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Breve historia de Antifa (I)

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Por Soeren Kern.- El fiscal general de EEUU, William Barr, ha culpado a Antifa, movimiento «antifascista» militante, de la violencia que ha tenido lugar en las protestas registradas en todo el país por la muerte de George Floyd. «La violencia instigada y perpetrada por Antifa y grupos similares en los disturbios es terrorismo doméstico y será tratada como tal», afirmó.

Barr también dijo que el Gobierno federal tenía pruebas de que Antifa había «secuestrado» las protestas legítimas para «provocar el caos, disturbios violentos, incendios, el saqueo de comercios, el asalto de propiedades públicas, agentes del orden y gente inocente, incluso la muerte de un agente federal». Previamente, el presidente Trump había instruido al Departamento de Justicia para que designara a Antifa organización terrorista.

La intelligentsia y los medios simpatizantes han aducido que Antifa no puede ser considerada una organización terrorista porque, dicen, es un movimiento de protesta de definición difusa que carece de una estructura centralizada. Mark Bray, apologeta de Antifa y autor del libro Antifa: manual antifascista, asegura que «no es una organización global con una cadena de mando».

La evidencia empírica y anecdótica muestra que Antifa está, de hecho, altamente conectada y bien financiada, y que tiene una presencia global. Cuenta con una estructura organizativa horizontal, con decenas y posiblemente centenares de grupos locales. No sorprende que el Departamento de Justicia norteamericano esté investigando a individuos ligados a Antifa para desentrañar la amplitud de la organización.

En EEUU, la ideología, las tácticas y los objetivos de Antifa han sido tomados prácticamente en su totalidad de grupos Antifa europeos, donde los denominados ‘grupos antifascistas’ llevan activos, de una manera u otra y de forma prácticamente ininterrumpida, desde hace un siglo.

¿Qué es Antifa?

Antifa puede ser descrito como un movimiento insurgente transnacional que pretende, a menudo con extrema violencia, subvertir la democracia liberal a fin de reemplazar el capitalismo global con el comunismo. La proclamada meta de Antifa, tanto dentro como fuera de EEUU, es establecer un orden mundial comunista. En EEUU, su objetivo inmediato es acabar con la Administración Trump.

Entre los enemigos de Antifa se cuentan las fuerzas de seguridad, por proteger el orden establecido. Tanto en EEUU como en Europa, Antifa suele emplear una violencia extrema en la destrucción de propiedades públicas y privadas para provocar la reacción de la Policía y demostrar así que el Gobierno es «fascista».

Antifa afirma oponerse al fascismo, término peyorativo de amplio espectro que a menudo utiliza para desacreditar a quien tenga ideas políticas distintas. El significado tradicional de fascismo, tal y como lo define el diccionario Webster, es «sistema de gobierno totalitario comandado por un dictador que ensalza el nacionalismo agresivo, el militarismo y a menudo el racismo».

Antifa asume la definición marxista-leninista de fascismo, por la que este se equipara al capitalismo. «La lucha contra el fascismo sólo se podrá ganar cuando el sistema capitalista sea destruido y se alcance la sociedad sin clases», dice el grupo alemán Antifaschistischer Aufbau München.

La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), servicio de inteligencia alemán, consignó lo siguiente en un informe especial sobre el extremismo de izquierdas:

La lucha de Antifa contra los extremistas de extrema derecha es una cortina de humo. Su auténtico objetivo sigue siendo el «Estado democrático-burgués», que, en la interpretación de los extremistas de izquierda, acepta y promueve el «fascismo» como una forma de gobierno posible y por eso no lo combate lo suficiente. A fin de cuentas, arguyen, el «fascismo» está enraizado en las estructuras políticas y sociales del «capitalismo». Por eso los extremistas de izquierda, en sus actividades «antifascistas», se centran sobre todo en la eliminación del «sistema capitalista».

En la imagen, un hombre de edad avanzada, tras ser brutalmente golpeado por miembros de Rose City Antifa el 29 de junio de 2019 en Portland, Oregón.

Matthew Knouff, autor de An Outsider’s Guide to Antifa: Volume II [Guía Antifa de un outsider, vol. II] explica la ideología Antifa de esta manera:

«La filosofía básica Antifa se centra en la batalla entre tres fuerzas básicas: el fascismo, el racismo y el capitalismo; las tres están interrelacionadas, según Antifa (…) el fascismo es considerado la manifestación o fase final del capitalismo, siendo el capitalismo un medio de opresión, y el racismo un mecanismo opresivo vinculado al fascismo».

En el ensayo «What Antifa and the Original Fascist Have in Common» [Qué tienen en común Antifa y los fascistas primigenios], Antony Mueller, profesor alemán de economía que actualmente imparte clases en Brasil, describe cómo el anticapitalismo militante enmascarado en antifascismo revela el propio fascismo de Antifa:

«Luego de que la izquierda se apropiara del concepto de liberalismo y lo convirtiera en lo contrario de lo que significaba originalmente, el movimiento Antifa emplea una terminología falsaria para ocultar su verdadera agenda. Al denominarse ‘antifascista’ y declarar al fascismo su enemigo, el propio Antifa es un movimiento fascista de primer orden».

