Internacional
Así es Jair Bolsonaro, el «Trump» brasileño que promete mano dura, acabar con el aborto y poner coto a los homosexuales

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7 años agoon
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Redacción
En 1993, el diputado Jair Bolsonaro se dirigió a un podio en la Cámara baja de Brasil y pronunció un discurso que sacudió a su joven democracia, al declarar su amor por el no tan lejano régimen militar del país y exigir la disolución de la legislatura.
“¡Sí, estoy a favor de una dictadura!”, aseguró Bolsonaro, un capitán retirado del Ejército, ante la atónita mirada de muchos legisladores, algunos de los cuales se habían unido a grupos guerrilleros para luchar contra la junta militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985. “¡Nunca resolveremos los graves problemas nacionales con esta democracia irresponsable!”.
Este domingo, los brasileños votaron en una elección que llevó a Bolsonaro a disputar la presidencia del quinto país más poblado del mundo en segunda vuelta. Y las opiniones de este político, que ha pasado por nueve partidos pequeños en una carrera de 27 años, han cambiado poco desde que se manifestó aquel día en Brasilia.
Su mensaje de que Brasil es un caso perdido que necesita un gobernante con puño de hierro para restablecer el orden está resonando en miles de brasileños desanimados por el creciente nivel de delincuencia, una economía moribunda y una corrupción política arraigada.
¿Criminales violentos? Bolsonaro dice que hay que dispararles a todos. ¿Enemigos políticos? También a ellos. ¿Corrupción? Un golpe militar drenará el pantano si el sistema judicial no lo hace, dice. ¿La economía? Bolsonaro quiere privatizar las empresas estatales para mantener a los políticos alejados de sus fondos.
EL FAVORITO
Sus partidarios insisten en que decenas de millones de brasileños lo están apoyando silenciosamente, aunque no lo admitan a sus amigos o a los encuestadores.
Brasileños de distintos ámbitos aplauden su promesa de que le hará la vida miserable a las bandas armadas que han convertido a muchos ciudadanos en prisioneros en sus propios hogares.
Muchos agradecen también su compromiso de flexibilizar las leyes de tenencia de armas para que las personas comunes puedan protegerse. A los empresarios, en tanto, les gusta su reciente adhesión a la economía de libre mercado.
Los jóvenes están cautivados por las críticas mordaces que hace a sus rivales en las redes sociales. Las encuestas muestran además que Bolsonaro está bien visto entre las votantes mujeres, a pesar de que muchos lo han calificado de misógino.
Los evangélicos, que constituyen una cuarta parte del electorado, están particularmente enamorados de Bolsonaro, un católico que ha prometido eliminar las clases de educación sexual, derogar los derechos de los homosexuales y frustrar cualquier intento de aliviar las estrictas leyes de aborto.
Algunos incluso ven que haber sobrevivido a un reciente ataque con un cuchillo, que casi le cuesta la vida en un acto de campaña, es una señal de que Bolsonaro, cuyo segundo nombre significa Mesías, fue enviado por Dios para guiarlos.
Otros lo ven como la única opción para evitar el retorno al poder del Partido de los Trabajadores (PT), cuyo fundador, el expresidente Luiz Inácio Lula de Silva, cumple una condena de 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero.
El adolescente Gilson Barbosa Silva, quien proviene de un violento distrito de Sao Paulo, dice que su disgusto con el PT es tal que votará a regañadientes por Bolsonaro, miembro del Partido Social Liberal. “Las opciones son deprimentes… (pero) él es la única opción nueva”, dijo el joven de 18 años.
Carlos Melo, politólogo de Insper, una de las principales escuelas de negocios de Sao Paulo, sostuvo que Bolsonaro capitalizó hábilmente una polarización que se ha profundizado con la caída de Lula. “Las raíces de su apoyo están en la radicalización política que ha florecido en Brasil”, aseguró Melo. “Jair Bolsonaro es un símbolo de esta transición”.
