Historia
Humanismo, luces, odio a la civilización europea
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5 años agoon
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RedacciónFrançois Desouche.- Entre las corrientes de pensamiento que han contibuido al nacimiento en el seno de la sociedad europea de un sentimiento de rechazo hacia nuestra propia civilización al tiempo que un deseo de autodestrucción, la ideología del Humanismo y de las Luces ha jugado un papel predominante.
La Modernidad: una ideología de ruptura
En el siglo XVIII el movimiento filosófico de las Luces desemboca en la Revolución Francesa. Al favor de las guerras revolucionarias y napoleónicas, las ideas de las Luces se imponen en Europa y trastocan las sociedades francesa y europea: establecida desde cerca de mil años, la sociedad tradicional cede el lugar a la modernidad. La ruptura alcanza cada uno de los cinco pilares que constituían su armazón.
La sociedad tradicional estaba centrada en el grupo. El individuo no estaba ausente pero debía tener, en su lugar, su papel en la organización social, la cual reflejaba las voluntades divinas. La modernidad, por el contrario esta centrada en el individuo, del cual celebra la libertad y los derechos y promueve su desarrollo. Abriendo el camino a las Luces, el Humanismo del Renacimiento había ocasionado la ruptura inicial, atribuyendo al Hombre la posición central que Dios ocupaba hasta ese entonces.
La sociedad tradicional, «orgánica», era por su propia naturaleza no igualitaria: cada uno tenía un papel específico, conforme al interés del grupo, los unos combatían para defenderlo, otros rezaban por su salvación, otros más trabajaban para alimentarlo, la dominación de la élite se justificaba por la misión que le correspondía y le imponía deberes. La modernidad por su parte rechaza la inscripción de los individuos en categorías cerradas y hereditarias: reivindica un objetivo de igualdad.
La sociedad tradicional se caracterizaba por su enraizamiento territorial y físico. El individuo estaba inscrito en unas comunidades de pertenencia, constituídas en circulos concéntricos: familia, parroquía, provincia, patria. Los hombres de la sociedad tradicional tenían igualmente conciencia de que los diferentes Estados europeos, a pesar de las guerras entre soberanos, pertenecian a la Cristiandad. La modernidad, por su parte, no reconoce pertenencia alguna de grupo: los grupos humanos son ciertamente necesarios pero son meramente funcionales y no tienen ningún carácter sagrado. Por ella, la modernidad conduce al rechazo de las patrias, que encierran ilegitimamente a los individuos: la modernidad es necesariamente universalista.
La sociedad tradicional estaba abocada a la transmisión de la herencia. Los hombres que vivían el tiempo presente se percibían a si mismos como los eslabones de una cadena: se inscribían en un mundo que preexistía a ellos mismos, que no se podía ignorar y menos poner en cuestión, sino que por el contrario había de ser preservado y transmitido. La modernidad promueve, por el contrario, un individuo independiente, autónomo, libre de toda tradición y de toda moral, adepto del cambio como un valor en sí positivo.
La sociedad tradicional era cristiana. Este elemento religaba e implicaba a todos los demás: la herencia que había que transmitir era la de la moral cristiana: grupos e individuos se ponían al servicio del proyecto divino; los círculos de pertenencias físicas (profundas, entrañables) prefiguraban el Reino por venir. La modernidad es anticristiana y atea: el individuo libre no ha de someterse a un Ser transcendente.
Señalemos que esta evocación sintética de los dos tipos de sociedad no rinde necesariamente cuenta de su funcionamiento concreto y del comportamiento de los individuos, que pueden, claro está, alejarse, y mucho, del modelo ideal: apunta a presentar la lógica intrínseca de cada uno de los dos sistemas y el universo mental en el cual los individuos se insertan poco o mucho. Quedémonos con este punto central: los sistemas de pensamiento tradicional y moderno son, tanto el uno como el otro, coherentes… y profundamente antagónicos.
