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Así se perdió Francia para los franceses: la criminal complacencia con el Islam en las escuelas

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En Francia bulle una guerra de baja intensidad que pretende radicalizar la escuela. El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, reveló que tras la decapitación del docente Samuel Paty, el pasado 6 de octubre, se registraron 800 "incidentes" islamistas en los centros educativos del país. En la imagen (Bertrand Guay/AFP, vía Getty Images), el colegio donde fue asesinado Paty, en Bois-d'Aulne, Conflans-Saint-Honorine.
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«A diferencia de usted y de tantos otros, coronel, Mila jamás se someterá», escribió el padre de la adolescente francesa al director de su academia en una carta publicada por Le Point. El 18 de enero de 2020, Mila O., una chica de 16 años, hizo comentarios insultantes sobre el islam durante un directo que estaba llevando a cabo desde su cuenta de Instagram.

En los comentarios, un chico musulmán le pidió una cita, pero ella le rechazó porque es gay. Entonces, él la acusó de racista y la llamó «sucia lesbiana». En un airado vídeo grabado nada más concluir el directo en el que fue insultada, Mila respondió diciendo que ella «odia la religión».

Mila prosiguió: «El Corán es la religión del odio; sólo hay odio ahí… El islam es una mierda». Desde entonces, ha recibido unos 50.000 mensajes y cartas con amenazas de violación, degollamiento, tortura y decapitación. Y ha tenido que saltar de un centro educativo a otro.

Una vez más, Mila se ha visto sin centro al que acudir. En una red social, accidentalmente dio el nombre de su nueva academia militar y la dirección enseguida la excluyó por ser una potencial amenaza para la seguridad de los estudiantes. «Devastado por tanta cobardía», escribió el padre de Mila. «Ni siquiera el Ejército puede protegerla y permitirle seguir con su formación académica. ¿Qué podemos hacer nosotros, sus padres? Para nosotros, esto es una película de terror».

¿Ni siquiera el Ejército francés puede protegerla? «Tiene 17 años y vive como la redacción de Charlie Hebdo, en un búnker. ¡Esto es insoportable!», declaró el abogado de Mila, Richard Malka.

Pocos días después, Caroline L., profesora en la Facultad de Derecho de la Universidad de Aix-Marsella, recibió incontables amenazas de muerte por «islamófoba». El fiscal de Aix-en-Provence abrió una investigación por «insultos públicos por pertenencia a una religión». ¿Su delito? Caroline L. dijo lo siguiente a sus estudiantes:

No hay libertad de conciencia en el islam. Si has nacido de padre musulmán, eres musulmán para toda la vida. Es una suerte de religión transmitida por el sexo. Uno de los mayores problemas que tenemos con el islam, pero desgraciadamente no el único, es que no reconoce la libertad de conciencia, lo cual es absolutamente estremecedor.

El instituto Pierre Joël Bonté de Riom (Puy-de-Dôme) fue clausurado el 11 de enero por «insultos y amenazas de muerte» al profesorado. «Hemos decidido cerrar el centro por los insultos y amenazas de muerte, para proteger a los estudiantes y al personal docente», manifestó un portavoz. Pocas horas después, una profesora de Toulouse, Fatiha Boudjahlat, pidió protección policial tras recibir amenazas de consideración.

En 2015, el Estado Islámico proclamó que había que atacar las escuelas francesas y alentó a sus seguidores a «matar a los profesores»Según el experto en islamismo Gilles Kepel, «para los partidarios del isñam político, la escuela se ha convertido en un bastión que asaltar».

En un artículo en L’Express se señalaba trágicamente que los centros educativos son objeto de violentas campañas islamistas en todo el mundo. En 2014, 132 jóvenes murieron en un mortífero ataque islamista contra una academia militar de Peshawar (Pakistán). Entre 2009 y 2012, el Talibán paquistaní atacó 900 escuelas, según un informe de la ONG International Crisis Group. La premio nobel de la paz Malala Yusafzai, conocida por su lucha por la instrucción de las niñas, fue disparada en la cabeza por un talibán en Swat (Pakistán). Boko Haram, responsable de numerosos ataques en Nigeria, reivindicó el secuestro de 276 chicas en Chibok. En un ataque de islamistas afiliados a Al Qaeda contra la Universidad Garissa de Kenia fueron asesinados 142 estudiantes. En Burkina Faso se han clausurado más de 2.000 escuelas.

