España
Cartas desde Colombia a la Madre Patria: ¡España es un peligro mortal para la victoria del mundialismo!
Published
6 años agoon
By
RedacciónPor Carlos Arturo Calderón Muñoz.- Las masas son emocionales, actúan en base a estímulos que aunque son invencibles mientras están presentes, duran muy poco tiempo. Los globalistas trabajan a larguísimo plazo, milenios enteros. En múltiples ocasiones a lo largo de su ascenso han tenido retrocesos que han sabido neutralizar para luego recuperar lo perdido de forma progresiva. El Brexit, el plebiscito en Colombia y Trump fueron triunfos de colectivos que logran hacer retroceder a los amos del mundo, pero esas victorias pueden convertirse rápidamente en válvulas de escape con las que se alivie la presión acumulada y se retome el trayecto definido.
Ahora bien, España no tiene una fuerza identitaria con la potencia suficiente como para ser tomada en serio. Nadie ha logrado unificar al mundo español, nada que decir del hispano. Primo de Rivera abogaba por un destino común y esa afirmación, independientemente de los motivos que tuviera el líder falangista, tiene demasiado poder. En España la gente no es consciente de la fuerza tan tremenda que tienen.
Si yo lo digo suena a fantasía de jovenzuelo idealista, pero es claro que los pragmáticos líderes de la finanza internacional que manejan la sede de Londres, están convencidos de lo mismo que yo: ¡España es un peligro mortal para la victoria del mundialismo! Los hispanos están tan distraídos con Telecinco y La Sexta en ese lado del atlántico y con payasadas semejantes en el mío, que no notan que de forma consecutiva por varios siglos se ha atacado la unidad de España. Los intentos por separar Cataluña y sublevar a los vascos no son más que la continuación del desmembramiento del imperio. Hay decenas de millones de individuos con reservas sanguíneas hispanas apostados en toda América, incluida la anglosajona.
Trump ha sido un éxito porque despertó el instinto de supervivencia de los blancos anglosajones. Todavía nadie despierta ese fuego en la amalgama de pueblos blancos que componen a Hispania, Gothia, Iberia o como le quieran llamar. Eso se debe a que se habla de España como un pequeño país europeo cuando en realidad sigue siendo, al menos en potencia, un imperio intercontinental. El sionismo lo sabe y por eso divide con tanta sevicia a la hispanidad, sabe que si aparece el líder correcto no contaría con unos treinta y tantos millones de españoles, sino con al menos unos 100 millones de blancos que tienen como lengua común la que hablara el Quijote y que se extienden desde las Montañas Rocosas hasta el último pico de los Andes.
Si estos fueran movidos por un furor quijotesco puro podrían con facilidad hacer lo que siempre ha hecho España, establecer bienestar social sin que eso implique caer en la mentira de la igualdad. Ese progreso material atraería rápidamente a otros 300 millones de habitantes de la América hispana entre mestizos, indios y demás, que como en el pasado jugarían su vida por la causa del Rey. Todo sin la necesidad de decir que la diversidad es nuestra fuerza o demás basura progresista que sólo busca camuflar el genocidio de los blancos y posteriormente de las razas que queden. España pudo establecer un sistema de castas en las Américas que respetaba las particularidades de cada pueblo a la vez que les daba progreso material a todos.
El mundialismo no promueve las particularidades de los catalanes, vascos o gallegos, simplemente les inculca odio hacia su hispanidad a la vez que los diluyen en un mar multicultural. Si les quitáramos a los separatistas catalanes los votos de los musulmanes apenas podrían ocupar un puñetero escaño. El objetivo es diluirnos en tantos Estados como sea posible. Sólo miren a los grupos de izquierda de las Américas, desde los bolivarianos hasta los comunistas más descarados existe la idea de una “Latinoamérica” unificada. La sangre se abre paso a través de cualquier mentira y muchos de esos hispanos que trabajan para la causa mundialista, por convicción o por engaño, anhelan lo mismo que los que aman su hispanidad, la reconstrucción de su hogar. Es un deseo que pertenece a nuestro inconsciente colectivo y que sin importar en qué lado del espectro nos encontremos queremos lograr. El sionismo lo sabe y por eso frustra la victoria absoluta de cualquier ideología en el continente, porque ya fuera una Hispanoamérica comunista o capitalista, esta se uniría bajo la verdad incontestable de su sangre común y eso es algo que ellos no se pueden permitir.
