Los fanáticos asesinos del DAESH, enloquecidos seguidores de unos perversos apóstoles del odio y de la muerte, continúan su enloquecida apuesta por la destrucción y por la sangre, en una orgía de asesinatos sin fin en la que degradan al ser humano a un mero bulto de carne sanguinolenta, sin más significación que crear horror en nosotros, los occidentales.
Y miedo: porque lo único que desean es dar miedo: no apetecen más triunfo ni desean otra cosa: asustar a su gran bestia enemiga llamada Occidente causando miedo; y todo ello por un enorme, gigantesco y enfermizo complejo de inferioridad basado en una verdad cierta e incontestable: somos mejores que ellos. Somos más compasivos, somos lo que ellos querrían ser y nunca han podido.
¿No me creen? Busquen cuantos premios Nobel han ganado los de la esta estirpe maldita que asola fanáticamente Oriente Medio.
Pero para que no duden ustedes del salvajismo de sus seguidores actuales, vean cómo ejecutan a sus prisioneros. Rápida y limpiamente.
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