En Francia bulle una guerra de baja intensidad que tiene por objeto radicalizar la escuela. Aunque muchos musulmanes no apoyen semejante transformación, el asalto parece haber empezado en 1989, año del bicentenario de la Revolución Francesa y de la publicación en el Hexágono de la novela de Salman Rushdie Los versos satánicos. En Creil, un centro educativo denegó la admisión a tres estudiantes por llevar el velo islámico. Las autoridades francesas trataron de rebajar la tensión mediante el diálogo y el apaciguamiento. No obstante, en un llamamiento publicado por Le Nouvel Observateur y firmado, entre otros, por Alain Finkielkraut y Elisabeth Badinter, varios intelectuales denunciaron el «Múnich de la escuela republicana».

La islamización de la escuela francesa está alcanzando un ritmo vertiginoso. En 1989, el grito fue «¡Profesores, no capitulen!». Desde entonces, algunos de los que se han negado a capitular lo han pagado con la vida.

En octubre de 2020, Samuel Paty, profesor de Historia, fue decapitado por un terrorista checheno por cumplir con su trabajo: instruir a sus alumnos en el respeto a los valores fundacionales de las sociedades occidentales y a las palabras que presiden sus escuelas (libertad, igualdad, fraternidad) debatiendo sobre la libertad de expresión y mostrándoles las viñetas de Mahoma publicadas por Charlie Hebdo.

«La convivencia es una fábula», escribió Alain Finkielkraut tras la decapitación de Paty. «Los espacios que pierde la República son espacios conquistados por el odio a Francia. Los ojos se han abierto, las pruebas ya no pueden seguir siendo ocultadas».

El ministro francés de Educación, Jean Michel Blanquer, reveló que tras la decapitación de Paty se produjeron 800 «incidentes» islamistas en los centros educativos del país.

En el Battières de Lyon, donde Paty empezó su carrera, un docente fue amenazado físicamente. Este profesor de Geografía e Historia había dado una clase sobre libertad de expresión siguiendo el programa de la asignatura. Entre otras cosas, dijo que Emmanuel Macron no es «islamófobo». El padre de uno de los alumnos –de quinto grado– fue a verle y lo desafió delante de testigos. «Fue explícito y muy intrusivo acerca de lo que se podía decir y no se podía decir en las clases», dijo uno de ellos. Conmocionado, el docente fue dado de baja por enfermedad y se le pidió que cambiara de centro.

En un instituto de Caluire-et-Cuire, cerca de Lyon, un estudiante amenazó a un profesor con «cortarle la cabeza». En Gisors, una chica distribuyó entre sus compañeros una imagen de la decapitación de Paty. En Albertville, Saboya, la Policía amonestó a cuatro escolares de diez años y a sus padres porque dijeron en clase que «ese profesor merecía morir». En Grenoble, un extremista musumám fue detenido por amenazar con decapitar a un profesor de Geografía e Historia llamado Laurent que sale en la TV. «Te cortaré la cabeza», le dijo. Laurent estaba preparando un vídeo de homenaje a Paty. En la escuela Pierre Mendès France de Saumur, un estudiante le dijo a su profesor: «Mi padre te decapitará».

Es imposible elaborar una lista exhaustiva de incidentes. Ocurren todos los días.

Una encuesta reciente da cuenta de los niveles de autocensura entre los profesores franceses. Para evitar episodios como esos, la mitad de los docentes admite que se autocensura en clase. Mediente el miedo, el terrorismo y la intimidación, el islamismo está cosechando lo que sembró.