No debemos tomar los triunfos de otras latitudes como propios, es obvio que debemos apoyar y celebrar las avanzadas de los estadounidenses con Trump, como la de los húngaros con su presidente, pero nuestro mayor espaldarazo a esos procesos sería el de catalizar una revolución semejante en nuestro suelo. Le guste o no admitirlo a los demás, Europa existe porque España contuvo al Islam, porque lo derrotó en Lepanto, porque llevó a escalas colosales la exploración de América, porque derrotó antes que nadie al comunismo de Stalin, porque llevó a una transmutación a los romanos, para que pasaran de conquistadores de Hispania a ser regidos por emperadores Hispanos. España ha sido fundamental en muchos de los periodos históricos de la supervivencia Europea. Es un deber que volvamos a levantarnos para proteger no sólo al español, sino al francés, al alemán, al sueco, al noruego, al inglés, al austriaco, al italiano, al griego a… nuestro destino común.
El mayor genocidio de la historia está tomando lugar, los blancos están siendo exterminados. Este mestizo (que está mucho más cerca de lo blanco que de lo café) les dice que no hay nada de malo en sentirse orgullosos de lo que son y en lo que a mí respecta, me siento muy feliz de esa parte de mí ser que es heredera de occidente. Aquellos poderosos que se opusieron al Brexit (y los que lo apoyaron), los que se oponen a Trump ( y los que lo apoyan) y los que favorecieron el Sí ( y el no) en Colombia son los mismos. La misma tribu luchando por su supremacía. Tomando posiciones en todos los lados de la contienda para que sin importar el resultado puedan avanzar en su plan.
Pues bueno, ya sea que los derrotemos en Colombia, Argentina o Méjico igual serán triunfos para la hispanidad. Los cantos de unión cada vez suenan con más fuerza a través del atlántico. ¡Despierta España, Despierta Hispania! hay otra reconquista por lograr y esta vez no tendremos que avanzar hasta las tierras adyacentes al mediterráneo, habrá que llegar hasta el estrecho que navegara Pedro Sarmiento de Gamboa pero al que les dio por llamar con el nombre de Drake, es hora de que el Quijote cabalgue hasta el fin del mundo.
*Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia
España
El PP es el sida, el PSOE solo un catarro. Por Miguel Ángel Quintana Paz
Published
20 horas agoon
05/12/2024«Cuando el PP llega al poder y mantiene todas las leyes, subvenciones y principios socialistas, nos deja sin anticuerpos contra el socialismo»
Sé que la metáfora que intitula este artículo puede ser presa de malentendidos. Así que procedamos en primer lugar a aquilatarla.
Comencemos con un interrogante: ¿qué causa más muertes, el sida o los catarros? Los estragos causados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) pueden deslumbrarnos. E impedir que captemos todo lo que hay de capcioso de esta pregunta.
Pues, en realidad, no puede decirse que el virus del sida cause muerte alguna: lo que hace es destruir cierto tipo de glóbulos blancos, imprescindibles para combatir las infecciones. Esa destrucción, por sí sola, no nos mata. Pero sí que causa la citada inmunodeficiencia: el cuerpo se queda sin defensas ante otros virus o bacterias. Por ejemplo, los del catarro. Y también otras mucho peores, claro. Los médicos dan un nombre a estas enfermedades, que entran en el cuerpo cuando el sida alcanza su esplendor letal: infecciones oportunistas. En puridad, son estas infecciones oportunistas las que pueden acabar con el enfermo. Afecciones que el cuerpo humano podría combatir sin problema si sus defensas fueran normales, resulta que se convierten en mortales porque el VIH nos ha dejado antes sin anticuerpos con que enfrentarlas.