Los miembros de Antifa no son oponentes del fascismo, sino sus genuinos representantes. El comunismo, el socialismo y el fascismo están unidos por el anticapitalismo y el antiliberalismo.

Antifa es un movimiento fascista. Su enemigo no es el fascismo sino la libertad, la paz y la prosperidad.

Orígenes ideológicos de Antifa



Los orígenes ideológicos de Antifa pueden rastrearse hasta la Unión Soviética, hace casi un siglo. En 1921 y 1922, la Internacional Comunista (Comintern) desarrolló el denominado frente táctico unido para «unificar las masas trabajadoras por medio de la organización y la agitación (…) a escala internacional y en cada país» contra el «capitalismo» y el «fascismo», dos términos que a menudo se utilizaban indistintamente.

El primer grupo antifascista del planeta, Arditi del Popolo (Escuadrones del Pueblo), fue fundado en Italia en junio de 1921 para resistir el auge del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini, que a su vez se creó para prevenir la posibilidad de una revolución bolchevique en la Península Itálica. Muchos de los 20.000 miembros de la formación, conformada por comunistas y anarquistas, se unieron posteriormente a las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española (1936-39).

En Alemania, el Partido Comunista local creó el grupo paramilitar Roter Frontkämpferbund [Liga de Combatientes del Frente Rojo] en julio de 1924, que acabó siendo proscrita por su extrema violencia. Muchos de sus 130.000 integrantes prosiguieron sus actividades de manera clandestina o en organizaciones como Kampfbund gegen den Faschismus [En Lucha-Alianza contra el Fascismo].

En Eslovenia, el movimiento antifascista militante TIGR surgió en 1927 en oposición a la italianización de las zonas étnicas eslovenas tras el colapso del Imperio Austro-Húngaro. El TIGR, que se desarticuló en 1941, estaba especializado en asesinar a policías y militares italianos.

En España, el Partido Comunista creó las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, que estuvieron activas en los años 30 del siglo XX.

El movimiento Antifa moderno toma su nombre de una organización denominada Antifaschistische Aktion, fundada en mayo de 1932 por los líderes estalinistas del Partido Comunista alemán. Se creó para combatir a los fascistas, término que éste utilizaba para calificar a los partidos procapitalistas del país. Su objetivo primordial era abolir el capitalismo, según una historia detallada de la organización, que tuvo más de 1.500 miembros fundadores y pasó a la clandestinidad en 1933, luego de que los nazis tomaran el poder.

El panfleto 80 Jahre Antifaschistische Aktion [80 años de acciones antifascistas] describe en detalle la continuidad histórica del movimiento Antifa desde sus orígenes ideológicos en la década de 1920 hasta el presente. En él se lee:

«El antifascismo siempre ha sido fundamentalmente una estrategia anticapitalista. Por eso el símbolo de la Antifaschistische Aktion nunca ha perdido su fuerza inspiratoria (…) El antifascismo es más una estrategia que una ideología».

En la posguerra, el movimiento Antifa alemán reapareció bajo varios avatares, como el movimiento contestatario radical estudiantil de la década de 1960, y hubo grupos insurgentes de izquierdas activos en los años 70, 80 y 90.

La Facción del Ejército Rojo [RAF, por sus siglas en alemán], también conocida como Banda Baader-Meinhof, fue una guerrilla urbana marxista que cometió asesinatos, atentados y secuestros con el objetivo de provocar una revolución en Alemania Occidental, a la que consideraba una secuela de la Alemania nazi. A lo largo de tres décadas, la RAF asesinó a más de 30 personas e hirió más de 200.

Tras el colapso del régimen comunista en Alemania Oriental en 1989-90, se descubrió que la RAF había recibido entrenamiento, refugio y suministros de la Stasi, la policía política de la propia RDA.

John Philip Jenkins, profesor de Historia en la Universidad de Baylor, ha descrito las tácticas de la RAF, que son similares a las que utiliza hoy Antifa:

«El objetivo de su campaña terrorista era provocar una respuesta agresiva del Gobierno, lo que pensaban desencadenaría un vasto movimiento revolucionario».

Ulrike Meinhof, fundador de la RAF, explicó cómo veía el extremismo violento de izquierdas a la Policía:

«El tipo que va en uniforme es un cerdo, no un ser humano. Eso quiere decir que no tenemos que hablar con él y que está mal hablar con esa gente. Y, por supuesto, puedes dispararles».

