Sucesos
(HECHOS GRAVÍSIMOS) Expediente Royuela: La mayor trama criminal y de corrupción de España
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4 años agoon
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Reproducido
JM (Reproducido)- Alberto Royuela Fernández, de 81 años (nació en 1938), padre de seis hijos, maestro industrial electricista que ha trabajado fundamentalmente en su empresa de electricidad (tenía 180 empleados) y como “subastero”, es decir, experto en pujas en las subastas judiciales. De madre y familia vasca pero que siempre ha vivido en Barcelona. Su madre murió, abandonada por su marido, cuando él tenía cuatro años y su padre, cuando tenía cinco. Tuvo tres hermanos, evacuados con seis y siete años a la URSS durante la guerra, a los queconoció con 25 años y que a la vuelta se afiliaron al PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, de ideología comunista). Uno de ellos había llegado a ser Teniente Coronel del Ejército Rojo.
Alberto se ha definido a sí mismo en muchas ocasiones como falangista “joseantoniano y nacional sindicalista”, añadiendo que perteneció a los Servicios de Información del Régimen anterior (“asuntos internos” del Movimiento); escribió un libro titulado Diccionario de la Ultraderecha (Dopesa, 1977) y era admirador de Blas Piñar. En 1971, cuando era Consejero Local del Movimiento por Barcelona, interpuso una denuncia contra el Opus Dei por actos contra el Movimiento Nacional. En 1976, siendo por entonces secretario general de la falangista Hermandad Nacional de la Guardia de Franco, fue detenido por motivos políticos arbitrarios; al año siguiente prácticamente desapareció la Hermandad por trabas administrativas y persecución policial. Aquello fue el inicio de una numerosísima serie de infundadas detenciones políticas por los más variados motivos, seguidas de posteriores puestas en libertad sin condenas: declaraciones sobre el paradero de los secuestrados Oriol y Villaescusa en febrero de 1977, atentado contra el semanario satírico El Papus en septiembre de 1977, ¡el Atentado de Bolonia! (obra de los servicios secretos italianos), asalto al Banco Central de Barcelona en mayo de 1981 aplicándole la ley “sin ninguna prueba” según sus declaraciones, incidentes en la Plaza de Oriente de Madrid el 20N de 1981, etc.
En 1982 Fuerzas Eléctricas de Cataluña SA (FECSA) empezó a subcontratarle trabajos cada vez peores, teniendo que cerrar su empresa y dedicarse a las subastas para aprovechar su experiencia, llegando a ser determinante en los remates judiciales en los años 80. En ese negocio frecuentemente sufría denuncias o eran paralizadas las subastas, lo que hacía pensar a sus abogados que eran instigadas por los fiscales[ii].
Sobre el año 1992 descubrió que todos sus teléfonos estaban “pinchados”.
Pero en 1993 murió su hijo Javier Royuela Samit, oficialmente por una sobredosis de droga; antes había sufrido otras dos. Estuvieron buscándolo todo un día hasta que una policía municipal les avisó de que había aparecido “muerto en la calle San Pablo, enfrente de la Guardia Civil”. En el atestado ponía “varón no identificado de raza árabe”, y también en las actuaciones del juzgado, a pesar de que el cadáver portaba su DNI. Además, en comisaría dijeron que les habían estado llamando a casa, lo que no cuadra con la falta de identificación. Aunque la familia armó jaleo, la cosa quedó ahí, como algo extraño y como mala praxis judicial.
El padre estuvo yendo todas las semanas durante tres años al cementerio, hasta que un día encontró pintadas que decían: “un Royuela menos”.