DEL EJÉRCITO A LA POLÍTICA
Algunos expertos califican a Bolsonaro como un “Trump tropical” debido a su gran cantidad de seguidores en las redes sociales y su actitud agresiva.
Pero expertos políticos de Brasil, donde la democracia plena ha sido la excepción a una sucesión de regímenes autoritarios en el siglo pasado, dicen que Bolsonaro es una creación única surgida a la larga sombra de la dictadura más reciente del país.
Bolsonaro, hijo de un dentista sin formación profesional, celebró su noveno cumpleaños pocos días antes del golpe de 1964. Optó por el servicio militar y en 1977 se graduó en la Academia Militar de las Agujas Negras, la principal escuela de formación de oficiales del Ejército brasileño.
Su carrera en el Ejército no fue distinguida. Bolsonaro estuvo en el calabozo durante un par de semanas en 1986 después de que una revista brasileña publicó sus quejas sobre el salario de los militares. Pero sus palabras captaron el descontento generalizado entre los soldados rasos y aprovechó ese apoyo para lograr en 1988 un lugar como concejal en el municipio de Río de Janeiro y un escaño en el Congreso dos años más tarde.
Los logros legislativos de Bolsonaro son escasos, ya que es autor de sólo dos proyectos que se convirtieron en ley. Aún así, nunca se ha visto empañado por casos de corrupción.
Ahora, después de casi tres décadas en la política, Bolsonaro está cosechando la inmensa frustración de los votantes que podría llevarlo a la presidencia.
Brasil aún está atravesando su peor recesión en décadas y 13 millones de personas están desempleadas. El crimen se ha disparado y la violencia generada por las drogas ha alcanzado todos los rincones del país. El año pasado se produjeron casi 64.000 asesinatos, una cifra histórica.
El disgusto con los líderes políticos de Brasil es palpable. Solo el 13 por ciento de los brasileños está “satisfecho” o “muy satisfecho” con la democracia en general, según la encuesta anual más reciente realizada por Latinobarometro, un centro de estudios chileno.
Este ambiente tóxico tiene a los partidarios de Bolsonaro, al igual que a los votantes estadounidenses que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca, esperando a que sea una granada andante que explote el sistema desde dentro.
“Si él puede disminuir la corrupción y deshacerse de los viejos y corruptos zorros que gobiernan nuestro sistema político, dentro de cuatro años tendremos más candidatos que pondrán los intereses de Brasil por encima de los suyos”, dijo Raphael Enohata, un graduado de ingeniería de la Universidad de Sao Paulo de 26 años. “Él es sólo el comienzo de la transición que queremos”.
Las bandas de narcotraficantes también ocupan un lugar destacado en la lista de retos de Bolsonaro.
“No podemos tratar a los delincuentes como seres humanos normales que necesitan ser respetados”, dijo Bolsonaro en agosto. Agregó que la policía debe descargar “10, 15 o 30” balas sobre cada uno y luego “recibir premios” por sus esfuerzos.
Unos días después, en un mitin, Bolsonaro agarró el trípode de un camarógrafo y simuló disparar un rifle. “¡Vamos a matar a todos estos seguidores del Partido de los Trabajadores!”, gritó mientras la multitud lo vitoreaba.
Su comando de campaña dijo que era una broma. Pero Bolsonaro es serio acerca de lo que ve como su destino.
“Dios me llamó a esta carrera”, afirmó al aceptar la nominación de su partido. “Mi madre me dio el segundo nombre de Mesías. Pero solo yo no seré el salvador del Brasil. Quienes lo salvarán somos todos nosotros, juntos”.
Internacional
Europa: La decadencia de una civilización. Por Alberto Bradanini

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4 semanas agoon
26/05/2025
Los habitantes del Viejo Continente menos incautos deberían coincidir en que la representación de Europa –como región geográfica, como conjunto caótico de Estados nacionales ( soberanos sólo en el papel) o como la llamada Unión Europea– es decididamente exagerada y , en esencia, no corresponde a la verdad. Aquellos que estén convencidos de lo contrario pueden dejar de leer aquí un texto que encontrarían innecesariamente corrosivo para sus convicciones.