La periodista alemana Bettina Röhl, hija de Meinhof, sostiene que el movimiento Antifa es una continuación de la RAF. La principal diferencia es que, a diferencia de los de la RAF, los miembros de Antifa temen revelar sus identidades. En un ensayo publicado en junio en el diario suizo Neue Zürcher Zeitung, Röhl llamó asimismo la atención sobre el hecho de que Antifa no sólo es tolerado oficialmente, sino que el Gobierno alemán le paga para combatir a la extrema derecha:

«La RAF veneraba a las dictaduras comunistas de China, Corea del Norte, Vietnam del Norte, Cuba, que fueron transfigurados por la Nueva Izquierda como los países mejor situados en la ruta al mejor comunismo (…)

El florecimiento del radicalismo de extrema izquierda en Occidente, que golpea duramente en la inauguración de la sede del Banco Central Europeo en Fráncfort, en cada cumbre del G-20 y en cada Primero de Mayo en Berlín, ha conseguido el más alto nivel de reconocimiento por el Estado, en buena medida gracias al apoyo de numerosos diputados, periodistas y expertos prominentes.

Comparada con la RAF, la Antifa militante sólo carece de rostros relevantes. Por cobardía, sus miembros se tapan la cara y ocultan sus nombres. Antifa amenaza constantemente con la violencia y con atacar a políticos y oficiales de policía. Promueve ataques insensatos y onerosos contra la propiedad. Aun así, la diputada Renate Künast (Verdes) denunció recientemente en el Bundestag que los grupos Antifa no han sido adecuadamente financiados por el Estado en las últimas décadas. Künast quiere que «las ONG y los grupos Antifa no tengan que estar siempre luchando por conseguir dinero y lograr sólo contratos de corta duración de año en año». A esto aplaudieron sus correligionarios de Alianza 90/Los Verdes y diputados de izquierdas y del SPD.

Cabe preguntarse si Antifa es una suerte de RAF oficial, un grupo terrorista que recibe dinero del Estado a guisa de ‘combatir a la derecha’».

La BfV alemana explica la glorificación de la violencia por parte de Antifa:

«Los extremistas de izquierdas consideran que el capitalismo provoca guerras, racismo, desastres ecológicos, desigualdad social y gentrificación. Así pues, capitalismo no remite a un mero orden económico. En el discurso ultraizquierdista, determina el orden social y político, así como la idea de una reorganización social y política radical. La democracia parlamentaria, denominada «burguesa», debe ser superada [por la vía anarquista o por la comunista].

Por esta razón, los extremistas de izquierda suelen ignorar o legitimar las violaciones de los derechos humanos en dictaduras socialistas o comunistas, o en Estados que ellos consideran amenazados por Occidente. A día de hoy, tanto los comunistas ortodoxos como los activistas autónomos justifican, ensalzan y celebran a la organización terrorista de izquierdas Facción del Ejército Rojo o a terroristas de izquierda extranjeros como supuestos «movimientos de liberación» o incluso como ‘combatientes de la resistencia’».

En el Reino Unido, la Anti-Fascist Action (AFA), grupo militante antifascista fundado en 1985, alumbró el movimiento Antifa en EEUU. En Alemania, la Antifaschistische Aktion-Bundesweite Organisation (AABO) fue fundada en 1992 para combinar los esfuerzos de pequeños grupos antifascistas desperdigados por el país.

En Suecia, Antifascistisk Aktion (AFA), fundado en 1993, tiene un largo historial de violencia contra sus oponentes. En France, L’Action Antifasciste es conocida por su fiera oposición al Estado de Israel.

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso del comunismo en 1990, el movimiento Antifa abrió un nuevo frente contra la globalización neoliberal.

Attac, fundada en Francia en 1989 para promover una tasa global a las transacciones financieras, ahora lidera el denominado movimiento alterglobalizador, que, como el Movimiento por la Justicia Global, se opone al capitalismo. En 1999 hizo acto de presencia en Seattle durante las violentas manifestaciones que llevaron al fracaso de las negociaciones de la OMC. Attac participó asimismo en manifestaciones anticapitalistas contra el G7, el G20, la OMC y la guerra de Irak. Hoy, la asociación está activa en 40 países, con un millar de grupos locales y cientos de organizaciones de apoyo. La estructura descentralizada y no jerárquica de Attac parece ser el modelo de referencia de Antifa.

En febrero de 2016, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional dio cuenta de los fundamentos políticos del movimiento global contra la guerra, que, como Antifa, culpa al capitalismo y al globalismo neoliberal de la existencia de conflictos bélicos:

El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, dado que no puede haber una lucha seria contra la guerra sin luchar para poner fin a la dictadura del capital financiero y del sistema económico que es la causa fundamental del capitalismo y la guerra.

En julio de 2017, más de 100.000 manifestantes antiglobalización y antifascistas se reunieron en Hamburgo para protestar por la cumbre del G20. Las turbas izquierdistas devastaron el centro de la ciudad alemana. Un grupo Antifa denominado Bienvenido al Infierno, G20 presumió de cómo había conseguido movilizar a grupos Antifa de todo el mundo:

Las movilizaciones del verano han sido preciosos momentos de encuentro y cooperación de grupos izquierdistas y anticapitalistas y de redes europeas y del resto del mundo. Hemos compartido experiencias y luchado juntos, asistido a encuentros internacionales, sido atacados por policías apoyados por el ejército, reorganizado nuestras fuerzas y contraatacado. El movimiento antiglobalización ha cambiado, pero nuestras redes permanecen. Estamos activos en nuestras regiones, ciudades, villas y bosques. Pero también luchamos transnacionalmente.