La Revolución Francesa: un proyecto de destrucción de la sociedad tradicional
La Revolución, pues, será una empresa de demolición de la sociedad tradicional. La Revolución está provocada y conducida por la burguesía, clase social entregada a las Luces (y constituida en «francmasonería»): fuerte por su riqueza, por la cultura que ha adquirido, de las magistraturas que le han sido confiadas, ya no soporta más su posición subordinada. Sin embargo la burguesía esclarecida no ambiciona únicamente el poder: quiere destruir una organización social y un universo de representaciones mentales que la colocaban en una situación inferior, el resentimiento convertido en odio, consitituyendo un resorte mayor del fenómeno. Se trata de destruir las órdenes, los castillos, la organización territorial, los idiomas locales, pero sobre todo la religión cristiana, base de la sociedad tradicional. Nada puede ser conservado del antiguo sistema, en el cual todos los elementos estaban articulados y ensamblados a los demás.
La ruptura de las Luces y de la Revolución Francesa constituye el origen de los movimientos filosóficos y las doctrinas que prevalecerán durante el curso de los dos siglos siguientes: nihilismo, liberalismo, concepciones libertarias, comunismo. Esas doctrinas, aunque antagónicas, encuentran su fuente en los dos elementos centrales, libertad e igualdad, que constituyen el mensaje esencial de las Luces. Las doctrinas de la modernidad los empujarán a todas a su extremo: el liberalismo (y las concepciones libertarias) exaltan la libertad individual, despreciando el interés general; el comunismo quiere instaurar la igualdad, al precio de la libertad.
Otros dos aspectos de la concepciones modernas tienen también su fuente en las Luces. Es el caso ante todo del espíritu de resentimiento; es así que hoy, en nombre de la igualdad, una gran parte de la élite francesa y europea retoma para sí el resentimiento antieuropeo de las poblaciones del Tercer Mundo, percibido como un nuevo Tercer Estado (*1).
Asimismo nuestra élite tiene muchas veces tendencia a acusar a los «sistemas»y a exculpar a los individuos de sus responsabilidades (ya se trate de delincuentes o de los asistidos, considerados como víctimas): esas concepciones están directamente inspiradas en las ideas rousseaunianas (de J.J. Rousseau) según las cuales los individuos son buenos por naturaleza y pervertidos por una organización social deficiente.
Nosotros lamentamos la ruptura provocada por las Luces y la Revolución: preferimos las evoluciones a los trastocamientos. Pero no se trata de rechazar en bloque la modernidad, menos aún de idealizar el sistema tradicional. Algunos elementos de permanencia pueden ser señalados. Por ejemplo, la noción de Estado y de interés general no son nociones modernas, ya existían en la sociedad tradicional. Otro ejemplo: la existencia individual tenía un sitio verdadero en la sociedad tradicional (el cristianismo es una religión personal), contrariamente a lo que afirma la propaganda de la modernidad. Señalemos también que la toma del poder por la burguesía fue acompañada por una gran hipocresía, la sociedad moderna no es, en numerosos aspectos, más libre de lo que fue su predecesora.
La Revolución Francesa no está completada
Insistimos sobre ese punto: la modernidad surgida de las Luces y la Revolución desemboca finalmente en el odio de la sociedad europea. En efecto, la civilización europea ha surgido, en lo esencial, de los marcos de la sociedad tradicional. Destruir las pertenencias físicas («carnales»), la familia, la patria, erradicar el cristianismo, religión milenaria de Europa, promover lo derechos del individuo hasta el extremo de ocultarle sus deberes, es en realidad hacer desaparecer la misma civilización europea.
El movimiento y los trastocamientos lanzados por las Luces y la Revolución no están completados y las fuerzas revolucionarias están aún en esa tarea. La hostilidad de la concepción tradicional de la familia lleva a los militantes de la modernidad a exigir por ejemplo la homoparentalidad (la familia compuesta por padres homosexuales con hijos propios u adoptados). La primacía que otorgan a la libertad los conduce a reivindicar la posibilidad de realizar investigaciones en materia de manipulación genética (antes de pedir, cuando llegue el momento, la legalización de la clonación humana). El espíritu universalista de las Luces y el resentimiento anticristiano conjugados conducen a favorecer la inmigración, la edificación de una sociedad multicultural o la integración de Turquía en Europa, entre otras cosas.
