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Economía

Cataluña pierde 3.800 empresas y un 28% de inversión por el secesionismo

Redacción

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El vicepresidente y conseller de Economía de la Generalitat, Pere Aragonès
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El Govern de la Generalitat aprovechó un día informativamente apático como un sábado 29 de diciembre para anunciar que Cataluña saldrá del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y por tanto del control más estricto del Ministerio de Hacienda a partir de mañana.

El vicepresidente, Pere Aragonès, lo anunció como un paso hacia la vuelta a los mercados de la comunidad. Ayer, el presidente, Quim Torra, escogió algunos datos —PIB, paro y exportaciones— para presumir de la evolución económica de la región. Ese discurso omite que desde el pulso secesionista lanzado en el otoño de 2017, Cataluña se desacelera más rápido que la economía nacional y, sobre todo, ha perdido la confianza de ahorradores e inversores. Desde el 1-O Cataluña ha perdido 3.819 empresas, 22.263 millones de euros en depósitos y casi un tercio de la inversión extranjera en la región.

El referendo ilegal desató la inseguridad. En tres meses familias y empresas retiraron de entidades con sede en Cataluña 31.400 millones en depósitos, lo que forzó a grupos como Caixabank y el Sabadell a llevar sus sedes a otras autonomías. A día de hoy, ni esos bancos han vuelto a instalar su domicilio social en Cataluña ni ese volumen de depósitos se ha recuperado del todo.

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A pesar de la normalización de los dos últimos trimestres, Cataluña se ha dejado 22.263 millones en ahorros y es la única comunidad que pierde cuota de mercado de forma significativa sobre el total de depósitos del país, al bajar 1,8 puntos porcentuales, del 15,06% al 13,26%, según datos del Banco de España. Solo otras dos regiones, Madrid y Murcia, pierden peso, pero en cuestión de décima, 0,56 y 0,11 puntos respectivamente.

Más preocupante se antoja la salida de empresas de Cataluña por cuanto esta no ha cesado. En 2017 el número de compañías que abandonaron la región ascendió a 2.536, y solo 548 instalaron en esta comunidad su domicilio social, de forma que la región perdió 1.988 sociedades netas. Entre enero y septiembre de este año, con 1.831 salidas netas, la tendencia no ha remitido: Cataluña ha perdido 2.145 compañías y únicamente 314 han apostado por ubicarse en la región más rica del país.

Cataluña parece haber dejado de ser también polo de atracción de la inversión internacional. En los doce meses inmediatamente anteriores al 1-O había recibido 4.028,8 millones de euros de inversión extranjera directa, según datos de la secretaría de Estado de Comercio. En los doce siguientes cayó un 28%, a 2.900,4 millones, y en el conjunto de 2017 perdió el 60% de la inversión.

Esa tendencia contrasta notablemente con lo que sucede en el resto del país. Mientras que entre enero y septiembre de este año Cataluña ya ha perdido un 16,8% de inversión extranjera, en el conjunto de España se ha duplicado. El descenso de la inversión extranjera en Cataluña «estaría relacionado con la paralización, el retraso o la cancelación de decisiones de inversión», analiza el último informe al respecto de Comercio.

Desaceleración económica

«Cerramos un año con buenos datos económicos. 20 trimestres continuados de crecimiento del PIB; más de 60 meses de disminución interanual del paro, que sitúan Cataluña cerca de una barrera que parecía imposible de alcanzar como es llegar al 10% de paro, y también se han registrado más exportaciones que nunca», defendió ayer Torra en su mensaje de fin de año.

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Es cierto que la economía catalana, que ha estado tutelada por el Estado tanto a raíz de la aplicación del artículo 155 de la Constitución como a través del FLA, mantiene el pulso. El año pasado creció un 3,2%, tres décimas menos que en 2016 pero dos más que la media nacional, según los datos de la Contabilidad Regional del INE. Y también es verdad que su desaceleración se enmarca, como en el caso del conjunto de la economía española, en el menor crecimiento global. Pero no menos cierto es que Cataluña empieza a dar síntomas de una desaceleración más acusada que la del resto del país.

Mientras Cataluña creció en el tercer trimestre de 2018 un 0,5% respecto al segundo trimestre, el conjunto de España repuntó un 0,6%. Es más, las últimas estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) apuntan a que el PIB de Cataluña estaría creciendo en términos interanuales al 2,5%, por debajo de la media nacional (+2,7%), lo que apunta a una mayor desaceleración.