El servicio alemán de seguridad añadió en un informe anual:

«Las estructuras de la extrema izquierda trataron de volver en su favor el debate público sobre las protestas violentas por la cumbre del G20. Con la distribución de fotos e informes sobre supuestas actuaciones desproporcionadas de la Policía durante las protestas, promovieron la imagen de un Estado que condena las protestas legítimas y las reprime con violencia policial. Contra ese Estado, dicen, la «resistencia militante» no sólo es legítima sino necesaria».

La segunda parte de esta serie examinará las actividades de Antifa en Alemania y EEUU.

(Gatestone Institute)

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Vayan preparando palomitas: Netanyahu explota contra Soros por boicotear a Israel: “Está detrás de la campaña para que no deportemos inmigrantes ilegales”

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Netanyahu explota contra Soros por boicotear a Israel: “Está detrás de la campaña para que no deportemos inmigrantes ilegales”

En una reunión de ministros, el mandatario israelí presentó un informe donde se identifica todos los pagos de Soros al New Israel Fund, prinicipal fundación que está detrás del boicot al plan de deportaciones del gobierno.

El multimillonario George Soros, el mayor financista de las causas de izquierda en el mundo, fue señalado por el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, como quien está detrás del plan del gobierno para deportar inmigrantes ilegales que son atrapados dentro del territorio del Estado Judío.

Netanyahu lanzó un programa para deportar a inmigrantes ilegales sudaneses y eritreos a un tercer país en África, el cual por ahora está siendo negociado con Ruanda, desde donde serán llevados a sus países de origen.

Netanyahu hizo los comentarios en la reunión semanal de los ministros del Likud con presencia de periodista, donde también criticó al ex presidente estadounidense Barack Obama, “recibió plata de Soros y deportó a dos millones de inmigrantes y nadie dijo nada”.

Según un reporte del ministro de Ciencia, Ofir Akunis, varias ONGs que reciben dinero de Soros están detrás de la campaña para evitar la campaña de deportaciones, entre ellas Breaking the SilenceB’TselemYesh Din y al-Haq.

Pero el más importante esfuerzo detrás de boicotear la iniciativa del gobierno de derecha proviene del New Israel Fund, una cámara de compensación de extrema izquierda para grupos de derechos civiles israelíes, que a su vez financia organizaciones que se oponen a las deportaciones.

El New Israel Fund se financia casi completamente de la billetera de Soros. Recibió US$ 837.500 de dólares entre 2002 a 2015 de parte de la Open Societies Foundations, según correos electrónicos filtrados en línea a través del sitio DCLeaks en 2016. Esta financiación continúa al día de hoy, pero no se conocen los importes por el momento.

Muchos medios, generalmente financiados por Soros, están intentando instalar que criticar al magnate millonario tiene connotaciones anti-semitas, porque Soros es étnicamente judío. Esto se cayó completamente con la crítica de Netanyahu, ¿o ahora van a decir que el líder del Estado judío es anti-semita?

La realidad es que Soros jamás practicó el judaismo, es ateo, financia a grupos pro-Palestina, e incluso colaboró con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, como él mismo admitió en una entrevista para el medio 60 Minutes y en el libro Soros: The Life and Times of a Messianic Billionaire.

En su relato, confirmó la historia que se rumoreaba de su pasado en Hungría. Sus padres, aunque judíos, falsificaron sus documentos para hacerse pasar por cristianos, y colaboraron con el régimen Nazi tras la invasión en 1944.

Cuando tenía tan solo 14 años, Soros llevaba listas que su padre, un famoso abogado de Budapest, le daba a los oficiales nazis delatando a los demás abogados que eran judíos o escondían personas de esta religión en sus casas.

Sus padres finalmente se escaparon de Hungría y lo dejaron a Soros bajo la tutela de un oficial nazi del Ministerio de Agricultura, quien sabía que el joven era judío y decidió esconderlo haciéndose pasar por su padrina.

Durante el último año de la Guerra, y como él mismo relató luego, Soros se la pasó acompañando a este oficial en tareas de allanamiento, donde lideraba a grupos de la SS para confiscar las pertenencias de familias judías viviendo en el campo.

Si bien Soros justificó estas acciones como “tareas de supervivencia“, asegurando que “lo haría de nuevo para sobrevivir“, resulta bastante absurdo pensar que criticar a una persona que literalmente colaboró con los Nazis tiene alguna connotación anti-semita.

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Soros sale de compras en USA y se compra varias docenas de fiscales… y con ello, a los jueces

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Las maniobras de Soros para monopolizar a los jueces.

