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El Gobierno gastó 25.000 euros en comida ‘halal’ para la avalancha de inmigrantes tras el ‘Aquarius’

Redacción

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Refugiados a bordo del Aquarius.
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El Ministerio de Fomento gastó, entre julio y septiembre, más de 25.000 € en raciones de comida halal para los inmigrantes ilegales rescatados en el Estrecho de Gibraltar. La Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima, dependiente de la cartera gestionada por José Luis Ábalos, adquirió más de 6.000 kits de emergencia ante la avalancha masiva de irregulares interceptados en aguas españolas -mar de Alborán, Estrecho de Gibraltar e Islas Canarias- tras el ‘efecto llamada’ del Aquarius, según OKDiario.

El mismo medio señala que las raciones de emergencia “cumplen con los requisitos de comida halal dado que la mayor parte de los migrantes recogidos proceden de países musulmanes del Norte de África o África Subsahariana“. Cada una de las raciones está compuesta por una bolsa individual, envasada al vacío, que contiene alimentos cuyo aporte energético suministra las 1.500 calorías que debe proporcionar cada comida por adulto, así como “agua y zumo para prevenir la deshidratación”.

En dichas comunicaciones oficiales se reconoce, también, que los paquetes adquiridos para su distribución entre las unidades de salvamento destinadas en los puertos de Barbate, Algeciras, Motril y Almería cuentan “con fecha de caducidad de al menos un año” ya que los buques y Guardamares responsables de los rescates permanecen “inmovilizados durante largos períodos de tiempo con gran cantidad de migrantes a bordo en espera de ser desembarcados”.

Situación que obligó a Fomento a “reforzar nuevamente la cantidad de raciones de emergencia adquiridas anteriormente” de las que en poco menos de un mes -referido al período de agosto- se habrían consumido “la mitad de las suministradas en anteriores contratos” que ascendieron a más de 2.000 unidades.

Además, Fomento habilitó una partida adicional para la adquisición de 4.150 unidades de buzos azules impermeables con los que “evitar la hipotermia de los inmigrantes” durante su estancia a bordo de los buques de salvamento y “hasta el desembarco en los puertos de destino” por importe de 9.942,57 euros.

Sin publicidad no autorizada

Pese a la dimensión adquirida por el rescate del barco ‘Aquarius’ el pasado mes de junio y el énfasis del Gobierno de Pedro Sánchez, en la gestión del rescate del mismo hasta su llegada al puerto de Valencia, las directrices desde el Ejecutivo socialista han sido muy diferentes para las demás actuaciones que se han producido desde dicha fecha.

En mail remitido el día 8 de agosto desde la secretaría técnica de la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima, se recordaba al personal directo y subcontratado de la misma la prohibición de “difundir imágenes o información sobre la actividad” de la entidad “en redes sociales u otros medios”.

A cambio, el propio Ministerio de Fomento distribuía entre los trabajadores un argumentario con los datos relevantes y autorizados a divulgar en relación a la política de inmigración adoptada por el Ejecutivo socialista, tras su llegada a Moncloa, y las medidas concretas adoptadas, en dicha materia, durante sus primeros 100 días de Gobierno.

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España

Feminismo: fin de ciclo. Por Carlos X. Blanco

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El feminismo ha cerrado su ciclo. Al final, una vez que los países de Occidente llegaron a conseguir una igualdad ante la ley, que se traduce inmediatamente en una igualdad de oportunidades, esta ideología carece de razón de ser. Otra cosa es la cuestión política, no conceptual, de que se cumpla la ley.

El feminismo no puede ser, y nunca ha sido, una ideología autosuficiente. Como entidad ideológica distinta de otras que, coyunturalmente, hayan podido albergarla (socialismo, liberalismo, etc.) es un completo sinsentido. La trayectoria efectiva del movimiento ha sido más bien deletérea. Donde aterrizó el feminismo, el huésped se convirtió en organismo enfermo y muerto.