A partir de aquí se cruzan en su vida los fiscales Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena Álvarez, e incluso Margarita Robles Fernández (León, 1957), quien fue la primera mujer que presidió la Audiencia Provincial de Barcelona, con 34 años, entre 1991 y 1993. Cada vez que ganaba una subasta era denunciado por abogados laboralistas por “maquinar para alterar el precio de las cosas”. En uno de los juicios la juez Margarita Robles le condenó a tres años y medio; por lo general las condenas a más de tres años las apelaba en Madrid y siempre acababa ganando el juicio tras su repetición sin intervención de ningún juez que hubiera participado antes. Debido a todo esto comenzó a hacer averiguaciones y se enteró por su hermano Fidel, que aún conservaba muy buenos contactos en Rusia, que ambos fiscales pertenecían a la organización “Bandera Roja” y estaban a las órdenes del Kremlin. Villarejo y Mena militaban formalmente en el PSUC (siendo uno malagueño y el otro burgalés), juntos fundaron la clandestina asociación Justicia Democrática (1972) y la Unión Progresista de Fiscales (1980), y fueron Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, respectiva y sucesivamente, entre 1987/1995 y 1996/2006. He ahí la motivación política de la persecución.
Más adelante, por otros contactos, Alberto supo que había una especie de “servicio secreto del PSOE”, en gran medida diseñado por Juan Alberto Belloch (fundador en 1984 de la Asociación Pro Derechos Humanos del País Vasco y portavoz del colectivo progresista Jueces para la Democracia, Vocal del Consejo General del Poder Judicial entre 1990/93 y por entonces Ministro de Justicia e Interior con Felipe González -1993/96-), con la colaboración de Margarita Robles, su Secretaria de Estado de Interior, y al que Mena y Villarejo pertenecían.
A través de un amigo venezolano, Santiago Ospedales, Alberto pudo hacerse con documentos relativos a sus cuentas bancarias en Venezuela y otras naciones, informaciones que comprobó a través de Interpol y otros organismos, interponiendo con esa documentación una denuncia, en el Juzgado nº 32 de Barcelona, contra Mena, Villarejo y su círculo más cercano. Esta denuncia no fue admitida a trámite y, encima, además de acusarle de actuar por motivos de odio y políticos, fue sometido a una pericial para demostrar que estaba loco, cosa que, lógicamente, no cuajó. El juez venezolano de Tucacas que envió aquellas pruebas murió a consecuencia de un accidente[iii].
En 1999 Alberto fue condenado en firme por el Tribunal Supremo, por una sentencia impuesta dos años antes por el tribunal que presidía Gerard Thomas Andreu, a dos años de cárcel por falsificación en documentos privados y estafa; previamente, en 1995 y por esta causa, la juez Rosario (Roser)Aixandríi Tarré había decretado la prisión preventiva de Royuela durante poco más de dos meses.
Entre octubre de 2000 y junio de 2001 Alberto interpuso otras denuncias contra Villarejo, el Presidente de la Sección Novena de la Audiencia de Barcelona, Gerard Thomas, y la Magistrada de Instrucción, Aixandrí, con el resultado de ser condenado a año y medio de cárcel y multa de 12.960 € por un delito continuado de acusación y denuncia falsa, condena que no cumplió por ser menos de dos años y no tener antecedentes penales. En julio de 2001 el Supremo archivó la denuncia de Royuela contra Mena y Villarejo, deduciendo testimonio contra él; la prensa, al dar la noticia, la acompañó con la de que Alberto había ido en las listas del GIL (Grupo Independiente Liberal), el partido de Jesús Gil. Un año después se presentó otra denuncia similar … con similar final.
Prueba documental (trascripción y fascímil) de las órdenes de persecución de Mena a los Royuela.
En 2001 fue detenido su hijo Santiago Royuela Samit (Barcelona, 1975) por fabricar una bomba casera y colocarla en un centro de okupas donde se iba a celebrar un concierto-homenaje a separatistas vascos; la bomba solo causó heridas a dos de los que la colocaban. En 2005 fue condenado a seis años de cárcel por “terrorismo no en banda armada”; más adelante se demostró por los papeles de Mena que éste forzó aquella condena. Santiago, licenciado en físicas, en su día militante de AUN y PxC, pasó en prisión casi 10 años por dos juicios de faltas, el anteriormente citado y otro casi continuación del mismo, por arrojar el teléfono móvil a otra persona, por lo que fue condenado a tres años y medio; salió de prisión definitivamente en 2016. Ha escrito el interesantísimo libro El Fiscal: Corrupción en la Fiscalía de Cataluña, basado en hechos reales, auto-editado (2020, Amazon), que narra su vida en prisión y el entorno de Mena, quien reconoció en sus papeles actuar contra él para frenar a su padre.