A una persona normal le entra un catarro, le dura unos cuantos días y, al final, se le pasa: sus defensas lo han vencido. A un enfermo de sida, en cambio, le entra un catarro, o un sarcoma de Kaposi, o una neumonía, y pueden terminar con él. Como un país sin ejército o un castillo sin murallas, su afección le ha dejado expuesto a cualquier enemigo. Incluso al de apariencia más inofensiva.
Una vez explicada nuestra metáfora, volvámonos hacia España. El país, más o menos, sobrevive. Como un infectado de VIH al que aún no se le haya manifestado la enfermedad.
«Si España es el Titanic, en este barco cada vez quedan menos válvulas de seguridad»
Cierto es que llevamos estancados en renta per cápita desde antes de la crisis del 2008; cierto es que ahí nos van adelantando más y más países europeos (Eslovenia, Chipre, Chequia, Malta, Estonia…) y que las previsiones apuntan a que pronto lo harán otros cuantos (Polonia, Lituania…). Cierto es también que las recientes inundaciones por la gota fría nos han evocado imágenes de pozo tercermundista.
Pero el país, mal que bien, tira adelante. Su enorme deuda, su gigantesco desequilibrio en las pensiones, su alto desempleo y baja productividad endémicas: todo son nubarrones y relámpagos en el horizonte que presagian tiempos recios. Pero el Titanic aún no se ha hundido, así que dancemos y cenemos mientras la orquesta siga tocando, que a eso hemos venido aquí.
Este amodorramiento ante la decadencia económica se explica porque lo precede un amodorramiento de las instituciones. Si España es el Titanic, en este barco cada vez quedan menos válvulas de seguridad.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha ido copando todos los órganos que deberían permanecer neutrales (RTVE, Banco de España, CIS, Fiscalía, Correos, Consejo de Estado, INE, Indra, EFE…), o incluso aquellos pensados para servir de contrapesos al poder (Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas, Consejo General del Poder Judicial…). Incluso se nos anuncian nuevas ocupaciones: la CNMV, la Agencia Española de Protección de Datos, la CNMC, la CNE. Y esto lo ha hecho y lo seguirá haciendo por un motivo sencillo: porque la izquierda no cree en las instituciones neutrales («todo es política», nos han dicho mil veces) ni tampoco cree en los contrapesos («si me ha votado una mayoría, entonces todo lo que yo diga y haga es, por definición, lo democrático», nos han dicho otro millar de veces más).
«El amodorramiento institucional no se explica si no miramos hacia el amodorramiento de las mentalidades»
En esto consiste la «democracia radical» que Ernesto Laclau, Chantal Mouffe y el primer Podemos propugnaban en la década pasada. En esto consiste la «democracia radical» (no nos fiemos nunca de las etiquetas: aquí el adjetivo «radical» anula al sustantivo «democracia») que el PSOE ha abrazado esta década como seña de identidad.
Pero, a su vez, el amodorramiento institucional no se explica si no miramos hacia un amodorramiento más profundo: el amodorramiento de las mentalidades. Podemos llamarlo «amodorramiento cultural», siempre que no pensemos que «la cultura» es eso que hacen los artistas que firman manifiestos o los culturetas que reciben subvenciones. Podemos llamarlo «amodorramiento en las ideas», siempre que no pensemos (con Descartes) que las ideas son algo que habita solo dentro de las mentes de las personas, sino que (con Hegel) notemos que el espíritu se solidifica a todo nuestro derredor.