Se le puede comparar a un virus. Cuando es un movimiento social e ideológico minoritario, se aloja en un cuerpo más grande y verdaderamente autosuficiente, por cuanto este cuerpo sí ofrecía una cosmovisión, logrando desviar sus objetivos, ese movimiento es un virus. Creo que este es el caso probado del socialismo y el comunismo (en una palabra, la izquierda clásica).

La izquierda clásica llegó a albergar la ideología del trabajador: la vida es trabajo, y quien trabaja merece una vida digna, pues contribuye con su fuerza viva a la sociedad y no solo produce para su sustento y el de la familia, vivifica el cuerpo social. La izquierda clásica siempre ha teorizado un “Estado del trabajo”. Los niños, los enfermos, los ancianos, etc. pueden quedar dispensados del trabajo directamente productivo, si bien, de una manera radical, la sociedad en la ideología de la izquierda clásica es concebida como una comunidad en la cual todos aportan, en la medida en que puedan, y quien no aporta no recibe. Carece de derechos para recibir de la comunidad.

Prescindo de los detalles. Habría mucho que decir si este Estado del trabajo (“quien no trabaje que no coma”, gustaba de decir Marx) ha existido plenamente, y si el actual capitalismo tardío, sumido en la IV Revolución Industrial, después de haber prescindido de la burguesía va a prescindir también del trabajador, sustituido por robots, inteligencias artificiales y por una gran masa de consumidores-esclavos que no van a ser, estrictamente trabajadores sino más bien “carne”, objeto de consumo a su vez.

Esto, para un escrito breve, me llevaría muy lejos. Ahora solamente quiero detectar la naturaleza parasitaria de ciertas ideologías, creadas muy probablemente con el objeto (ya no disimulado) de difuminar las luchas clásicas –que siguen molestando al Capital, al Polo dominador. La lucha de los trabajadores contra el Capital era una lucha de hombres y mujeres, unidos como trabajadores, contra un sistema de dominación económico que, en cuanto se resolvía como lucha de clases, presuponía que cada una de clases (en distintas proporciones) tenía que estar siempre compuesta por hombres y mujeres. Las clases sociales, lo mismo que las ciudades o las naciones, siguen formándose necesariamente en virtud de esa –para algunos, molesta- dualidad de sexos. Machos y hembras son los trabajadores, y machos y hembras son los capitalistas. La lucha de los 51 “géneros” contra el Capital es ridícula.

La invención de la Guerra de Sexos, igual que la invención de la Guerra de Razas y otras tantas y tantas guerras de laboratorio (véase la guerra del Covid, también un producto de laboratorio), procede de los departamentos universitarios americanos que, tras una apresurada digestión del posmodernismo francés del 68, consiguieron neutralizar la Guerra de Clases, la única que molestaba al Capital, y cuyo gendarme planetario eran –y sigue siendo- los Estados Unidos de América.

La invención de la Guerra de Sexos, como la Guerra de Razas o la Guerra de Civilizaciones, es una creación pseudoideológica, pues no se trata ni siquiera de una cosmovisión (equivocada o no) sino de un virus mental creado en laboratorios yanquis, con el fin de dividir a los trabajadores y restar potencial subversivo a los propios pueblos. Toda división creada en el seno del pueblo tiene por misión restarle fuerzas para que el Polo dominante prosiga su saqueo.

Resulta patético ver a las mujeres pidiendo que se enseñen en las aulas a las “mujeres filósofas”, cuando éstas apenas existieron antes del siglo XX. Estas feministas de la filosofía harían mejor en estudiar al “macho” Hegel y al barbudo Marx. Estos machos, producto al parecer horrendo de una sociedad patriarcal, hicieron más por la liberación de la mujer que todas las feministas graduadas, doctoradas y laureadas que en el mundo han sido. Pues las ideas no tienen sexo. No importan las “mujeres filósofas”. Importan las ideas filosóficas pues éstas ya han sublimado toda la testosterona y todos los estrógenos.

 

Carlos X. Blanco

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