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‘Fit for 55’: cuando populares, socialistas y ‘liberales’ hipotecaron el futuro de España. Por Jorge Buxadé

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El 14 de Julio de 2021 la Comisión Europea presentó trece propuestas normativas bajo la denominación propagandística ‘Fit for 55‘ con el objetivo de conseguir, se decía, una reducción del 55% en las emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2030. Dos meses antes, en España, el Congreso de los Diputados, con el voto en contra de VOX, había aprobado la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica, que como he explicado ya en varias ocasiones, cercena la capacidad productiva de energía en España y nuestra producción minera, de paso.

El fanatismo climático de ese conglomerado amorfo pero real, formado por ecologistas radicales, partidos verdes y socialdemócratas norteños, grandes empresas eléctricas, la ONU con su Agenda 2030, y foros globalistas como el de Davos con los megamillonarios al uso, imponen sus intereses particulares al de las economías familiares y empresas europeas.

El paquete implicaba cambios radicales en nuestro modelo económico que afectan a sectores esenciales en nuestra economía: la energía en hogares y transportes, las emisiones de los automóviles, la agricultura, o el sistema de comercio de emisiones de CO2, al que ya dediqué una serie de artículos en el mes de marzo de 2022. La subida del precio de la energía que se produjo ya hace un año no les detuvo. Es lo que tienen los fanáticos.

La Agenda 2030 le puso precio a nuestra soberanía energética: se llama inflación, se llama ruina de hogares y autónomos; más impuestos, restricciones, limitaciones de la libertad personal y colectiva; subida de tipos; en fin, ruina y miseria para las clases medias, populares, trabajadoras.

El paquete ‘Fit for 55’ se votó en las plenarias del Parlamento Europeo de junio y julio de este año. Rusia ya llevaba meses en su invasión de Ucrania. Las limitaciones y restricciones a la importación de gas ruso, la escasez de energía y la subida del crudo y del gas argelino o yanqui ya estaban causando estragos en nuestras economías y bolsillos. Pero a ellos les dio igual. Les dio igual a los socialistas españoles, y votaron a favor. Les dio igual a los populares del PP, y votaron a favor. Les dio igual a los que se dicen liberales, y votaron a favor. Es lo que tienen los fanáticos. Es lo que tienen los que han decidido ser subyugados por el agendismo globalista.

En España, sus líderes hacen como que les preocupa la cosa, pero todos, socialistas, populares y demás progres votaron a favor, invariablemente, de la inflación, de la dependencia energética y del sometimiento a los dictados de ese conglomerado amorfo pero real.

La Unión Europea no ha cambiado nada de su Pacto verde y Agenda 2030 para adaptarla ni a los efectos de la crisis del coronavirus, ni de la guerra, ni de nuestra evidente dependencia energética e industrial a los otros grandes espacios: Islam, China, India, Rusia o Estados Unidos. Esa obsesión de la Comisión Europea – agravada en el Parlamento Europeo por los votos de populares, socialistas y liberales (sic) – resulta obscena.

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Sus últimos votos a favor eran ya con la gasolina a más de 2 euros; con la inflación en dos dígitos, con el Banco Central Europeo anunciando subidas de tipos de interés. No se crean las milongas sobre los buenos gestores. Los buenos gestores no votan a favor de medidas que amenazan estrangular la yugular de su pueblo.

Los españoles ya estamos pagando desde hace meses la transición verde con mayores precios en el transporte, la factura eléctrica o los alimentos. En septiembre de 2021 ya Solidaridad, el único sindicato español que se enfrenta a los intereses comunes de patronales del IBEX y sindicatos corruptos subvencionados, convocó una manifestación contra la subida de la factura eléctrica.

Por muchas medidas de ahorro y eficiencia energética que se impongan a familias, autónomos y empresas españolas, nuestra dependencia en sectores estratégicos como la energía, industria o alimentación, seguirá aumentando por culpa de las políticas de Bruselas, aprobadas – lo escribo por cuarta vez – por populares, socialistas y liberales (sic).

Durante la tramitación parlamentaria, VOX ha realizado en Bruselas propuestas concretas, con objetivos más realistas, ajustados a las necesidades de España, sin fanatismos, con sustento en la evidencia científica y en defensa de nuestras pequeñas y medianas empresas.

Apunten lo que propuso VOX y el consenso fanático rechazó. Primero, cambios en el Régimen Europeo de Comercio de emisiones para que puertos como el de Algeciras no se vean perjudicados en favor de puertos vecinos como Tánger, exentos de cumplir con obligaciones europeas en materia de emisiones; segundo, exclusión de islas y territorios ultra periféricos en las restricciones al sector aéreo; exclusión del transporte por carretera del sistema de derechos de emisión para no encarecer el transporte por autobús y proteger a las clases populares; tercero, medidas protectoras de los sectores del acero, aluminio y cemento para que nuestra industria no se vea condenada a deslocalizar la producción en el extranjero ante la ineficacia del mecanismo de ajuste en frontera de carbono; en fin, cuarto, oposición a la eliminación del motor de combustión en 2035 y rechazo de una estrategia de movilidad exclusivamente basada en el coche eléctrico que se traduciría en privar de medio de transporte privado a muchos ciudadanos que más están sufriendo la crisis.

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Los “buenos gestores” se unieron a Von der Leyen, Sánchez, Draghi, Scholz o Macron. Gestionar sin convicciones, es hipotecar el mañana.

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