En 2003 el padre, Alberto Royuela, que había participado en la formación del partido político Plataforma per Cataluña (PxC) el año anterior, fue condenado por “denuncias falsas” de evasión de capitales contra Mena, Jiménez Villarejo y otros. Dos años después fue encausado por “vender cuadros robados”, hechos que se habían producido en 1998.
En resumen, con independencia de posibles prácticas poco elogiables en sus negocios, los Royuela habían sufrido hasta entonces una clarísima y dura persecución por la prensa y los organismos políticos y judiciales.
Morín, su mujer y uno de sus abortorios en Barcelona. Mena era su socio secretamente y también proporcionaba clientes a comisión, además de almacenar su archivo en una de las clínicas.
Pero la Providencia provocó en 2004 el comienzo del fin de la mano de la cadena de TV pública danesa DR, con su reportaje con cámara oculta de los abortorios del peruano “Doctor” Carlos Morín Gamarra. En sus barcelonesas clínicas Ginemedex, T.C.B y Emecé se hacían ilegales abortos tardíos de incluso siete y ocho meses (hasta 33 semanas) a mujeres que venían de Francia, Gran Bretaña, Holanda, Alemania e incluso Australia, constituyendo un vergonzoso caso emblemático a nivel mundial. Tras una larga batalla, el partido Alternativa Española (AES), fundamentalmente, y el Centro Jurídico Tomás Moro (inicialmente también E-Cristians) consiguieron que el Tribunal Supremo condenara en 2018 a un abortista por primera vez, cerrando sus tres clínicas.
Cuenta Alberto Royuela que Fernando Durán Salmerón, un camarada suyo de la Guardia de Franco, le contó que Mena era socio encubierto de su cuñado, el doctor Morín, y que por ello sabía que en una de sus clínicas tenía un zulo muy grande (Ginemedex, c/. Dalmases) al que solo tenían acceso Mena y otras dos personas, con documentación.
Le puso en contacto con tres trabajadores de la clínica y estos, un buen día, le dijeron que, debido a la denuncia por los abortos ilegales y el consiguiente riesgo de registro, les habían ordenado destruir la documentación de Mena. Alberto compró secretamente la documentación por 80.000 €; luego la trasladó a Francia, pagando por ello otra suma de dinero. Allí se examinaron las 36.000 carpetas, cada una con unas 15/20 hojas manuscritas por Mena y sus colaboradores, descubriéndose la trascendental importancia de su contenido, incluido el asesinato de Javier Royuela, el cual Mena no
Tras ello, Alberto Royuela y su hijo Santiago se dedicaron a estudiar la documentación, transcribirla literalmente y organizarla, para poder emplearla en denuncias y difundirla a través de las redes sociales y de su página web. En 2006, Alberto puso una denuncia en el Tribunal Supremo, pues Mena era aforado al ser desde 1996 Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Pero todo eso merece un espacio mayor para su merecida exposición.