 

(Luca Volontè en la Nuova Bussola Quotidiana)-El «filántropo» se ha gastado 40 millones de euros para elegir a 75 fiscales progresistas en Estados Unidos: esa es la acusación que le dirige el Law Enforcement Legal Defense Fund. Influencia indebida que va de la mano de la influencia en el Tribunal Europeo. Predican una sociedad inclusiva y abierta, pero solo para ellos y sus amigos.

George Soros se ha gastado 40 millones de dólares en la última década para elegir a 75 fiscales progresistas: esa es la acusación del último informe del Law Enforcement Legal Defense Fund (LELDF) contra el «filántropo» de la «sociedad abierta liberal».

Según el estudio publicado el pasado junio, estos llamados «fiscales progresistas» presiden «jurisdicciones en las que viven más de uno de cada cinco estadounidenses (alrededor del 22% de la población, o 72 millones), y 25 de los 50 municipios más poblados de Estados Unidos se encuentran entre sus jurisdicciones de competencia». De 2018 a 2021, Soros se ha gastado 13 millones de dólares solo en la elección de 10 fiscales, y en algunos casos su financiación ascendió al 90% del gasto electoral total. A fecha de junio de 2022, cuando se publicó el informe del  LELDF, Soros se había gastado más de 40 millones de dólares en campañas electorales directas para la elección de fiscales en la última década.

Entre ellos se encuentran George Gascon, el polémico fiscal de distrito de Los Ángeles; Larry Krasner, el fiscal de distrito de Filadelfia; pero también ese Alvin Bragg de Nueva York que desde hace unas semanas está involucrado, por casualidad, en la acusación del caso de delitos fiscales contra Donald Trump; hace un año la investigación parecía haber terminado en un punto muerto. La influencia de estos fiscales en el sistema judicial y en la seguridad pública es aún mayor si se tiene en cuenta el volumen de delitos; de hecho, en 2021, más del 40% (más de 9.000) de los aproximadamente 22.500 homicidios en Estados Unidos se produjeron en zonas supervisadas por estos fiscales. Estas jurisdicciones representaron más de un tercio de todos los delitos violentos y contra la propiedad que tuvieron lugar en 2021.

Tradicionalmente, las elecciones a fiscal de distrito habían sido un «asunto tranquilo», escriben los autores; «los candidatos gastaban muy poco en sus campañas, tratando en cambio de conseguir apoyos locales y mejorar sus cualificaciones jurídicas». Pero con la aparición en escena del «liberal Soros» y su corriente de «justicia social», la situación ha cambiado y han fluido millones de dólares para las campañas electorales en esta competición a las segundas vueltas. El escandaloso y antiliberal «control de Soros» sobre la justicia estadounidense, que ha vuelto a salir a la luz en las últimas semanas, cuando Soros fue uno de los patrocinadores millonarios que llevaron a la victoria electoral de Janet Protasiewicz, la candidata pro-aborto y LGBTI, en el Tribunal Supremo de Wisconsin, ha resurgido en los últimos días.

Una organización sin ánimo de lucro de extrema izquierda, acusada de ponerse del lado de los delincuentes y de operar dentro de las fiscalías locales, está financiada casi en su totalidad por organismos del gobierno federal, incluido el Departamento de Justicia. El «Vera Institute of Justice», organización sin ánimo de lucro vinculada a Soros, ha recibido 290 millones de dólares del gobierno federal en los últimos 12 meses por su trabajo en el ámbito de la inmigración ilegal y el sistema de justicia penal. Si los contratos actuales se prorrogan durante los próximos cuatro años, los desembolsos podrían superar los mil millones de dólares. La organización, según las investigaciones periodísticas que ha realizado FoxNews, quiere, por un lado, reducir los sistemas de control en el sistema «penal y migratorio» y, por el otro, otro apoya el desarme de la policía, trabajando con fiscalías «amigas» o «sensibles a la justicia social» para domesticar artificialmente las «disparidades raciales» en las decisiones de procesar a los delincuentes, con el fin de demoler un sistema judicial «racista». «El sistema de justicia penal ha sido un instrumento de opresión racial y control social… Como actores poderosos del sistema, los fiscales tienen la responsabilidad de trabajar para corregir este impacto», ha afirmado recientemente el Vera Institute.

¿Le parece que está leyendo algo parecido a la misión moralizadora de los magistrados tan frecuente en la Europa continental? Sí, el mismo espíritu anima a muchos magistrados del Tribunal Supremo de Derechos Humanos a los que, cualquier ciudadano europeo, debería poder mirar con esperanza y deseo de justicia. Recordarán que hace tres años escribíamos en La Bussola sobre la investigación acerca del conflicto de intereses y la impresionante cantidad de decisiones «falsas» que surgieron de la conmixtión entre al menos 18 jueces y ONG respaldadas por Soros. Pues bien, gracias a una nueva investigación del ECLJ de Gregor Puppinck, publicada recientemente y retomada por varios órganos de la prensa internacional,  se ha podido comprobar que las decisiones del Tribunal para evitar conflictos de intereses, como ya se puso de manifiesto en años anteriores, han fracasado y «en los últimos tres años se han producido al menos otras 54 situaciones de conflicto de intereses, 18 de las cuales atañen a sentencias de la Gran Sala (última instancia), así como a casos de nepotismo, serias dudas sobre la veracidad de los currículos de algunos jueces, falta de transparencia de la secretaría… todo ello fruto de la indebida y permanente influencia que la Open Society de Soros y sus organizaciones ejercen sobre el Tribunal Europeo, en particular sobre 12 de los 46 jueces del TEDH».