Esta reflexión inicial supone un reflejo de la UE que podríamos encontrar entre las lianas de la selva amazónica, pues la comprensión de su identidad jurídica e institucional, así como de su esencia teleológica, requiere un gasto de energía habitualmente superior a la disponible. En ausencia de un pueblo europeo subyacente –que sólo la historia podría haber construido, pero no lo hizo–, el nivel de cohesión de sus llamadas clases dominantes, similar al de las ondas de frecuencia modulada, cambia de orientación dependiendo del punto cardinal desde el que sale la luna.
Basta una mirada distraída, o unas cuantas páginas web, para comprender que el tiempo actual es uno en el que Europa –cuya historia milenaria, trágica y enmarañada como pocas, sigue siendo desconocida para la mayoría– ve desvanecerse aquellos rasgos que un día le valieron el título de civilización . El continente no es hoy más que una región objetivo dirigida con fines puramente extractivos por entidades sulfurosas pero brutales, es decir, los poseedores del capital global, aquellos que deciden a lo Schmitt el estado de emergencia , una terminología sofisticada para significar que en los temas que realmente importan son ellos los que deciden. Consideran a Europa de un modo diferente que los ciudadanos europeos (en gran medida ensordecidos por el ruido de fondo de la Gran Mentira) o los no europeos, estos últimos distantes y aún más indiferentes. ¿Y la democracia? Bueno, eso sirve para llenar el vacío que es el vacío de los títeres que ocupan los asientos del poder. Ya vemos.
Qué problemas aquejan a la región llamada Europa debería ser conocido, pero por eso mismo no se conoce (Hegel) y por eso se repite . Por el término «poseedores de capital global» nos referimos aquí a los propietarios y controladores del capital financiero global que valoran a Europa (y, de hecho, a todas las regiones del mundo) sólo como un territorio del cual extraer beneficios, riqueza, trabajo y ganancias de todo tipo, para ser descartados cuando se vuelva inadecuado para tal propósito.
Estos individuos, capitalistas hasta la médula, no tienen ningún pasaporte en particular: americano, británico, alemán, francés o suizo (los conocidos gnomos de Basilea); los demás países cuentan mucho menos; no son leales ni a Occidente ni a Oriente, no tienen bandera bajo la cual luchar, no se identifican con ningún pueblo, historia, lengua, tradición o valor; en sus corazones, si tienen uno, no es la tierra de sus padres la que hace vibrar las cuerdas profundas; no ven el mundo como un lugar donde la solidaridad y la justicia puedan hacer soportables los sufrimientos de la existencia humana y, por tanto, no tienen intención de mejorarla. No captan la efervescencia de las culturas, de los pueblos y de las naciones. Para este agregado poshumano –fruto incestuoso de la toxicidad globalista neocapitalista– la obtusidad ontológica lo convierte todo en invisible.
Sólo ven zonas de oportunidad, cuyo valor depende de los beneficios que se derivan de ellas y de la cantidad de recursos extraíbles: trabajo humano, datos, logística, transporte, tierras raras, petróleo, gas, mercados de consumo, etc. Cualquier otro rasgo humano, ético o social, carece a sus ojos de atractivo, como si fuera el cadáver de un elefante.
El tiempo, también, huelga decirlo , es a veces una variable que puede multiplicar los rendimientos, pues estos recursos se vuelven más efervescentes en los momentos de crisis. Estos a su vez, si no surgen espontáneamente, se hacen emerger con técnicas adecuadas.
A la luz de esta ilustración, el territorio europeo es asumido por los detentadores del capital global no como un agregado de naciones, con su historia, sus prioridades, sus especificidades y sus objetivos, sino nada más que una utilidad , un activo en acto o en potencial, adquirible cuando sea necesario para generar beneficio, si es necesario mediante una profunda recomposición social, identitaria, económica y, por tanto, mediante el trabajo y el sufrimiento, borrando demandas, necesidades, características, etc. de los pueblos y de las culturas. ¿Y el Estado, se podría decir, y los gobiernos? Pues bien, resulta incluso banal señalar que desempeñan el papel de figurantes, son los encargados de dar sentido a la noción de guarnición , vestidos con la librea de las fiestas para servir las mesas cargadas de comida de sus señores , mientras los mendigos no tienen más remedio que recoger las migajas que caen de la mesa de vez en cuando.
