Opinión

De la incitación al odio al arte de amaestrar focas felices

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Fátima Pellico (*).- Aparentemente corren buenos tiempos para los adiestradores de focas. No tengo constancia de la existencia de focas asesinas o que hayan sembrado el horror y el pánico en las costas donde se las ve. De hecho siempre las he imaginado como animalillos bonachones y siempre felices.

Las personas dedicadas a este noble arte son gente de altura de miras y una especial sensibilidad moral, ética e intelectual. Seguramente no les reconozcamos si nos cruzamos con ellos por la calle porque se les puede ver mal vestidos, con un aroma ciertamente cuestionable o con un look peculiar, pero no debemos dejarnos engañar: tras esas pintas de mendigos se esconden seres humanos que sólo buscan nuestro bienestar. Son los Gregorio Marañón, Miguel de Unamuno o Antonio MAchado del siglo XXI. Les avalan más de cien millones de asesinados por acción u omisión de ayuda.

Me confieso foca disidente. De hecho, para formar parte del colectivo de focas españolas mi resistencia a que me amaestren está fuera de toda duda y puedo resultar muy hosca y muy desagradable cuando me indican cómo comportarme o qué decir. No me gusta que me enseñen a hacer cosas que no he pedido ni por las que no haya demostrado interés.

Voy a intentar explicarlo: me asquea que me digan qué puedo decir o cómo debo decirlo para que mis compatriotas no se alarmen y se ofendan. No sólo no me gusta sino que además me pone enferma. Y como no me gusta no lo acepto. Es muy fácil de entender. No admito que me intenten callar. Todavía si me dijeran que los que están al cargo de adiestrarme tienen algo que yo pueda aceptar como incuestionable a nivel intelectual, ético o moral podría intentar tragarme el sapo, pero si quien me quiere dar lecciones o poner un bozal ha aprendido Política con las canciones de algún grupo “musical” como La Polla Records es que ni me lo planteo. Si además sus dizque discursos recuerdan mucho a las diatribas de billar de zona marginal entre efluvios de litronas o calimochos es que no tengo nada que pensar. Les considero nadie.

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Lo de la incitación al odio tiene mucha miga si lo intentamos analizar desde una postura intelectual real. ¿Quién dice qué es incitación al odio y qué no? Si estuviéramos en otro país no tendría que estar hablando de esto, pero en la España de los tiempos que corren los hay que piensan que se puede poner un bozal a la gente que dice lo que a ellos no les gusta y que encima es la verdad. No es que sean invenciones de mentes calenturientas, no. Es la puñetera realidad que se empeña en salir a la luz.

Por lo visto a mí, votante de VOX, y a casi cuatro millones de personas,se me puede llamar de todo, y de todo es de todo, y eso no es incitación al odio. Pero si yo llamo comunista a una persona que lo es y que se declara así, en ese caso estoy rozando el delito…y tal cual están las cosas lo rozo peligrosamente. Esto en cualquier país con decencia política, porque en España no hay decencia política, ni siquiera se tomaría en consideración. Aquí lo primordial es callarnos.

Pues,queridos niños, muchos millones de españoles no estamos por la labor de que nadie nos indique qué decir, cómo decirlo o cuándo decirlo. Contra vuestros bozales, nuestra idea de Libertad y nuestra apuesta decidida por ella.

Y esto no es un aviso. Es la realidad, ésa que queréis cambiar con estúpidos estudios y leyes aún más estúpidas.

¿Esto que afirmo es “incitación al odio”? No, señores,no: es LIBERTAD DE EXPRESIÓN, ahora y siempre.

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Nos queda la palabra, como diría el poeta, y somos millones los que no vamos a permitir que nos la quiten.

 

Fátima Pellico es colaboradora de ALERTA NACIONAL y mantiene el blog “LOS LÍMITES DE LA MENTE” dentro de nuestro periódico digital. Pueden leer muchos de sus escritos en él: https://www.fatimapellico.com

 

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