Internacional
Diez consejos para moverse en el mundo de lo conspirativo (CONSPIROLOGÍA I de II). Por Ernesto Milá
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4 días agoon
10/10/2024By
Ernesto Milá
1) Las conspiraciones existen, pero, cuidado con interpretar toda la realidad en función de teorías conspirativas. Existen aquellos que, intuyendo cómo va a ser el desarrollo económico-social de los próximos años, se adelantan y se presentan como los “diseñadores del futuro”, cuando, en realidad, no son nada más que pobres aprovechados que tratan tener un protagonismo mediático avalados por su patrimonio y con la simple intención de aumentarlo. Un ejemplo, es Klaus Schwab, presidente del Foro de Davos o George Soros, el inversor. El proyecto de ambos, empieza y termina con el objetivo de aumentar su capital. Dado que no pertenecen a ninguna dinastía económica que lleve generaciones multiplicando su capital, ni tampoco han sido creadores de nuevas tecnologías, se han visto obligados a adoptar, para su juego lucrativo personal, la ideología “progresista” que, tradicionalmente ha acompañado a tales dinastías (los Rothschild, los Rockefeller, los Mars, los Walton, etc), cuyos hijos, habitualmente, se han formado en la London Economic School, inicialmente, de obediencia “socialista fabiana”. Pero sería un error considerar que el “socialismo fabiano”, hoy, está detrás de cualquier proyecto conspirativo: su papel político -hoy completamente disminuido incluso en su tierra natal y, no digamos, en los partidos socialistas de los demás países occidentales (en el PSOE existió una “tendencia fabiana” hasta mediados de los 80)- es irrelevante y lo más que se le puede atribuir es la concepción “gradualista” de los procesos de cambio social. La única conspiración que puede atribuirse a estos multimillonarios es la de fomentar maniobras para aumentar más su patrimonio. Para ello cuentan con “redes de influencia” (Bilderberg, Trilateral, CFR, Foro de Davos, Club de Roma, fundaciones, y un largo etcétera) que sirven, sobre todo, para “socializar” a estas élites económicas, foros de intercambio de informaciones y de relaciones entre el mundo de la política, los negocios y la comunicación. Pero no existen datos suficientes como para suponer que son “centros de planificación” del futuro para toda la humanidad. El mundo moderno es demasiado complejo como para pensar que puede ser dirigido por una élite económica que solamente piensa en sus dividendos y en sus márgenes de beneficios.
2) Existen decenas de asociaciones que suelen ser consideradas como “centros del poder mundial” (que hemos mencionado en el párrafo anterior, la mayoría formada desde el último tercio del siglo XIX hasta nuestros días). Tales centros de poder se han formado en torno a personalidades que disponen de una concentración de capital suficiente como para que lo que hagan con él pueda repercutir directamente en la sociedad y en las políticas de los Estados. Y la ley intrínseca del capital es la necesidad de aumentar y multiplicarse. Por tanto, tales asociaciones suponen un intento de favorecer los intereses de sus miembros a despecho de los intereses de las naciones o de los intereses de la sociedad. No es una novedad propia del siglo XXI el que los intereses de los círculos globalizadores (cuyo único empeño es obtener mayores dividendos para sus inversiones y para los cuales no existen los conceptos de “patria”, “nación”, “sociedad”, ni siquiera ética o moral, sino el simple lucro) y los círculos mundialistas surgidos de proyectos místico-idealistas nacidos en el siglo XIX y que se centraban en la idea de “unificación mundial” (cuyos bastiones son hoy la clase funcionarial de las Naciones Unidas y de la UNESCO, impulsores hoy de la Agenda 2030) se alíen en el mismo impulso: ideas como el “cambio climático” (y la difusión de informaciones que general alarmas sociales aunque estén lejos de ser comprobadas), la “transición energética”, la política de estímulo de las migraciones, la lucha contra la soberanía de los Estados-Nación, definir como racismo, intolerancia y xenofobia a quienes se oponen a estos designios, la generación de miedo a través de pandemias (y la venta masiva de remedios que constituyen peligros mucho mayores que los males que dicen resolver), la apertura de nuevos frentes de negocio vinculados a los mitos contenidos en la Agenda 2030, la creación de problemas artificiales (todo lo relativo a lo LGTBIQ+), la impulsión de la “corrección política”, de nuevos modelos educativos, la difusión de drogas, ritmos y espectáculos que anulan la personalidad, el “wokismo”, todo ello, combinado, no son solo muestras del fracaso de un modelo de sociedad y de unas convicciones políticas y morales, sino, sobre todo, la apertura de “nuevos nichos de negocios” nunca antes explorados en el que los intereses “mundialistas” y los intereses “globalizadores” se combinan y se apoyan mutuamente. Eso es, llamando a las cosas por su nombre, una “conspiración” (acción de gentes que se asocian de forma secreta, clandestina o elitista para lograr determinados fines que les benefician).