Más empleo, pero a menos ritmo

El desafío independentista también se estaría notando en las tasas de creación de empleo. Aunque en los últimos meses ha mejorado, el ritmo de afiliación a la Seguridad Social en esta región, que venía creciendo más que en el conjunto de España, se situó a lo largo del primer semestre por debajo y ahora crece a igual tasa, 2,8% al cierre del pasado noviembre, según datos del Ministerio de Trabajo.

«En Cataluña se ha dado un shock que no ha pasado en otras comunidades y que ha hecho que el empleo pase de crecer por encima de la economía española a hacerlo por debajo», concluye un reciente estudio de BBVA Research que calcula que sin la incertidumbre política, pero también el efecto en el turismo de los cambios regulatorios y los atentados terroristas Cataluña habría creado unos 30.000 puestos de trabajo más.

Aragonès vendió el pasado sábado la salida de Cataluña del FLA y su paso al Fondo de Facilidad Financiera (FFF) como un paso intermedio para volver a financiarse a medio plazo en los mercados, pos sí sola y sin la ayuda del Estado, como ya hace Andalucía. Algo a día de hoy impensable. No solo porque a través de ese fondo volverá a pedir este año 7.000 millones más al Estado, que ya acumula 57.513 millones de deuda de la Generalitat, el 73% del total.

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Las agencias de «rating», a diferencia de la mejora de la calificación crediticia a España y otras comunidades como Madrid, siguen considerando la deuda catalana como «bono basura», lo que refleja la desconfianza de los inversores, que exigirían a Cataluña un coste inasumible de asumir por el Govern en caso de querer financiarse sin el respaldo del Estado.

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Economía

Gobierno y economía dan señales de flaqueza. Por Jesús Salamanca Alonso

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«El sombrajo de Sánchez se cae a trozos. Y como el muy poco honorable, Puigdemont, se ha dado cuenta de ello, le entran las prisas para que el catalán sea reconocido en la Unión Europe como lengua de uso institucional»

 

 

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En Moncloa se plantean seriamente buscar una fecha para la convocatoria de elecciones. De no convocarlas antes de la próxima primavera, el Gobierno puede verse ahogado en un lodazal, que no deja de crecer. Piensen que las elecciones municipales y autonómicas del próximo año, según qué comunidades autónomas, pueden acabar en debacle socialista de grueso calibre

Al presidente se le acumulan los incumplimientos de los acuerdos que firmó con Puigdemont y sus otros socios de investidura. La única formación de sus socios que está conforme y votaría al sanchismo, haga lo que haga, es la proterrorista EH Bildu que, con tal de eliminar el riesgo de que llegue la derecha al poder, se apunta a un bombardeo sin pensarlo, algo parecido a lo que hará la extrema izquierda de Podemos y Sumar. Mucho piar, pero cuando Sánchez habla de convocatoria electoral se van por la pernera abajo. Saben que perderán la casi totalidad de escaños, lo que supone perder subvenciones estatales para mantener sedes, enchufados, coches oficiales y otras prebendas o mandangas rutinarias.

La reunión del lunes entre el Gobierno y los independentistas de Junts debe aclarar muchos puntos oscuros. La ignorancia aprovechada del presidente le llevó a prometer la amnistía y eso ya han dicho en la UE que no es constitucional, lo que ha supuesto un tremendo mazazo para la formación catalana del huido de la Justicia. No es menos importante la consulta a las bases del independentismo fascista catalán que apoya y sangra al Gobierno: será otro punto de inflexión si sale lo de retirar el apoyo al felón. Eso es lo que ha puesto nervioso al «inquilino okupa de Moncloaca». El sombrajo se cae a trozos. Y como el muy poco honorable, Puigdemont, se ha dado cuenta, ahora mete prisa para que el catalán sea reconocido en Europa como lengua de uso institucional.

¿Por qué me parece que no se aprobará? Sencillamente porque en la misma situación que el catalán hay decenas de lenguas que tendrían que tener el mismo tratamiento, con lo que la Torre de Babel ya sería una realidad. Dudo que Alemania dé su brazo a torcer y, aunque lo hiciera y aprobara el catalán a regañadientes, tienen que ser los 27 quienes den el visto bueno y eso no lo veo ni de lejos. No está de más recordar que, la última vez que se propuso eso mismo, ya advirtieron al ministro Albares, a Bolaños y al propio presidente que eso no sería realidad y que no volvieran a proponer semejante insensatez.