Ante esta evidencia desconcertante hay que preguntarse si los filántropos y los movimientos liberal-progresistas que luchan por una sociedad más inclusiva y abierta no quieren, en realidad, controlar todos los poderes del Estado democrático, empezando por el judicial, con jueces armados para golpear a los opositores y amnistiar a sus amigos.

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“Gracias Meloni”: Italia vuelve al camino del crecimiento y el PBI se expandió un 1,8% en el primer trimestre del año

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Las reformas de Meloni comienzan a mostrar los primeros resultados en materia de crecimiento. La expansión económica italiana fue cinco veces mayor al promedio de la Unión Europea durante los primeros tres meses de 2023.

El Instituto Nacional de Estadística de Italia informó que el PBI tuvo una expansión del 0,5% en el primer trimestre de 2023, marcando una fuerte aceleración de hasta el 1,8% con respecto al mismo período del año pasado, números que no se ven en las otras economías del mundo, que están teniendo magros crecimientos o directamente, caídas del producto.

La variación interanual observada fue la más alta desde junio del año pasado, mientras que la economía recuperó la tendencia alcista que amenazaba con desaparecer en el cuarto trimestre de 2022 antes de la llegada del gobierno de derecha de Giorgia Meloni al poder.

La expansión efectiva del PBI superó ampliamente las expectativas, ya que se esperaba un crecimiento trimestral del 0,3%. El crecimiento económico de Italia fue hasta cinco veces más alto que el promedio de la Unión Europea para el primer trimestre (estimado en el 0,1%). La variación interanual del PBI italiano superó cómodamente al ritmo de crecimiento de la UE, que registró una expansión del 1,3% con respecto al mismo período de 2022. 

Con estos resultados, Italia retorna al nivel de actividad económica más importante desde el tercer trimestre del año 2008, y logró recuperar la tendencia de crecimiento que tenía antes de la pandemia. De hecho, la economía acumuló un crecimiento de casi el 3% con respecto al cuarto trimestre de 2019 (antes del impacto por la pandemia).

Bajo el conjunto de reformas impulsadas por Giorgia Meloni, Italia no solamente evitó la recesión sino que recuperó el camino del crecimiento. Las políticas del lado de la oferta, entre ellas la desregulación laboral y las rebajas impositivas, fueron las grandes protagonistas de la reactivación. 

El Índice compuesto PMI, que sintetiza a la producción industrial y la actividad comercial de servicios, registró una tendencia alcista muy importante desde octubre del año pasado y repuntó desde los 46 puntos básicos hasta superar los 53 en abril de 2023. Un valor por debajo de los 50 puntos sugiere una retracción en estos indicadores, por lo que la economía italiana sorteó exitosamente la tendencia recesiva.

Lo mismo ocurrió con el Índice de Confianza de los Consumidores, que aumentó fuertemente desde los 90 puntos básicos en octubre de 2022 a más de 105 puntos para abril de este año. Este indicador realiza un sondeo sobre una encuesta con 2.000 consumidores para relevar expectativas de empleo, ahorro y compras de bienes durables.

La Primer Ministra italiana dispuso de un amplio paquete de medidas para impulsar el crecimiento económico, las cuales se siguen profundizando este año. Se reformó completamente el impuesto a las Ganancias IRPFsimplificando la cantidad de alícuotas de 5 a 4 para el período fiscal 2022 y a solamente 3 a partir de enero de 2023. La tasa promedio del impuesto cayó del 34,4% al 31%, beneficiando especialmente a los ingresos anuales más bajos.

Asimismo, se dispuso de una tasa especial del 15% para trabajadores autónomos, y solamente del 5% aplicable a bonos de productividad sobre cuentapropistas. El impuesto de Sociedades cayó del 25% al 14% sobre las empresas que declaran nuevas contrataciones de planta permanente.

También se impulsó una profunda liberalización del mercado laboral, ampliando la cantidad de contratos temporales permitidos, creando incentivos fiscales para la contratación indefinida de jóvenes menores de 30 años y abaratando el costo laboral para las empresas.

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Viktor Orbán, en la CPAC de Hungría: «En Europa ha comenzado la Reconquista»

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El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, aseguró en su discurso en su intervención como anfitrión de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) que en Europa ha comenzado «la Reconquista», haciéndo clara referencia a la que se produjo en España contra los musulmanes; de hecho, el discurso fue en húngaro y la palabra la dijo en español.