3) El tiempo ha demostrado ser un gigantesco cementerio de conspiraciones. Los que ayer sostenían que la masonería era una todopoderosa estructura conspirativa contra las monarquías y a favor de las repúblicas, tuvieron razón… pero hoy la masonería no es más que un residuo de una institución todo poderosa allí donde una revolución liberal facilitaba el acceso al poder de la burguesía. Y lo mismo cabe decir de la teoría de la conspiración bolchevique: durante el siglo XX, entre 1917 y 1989, el bolchevismo fue “algo”. Hoy es un cadáver sin que disponga siquiera de fieles que lo velen. Hemos podido ver, entre 1900 y 2024, movimientos conspirativos que nacían, crecían y desaparecían. Y con ellos las teorías que las interpretaban. No puede hablarse de una “única conspiración”, lineal, inexorable y constante a lo largo de los siglos: lo que es humano tiene fecha de caducidad y bastan unas pocas generaciones para que un peligro sea conjurado, pierda fuelle o sea derrotado por otro peligro, acaso aún mayor. Únase al paso del tiempo, el azar, las nuevas realizaciones humanas fruto de la investigación científica, los nuevos procesos sociales y lo que se tendrá es un puzle imprevisible, sorprendente, en el que nadie es capaz de establecer cómo será el futuro, ni mucho menos cómo controlarlo. La flecha del tiempo siempre va hacia adelante y lo que ayer era esencial, mañana puede resultar irrelevante. No existe sociedad conspirativa alguna capaz de interpretar todos los datos existentes hoy y los que pueden aparecer sorpresivamente, para asegurarse una posición dominante permanentemente.
4) Los procesos de degradación que se están dando en la modernidad, más que frutos de la acción consciente de sociedades secretas organizadas, deberían de considerarse como muestras de la entropía. Se iría que lo que podríamos llamar “energía civilizacional” se va agotando y cada vez resulta más difícil invertir la pendiente de la decadencia. Es el proceso de lo que René Guénon llamaba “solidificación del mundo”. Esa entropía hace que el sistema humano sea cada vez más caótico. Las leyes físicas no son objeto de “conspiraciones” y la mayoría de procesos de degradación que se viven en la modernidad son producto de la falta de valores, los sistemas educativos fracasados, las concepciones de la vida tan ingenuas como inútiles, la falta de clase política digna de tal nombre y así sucesivamente. El margen que, en esta situación, puede tener una “conspiración” para actuar es relativamente reducido. Pueden existir, por supuesto, grupos económicos poderosos que se asocien en defensa de sus propios intereses y contra los intereses generales y son esas conspiraciones las que vale la pena denunciar, como también, paralelamente, es necesario denunciar las situaciones de degradación de la vida social y cívica que se están produciendo y que podrían resolverse si existiera interés en hacerlo. Ese absentismo de la clase política a la hora de afrontar problemas reales, es el resultado su incapacidad, una verdadera selección a la inversa en la que los más aptos, preparados y generosos, se han retirado del terreno político, dejándolo como pasto para psicópatas, incapaces, aprovechados, corruptos y vividores. La entropía actúa y aumenta el caos social.
5) No hay teoría conspirativa perfecta: todas adolecen de algún problema y todas quedan superadas a corto plazo por los hechos. Las teorías conspirativas perfectas (es decir, cuya interpretación de las causas y de los efectos superan el espacio y el tiempo y tienen un alcance universal) solamente podrían existir en una sociedad orgánica en cuyo interior rige un principio de orden, pero no en una sociedad que se dirige a marchas forzadas hacia situaciones cada vez más caóticas. Hoy, la única conspiración posible es lo que podríamos llamar “conspiración plutocrática”, esto es, la “conspiración del dinero”, pero no es el una conspiración propiamente dicha, sino el resultado de las leyes de la oferta y de la demanda y de la existencia de grandes monopolios y consorcios que falsean el principio de libertad económica: en un momento en el que los Estados cada vez son más débiles y los grupos económicos más fuertes, no existe ni puede existir “libre competencia” (el factor necesario para garantizar la inexorabilidad y la justeza de la ley de la oferta y la demanda). Las grandes acumulaciones de capital, por su necesidad de obtener réditos del dinero invertido, necesariamente imponen su voluntad sobre los Estados. Pero, más que hablar de una “conspiración” estaríamos hablando de las lacras aparecidas en las últimas fases de acumulación de capital. Por otra parte, pensar que lo que hemos llamado “sociedades del poder mundial” (Bildelberg, Trilateral, Grupo de Davos, etc.) forman grupos unidos de conspiradores significa no conocer que mientras existan dos capitalistas, existirá rivalidad entre ellos, y si bien ambos tendrán enemigos comunes que derrotar, también entre ellos son y serán siempre enemigos: así lo impone la ley de oro del capitalismo. Éste, en su incesante acumulación de capital reduce los actores protagonistas, a unos pocos magnates que compiten entre sí. No hay paz entre ellos. No puede haberla porque la competencia impide alianzas a largo plazo.
