se produjeron atentados más graves, con nuevos incendios de templos, derribos de cruces, expulsiones de párrocos, prohibición de entierros y procesiones, etc., y amenazas de mayores violencias.

Éstas se desataron, con verdadero furor, después del 18 de julio d 1936. España volvió a ser tierra de mártires desde esa fecha hasta el 1 de abril de 1939, pues en la zona republicana se desencadenó la mayor persecución religiosa conocida en la historia desde los tiempos del Imperio Romano, superior incluso a la Revolución Francesa.

En efecto, el 18 de julio de 1936 comenzaba la Guerra Civil Española, que desencadena una violenta persecución contra la Iglesia católica. Sólo en los últimos 5 meses de 1936, iniciada la guerra se martirizaron más de 7.500 sacerdotes. Sin embargo, no se trata propiamente de ‘mártires de la guerra’, como se dice a veces. Son más bien mártires de la persecución revolucionaria” antes y después de la guerra.

Entre los candidatos a beatos cuya fase diocesana se cierra ahora en Madrid, hay muestras abundantes de la cruenta persecución.

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Muchos fueron localizados y asesinados a las pocas horas. No fueron pocos los que terminaron en las matanzas de Paracuellos de Jarama. Todos asumieron la muerte como un triunfo de Dios.

Confesando la fe antes de morir

El abogado Fernando Urquijo, asesinado a los 34 años, dejó escrito antes de morir: “Muero mártir de estos ideales, y lo proclamo como mi mayor timbre de gloria, el haber sido católico, apostólico, romano hasta el último instante de mi existencia, en que si Dios lo permite, moriré gritando: ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España!”.

El P. Manuel Escribano tuvo que salir ante los milicianos que entraron en su domicilio: “Si buscan al sacerdote, ¡soy yo!”. una vez detenido, se despidió de sus familiares diciendo: “¡Hasta el Cielo!”.

El P. José Bermúdez fue denunciado por una vecina. Al ser detenido, exclamó: “Sabed que nunca voy a renunciar a mi fe, podéis hacer conmigo lo que queráis”. Llevado a una checa, fue apaleado antes de ser asesinado.

Asociación Católica de Propagandista

Ocho son los miembros de la Asociación Católica de Propagandistas que forman parte de esta causa de beatificación.

Entre ellos se encuentran José María de la Torre Rodas, abogado que fue secretario general de los propagandistas. También fue congregante mariano. Es descrito como un “hombre ejemplar que unía a la alegría de su trato la más severa austeridad de su persona y de su vida particular”.

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También forma parte de esta causa el primer rector de Centro de Estudios Universitarios (CEU) Federico Salmón. Abogado del Estado, lideró los estudiantes de Derecho de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos.

En el ámbito político, fue consejero nacional y secretario general de la Confederación Española de Derechas Autónomas y ministro de Trabajo, Justicia y Sanidad en 1935.

Protegiendo a San Isidro y la Virgen de la Paloma

El P. Timoteo Rojo era desde 1929 canónigo archivero y bibliotecario de la entonces Catedral de San Isidro. Era una presa predilecta de los milicianos, pues se creía que podría acceso a documentación importante del Obispado.

Junto a otros tres sacerdotes, se encargó de emparedar la urna con el cuerpo de San Isidro, de cuya canonización se cumplen ahora 400 años. Preservar el secreto le costó la vida.

El P. Andrés Rodríguez Perdiguero tras poner a salvo el lienzo de la Virgen de la Paloma, imagen con una extraordinaria devoción popular en Madrid, fue a casa de sus padres. Enormemente popular, se le acusa de “desafecto a las milicias de Fuencarral”. Fue ejecutado “con los brazos abiertos en forma de cruz” tras perdonar a sus asesinos.

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