La CPAC, un evento respaldado por el Partido Republicano estadounidense que se celebra estos días en Budapest, ha contado con la presencia, además de la de Orbán, del primer ministro georgiano, Irakli Garibashvili, o de los ex jefes de gobierno esloveno y checho, Janez Jansa y Andrej Babis, respectivamente. Entre los invitados también se encontraban Janez Janąa, ex primer ministro de la República de Eslovenia, Jorge Buxadé, jefe de la delegación de VOX en el Parlamento Europeo, Hermann Tertsch, eurodiputado de VOX, Jordan Bardella, miembro del Parlamento Europeo y presidente de Agrupación Nacional, André Ventura, presidente del partido CHEGA y Rob Roos, miembro del Parlamento Europeo, entre otros.

«Hay CPAC en Estados Unidos, México, Brasil, Israel y Japón. Y hay un CPAC en Hungría. No es una mala compañía para estar. Pero, ¿cómo lograron los húngaros entrar en un club tan prestigioso? No somos grandes, no intimidamos, no somos ricos. No tenemos un gran ejército, no tenemos un PIB enorme, o una población particularmente grande. ¿Quién está interesado en nosotros?«, se preguntó Orbán durante su intervención del jueves.

Según el primer ministro húngaro, solo hay una razón por la que están en ese club de élite. «Hungría es una incubadora, donde se están realizando experimentos para la política conservadora del futuro. Hungría es el lugar donde no solo hablamos de derrotar a los liberales progresistas y cambiar hacia una dirección política cristiana conservadora, sino el lugar donde realmente lo hemos hecho», afirmó.

Orbán señaló que es difícil imaginar un país en una situación peor que la de Hungría en 2010, cuando volvió al Gobierno después de ocho años en la oposición. «Recuerdo que la pregunta entonces era si las políticas conservadoras podrían restaurar un país arruinado por los liberales que se habían vuelto locos. Pensamos entonces que, si se podía hacer aquí, se podía hacer en cualquier parte«, dijo.

«El experimento ha tenido éxito y somos la prueba de que solo las políticas conservadoras pueden ayudar en aquellos lugares donde los liberales, los izquierdistas, han destrozado un país. Y la historia de éxito húngara ha continuado desde entonces: pleno empleo, niveles récord de inversión, impuesto único, un 40% menos de abortos, la mejor seguridad pública en Europa, inmigración bajo control y una fuerte identidad nacional», presumió el mandatario húngaro.

Según Orbán, el experimento húngaro «debe su fama mundial a George Soros». «De hecho, Dios se mueve de una manera misteriosa. Si George Soros no hubiera atacado a Hungría, si no hubiera anunciado su programa para reasentar a millones de inmigrantes ilegales en Europa con la ayuda de sus ONG mercenarias, nunca hubiéramos llegado a las primeras planas del mundo», aseguró el primer ministro.

«Pero el tío Georgie anunció su programa de reasentamiento. Movilizó a su ejército de ONG y se dispuso a implementar su gran plan. Inundaron los Balcanes con inmigrantes ilegales y construyeron una ruta de contrabando de personas que conducía al corazón de Europa. Pero luego se enfrentaron a Hungría. Dimos la orden de alto, tomamos el guante y nos defendimos: construimos un cerco y defendimos nuestro país», continuó el mandatario.

Orbán comentó que después de un tiempo se dio cuenta de que no bastaba con defender las fronteras, «sino que solo podemos defender nuestro país si también nos involucramos en batallas intelectuales e ideológicas«. «Nos encontramos en medio de un campo de batalla intelectual-ideológico, porque la inmigración es una parte importante de la filosofía de los progresistas liberales. No tuvimos más remedio que denunciar la ideología de la sociedad abierta, y con ella todo el imperio de George Soros», dijo. «No queríamos ser famosos, y sin embargo lo somos. Desafiamos el canon liberal y saltamos a la fama mundial», añadió el primer ministro de Hungría.

Orbán afirmó que los húngaros no atacan, defienden. «No queremos decirles a otros países lo que deberían pensar sobre la inmigración, la teoría de género o el superestado europeo«. «Todo pueblo tiene derecho a vivir según su propia voluntad y naturaleza», aseguró. «Defendemos porque la élite progresista globalista quiere imponernos su voluntad, quiere decirnos qué pensar y cómo vivir».

El virus liberal progresista

El mandatario magiar dijo que estamos bajo un ataque, tanto en Europa como en América. «También debo informarles que el ataque no es de naturaleza económica: estamos ante un arma biológica. Se ha lanzado un ataque de virus contra nosotros. El virus fue desarrollado en laboratorios liberales progresistas. Este virus está atacando el punto más vulnerable del mundo occidental: la nación. Es un virus devorador de naciones que atomizará y pulverizará a nuestras naciones.

«La nación es el gran invento de Occidente. Es el corazón del mundo libre. Pero también es el talón de Aquiles del mundo occidental. Si las naciones se evaporan, se desintegran o se oxidan, se pierde la posibilidad de una vida libre y Occidente caerá«, advirtió Orbán.

