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Economía

Iglesias llamará a Puigdemont y negociará directamente con Junqueras en la cárcel los Presupuestos

Redacción

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Pablo Iglesias y Oriol Junqueras
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«Vamos a dejarnos la piel». El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ilustró ayer así los esfuerzos a los que está dispuesto su partido a llegar para que salgan adelante las cuentas de 2019. El documento presupuestario firmado entre el Gobierno y el partido morado necesita aún de los votos a favor de ERC y del PNV y de la abstención del PDeCAT y a estas tres formaciones intentará persuadir Iglesias. Él personalmente se reunirá y mantendrá conversaciones con todos sus líderes.

En los pasillos del Congreso, el propio Iglesias confirmó que mantendrá un encuentro en la cárcel de Lledoners con Oriol Junqueras. La entrevista con el líder de ERC, según las explicaciones de Iglesias, no se demorará en exceso. «Quiero verme con Junqueras, pronto, lo antes posible. Aún no hay fecha». De hecho, tal y como ha podido confirmar este diario, la cita entre ambos en la cárcel de Lledoners es inminente. Tendrá lugar el viernes, una vez Iglesias cumpla con su agenda parlamentaria, que comprende los plenos de hoy y mañana en el Congreso de los Diputados. Desde los entornos de Iglesias y Junqueras llevan meses preparando los detalles de esta cita, en concreto, desde que el ex vicepresidente catalán se encontraba en la prisión madrileña de Estremera, antes de que en el mes de julio finalizara la instrucción a los líderes del «procés». Será una entrevista en la que se abordarán todas las cuestiones de actualidad política, desde la situación de los presos a la necesidad de que ERC se sume al «sí» a las cuentas suscritas por Moncloa y Podemos.

Pero ahí no se detendrá la labor negociadora de Iglesias. Consciente de que el «sí» de Esquerra no es suficiente, el socio de Sánchez está «plenamente disponible» para reunirse en la cárcel con los dirigentes del PDeCAT que se encuentran en prisión provisional. Sobre si esa ronda de contactos incluirá también al ex president de la Generalitat Carles Puigdemont –actualmente en Bruselas, huido de la Justicia española–, desde Podemos insisten en la disposición de Iglesias: hablará con los interlocutores de los partidos catalanes «estén donde estén». La apertura de la «vía Waterloo» supondría la reedición por parte de la Iglesias de la estrategia que ya desplegó el pasado mes de junio, cuando negoció a varias bandas para que los grupos independentistas catalanes y los nacionalistas vascos se sumaran al bloque que propició la caída de Rajoy de la Presidencia. Entonces, el secretario general de Podemos ya se entrevistó con el president Torra y mantuvo contactos con Puigdemont. El ex president catalán, a través de Twitter, aseguró ayer desde Bruselas «que no hay nada que hablar» mientras haya represión.

Desde el Ejecutivo de Sánchez dieron ayer su visto bueno a que Iglesias negocie con los partidos catalanes. «Me parece bien, en principio que todo el mundo pueda hablar con todo el mundo», respondió a este respecto la vicepresidenta Carmen Calvo.

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Por su parte, la portavoz del Govern, Elsa Artadi, reconoció públicamente que la semana pasada mantuvo una cita fugaz de «apenas un café» con la vicepresidenta Carmen Calvo en la que abordaron el tema de los presupuestos y el posible apoyo de los partidos soberanistas. «Le dije que estaba muy complicado y le pedí que entiendan la situación política en Cataluña», explicó Artadi, quien volvió a supeditar una hipotética negociación con «movimientos» del Gobierno sobre la autodeterminación y los líderes encarcelados. «El ultimátum de noviembre está vinculado a la aprobación de los presupuestos. No tenemos ninguna oferta ni en materia política ni en materia de represión. Estamos a la espera de que se pongan sobre la mesa propuestas políticas», abundó. Artadi, sin embargo, abrió la puerta a la negociación de las cuentas del Estado al quitarse de encima el foco de los presupuestos y asegurar que con quien debe «hablar» el Gobierno es con los grupos del PDeCAT y Esquerra en Madrid, a pesar de que es ella misma quien mantiene conversaciones asiduas con el Ejecutivo central para avanzar en acuerdos bilaterales.

En el Govern no tienen constancia de ninguna petición concreta de Podemos para reunirse con algún dirigente del Ejecutivo catalán, como sí quiere hacer el propio Pablo Iglesias con Oriol Junqueras. Por su parte, desde el PDeCAT confirman a este diario que tampoco nadie del «partido morado» se ha puesto en contacto con los neoconvergentes y aseguran que ellos «hablan siempre con quien quiera hablar», al ser preguntados sobre un hipotético encuentro con Podemos.