Cómo permitimos al islamismo penetrar en la escuela es el título del libro que acaba de publicar Jean-Pierre Obin sobre el auge del islamismo en los centros educativos franceses. Obin, exinspector general de educación, coordinó en 2004 un informe sobre las manifestaciones de afiliación religiosa en los centros. No era el primer informe de un insider. Bernard Ravet fue, durante 15 años, director de tres de las escuelas más problemáticas de Marsella. En su libro ¿Director de colegio o imán de la República?, Ravet escribió:

El fanatismo lleva golpeando las puertas de decenas de centros desde hace más de diez años (…) Ha invadido el espacio físico de la República, centímetro a centímetro, imponiendo sus signos y parámetros.

El filósofo francés Robert Redeker escribió en 2006:

El islam trata de imponer sus normas en Europa, abrir las piscinas a determinadas horas sólo para las mujeres, prohibir la caricaturización de su credo, exige un menú especial para los niños musulmanes, combate por el uso del velo en la escuela, acusa de islamofobia a los espíritus libres.

Su artículo en Le Figaro se titulaba «¿Qué debería hacer el mundo libre ante la intimidación islamista?». Pocos días después, empezó a recibir amenazas de muerte. «No puedo trabajar y me he visto obligado a ocultarme», afirmó. «De alguna manera, los islamistas están consiguiendo castigarme en el territorio de la república como si fuera culpable de un delito de opinión».

Debimos haber prestado más atención a ese primer caso. Fue el primero en una ya larga serie de ataques contra profesores y centros educativos franceses. Catorce años después, Samuel Paty ha pagado con su vida, un profesor universitario acaba de recibir protección policial y otro ha tenido que abandonar su centro por amenazas. Si los extremistas consiguen intimidar a los colegios y universidades franceses, ¿por qué no van a poder someter a toda la sociedad?

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España

Un homenaje a Ucrania desde la Memoria Española: 81 años de la última gran victoria del ejército español, por Francisco Torres García

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Francisco Torres García

 

Hace 81 años se libró en la entonces URSS, en los arrabales de la ciudad de Leningrado (San Petersburgo) la batalla de Krasny Bor. Un choque de tintes épicos entre la infantería española y el Ejército Rojo en los inicios de la Operación Estrella Polar, planificada por quien sería mariscal y cuatro veces héroe de la Unión Soviética, Gueorgui Konstantinovich Zhúkov. Considerado por la historiografía soviética y posterior como el mejor de los comandantes soviéticos en campaña, los soldados afirmaban: «Donde está Zhúkov, está la victoria».

Con aquella, sin duda, pensaba añadir, a la que sería una brillante carrera militar, la liberación definitiva de la ciudad de Leningrado. La misma que había conseguido defender ante el asalto alemán en el otoño de 1941. Con una concatenación de ofensivas en los Frentes de Leningrado, Vóljov y Noroeste pretendía alcanzar un objetivo  muy ambicioso: acabar con el cerco a Leningrado, liberar Novgorod, embolsar al 18.º Ejército alemán y abrir el camino hasta la frontera de Estonia y Letonia. Todo ello tras haber desarticulado los soviéticos la Operación Nordlicht, el que iba a ser el asalto definitivo a la ciudad cuna de la Revolución dirigido por el mariscal Erich von Manstein.

La batalla defensiva que libró en Krasny Bor la División Española de Voluntarios, la División Azul, supuso, sin embargo, un revés para el plan de Zhúkov al impedir la ruptura del frente encomendada a unidades del 55.º Ejército; resistencia que contribuyó a la frustración de toda la Operación. Más allá de cualquier otra valoración hay que señalar que si los españoles se hubieran hundido la progresión soviética, que debía protagonizar la 45.ª División de la Guardia del general Krasnov, hubiera sido difícilmente contenible quebrando la línea de comunicación que permitía abastecer a las fuerzas alemanas.