6) Lo que se identifica habitualmente como “actores activos” en las teorías de la conspiración, son en realidad grupos económicos, carteles, dinastías financieras, en muchos casos más fuertes que la mayoría de los Estados que se mueven en defensa de sus intereses. No solo se trata de obtener buenos dividendos hoy, sino de que los que se obtengan el próximo año sean mayores, que el conglomerado industrial y financiera, sea cada vez mayor y eso implica adoptar determinadas estrategias, fundamentalmente, ante los Estados Nación (que, por el momento, son las únicas estructuras que poseen instrumentos suficientes para poner coto a su rapacidad (mediante gobiernos soberanos, provistos de fuerzas de seguridad, instituciones, legislación, métodos coercitivos y fiscalidad). De ahí que todos estos actores activos, tengan como objetivo central disminuir la autoridad y la soberanía de los Estados (y, por tanto, no puede extrañar que apoyen y promocionen a los políticos más corruptos, débiles y amorales que puedan satisfacer con más facilidad los intereses de los grupos económicos). Pero, a partir de ahí, tras ese objetivo común, todo es “competencia” y, por tanto, rivalidad, lucha y conflicto. No existe una sociedad de plutócratas conspiradores que sean solidarios entre ellos y entre los cuales, la rivalidad, la búsqueda de mayores beneficios les garantice paz, armonía y solidaridad eterna.
7) Los fascismos históricos, en especial allí donde tuvieron más arraigo, surgieron de “teorías de la conspiración” que tuvieron altos niveles de aceptación en tanto que respondían a fenómenos muy reales que habían ocurrido con anterioridad. Pero, tras la guerra mundial, los movimientos neofascistas tuvieron una irreprimible tendencia a interpretar los hechos históricos que ocurrieron a partir de 1945, en función de distintas teorías conspirativas que, en realidad, eran reformulaciones de antiguas teorías, refinadas y readaptadas. Los neofascismos y, por extensión, la extrema-derecha no son los únicos ambientes políticos en los que se han manifestado teorías de la conspiración (incluso la propia interpretación marxista de la historia puede ser considerada como una de estas teorías en las que “la burguesía” trata de imponerse al “proletariado”), pero si son aquellos que, por su psicología particular, por la sombra de la derrota de 1945, hayan puesto mayor énfasis en fijar interpretaciones conspirativas (que, recordémoslo, interpretan una realidad compleja en función de teorías muy simples).
8) Ninguna de las teorías de la conspiración que circulan en la actualidad -y que, en buena medida, son compartidas por neofascismos, postfascismos, nacional-populismos o extrema-derecha- es completa y verificada. Obviamente, la que encaja mejor con la realidad es la denuncia realizada contra el mundialismo; en el resto de conspiraciones que hemos analizado parece evidente que se trata de interpretaciones erróneas o con cierto nivel de desenfoque, de problemas realmente existentes. No puede decirse, por ejemplo, que la inmigración musulmana a Europa, con la consiguiente islamización del continente, sea un fake. El problema existe y cada día que pasa es más aguda, incluso en algunos países, es cuestión de tiempo que estalle la guerra civil, étnica, religiosa y social. Pero ninguna de las teorías conspirativas elaboradas para interpretar el fenómeno responde a todas las preguntas planteadas, ni siquiera explican la pasividad de los gobiernos de Europa Occidental ante el fenómeno que pone dudas sobre la viabilidad de estos estados en un futuro desgraciadamente muy próximo. Lo dramático es que el fenómeno existe, que no es un fenómeno grave, sino gravísimo, ante el cual la mayoría de gobiernos parecen paralizados, pero hasta ahora, ninguna teoría de la conspiración ha logrado integrar todos los elementos presentes en la ecuación y aportar un enunciado único que sea capaz de responder a todas las cuestiones que podrían formularse. Ya lo hemos planteado: un George Soros, ¿sería capaz, sin dudarlo, de provocar una guerra civil étnica sólo por “odio” hacia la Vieja Europa, a sabiendas de que lo que quedara de Europa después del conflicto haría que se perdiera el producto de décadas de especulación bursátil realizada por el propio Soros? ¿Cómo integrar en una interpretación de este tipo el axioma económico de que “el dinero es cobarde” y huye de los conflictos? Ninguna de las teorías de la conspiración ha logrado responder a cuestiones tan simples como ésta.