Volviendo al tema, es bastante evidente que los países europeos no son soberanos , y menos aún democráticos , como veremos. En su tiempo, nuestro Maquiavelo había definido las dos cualidades que permiten a un país ser clasificado como soberano : no tener soldados de otro país en su territorio y ser dueño de su propia moneda. Hoy hay que añadir un tercero, el control de los factores de producción, es decir, el trabajo (hoy globalizado, correspondiente al mínimo común múltiplo ) y el capital (insaciable y libre de moverse allí donde aumenta las ganancias, mediante la compresión del factor trabajo). Los gobiernos y las clases dominantes –cuerpos etéreos que flotan en el aire como humo saliendo de una chimenea– no tienen control sobre lo anterior. No responden a demandas democráticas , no se mueven por valores éticos ni por las necesidades del pueblo, no persiguen el avance cultural, la equidad distributiva y la participación, sino que –a cambio de miserables recompensas en dinero, honores y carreras– sirven a los privilegios de la élite financiera, ese poder lejano situado en lugares incorpóreos.
En Europa, el Reino Unido, Alemania y Francia están a la cabeza de esos amigos del partido , quienes a su vez están bajo la correa móvil del sistema corporativo estadounidense, vinculados entre sí por intereses abiertos y encubiertos, chantajes y corrupción de todo tipo, bajo la campana del neocapitalismo globalista. Vale la pena repetirlo: los políticos electos brillan por su irrelevancia: después de todo, cualquiera puede ocupar un alto cargo político. Para ser ministro no hay necesidad de demostrar cultura, ética, preparación y aptitud. Lo único que importa es la voluntad de obedecer al contexto , adaptándose a la optimización de la función extractiva.
La Unión Europea es el lugar de selección oficial por excelencia, sobre el que se colocan individuos seleccionados por una particular insignificancia y propensión a la nulidad, encargados de aplicar sin preguntas molestas cada directiva que emana del Olimpo capitalista. La soberanía se ha externalizado, el gobierno (que las constituciones de los países miembros quieren que sea democrático ) se ha privatizado, la democracia es hoy una mera representación formal. El voto no cambia nada, es pura cosmética, un producto estético que proyecta programas de televisión que quitan el tiempo para disfrutarlos tumbados en el sofá, después de cenar. La democracia, para reflejar la esencia del término, exige participación y respeto a los principios fundadores de un pueblo ( la guerra fue repudiada hace décadas por nuestros padres después de la inmensa tragedia del último conflicto, pero ese imperativo categórico es traicionado cada día por quienes gobiernan).
A la sombra de tales reflexiones, la guerra en Ucrania no es un conflicto geopolítico, sino un instrumento multicolor al servicio del capital globalizado. Este último ve a Europa como una tierra de saqueo. Todavía relativamente rico en recursos, pretende acelerar su desindustrialización, cortando sus lazos con la región euroasiática, inflando aún más, si fuera necesario, la deuda de los países miembros, fabricando un enemigo imaginario para militarizar un continente que tanto necesita pero destruyendo la cohesión social con migraciones masivas, dejando que el continente sea gobernado por lunáticos no electos que intimidan a los ciudadanos con guerras , crisis y emergencias prefabricadas .