Conviene insistir, como nota introductoria, en una realidad incuestionable que las circunstancias políticas de la última década, junto con algunos sectores de la historiografía, tienden a obviar, que, independientemente de su componente político y de su recluta, la División Española de Voluntarios, la División Azul, fue una unidad del Ejército español, constituida orgánicamente al efecto de realizar una misión específica (combatir al comunismo) y disuelta a la conclusión de la misma. Esta gran unidad consiguió, entre el 10 y el 11 de febrero, en lo que debemos denominar los combates de Krasny Bor, siguiendo al general Fontenla, una importante victoria en lo que fue una batalla defensiva al frustrar la intención enemiga y dislocar una ofensiva de amplios horizontes. No es exagerado, sino simple constatación de la realidad, que en Krasny Bor el ejército español alcanzó su última gran victoria en una gran acción bélica.

Más allá del desarrollo de los combates en aquellas 18 horas de lucha continua entre el 10 y el 11 de febrero, más allá del rosario de acciones heroicas que en aquellas momentos se dieron, avanzado el conocimiento real de los hechos (siendo fundamentales las aportaciones realizadas por Carlos Caballero), desbrozadas algunas interpretaciones herederas de las valoraciones personales de quienes combatieron, eliminados no pocos mitos que durante décadas prescindieron de los condicionantes tácticos y de la realidad de las fuerzas en presencia, vamos a tratar de precisar algunos aspectos, quizás aparentemente secundarios, sobre los condicionantes y las lecciones de aquel día.

La División Azul que consiguió aquella victoria no era la unidad que salió de España en julio de 1941 y que había combatido brillantemente en las orillas del Vóljov. En febrero de 1943 no eran muchos los divisionarios alistados en 1941 que permanecían en el frente, probablemente rondarían los 2.000. Tras agotar las listas de reserva, en marzo de 1942, el gobierno español decidió iniciar un nuevo periodo de recluta del que saldrían la mayor parte de los combatientes en la batalla.

Entre abril y diciembre de 1942 llegaron al frente 14.124 hombres. A partir de mayo comenzaron a abandonar el frente los denominados Batallones de Repatriación. Más de 9.000 voluntarios regresaron a España hasta el último mes de aquel año; entorno a  2.000 no pudieron hacerlo y aguardaban la eternidad en un rosario de cementerios. En este proceso el general Muñoz Grandes chocó con el Ministerio del Ejército y su planteamiento de renovación/sustitución, inclinándose por mantener la vieja «amalgama napoleónica» distribuyendo a los que llegaban entre todas las unidades.

En febrero de 1943 la DEV era una unidad prácticamente renovada. Sobre aquellos voluntarios llegados caería la leyenda de una recluta forzada, alimentada por la paga, pletórica de republicanos y maleantes, con escasa moral de combate y menor voluntad de vencer, salida de los cuarteles, aunque casi 9.000 de los llegados a lo largo de 1942 se hubieran alistado desde los banderines abiertos en las milicias falangistas… Visión que compartía y ampliaba la propaganda soviética que mantendría de forma ortodoxa el PCE y se transmitiría, a través de sus vasos comunicantes, a parte de la reciente historiografía española. La prueba más evidente de que no era así es lo ocurrido durante los combates de Krasny Bor.

En julio de 1942, aquella gran unidad que estaba renovándose/reconstruyéndose, recibió órdenes para trasladarse desde el Vóljov hasta el frente de Leningrado, iban a participar en lo que se anunciaba como el asalto definitivo a la ciudad. Aquel movimiento iniciado en agosto dio tiempo al general Muñoz Grandes para instruir a sus hombres. Además se le indicó que, una vez acantonada en las proximidades del frente, tendría un tiempo antes de entrar en línea. La División Azul iba a tener un papel relevante en la ruptura que conduciría a la ocupación de la ciudad dentro de la Operación Nordlicht. Lo que indica el valor que como unidad de combate se daba a los españoles por parte del mando alemán.

Las circunstancias y la falta de fuerzas acortaron los plazos y la DEV entró en línea el 5 de septiembre entre Alexandrovka y el río Ishora. El general Muñoz Grandes asumió el mando de una zona de buenas posiciones pero sin profundidad en sus elementos de defensa, y procedió a reestructurar sus fuerzas para una acción ofensiva que se mantuvo viva hasta mediados de octubre de 1942. Ahora bien, por sus efectivos, que a finales de octubre podía desplegar 16.343 hombres, la DEV era la unidad más poderosa del frente. Con sus fuerzas podía mantener su sector sin dificultades ante cualquier contingencia.