La ideología de las Luces y de la Revolución Francesa es la matriz de las concepciones y del estado de espíritu que son hoy los de la élite burguesa europea. Esta élite en el poder sigue la obra comenzada en el siglo XVIII: erradicar lo que subsiste de la sociedad traicional y continuar con la construcción de un «hombre nuevo». Cuando haya alcanzado sus fines, nuestra civilización habrá desaparecido.
Traducción: BD
NOTAS
(*1) El Tercer Estado es uno de los tres estamentos básicos de la sociedad propia del Feudalismo y el Antiguo Régimen. Se compone de la población carente de los privilegios que gozaban el Clero y la Nobleza, por tanto puede ser también considerado equivalente al grupo de no privilegiados. También puede denominarse estado llano, pueblo llano o pueblo a secas, plebe (por similitud a la división de la sociedad romana en patricios y plebeyos), o común.
Los sectores que componen el Tercer Estado son dos:
1- El campesinado: la inmensa mayoría de la población, sometido comúnmente a servidumbre o al régimen señorial.
2- La burguesía: los habitantes de las ciudades, teóricamente libres, de la que formaban parte:
a) Los artesanos de cada oficio, organizados en gremios o cofradías.
b) Los comerciantes o mercaderes, que también se organizaban de forma similar y se reunían periódicamente en ferias.
c) La plebe urbana o gente pobre de la ciudad.
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Recientemente, Félix Alarcón, mientras nadaba en la costa de Mallorca cerca del municipio de Can Pastilla, hizo un descubrimiento asombroso hace unas semanas: los restos de un barco romano hundido en Mallorca, de aproximadamente diez metros de longitud y cinco metros de anchura.
Los restos de un barco romano hundido en Mallorca
Hace unos pocos años, en 2019, se hizo un descubrimiento sorprendente de un barco romano cerca de la playa de Can Pastilla, en la costa de Mallorca. A unos cincuenta metros de la costa y a una profundidad de tres metros, se encontraron los restos de un barco romano hundido. A pesar de su proximidad, nunca había sido localizado debido a que se encontraba completamente enterrado bajo la arena. Sin embargo, el desplazamiento de la arena causado por las corrientes reveló parte de la estructura y algunas ánforas.
Félix Alarcón, quien había visto fragmentos de ánforas en ocasiones anteriores, decidió alertar a las autoridades cuando esta vez quedaron expuestos los costados de la embarcación. En respuesta, el Consell de Mallorca envió ocho buceadores especializados en arqueología subacuática y un restaurador al lugar. Las primeras evaluaciones de los expertos sugieren que se trata de un navío romano que data de los siglos III al V, posiblemente transportando un cargamento de ánforas que contenían vino, aceite u otros productos alimenticios como la popular salsa garum, hecha de vísceras de pescado. El motivo del naufragio aún se desconoce.
En cuanto a la posible ruta del barco, los arqueólogos consideran la posibilidad de que realizara un trayecto desde o hacia el sur de la península ibérica. El Consejero de Cultura, Bel Busquets, y la Directora Insular de Patrimonio, Kika Coll, han informado que se llevarán a cabo trabajos de conservación del pecio durante las próximas tres semanas. Se delimitará un área específica, posiblemente de 5 a 10 metros cuadrados, y se establecerá una vigilancia las 24 horas a cargo de la policía local de Palma de Mallorca y la seguridad privada. La Armada también ha enviado una embarcación, junto con un patrón y dos buzos del Grupo Especial de Operaciones (GEO), para facilitar los trabajos.
Se planea que la estructura del barco permanezca en el mar, pero las ánforas serán extraídas y llevadas al Museo de Mallorca. Allí, se someterán a un delicado proceso de desalación y se realizarán estudios sobre su contenido antes de que puedan ser exhibidas al público.
