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Tribunales

El Senado aprueba castigar hasta con 4 años de cárcel huir tras un accidente

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La sesión ha contado con la presencia de Anna González, que en 2016 lanzó una campaña para evitar la impunidad de casos como el que acabó con la vida de su marido ciclista.
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El Pleno del Senado ha aprobado este miércoles con el apoyo de todos los grupos salvo el de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea la modificación del Código Penal para endurecer las penas por imprudencias en la conducción y castigar hasta con 4 años de cárcel abandonar el lugar del accidente tras haberlo causado.

La reforma, que ha sido aprobada de forma definitiva al no incluirse enmiendas sobre el texto que salió del Congreso, corrige la reforma del año 2015 del Código Penal situaciones como el castigo por el abandono del lugar de los hechos si la víctima seguía viva, pero no si había fallecido.

Ese era el caso de Anna González, la mujer que impulsó la campaña que dio vida a ésta reforma, ‘#PorUnaLeyJusta’, después de que su marido falleciera en 2013 cuando circulaba en bicicleta atropellado por un conductor que se dio a la fuga, para que casos como este no quedaran impunes.

A partir de hora, abandonar el lugar del accidente si éste es fruto de una imprudencia propia estará penado con de dos a cuatro años de prisión. Si fuera fortuito, el castigo sería de tres a seis meses de cárcel.

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El texto ha salido adelante con 222 votos a favor, 17 en contra y ninguna abstención, tras rechazar las diez enmiendas de Unidos Podemos, cuya senadora Celia Cánovas ha dicho estar de acuerdo con el fondo de la ley, no con la forma.

Sus enmiendas pretendían “mejorar” tanto el Código Penal como la legislación civil que afecta la indemnización y la reparación de las víctimas de accidentes, según la senadora.

La norma, además de introducir el delito de abandono del lugar del accidente, endurece las penas a los conductores imprudentes al volante que causen accidentes con muertos o heridos.

Establece que aquellos conductores que causen accidentes con varios muertos se enfrentarán hasta a nueve años de cárcel.

Un delito contra la seguridad vial que cause fallecidos o heridos será siempre tipificado como imprudencia grave y castigado con penas de entre 1 y 4 años de prisión; pero si esa imprudencia causa al menos dos muertos o uno y un herido muy grave, se podrá condenar a seis años. Si son “muchos” los fallecidos, el castigo puede ser hasta de 9 años de prisión.

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Y las imprudencias menos graves al volante con resultado de lesiones leves, según el texto, pasarán a castigarse por la vía penal y no por la administrativa como hasta ahora.

La sesión ha contado con la presencia de Anna González, que en 2016 lanzó la campaña para evitar la impunidad de casos como el que acabó con la vida de su marido y ha logrado conseguir el apoyo de más de 326.000 personas a través de la plataforma Change.org.

En consecuencia, se ha mostrado “muy satisfecha” de que se apruebe una ley “para personas”, que a partir de hoy contarán con una protección en caso de la fuga del conductor o en caso de sufrir lesiones en carretera. “El que se fugue la va a pagar”, ha declarado en una rueda de prensa horas antes de la votación.

No ha sido la única familiar y víctimas de accidentes, o representantes de asociaciones y colectivos de ciclistas que ha asistido en la Cámara Alta a la votación. La asociación DIA ha mostrado su satisfacción y ha fijado el nuevo objetivo: el baremo de indemnizaciones.

El senador del PP Remigio Delgado ha defendido que esta ley “trata de definir mejor cuales son las conductas delictivas que se producen en las carreteras” y el socialista Juan Luis Soto ha opinado que no hay mejor forma de despedir la legislatura que con esta aprobación.

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También el senador del grupo vasco Jokin Bildarratz ha celebrado que este sea el último texto que “va a ver la luz en esta Cámara” antes de su disolución, mientras que el parlamentario de Ciudadanos Tomás Marcos ha considerado que con esta reforma se envía un mensaje claro a la sociedad a la que pone en cuenta de que “el alcohol y las drogas deben quedar fuera de las carreteras”.

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Sucesos

Víctimas de ETA: El Gobierno se orina en sus muertos. ¿Han encontrado sus gónadas ya y harán algo útil, o siguen como siempre?