El general Emilio Esteban-Infantes, que iba a sustituir en el mando a Muñoz Grandes, llegó al frente en agosto para convertirse en 2ª Jefe de la unidad, a él iba a corresponder, en gran medida la preparación final de la zona y el despliegue en el nuevo sector que se le iba a adscribir en que se libraría la batalla.

Cerrado definitivamente el planteamiento ofensivo correspondía prepararse para establecer un escenario defensivo ganando lo que no tenían las líneas alemanas de un frente estático como era el asumido, profundidad. Ambos generales conocían la doctrina táctica española sobre la batalla defensiva que optaba por la profundidad y la distribución de posiciones defensivas con espíritu de resistencia al objeto de impedir al enemigo la penetración real y el dominio del territorio. Doctrina revisada durante la guerra civil sobre la que el propio Franco había teorizado, destacando la importancia de la batalla defensiva, en 1938 en sus instrucciones para los jefes de grandes unidades y en sus comentarios al reglamento de ese año. El general Muñoz Grandes asumió que se vería obligado a librar una difícil batalla defensiva cuando anunció que se mantendría a toda costa en Novgorod en el invierno de 1941-42.

El propio Franco en su ABC de la batalla defensiva. Aportación a la doctrina, síntesis final de lo escrito durante la guerra, incidiría en la necesidad de relegar «los órdenes lineales», optando por «sistemas profundos, tanto más necesarios cuanto mayor sea la capacidad de penetración de los Ejércitos modernos y su potencia para la ruptura» con lo que se organizará el terreno propio «preparando el sistema de fuegos que ha de aniquilar al enemigo», asumiendo que las fuerzas enemigas progresarán según sea la red de comunicaciones existentes que permitirán alimentar la batalla, por lo que «los campos de batalla principales hemos de buscarlos en esas vías de penetración, como en ellas ha de situarse el centro de gravedad de nuestras tropas», creando la zona de resistencia y en esta, siguiendo los reglamentos tácticos, lo fundamental es el ocultamiento y la dispersión de las fuerzas. En ese marco se desarrolló la batalla de febrero en el frente ruso.

Tanto Muñoz Grandes primero como Esteban-Infantes después trabajaron para dotar de profundidad sus líneas. La línea española tuvo una relativa tranquilidad, aunque sometida a los duelos artilleros y golpes de reconocimiento, entre los meses de octubre y noviembre, lo que permitió incidir en la instrucción de las fuerzas. Una optimización que no hay que depreciar a la hora de valorar las razones de la victoria española.

El problema, sobre todo para Esteban-Infantes al asumir el mando completo, fue la constante ampliación de la línea a cubrir por los españoles desde el sector inicial establecido entre Alexandrowka y el meandro del río Ishora. En enero de 1943 los soviéticos lanzaron la Operación Iskra que daría origen a la batalla por el control de los Altos de Sinyavino. La falta de fuerzas hizo a los alemanes exprimir el frente sacando unidades. La División Azul cedería al II Batallón del 269.º a mediados de enero de 1943. En Sinyavino los españoles demostrarían, una vez más, su capacidad de aferrarse al terreno y no ceder hasta quedar reducidos a la mínima expresión (solo 30 hombres regresarían indemnes), algo que no parece que fuera tenido en cuenta por el mando enemigo. Todo ello llevaría a la División a extender sus líneas primero hasta Krasny Bor, y después hasta más allá de la línea férrea cubriendo otros siete kilómetros. De un despliegue en el que los españoles mantenían reservas en cada subsector se pasó a un despliegue que embebía en línea a casi todas las fuerzas. Pero lo más grave era la falta de profundidad de la línea más allá del Ishora y la necesidad de preparar el terreno. Esteban-Infantes tendría que luchar contra el tiempo para ganar profundidad, pero este se estaba acabando. El tiempo había permitido trabajar en todo el sector la oeste del Ishora, pero ahora las líneas española podían alcanzar, según se evalúe, entre los 24 y los 30 kilómetros para soldarse al este con las fuerzas limitadas de la 4.ª División SS Policía que estaban retornando tras su participación en los combates de mediados de enero.