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Europa se queja de los aranceles que Trump está imponiendo progresivamente a productos procedentes de otros países, incluida la Unión Europea. Son lágrimas de cocodrilo derramadas por políticos incompetentes, que al menos deberían tener la cortesía de permanecer en silencio, dada su conducta caracterizada por la duplicidad y la superficialidad. Apelan a un principio abstracto, pero olvidan que el libre comercio siempre ha sido la voz de los más fuertes: de aquellos que, ya por delante en los mercados internacionales, quieren evitar la competencia de aquellos países que amenazan su primacía.
No nos gustaría vernos obligados a desempolvar a Ricardo para recordar cómo funcionan realmente ciertas dinámicas, invariablemente acompañadas de las quejas de los patrones. Cuando la Unión Europea impone aranceles a los productos chinos (pensemos en los coches eléctricos, mejores, más eficientes y menos caros que los nuestros), nadie en Bruselas parece tener ningún remordimiento de conciencia. Pero cuando Estados Unidos hace lo mismo, empiezan las quejas.
En resumen: haz lo que digo, no lo que hago. Cuando Europa no puede justificar su propio comportamiento, acusa a otros de prácticas comerciales desleales e impone impuestos para impedir la invasión de productos extranjeros. Éstas son las excusas habituales, útiles para hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Así, todos esos principios liberales, de libre mercado y orientados al mercado de los que nos encanta hablar desaparecen. Se dice: “Por donde pasan mercancías no pasan ejércitos” (Bastiat). Sí, pero sólo si esos bienes son nuestros. Está bien si se trata de dejar a otros atrás, pero si son ellos los que nos superan, entonces hay reprimendas y represalias.
Cada nación tiene derecho a proteger su propia industria, especialmente en sectores avanzados que requieren desarrollo autónomo. Por supuesto, no damos crédito a ciertas campañas de propaganda ridículas, como la de Salvini, que quería gravar el arroz camboyano para “defender” la producción nacional. Pero no hay nada malo en querer proteger sectores estratégicos, capaces de fortalecerse primero en los mercados internos y luego competir en los mercados internacionales con mayor valor agregado. Sin protecciones gubernamentales, terminaríamos sucumbiendo a la competencia global. Esto es exactamente lo que le ha sucedido a Italia desde los años 90, víctima de un servilismo insensato hacia una UE y una potencia estadounidense que tienen todo el interés en relegarnos a sectores en los que no podemos competir con ellos. Los Hermanos de Italia probablemente ni siquiera saben de qué estamos hablando, ya que para ellos la patria es una consigna que satisface un postfascismo que incluso han negado.
La lección sigue siendo la de mediados del siglo XIX, contenida en la obra Das nationale System der politischen Ökonomie. Y List no era ciertamente un protofascista, ni un autarquista ni un corporativista, sino un exponente de la escuela liberal, dotado no obstante de una inteligencia nacional concreta.
Es hora de entender que no existen principios económicos que sean válidos para siempre: cada época impone la prevalencia de los suyos propios, en un contexto histórico y político también propio. La actitud hipócrita de Europa es un espejo de la inutilidad política de su actual clase dirigente.
La triste ciencia, cada vez, quiere hacer creer a sus prosélitos que ha llegado a su fase final, aquella en la que existen reglas generales y universales válidas para la eternidad. Puntualmente, sin embargo, la alternancia de dogmas y preceptos cambia las creencias, hasta tal punto que es posible imaginar que en un futuro próximo volverán a prevalecer las nacionalizaciones, el intervencionismo público en la economía y las políticas monetarias gestionadas por los centros de decisión política. La economía es un péndulo oscilante, no una flecha que siempre apunta hacia adelante. Pronto, incluso cavar agujeros con el único objetivo de rellenarlos ya no será sinónimo de desperdicio e interferencia.
Todos los mantras anteriores se desvanecerán y los equilibrios financieros, tanto públicos como privados, serán olvidados. Esto se debe a que la gente no quiere comprender, o prefiere ocultar, un concepto que a la larga es mucho más resistente: es la política, y en particular la política del poder y de los poderes, la que establece lo que hay que hacer para sobresalir.
Preparémonos para los próximos giros académicos y ministeriales.

http://www.conflittiestrategie.it/dazi-amari

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Traducción: Carlos X. Blanco

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