El barco mercante francés «Malakoff» se hundió frente a Menorca en cuestión de minutos
El 2 de enero de 1929 se produjo un trágico accidente marítimo frente a las costas del suroeste de la isla de Menorca. El barco mercante francés «Malakoff» se hundió frente a Menorca en cuestión de minutos, llevándose consigo a la mayoría de su tripulación. El buque, un carguero de 7.000 toneladas de desplazamiento, con bandera de Rouen y propiedad de la Société Auxiliaire des Chargeurs Français, se dirigía desde el puerto argelino de Argel hacia Marsella, después de haber pasado el Estrecho de Gibraltar, rozando la costa oeste de Menorca que debía dejar a su estribor.
Según los medios de comunicación de la época, el vapor venía de las islas de Madagascar y Reunión, y tras cruzar el Canal de Suez, había hecho escala en Argel antes de continuar su ruta hacia Marsella. Según los registros de la Lloyd’s Register Building de Londres, investigados por Francis Abbott, se sabía que el barco había partido del puerto belga de Amberes con destino a Madagascar y Reunión, cargado de cemento, acero, maquinaria de construcción, porcelana, azulejos y un yate que se suponía era propiedad del dueño y que jugaría un papel importante en el rescate de algunos de los pocos supervivientes de la catástrofe.
El barco cruzó el Estrecho de Gibraltar rumbo al Mar Rojo, atravesando el Canal de Suez, una ruta que difiere de lo que afirmaron los supervivientes en su momento. Por lo tanto, todavía se desconoce el motivo exacto de la desviación en la derrota que los acercó a la costa de Menorca. Una suposición sería la orden de recoger carga en el puerto de Marsella.
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La noche del 2 al 3 de enero se describió como cerrada y extremadamente brumosa, típica del invierno, con una visibilidad mínima debido a la intensa niebla. En estas circunstancias, parece ser que el timonel perdió el rumbo o el oficial de guardia en ese momento en el puente de mando del buque le dio una dirección equivocada, lo que llevó a una trágica colisión con un accidente conocido como Escull d’es Governador, ubicado más a babor del rumbo de la Talaia d’Artrutx, en la costa sur de Cala en Turqueta, en el municipio de Ciutadella. Esto ocurrió poco después de las once de la noche.
Varios tripulantes lograron aferrarse a un bote salvavidas y se mantuvieron en la superficie de las frías aguas durante casi una hora, agarrados al casco del bote que estaba volcado, debajo del cual se encontraban otros supervivientes intentando ayudar a un hombre llamado August Teti. Alrededor de las dos de la madrugada, desesperadamente se aferraron a otro bote que apenas flotaba porque estaba lleno de agua.
En nombre de los seis náufragos franceses supervivientes del vapor «Malakoff», L. Priquer, el primer oficial del «Malakoff», escribió una carta de agradecimiento:
«A la noble y hospitalaria población de Ciudadela. Antes de separarnos, en mi nombre y en el de mis compañeros supervivientes del naufragio del vapor ‘Malakoff’, ocurrido la noche del 2 de este mes, debo agradecer la hospitalidad y el acogimiento fraternal que nos han brindado. Gracias a ustedes, nobles y valientes torreros de Artrutx, aún estamos vivos. Una vez más, gracias en mi nombre y en el de la Marina Mercante francesa. ¡Viva España! ¡Viva Francia!».
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El capitán del vapor correo «Monte Toro», que había pasado por el mismo lugar del naufragio una hora antes, corroboró la información de que el faro estaba iluminado normalmente. Incluso los seis supervivientes rescatados por los torreros afirmaron que habían remado durante toda la noche hacia la costa siguiendo la luz del faro como referencia.
A pesar de que el honor de los valientes torreros fue debidamente reconocido, no recibieron ni el agradecimiento oficial de las autoridades francesas ni el reconocimiento que merecían por parte de las autoridades españolas. Además, es importante mencionar que uno de los torreros, Gabriel Pons, estuvo a punto de caer al mar mientras intentaba ayudar a los náufragos. Cuando le dieron la cuerda y antes de que pudiera asegurarse a una de las rocas, el otro, asustado, tiró rápidamente de la cuerda para saltar a tierra.