La División Azul cubría una línea que cortaba el río Ishora, la carretera Leningrado-Moscú, la población de Krasny Bor que ocupaba unos 9 kilómetros cuadrados y la línea del ferrocarril Leningrado-Moscú. A lo largo del mes de enero se hizo evidente que el subsector que se abría en el Ishora y llegaba hasta la línea férrea era tácticamente fundamental. Esteban-Infantes asumió la necesidad de ganar en profundidad asegurando las líneas en el Ishora y cubriendo la carretera, pero para completar un sistema que contara con suficientes posiciones para cubrir una amplia zona de resistencia necesitaba más tiempo. A la vez procuró destruir los intentos enemigos de progresar a la hora de acercar sus posiciones a la línea española ante Krasny Bor y la línea férrea. El condicionado despliegue español en la zona mostraría su eficacia el 10 de febrero.

El  subsector de unos 11 kilómetros de línea, con unos cuatro fundamentales entre la carretera y el ferrocarril, quedó guarnecido por el Regimiento 262.º a las órdenes del coronel Manuel Sagrado Marchena, reforzado con el Batallón de la Reserva Móvil y la Compañía de Esquiadores, a lo que se sumarían, exprimiendo la División, el Grupo de Exploración, el Batallón de Zapadores y el Grupo Antitanques. El 10 de febrero tenían establecidos 2 escalones de despliegue y dos pequeñas reservas en su retaguardia. Durante los combates improvisarían una tercera línea. En total unos 5.000 hombres.

Lo que difícilmente podía prever el mando español o alemán era que los soviéticos hubieran situado el punto de ruptura de una gran operación ofensiva precisamente en aquellos kilómetros. Allí los españoles tendrían que aguantar primero la durísima ruptura artillera y después el asalto enemigo. Lo harían en inferioridad ya que el Ejército Rojo desplegaba 4 divisiones (72.ª y 43.ª de Fusileros, junto con la 63.ª y 45.ª de la Guardia) y una imponente masa artillera (la proporción con respecto a las baterías hispano-alemanas ha precisado Carlos Caballero era de 3.3 a 1, «que ya era bastante»). Flanqueada por las divisiones 72.ª y 43.ª de Fusileros, la 63.ª División de la Guardia, al mando del general Nikolái Pávlovich Simoniak tenía la misión de abrir brecha en Krasny Bor consiguiendo la necesaria ruptura. No era la 63 División una unidad escasamente fogueada, ni su general carecía de brillantez. De hecho, había protagonizado el 18 de enero la ruptura del frente enemigo en Shlisselburg, enlazando con las fuerzas del Frente del Vóljov en la Operación Chispa, lo que valió a Simoniak la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética.

La terrible preparación artillera que se prolongó durante casi dos horas castigó muy duramente a las compañías españolas, que en algún caso llegaron a sufrir bajas cercanas al 80% de sus efectivos. Simoniak no esperaba una fuerte oposición y cuando la infantería roja avanzó apoyada por carros KV 1 se encontró con la enconada resistencia de los restos de las compañías de Huidobro, Palacios, Oroquieta, Aramburu, Campos… Se abría así el tiempo de las resistencias decisivas que se prolongaría durante horas. Algo que no debió extrañar, cuando comenzó a tener información, al general Esteban-Infantes pues él mismo las había vivido en primera persona durante la batalla de Brunete en la guerra civil. Tampoco, a pesar de la dureza se produjo el hundimiento de la moral, los que retrocedieron en medio de la lluvia de fuego se recompusieron y contraatacaron cuando encontraron mandos que los reagruparon. Algo que difícilmente hubiera sucedido en una unidad de recluta forzada o sin más horizonte que la paga.