¿Cuáles son esas ideas, esa mentalidad que sobrevuela España, tapándonos el sol de la verdad con su sombra, como un gigantesco pajarraco que se cerniera sobre nuestro país? Lo hemos explicado ya aquí muchas veces: se trata del PSOE state of mind. Se trata de esa hegemonía del modo de pensar socialista que hace que incluso muchos que se dicen opositores a él compartan sus supuestos básicos.
Dicho de otro modo: el PSOE state of mind no consiste en que los socialistas piensen como piensan; el PSOE state of mind consiste en que quienes se dicen principales opositores a los socialistas, los peperos, piensen como el PSOE. Gobiernen con el PSOE (en la Comisión Europea). Voten como el PSOE (89% de veces en el Europarlamento). Adopten las ocurrencias del PSOE (a veces cinco años más tarde, a veces solo cinco minutos después). PSOE state of mind es que el PP mantenga las leyes del PSOE (bajo la mayoría absoluta de Mariano Rajoy antaño; bajo las comunidades autónomas que gobierna, hogaño). O que recuperen las mismas subvenciones que da el PSOE (la Junta de Castilla y León ha sido en esto significativa: apenas partido Vox de su Gobierno, el PP devuelve a los sindicatos las suculentas subvenciones de las que viven).
«El PP hace con España lo que el VIH con un cuerpo: matar todas las defensas con las que podríamos protegernos»
Eso es lo que significa la hegemonía ideológica del Partido Socialista: no que él gobierne a menudo (28 años de los que llevamos en este régimen); sino que, incluso cuando no gobierna (lo 18 años restantes), unos «gestores» y «técnicos» centro-derechistas mantengan su mismo tinglado.
Es ahora cuando podemos entender mejor la metáfora del sida. Si el PP es nuestra presunta oposición, nuestra supuesta defensa contra los males del PSOE, y si se ha vuelto tan inane como hemos recordado, entonces nos ha dejado sin anticuerpos ante el socialismo. El PP hace con España lo que el VIH con un cuerpo: matar todas las defensas (políticas, ideológicas, mentales) con las que podríamos protegernos de lo que nos amenaza. ¿Es el PP el que implanta todas las políticas socialistas que nos van consumiendo? Poco importa: es él quien está empeñado en destruir las defensas con las que podríamos combatirlas.
Cuando el PP no articula ideas fuertes contra el socialismo (porque ellos solo son «los que saben gestionar»), nos deja sin anticuerpos contra el socialismo. Cuando el PP asume como propias (su vacío mental ha de llenarse de algún modo) las ideas socialistas, nos deja sin anticuerpos contra el socialismo. Cuando el PP nos pide el voto y luego llega al poder y mantiene todas las leyes, subvenciones y principios socialistas, nos deja sin anticuerpos contra el socialismo. El PP es el sida endógeno de España; es normal que, quienes andamos preocupados por la salud de nuestra patria, busquemos antirretrovirales con los que curarnos de él.
«Muy bien», dirá, acaso, algún lector concienzudo, «nos has explicado, más o menos, la primera parte de la metáfora, Miguel Ángel» (yo, a mis concienzudos lectores, permito que me llamen de tú); «pero aún no me convence eso de que dejes al PSOE ¡como un mero catarrito! Una neumonía, una tuberculosis, ¡un cáncer!, creo yo más bien que representa el socialismo para esta nación».
«El PSOE, por seguir con el lenguaje médico, prolifera como ‘infección oportunista’ en nuestro país»
El lector que me haga esta objeción tiene toda la razón del mundo. Y por ello, aunque creo que lo urgente es paliar el sida que aqueja hoy a España, dedicaré unos párrafos finales a ese PSOE que, por seguir con el lenguaje médico, prolifera como «infección oportunista» en nuestro país.