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El Gobierno traslada al País Vasco a los etarras que mataron a Jiménez Becerril y Ernest Lluch

Las víctimas denuncian que quedan 14 terroristas sin trasladar a País Vasco y Navarra siguiendo la «hoja de ruta de humillación»

La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, ha acordado con el Gobierno Vasco el acercamiento de otros seis presos de ETA, así como de un septimo que irá a la prisión de Pamplona (Navarra), incluyendo los asesinos del exministro socialista Ernest Lluch y del concejal del PP en Sevilla Alberto Jiménez-Becerril y su mujer Ascensión García.

Entre los acercados al País Vasco están Fernando García Jodrá y José Ignacio Cruchaga Elezcano, condenados ambos por el asesinato -entre otros- del exministro socialista Ernest Lluch. También José Luis Barrios, el etarra condenado por asesinar al matrimonio Jiménez-Becerril.

Los otros etarras que irán a prisiones vascas -cuyo Gobierno asumió el año pasado las competencias en materia penitenciaria- son Fernando Elejalde Tapia, Jesús María Echevarría Garaicoechea y Daniel Pastor Alonso. Todos tienen delitos de sangre. A Pamplona irá Francisco Ruiz Romero, condenado por matar al político navarro Tomás Caballero, padre del actual presidente de la Fundación de Víctimas del Terrorismo.

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Para la Asociación de Víctimas Dignidad y Justicia, este acercamiento demuestra que hay un plan del Gobierno para que el máximo número de etarras posibles vuelva a casa por Navidad. «Hoy se culmina prácticamente la ‘operación Almendro’ de Sánchez para tener a todos los asesinos de nuestros familiares antes de final de año, incluso antes de Navidad. Hoy 7 de los 14 que faltaban. Hoy con alevosía y nocturnidad los acerca y nos lo comunica a las 14.30 h del viernes de las comidas de empresa y de Navidad», ha denunciado Daniel Portero, presidente de la asociación, en declaraciones a THE OBJECTIVE.

Por su parte, la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) ha criticado que «los socios de Bildu siguen con su hoja de ruta de humillación a las víctimas del terrorismo». Según su recuento, ya sólo quedan 14 etarras cumpliendo condena en prisiones que no sean las del País Vasco y Navarra tras poner fin el Gobierno de Pedro Sánchez a la política de dispersión.

Más del 90% de los presos, en el País Vasco

En cualquier caso, estos movimientos suponen, según denuncia las asociaciones de víctimas, un paso previo al fin de los acercamientos y a que todos los internos de la extinta banda ETA, como viene advirtiendo esta plataforma, pasen las navidades cerca de su familia «sin haberse arrepentido ni haber colaborado con la Justicia». 

La operación Navidad está a punto de culminar. O eso, al menos, dicen los datos. Con estos últimos acercamientos, ya solo 14 presos de la banda terrorista cumplen pena en prisiones fuera del País Vasco o Navarra, tras los 368 traslados que ha acordado el Ministerio del Interior con el Ejecutivo vasco, de quien depende la gestión penitenciaria desde octubre de 2021. En otras palabras, el 90,5% (158 de 180) de los internos de ETA cumple pena en alguna cárcel de las regiones mencionadas anteriormente, según cifras de la AVT.

De estas estadísticas también se obtiene otro dato: desde que Pedro Sánchez llegó al Gobierno, el Ministerio del Interior ha ejecutado el acercamiento de un preso etarra cada cuatro díasNo obstante, gran parte de estos traslados (143) se llevó a cabo en 2021. Un año en el que el departamento dirigido por Grande-Marlaska puso fin a la política de dispersión de presos etarras. Entonces, Interior ordenó el traslado de los cuatro últimos reclusos de ETA que permanecían en cárceles de Andalucía.

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Los presos que cumplen condena en las prisiones más alejadas, en concreto a más de 300 kilómetros del País Vasco, son tres. Dos en el centro penitenciario de Estremera, en Madrid; y otro en la prisión de Topas, en Salamanca. El resto, 17, se encuentran en cárceles a menos de 200 kilómetros de su casa. Ninguno de ellos, además, cumple pena en régimen cerrado. Es decir, todos gozan de tercer grado, lo que implica permisos puntuales de salida e incluso dormir varios días en casa.

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