Según la propaganda enemiga la División iba a plantear escasa resistencia dado el componente humano de la nueva recluta. Parece evidente que los mandos del Ejército Rojo habían asumido como real esta imagen. Sin embargo, lo que los españoles estaban demostrando era una alta moral de combate no quebrándose la voluntad de vencer y una elevada calidad entre sus jefes, oficiales y suboficiales que tuvieron que combatir durante horas sin la necesaria comunicación entre las compañías ni con el mando superior establecido por Esteban-Infantes en el puesto avanzado de Raykolovo. Las compañías de la Guardia pudieron sobrepasar los núcleos de resistencia de las compañías de línea, pero se empantanaron en una zona de resistencia que nunca pudieron dominar, no pudieron adueñarse del terreno y esa fue la clave del día.

Sin comunicación exacta sobre el alcance de la penetración enemiga durante horas el general Esteban-Infantes movió sus escasas reservas y adoptó la medida de recurrir a los hombres del Batallón de Repatriación, disponiéndose a aguantar, en el peor de los casos apoyado en el Ishora; al otro lado del río el intento de progresión soviética había sido contenido y rechazado el ataque en el meandro del río. Con respecto a la actuación del general Esteban-Infantes, el general Fontenla ha precisado que si bien no percibió la entidad del posible ataque, «durante al batalla reaccionó de forma correcta… en su puesto de combate: empleó el fuego de la artillería divisionaria, empeñó reservas disponibles y se esforzó en organizar otras nuevas, y reforzó el borde de la lucha en Ishora para impedir sus ensanchamiento y facilitar, en su caso, la estrangulación de la penetración mediante un contraataque general».

Al caer la noche, sobre las 15.30 los combates adquirieron una nueva dimensión sobre un terreno en el que las manchas blancas se alternaban con grandes extensiones de barro. Los españoles continuaban resistiendo en su segundo escalón apegados a las construcciones de Krasny Bor y en su improvisada última línea de resistencia. Los divisionarios habían dado tiempo al mando alemán a preparar una línea tras la zona de combate para guarecer Sablino. Las fuerzas de Simoniak no pudieron abrir la brecha necesaria en Krasny Bor, ni se pudo progresar al este de la línea férrea: no hubo ruptura definitiva. El mando del 55.º Ejército no pudo usar su reserva convenientemente, la 45.ª de la Guardia del general Krasnov, pues ya no había éxito que explotar y los alemanes habían desplegado una línea defensiva tras los españoles.

Al finalizar el día los divisionarios habían perdido en aquel subsector, que cederían a los alemanes de forma progresiva hasta la medianoche, entre 3 o 4 kilómetros, pero -insistimos- los soviéticos no consiguieron su objetivo que era abrir una brecha rompiendo el frente y dominando el terreno para permitir el avance, con lo que su ataque quedó dislocado perdiendo más de un tercio de sus efectivos, sin romper nunca de forma definitiva la última línea española ni ocupar su zona de resistencia.

La gloria, la victoria y la muerte acompañan siempre hechos de armas como los combates de Krasny Bor. En torno a 1.100 españoles perdieron la vida en la batalla, entre 200 y 300 cayeron prisioneros, otro millar y medio recibieron heridas de consideración -parte de ellos también dejarían este mundo a consecuencia de las mismas o acortarían significativamente su vida-. Hubo acciones heroicas que por falta de testigos nunca fueron convenientemente recompensadas. Un soldado, Antonio Ponte Anido, pese a estar herido decidió frenar un T-34 que se dirigía hacia un hospital de campaña, lo hizo con su vida, fue recompensado a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando.

Según anota Carlos Caballero el mando alemán anunció la concesión por los hechos de aquel día de 30 Cruces de Hierro de 1ª, 300 de 2ª y 400 Cruces al Mérito Militar con Espadas. En parte de aquellos prisioneros, que fueron internados en los campos de concentración soviéticos, tampoco se quebró la voluntad de continuar la lucha y vencer. Algunos de ellos serían condecorados tras volver a España 11 años después.

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