Lo primero que hay que aducir a este respecto es que poco importa, cuando el sistema inmunitario de una persona anda hecho trizas, si la infección que lo invade es por sí sola muy virulenta o menos maligna: en una ciudad sin murallas puede entrar cualquier caravana, a un país sin ejército lo puede invadir cualquier escuadrón. Si el respetable lector prefiere hablar antes de tuberculosis que de catarros socialistas, pocos motivos tengo para oponerme; pero, si el símil del PP con un virus de inmunodeficiencia es correcto, discutir si son galgos o podencos los que vendrán a modernos luego resulta poco sustancial.
Con todo y con eso, sí que me parece relevante sugerir que no debemos magnificar la potencia que tiene a día de hoy el socialismo (una vez ha quedado claro que, para un enfermo de sida, la baja potencia de una infección es compatible con su alta letalidad). Este es parte de nuestro drama: el PSOE que está copando como nunca las instituciones de nuestro país, que está ocupando como nunca la mentalidad de nuestro país y que está dañando como nunca la viabilidad de nuestro país, no es un PSOE vigoroso y fornido, como aquel de Felipe González que obtuvo 202 diputados en 1982, como aquel que obtuvo mayoría absoluta por última vez en la noche electoral 1986 (recordemos que la mayoría socialista de la legislatura 1989-1993 fue absoluta tan solo porque abandonaron el Congreso los entonces diputados de HB). 38 años lleva el PSOE sin conseguir mayorías absolutas al cerrarse la jornada de elecciones; sus 121 diputados actuales son menos incluso de los que obtuvo en sus derrotas de 1996 (141 diputados) o 2000 (125). Frente a cepas socialistas anteriores, pues, nos encontramos con una versión hasta cierto punto moderada del virus socialista.
Esa debilidad política se corresponde con la debilidad ideológica de nuestra infección oportunista llamada PSOE. ¿Qué son sus ideas ya, sino solo un refrito caducado del wokismo que acaba de perder las elecciones en EEUU? Refrito que acarrea todas las contradicciones de tal wokismo —trans contra feministas, élites universitarias contra el pueblo llano, obreros contra izquierdistas chic—, a las que se le suman contradicciones más castizas —como cosechar votos en la pobre Extremadura para dar privilegios fiscales a la rica Cataluña—.
Estos dos motivos (la debilidad en votos y la debilidad de pensamiento) son los que hacen que me resista a ponerle a la infección socialista algún nombre más contundente que el de catarro. En el bien entendido de que hay catarros que se han llevado a personas al otro mundo. Pero, también, en el bien entendido de que, si algún día superamos nuestras dolencias socialistas, a la vez que paliamos con algún antirretroviral el sida pepero, miraremos atrás y nos preguntaremos cómo microorganismos tan chiquititos fueron capaces de ponernos al borde del precipicio.
El PP es el sida, el PSOE solo un catarro. Por Miguel Ángel Quintana Paz
¡Comparte esta publicación! «Cuando el PP llega al poder y mantiene todas las leyes, subvenciones y principios socialistas, nos deja...
El primer edil de Valladolid, capital de Castilla y antaño del Imperio Español, no colgará la bandera LGTBI en el balcón del consistorio: “Ni este año, ni el que viene mientras sea alcalde”
¡Comparte esta publicación! El alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero (PP), ha asegurado este lunes que la bandera arcoíris no...
¡SI! La era de Franco fue un periodo de progreso. Por Javier Esparza
¡Comparte esta publicación! Dijo el diputado Mariscal en el Congreso que el franquismo fue un período de progreso económico y...
PSOE: una historia repleta de crímenes y mentiras
¡Comparte esta publicación! AR.- De las evidencias acerca de los antecedentes criminales del PSOE preferimos que se ocupe directamente la...
El PP no tiene nada que «envidiar» al PSOE. Por Efrén Díaz Casal. Coronel de Infantería
¡Comparte esta publicación! Tras los tiempos de la conversación familiar en catalán de Aznar, la cobardía política de Rajoy y...
El futuro de los juegos de azar está en los casinos online
¡Comparte esta publicación! El mundo del juego ha recorrido un largo camino desde sus orígenes. Desde los elegantes casinos del...