El 3 de febrero, se encontró un cadáver en las aguas de Cala Fustam, que fue identificado como Louis Assineau de Saint Michel. El 14 del mismo mes, otro cadáver fue encontrado en las Platges de Binigaus, pero no pudo ser identificado. Poco después, en Cala Figuera (Mallorca), aparecieron otros dos cadáveres que se atribuyeron al naufragio del vapor.
Naufragios de barcos en Menorca dedicados al contrabando: el caso del Mastiff
Durante muchos años, antes del problema actual con las drogas, el contrabando de tabaco y de otras mercancías ilícitas o fuera del control de Hacienda fueron protagonistas de una interminable lucha entre autoridades y estos piratas modernos. Y muchas veces sólo fueron detectados y apresados tras un naufragio, pues la costa siempre ofrece muchas opciones para meter cualquier cargamento si se quiere hacer las cosas mal. El caso del Mastiff es paradigmático de esta situación, un barco pequeño que nos puede recordar al que vimos en la película de Tiburón.
En la madrugada del 10 de julio de 1953, una lancha rápida dedicada al tráfico de contrabando encontró su final al chocar de frente con el conocido Baix d’en Caragol, ubicado entre las calas de Biniancolla y Binibèquer, justo después de pasar el Pas de l’Aire. En el momento del accidente, la embarcación transportaba un importante cargamento de tabaco rubio y café. Poco después, la tripulación fue detenida en la localidad de Ciutadella.
No era la primera vez que una embarcación tropezaba con este peligroso arrecife situado en la costa sur de la isla, cuyas rocas afloran en la superficie del agua y son fácilmente detectables gracias a la espuma que se forma sobre ellas cuando hay viento. La embarcación, llamada «Mastiff», se disponía a descargar su valiosa carga en algún punto de la costa sur de Menorca, posiblemente en la zona conocida como Morro d’en Xulla. Sin embargo, al acercarse a la costa, chocó de lleno con el arrecife mientras intentaba navegar hacia el mencionado punto, frustrando toda la operación. La mayor parte de la embarcación quedó varada sobre el arrecife, con la proa levantada, y solo la popa permaneció en el agua, lo que indica claramente que la embarcación estaba navegando a gran velocidad en el momento del percance.
Los contrabandistas del Mastiff, hundido en Menorca, intentaron escurrir el bulto
Tras el accidente, se observó una gran cantidad de cajetillas de tabaco flotando en el agua, que se habían desprendido del barco debido al impacto. Sin embargo, ninguna de las personas que descubrieron la embarcación al amanecer denunció el incidente, incluido Antonio Coll «Roig», quien se acercó en su bote desde la cala de Biniancolla para prestar ayuda en caso de que hubiera heridos, pero no vio a nadie a bordo. Sin subir a la embarcación, decidió regresar a la cala. Más tarde, alrededor de las ocho de la mañana, el vigía de la torre de Torret, desde su atalaya, avistó la embarcación varada sobre el arrecife y avisó de inmediato a la Comandancia de Marina.
La autoridad marítima ordenó de inmediato el inicio de las operaciones de rescate. El remolcador de la Estación Naval zarpó del puerto de Maó alrededor de las nueve de la mañana, con el comandante CF. don Miguel A. Liaño y el segundo al mando, don Antonio Fontenla, a bordo, remolcando la barca del buzo. Una vez llegaron al lado del «Mastiff» y evaluaron la situación y el tipo de servicio al que estaba dedicado, se procedió a trasladar su carga al remolcador. Al anochecer, el remolcador se encontraba nuevamente entre boyas con la carga recuperada. No se encontró rastro alguno de la tripulación a bordo. Los miembros de la tripulación, utilizando el bote de salvamento de la embarcación, habían llegado a tierra firme y huido, abandonando el barco para evitar ser detenidos por las autoridades. Sin embargo, después de intentar abandonar la isla desde Ciutadella, fueron aprendidos por la Guardia Civil y acusados de contrabando y otros cargos.
