Cine y Televisión

El poder de la televisión como aparato de propaganda y adoctrinamiento (II)

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Por José L. Román.- La historia del experimento científico del capítulo anterior, es perfectamente válida para entender cómo actuamos por ejemplo los españoles, al aceptar un mensaje lanzado por la televisión sin que seamos capaces de filtrar su contenido. El resultado no es otro que el éxito logrado en cada caso, por quienes controlan esos medios de comunicación utilizados como aparatos de propaganda y adoctrinamiento político y económico.

¿Se acuerdan de la “gripe aviar”? Pues podría servir de ejemplo. Aquella propaganda a través de los medios, especialmente de las televisiones, inclinó la balanza en los mercados bursátiles. Unos valores subieron como la espuma, mientras que otros cayeron en picado. Estas noticias, cuya difusión es previamente ensayada, logran amedrentar a la población mundial a través de una campaña publicitaria perfectamente diseñada, temeraria y agresiva, y que en aquel caso, culminó con la venta por parte de ciertos laboratorios farmacéuticos de miles y miles de mascarillas y miles litros de gel desinfectante para las manos, y de millones y millones de dosis de vacunas que, una vez distribuidas, caducaron en depósitos de sanidad mientras los ciudadanos volvieron poco a poco a su vida normal, sin apenas reflexionar acerca de aquella millonaria operación económica que vino como consecuencia de una terrorífica campaña publicitaria perfectamente orquestada.

Lo mismo sucede con los candidatos a alcanzar un sillón presidencial. Los previamente “aceptados” por quienes controlan los medios, son colocados en la rampa suave y viscosa a través de sus mecanismos de difusión para ser lanzados una y otra vez hasta las mentes de los televidentes penetrando en sus hogares. El poder que ejercen sobre la mayoría de los ciudadanos es de tal magnitud, que publican encuestas –como las últimas del CIS-, basadas únicamente en los niveles de audiencia y no por haber sido realizadas a pie de calle.

Esta maniobra repetida miles de veces, pone en manos de los poderosos lo que las mentes de los teleadictos aceptan gracias a la ingeniería social ejercida durante años sobre ellos, para que no sean capaces de filtrar absolutamente nada. La élite que nos domina conoce a la perfección su plan y sus resultados. Saben lo que han logrado con nosotros al matar nuestra capacidad de reacción, consiguiendo que no distingamos lo real de lo fantástico ni lo cierto de lo equivocado, nuestra mente simplemente graba y cumple lo que con machacona reiteración nos es enviado a través de los aparatos de propaganda.

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Y, ¿todo esto que significa? Pues que no existe pluralidad informativa rigurosa y objetiva, sino más bien un claro sectarismo por razones económicas, políticas e ideológicas. Hoy por ejemplo, en los medios controlados que son casi todos, insertan publicidad las Instituciones del Estado, gran número de multinacionales, y grandes empresas que todos conocemos, sin embargo, niegan ese volumen de ingresos por publicidad a otros medios, que fueron “marcados” desde su nacimiento como políticamente incorrectos. Dicho de otra manera, los medios no controlados por el poder político y económico, jamás tendrán derecho a esos emolumentos por publicidad para contribuir a su sostenimiento, por lo que más pronto que tarde están condenados a desaparecer.

Todo se reduce a que el poder político decide qué medios deben o no deben subsistir, y qué noticias interesa o no interesa que lleguen hasta los hogares españoles.

(Continuará)

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