El afán mentiroso y traicionero de nuestro presidente con la UE, y el desprecio que siempre ha mostrado hacia los eurodiputados alemanes, es un punto negativo a sus pretensiones. La historia de fugas de Puigdemont es bien conocida y en todas negociaciones donde aparezca este sujeto, la respuesta siempre será negativa. Por cierto, a la debacle que dan las encuestas de Carles Puigdemont en Cataluña, hay que añadir que la nueva formación catalana y de ultraderecha de Orriols crece a costa de Junts y esta última puede convertirse en el hazmerreír electoral. Añadan que el exministro, Salvador Illa, es el destinatario de todos los odios de Puigdemont. Éste se siente engañado por todos, desde el presidente hasta los líderes autonómicos socialistas. Su torpeza no ha avanzado.

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Los signos de flaqueza son muchos y peligrosos, desde la caída del turismo hasta el considerable aumento de la vivienda, pasando por la deuda española y el agujero silenciado del Banco de España (por encima de los 280.000 millones). Y si añadimos el hundimiento que este Gobierno ha supuesto para los autónomos, echen cuentas y verán la cantidad de negocios cerrados, puestos de trabajo perdidos y pérdida de innovadores. Desde 2021 han desaparecido en España más de 76.000 autónomos en el sector agrario, de acuerdo con los datos oficiales de UPTA.

Fíjense qué dato más curioso: la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos incide en la pérdida de 279 autónomos al día en agosto de 2025. No va a la zaga el sector del comercio, que también pierde puestos y negocios a chorro. En julio de este mismo año se perdieron 235 autónomos al día. Menos mal que esa pérdida cuantiosa se compensa en cierto modo con el aumento de autónomos en actividades técnicas, científicas y en la construcción, incluso en las sanitarias apreciamos un interesante crecimiento de trabajadores autónomos. Esos datos siempre los ha ocultado la ministra «Tucán», que no deja de repetir que la pérdida de autónomos es un beneficio para la economía española. Al escuchar esa afirmación no pude por menos que pensar: «¡Qué tiempos pasados en los que solo había un tonto por pueblo y dos imbéciles en el Gobierno de turno!»

No hay presupuestos, aunque a Sánchez eso le importa tres pepinos y dos tomates. Hasta la propia ministra de Hacienda lo ha reconocido: «¡Y eso qué más da!». En cuento fracasan, lo restan importancia. Gobiernan sin el Parlamento y se pasan la Constitución por el arco del triunfo, conforman un indecente Gobierno, destrozan las partidas prorrogadas, ocultan las leyes cuando saben que no las van a sacar adelante, han fracasado con la rebaja horaria, la política de vivienda es un claro destrozo fruto de la torpeza ministerial, los fondos europeos no se gastan y sí desaparecen, las mordidas se dan en sobres con anagrama socialista y las prostitutas se pagan a costa de todos los españoles que pagan impuestos.

Ni siquiera la quita va a proporcionar réditos a Sánchez. Ha favorecido a Cataluña y Andalucía; al primero para que siga apoyando presupuestos y lo que se tercie y, al segundo, porque la ministra de Hacienda es la candidata que, previsiblemente, saldrá destrozada de las urnas. Las más desfavorecidas e infrafinanciadas siguen siendo Murcia y Valencia, pero…«¡si necesitan ayuda que la pidan!».

En fin, cuando se sepa lo del cepo que pesa sobre las finanzas municipales, el Gobierno va a salir por pies, corrido a gorrazos y a puntapiés. Mientras el Gobierno central malgasta, malversa y acumula «diputeros» en cada legislatura, las entidades locales ya son el ejemplo a seguir de toda la administración. Su superávit sobrepasa los 50,000 millones, pero el Gobierno impide que se inviertan.

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Hablar de datos y cifras confunde al Gobierno y lo bloquea, por lo que compruebo. Lo suyo son los sobres, las mordidas, las comisiones, los viajes del Falcon con cargas no aconsejables, los prostíbulos y el gozo vicioso con mujeres de moral distraída, a muchas de las cuáles se coloca como si fueran funcionarias o laborales con la oposición recién ganada. Se las saben todas.

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