Naufragios de barcos en Menorca: el caso del buque contrabandista Santa Clara
A las nueve menos veinte de la noche del 17 de marzo de 1983, la Comandancia de Marina ordenó la salida inmediata del puerto de Maó al remolcador «Remolcanosa Catorce», con el práctico Bartolomé Rigo a bordo, con el objetivo de prestar ayuda al pesquero de bandera panameña llamado «Santa Clara», que tenía un desplazamiento de 107,2 toneladas y estaba registrado en el Lloyd’s Register con ese nombre, a pesar de que en el momento del incidente solo se mostraba en sus amuras y popa la palabra «Santa». El capitán del barco era de nacionalidad inglesa. El pesquero se encontraba a la deriva aproximadamente a 47 millas náuticas al noreste de Menorca después de haber sido sorprendido por un fuerte temporal y sufrir una grave avería.
Después de buscar exhaustivamente en la zona donde se suponía que se encontraba la embarcación, finalmente fue localizada en un tiempo relativamente corto, aunque con algunos contratiempos. El primer contacto se estableció cuando estaban a unas 10 millas del pesquero. Al contactar con el capitán, Mr. Richard Davison, éste les dio instrucciones, aparentemente intentando mantenerlos a distancia para deshacerse, arrojándolo por la borda, de un supuesto cargamento de tabaco de contrabando que llevaba a bordo. De hecho, dos días después, se encontraron flotando en las aguas cercanas a la costa miles de cajetillas de tabaco.
A las nueve menos veinte de la noche del 17 de marzo de 1983, se ordenó desde la Comandancia de Marina la salida inmediata del puerto de Maó del remolcador «Remolcanosa Catorce», con el práctico Bartolomé Rigo a bordo, con el objetivo de auxiliar al pesquero de bandera panameña llamado «Santa Clara». El pesquero, con un desplazamiento de 107,2 toneladas, se encontraba a la deriva aproximadamente a 47 millas náuticas al suroeste de la Illa de l’Aire, después de sufrir una grave avería debido a un fuerte temporal. Tras unas diez horas de búsqueda, finalmente se localizó el barco.
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El «Santa Clara» era un barco antiguo, que aparentemente había sido utilizado originalmente como barco de pesca. Estaba pintado de blanco, pero mostraba signos de óxido y suciedad por todas partes. El armador era Panakarina S. A. de Antweppen (Bélgica), y su subagente en las Islas Baleares era la agencia Hijos de Miguel Estela S. A. de Palma. El consignatario en Maó fue la Agencia Meliá Vives, que dejó de representarlos tan solo cuatro meses después. Después de amarrar el barco alrededor de las 23:00 horas y desembarcar en tierra firme, los tripulantes abandonaron la isla, dejando el barco prácticamente abandonado. Al parecer, el barco quedó bajo el control de las aseguradoras en el actual muelle de Pasajeros (destinado a cruceros turísticos) después de que el primer maquinista, Tomás Monteiro, desmontara todos los equipos electrónicos recuperables y los enviara a Palma para evitar su desaparición.
En los meses siguientes, el barco quedó retenido mientras se resolvían los asuntos legales y se pagaban los costos de las operaciones de rescate. Sin embargo, dado el estado del barco, pocos creían que estas gestiones tuvieran éxito. Finalmente, debido a la falta de una solución aparente y al hecho de que obstruía el limitado espacio de atraque en el muelle, se decidió remolcar el barco una vez más hasta los muelles de la Illa d’en Pinto, en la Estación Naval, concretamente en su cara este. En ese momento, el barco ya parecía una montaña de chatarra y no ofrecía ninguna utilidad futura. Pasaron tres años y comenzaron a aparecer filtraciones de agua, lo que representaba el riesgo de que se hundiera en su amarre, lo que crearía un nuevo problema. Por lo tanto, se decidió hundir el barco, ya que su construcción de hierro hacía que el desguace fuera costoso y, si se hundía en el amarre, sería difícil de extraer.