9) La “teoría de la conspiración mundialista” es, por el momento, la que mejor se adapta a la interpretación de la realidad del siglo XXI. Enunciada en medios neofascistas franceses de la segunda mitad del siglo XX acierta a la hora de establecer responsabilidades en los organismos internacionales que surgieron tras la Segunda Guerra Mundial, en especial las Naciones Unidas y la UNESCO. Todo induce a pensar que los grupos de funcionarios, fuera de cualquier disciplina de nación o Estado, de estos organismos, muy influidos por determinadas corrientes místicas nacidas en el siglo XIX, favorables a la “unificación mundial”, hayan elaborado un programa -la Agenda 2030- como antes elaboraron otros muchos (los “Objetivos del Milenio”) pactado en parte con grupos económicos globalizadores. La teoría de la conspiración que logre trasladar a las masas la convicción de que un grupo de funcionarios alucinados a los que nadie ha elegido, han elaborado un plan de “unificación” y que este grupo funcionarial ha pactado con las mayores acumulaciones de capital, cuáles van a ser las mejores áreas de inversión (energías verdes, transición energética, energías renovables) y que la invasión demográfica es el mejor método para que Europa gane competitividad (a despecho de que pierda en identidad, se islamice o la brutalidad se extienda por sus calles), esa teoría logrará comprender los rasgos de nuestra época y la decadencia presente y futura.
10) Las teorías de la conspiración, en sí mismas, son meros modelos de interpretación de la historia, más o menos próximos a la realidad (o completamente alejados de ella en el caso de las teorías conspiranoicas). Pero lo que, en el fondo cuenta, es la capacidad de recuperación de las condiciones normales de vida, de libre albedrío y de libertad de los pueblos. Las teorías de la conspiración se han preocupado solamente de interpretar los sucesos que ocurren en Occidente. Pero, ahora, en tiempos de mundialización, las interpretaciones “eurocéntricas” ya no son válidas. Estas interpretaciones se identifican con las que hemos llamado “teorías clásicas de la conspiración”, de las que las que hoy maneja la extrema-derecha, el postfascismo y los medios conspiranoicos, no son más que adaptaciones o reformulaciones. Lo que valía para la Rusia de 1917, ya no vale para la China o para la Argentina de 2024. Todo período histórico precisa de un modelo interpretativo, para entenderlo y prever su evolución futura. Entre todas las teorías de la conspiración, incluida la mundialista, la más próxima a la realidad, no hay ninguna que consiga integrar todos los elementos y factores que operan en la modernidad y dar una respuesta sobre los motores del proceso entrópico, con nombres y apellidos. Aquel que logre elaborar una teoría global sobre los orígenes y los factótums de la crisis de civilización actual, conseguirá que sus epígonos la traduzcan en términos políticos en un programa de reconstrucción de los pueblos. Si es que ello es posible. Puede ocurrir también que la realidad mundial actual sea tan completa y diversa, según grupos sociales, continentes y civilizaciones que, esta tarea sea imposible y, a la postre, el caos que estamos viviendo sea solamente el resultado de la entropía que sufre cualquier sistema cerrado de energía: cuando ésta se agota, el sistema, al estar cerrado, entra en crisis. Y el planeta Tierra, más vale que no lo olvidemos, es precisamente un sistema cerrado de energías diversas cada vez más agotadas, como consecuencia de lo cual, en lugar de tender al orden, tienden al caos.
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