El primer ministro húngaro reconoció que Occidente «no lo está haciendo bien», en lo referente a la competencia entre civilizaciones. «Lo peor es que la culpa la tenemos nosotros mismos. Ninguno de nuestros competidores podría haber causado tantos estragos», dijo. «Cuando la izquierda desató su virus en el mundo, muchos conservadores bien intencionados dijeron que este virus antinacional era solo una fuga accidental de laboratorio», prosiguió. «¡No seamos ingenuos! Hoy podemos ver que este virus no se ha escapado simplemente: se ha criado, se está propagando y extendiendo por todo el mundo. Inmigración, género y woke: todas estas son solo variantes, variantes del mismo virus«, aseguró Orbán.

«La esencia de la inmigración ilegal es la destrucción de la comunidad nacional. Es el desmantelamiento de la base cultural necesaria para el funcionamiento del Estado-nación y la creación en su lugar de grupos marginados, atomizados, coexistentes, pero mutuamente hostiles, que nunca formarán una comunidad y que, en última instancia, nunca formarán un Estado», alertó el mandatario.

Según Orbán, este es el mismo del movimiento woke y la propaganda de género. El primer ministro mencionó que los húngaros, en su idioma, tienen una única palabra para referirse al sexo, ya sea en contextos sociales —género— como en el biológico. «Nuestro idioma usa el mismo pronombre personal para todos, por lo que en Hungría no hay nada que discutir sobre ese punto. Por lo tanto, vemos, quizás más claramente que las personas en otras partes del mundo, que el movimiento woke y la ideología de género son exactamente lo que solían ser el comunismo y el marxismo: dividen artificialmente la nación en minorías para fomentar la discordia entre grupos. Esta es su base de poder».

«El experimento conservador húngaro tiene éxito porque podemos detectar marxistas a kilómetros de distancia», dijo. «Nos presionaron durante cincuenta años. El género y lo woke también dividen la nación en clases y proclaman que la clase es más importante que la nación, primando sobre la pertenencia a la nación y primando sobre la identidad nacional», señaló.

Según relató el primer ministro húngaro, la tercera «variante viral» que amenaza hoy a las naciones occidentales es la «política exterior progresista», que «siempre nos lleva a la guerra». «Trae agitación a los países en nombre de la exportación de la democracia, y luego se va o es absorbida, atrapada en el desorden que ella misma ha creado», continuó. «He visto muchas de esas revoluciones de colores. Comienzan con la consigna de la libertad, continúan con la reeducación liberal-progresista y el mejoramiento humano, y terminan en el caos, el desorden y la desgracia de los países abandonados a su suerte. Estoy seguro de que, si Trump fuera presidente, hoy Ucrania y Europa no sufrirían ningún tipo de guerra. ¡Vuelva, señor presidente! ¡Haz que Estados Unidos vuelva a ser grande y tráenos la paz!», exclamó Orbán.

El mandatario magiar comentó que los progresistas en primer lugar «presionan diplomáticamente a las naciones, esperando que se comprometan, que declaren si apoyan o no la inmigración, la propaganda de género, la relativización de las familias y la sexualización de los niños«. «Aquellos que se niegan a hacerlo son el enemigo, y se les pronuncia una fatwa liberal. Si dices que el género y los movimientos LGTB tienen que ver con la sexualización de los niños, te acusarán de traicionar los valores occidentales. Si dices que las universidades no deben consistir en una educación ideológica woke sino en una búsqueda de la verdad, estás atacando la libertad académica. Si dices que la guerra no es de interés para el mundo occidental, se tee califica como uno de los facilitadores de Putin», comentó.

«El último objetivo de la política exterior imperial de los progresistas es privar a los Estados miembros de la Unión Europea del derecho a conducir su propia política exterior. Deben ser detenidos. Esta será la mayor batalla en Bruselas en los próximos meses«, anunció.

Para Orbán, la buena noticia «es que aquí en Europa ha comenzado la Reconquista«. «Hay resultados alentadores. En Italia han ganado nuestros amigos conservadores, ha ganado la Sra. Meloni«, recordó. En Jerusalén «también han ganado las fuerzas conservadoras». «Luego tenemos las próximas y prometedoras elecciones generales españolas, y las estrellas también están bien alineadas para nuestros amigos polacos. Y habrá elecciones al Parlamento Europeo, cuando finalmente podamos derrocar a la élite progresista y drenar el pantano de Bruselas», afirmó el primer ministro húngaro.

«Hemos detenido la inmigración en nuestras fronteras, hemos prohibido la propaganda de género y la sexualización de los niños en las escuelas, y también estamos trabajando sin concesiones por la paz. Está funcionando. Hemos ganado cuatro veces seguidas. La gente siente que su futuro está en juego. Apoyarán a la fuerza política que protege a toda la nación y representa sus intereses. Sí, la principal debilidad de las fuerzas progresistas es la voluntad popular: la democracia misma. Así es como pueden ser derrotados», dijo Orbán.

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