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El barco fue remolcado hasta el área de Sa Cigonya, en la costa de Binissaida de sa Torre, en un día en el que el viento del noreste soplaba con fuerza. El hundimiento se intentó mediante una detonación, que falló en el primer intento. La fuerza del viento y la corriente arrastraron el barco hacia la costa de Rafalet, cerca de la urbanización S’Algar, por lo que tuvo que ser recuperado por el remolcador y llevado nuevamente mar adentro, donde se colocaron nuevas cargas explosivas. En esta ocasión, la explosión posterior reventó la parte trasera del barco, que se hundió rápidamente en posición vertical. Sin embargo, la proa parecía contener alguna cámara de aire, lo que retrasaba el final deseado de la operación. La detonación inicial tuvo lugar a una milla al este de la finca Son Vidal, pero el barco terminó hundiéndose a mitad de camino entre el punto de la explosión y Punta de Rafalet, en la urbanización S’Algar, en una profundidad de 47 metros.
En la actualidad, el barco es visitado con frecuencia por buceadores de los diferentes centros de buceo que existen a lo largo de la costa menorquina. Permanece en posición vertical y está completamente cubierto de vida marina.
Un bombardero alemán hundido en aguas de Menorca que se puede visitar
En la madrugada del 24 de febrero de 1943, mientras trabajaban en sus faenas de arrastre con la embarcación del bou «Segundo Gaspar», José Melsión, patrón del barco, junto con su hermano Gaspar y el marinero Joan Terrassa, presenciaron un incidente aéreo frente a la costa de Menorca. Mientras navegaban cerca de la cala de Biniancolla, observaron un avión que proyectaba un haz de luz sobre ellos antes de caer al mar.
Inicialmente, Gaspar pensó que el haz de luz estaba dirigido hacia ellos, pero su hermano José no le dio importancia. Sin embargo, al reducir la velocidad de la embarcación, escucharon gritos de auxilio y avistaron a varios hombres a bordo de dos balsas cerca de ellos. Los hombres, tripulantes del avión accidentado, subieron a bordo del «Segundo Gaspar» y explicaron que habían bombardeado Argelia y se quedaron sin combustible mientras se dirigían a Mallorca.
Se trataba de la tripulación de un Junkers 88, un mítico bombardero de tamaño medio de la II Guerra Mundial, que se hizo especialmente popular en la Guerra Civil Española como bombardero mejor del bando nacional, encuadrados en la Legión Cóndor germana. También fue el primer avión de la Historia en hacer un puente aéreo militar exitoso cuando consiguieron pasar gran número de tropas de élite franquistas, desde África hacia Andalucía, al poco de iniciarse la Guerra del 36.
Un Junker JU-88 yace en el fondo del mar en Menorca
Después de ofrecerles comida caliente, los pescadores se dieron cuenta de que los aviadores llevaban armas y que uno de ellos estaba herido en la pierna. Los hombres entregaron sus armas y fueron llevados a puerto, donde se les brindó asistencia médica y se les proporcionó ropa seca. El cónsul de Alemania en aquel momento los homenajeó por su valentía y les otorgó medallas simbólicas.
El avión, un Junker JU-88, yace en el fondo del mar cerca de la costa de Alcalfar, aproximadamente a media milla de la costa. A lo largo de los años, el avión se ha convertido en un arrecife artificial, hogar de peces y vida marina. Aunque no se ha reconocido oficialmente el acto de salvamento de los pescadores, su historia ha quedado en la memoria local como un acto de valentía y humanidad en tiempos de guerra.
Alquiler de barcas a motor en Menorca: otros naufragios más conocidos en las islas Baleares
Éstos son sólo algunos de los otros naufragios más conocidos en las islas Baleares, pero hay muchos más.
Es importante tener en cuenta que los naufragios pueden ser peligrosos y solo deben ser visitados por buceadores certificados y experimentados. Además, se requiere obtener los permisos adecuados y seguir las regulaciones locales para realizar inmersiones en sitios de naufragios. Si estás interesado en visitar alguno de estos naufragios, te recomiendo contactar a centros de buceo y obtener información actualizada sobre las condiciones y requisitos necesarios. En nuestro equipo de alquiler de barcas a motor en Menorca podemos asesorarte para que hagas de tu experiencia en la isla algo inolvidable y maravilloso.
Agradecemos a Buenaventura Pons y Guido Pfeiffer, entre otros ya aludidos, por la información y las fotos.
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