La destrucción del Nord Stream no sólo fue un increíble acto de sabotaje por parte de un aliado, sino un acontecimiento crucial en la reestructuración estratégica de la economía europea. Todo el continente, especialmente Alemania, dependía del gas ruso. Los contratos de energía a largo plazo, baratos y confiables permitieron a la industria europea vivir y prosperar. Con la destrucción del gasoducto se quemó el combustible que alimentaba el sistema. Hoy en día, la energía llega a Europa desde proveedores lejanos y precarios, en su mayoría estadounidenses (peones clave en la cadena de plusvalías globalistas) a precios cuadruplicados. A esto se suma el uso militar de la narrativa de la energía verde. La transición a las energías renovables no protege el clima, lo que justifica el desmantelamiento de la industria pesada, la reducción de la capacidad de producción, la importación de tecnología y sistemas digitales intensivos en capital.
Como se ha señalado, la segunda función de la guerra en Ucrania es la militarización. Europa (es decir, los poseedores del capital global , que supervisan las fechorías de una tal Ursula Gertrud Albrecht , casada con von der Leyen ) ha decidido que se necesitan cientos de miles de millones de euros para construir armas y ejércitos para defender a Europa. Se trata realmente de crear una economía de guerra sin guerra: keynesianismo militar. Un gasto público tan masivo, concentrado en el sector privado de la producción bélica, exige una fuerte reducción de los servicios sociales, el deterioro de las infraestructuras y de los bienes públicos, mientras los productores de muerte (Raytheon, GE, Boeing, Lockheed Martin, Rheinmetall, etc.) ven cómo sus bolsillos se llenan aún más. Paralelamente, la militarización se extiende al ámbito civil: medios de comunicación, educación, sociedad civil, todo está bajo vigilancia, sometido a estrictos protocolos de seguridad . La disidencia, demonizada o criminalizada, se clasifica como desinformación . El enemigo está dentro: el ciudadano que impugna la guerra expresa preocupaciones populistas . El colapso económico de Europa no es un accidente que surgió de la historia como un rayo caído del cielo en agosto. Es el resultado de una planificación consciente. La inflación, los costos de la energía, la devaluación de la moneda y los shocks en la cadena de suministro sirven para eliminar a la clase media, expandir la dependencia de las plataformas corporativas, erosionar el sector público y crear las condiciones para la centralización digital de la economía y las finanzas. Las políticas migratorias e identitarias buscan generar una fragmentación social controlada . Las migraciones masivas no deben promover la integración, sino socavar la cohesión social. Una sociedad fragmentada es más fácil de gobernar. Si los grupos sociales son agresivos entre sí, están menos inclinados a organizarse contra quienes están en el poder. Claro y sencillo. Europa –en crisis demográfica estructural y harta del uso de la libertad y de la crítica– se precipita hacia el abismo de una crisis permanente, al borde perenne del colapso, lo que justifica la emergencia y la vigilancia de una población cada vez más inquieta . La condición de caos controlado no es evidencia de un fracaso de la gobernanza , sino de su éxito. Esta estrategia no pretende garantizar la estabilidad y el progreso, sino únicamente optimizar beneficios y privilegios.
Como se ha señalado anteriormente, uno de los objetivos de la guerra en Ucrania es cortar los vínculos de Rusia y China con Europa. Ésta debe permanecer sumisa al capital globalista y estadounidense, esclavizado a la ideología de la guerra, de la OTAN (quizás con un matiz ligeramente diferente, pero siempre belicosa), de la deuda pública crónica o de las recetas persecutorias del FMI. La perspectiva de que los Estados-nación recuperen su soberanía debe ser destruida para siempre. Subordinada a súbditos lejanos, dueños de un capital inmenso, Europa debe convertirse en un enorme depósito de armas inutilizables (¡porque nadie quiere un holocausto nuclear!) producidas por sistemas hiperendeudados, desocializados, promiscuos, pero siempre obedientes a quienes se sientan en las montañas del capital globalizado.
Así, poco a poco, asistimos al ocaso de la civilización europea. La cultura, la economía, la política y el sistema ético de las naciones europeas están siendo vaciados. Europa no está siendo conquistada por ejércitos extranjeros, sino convertida, aparentemente pacíficamente, en un activo económico/financiero gestionado por los globalistas. No se trata de una crisis de liderazgo, que está completamente ausente, sino de una representación teatral como reflejo de la ontología de la mercantilización de la existencia humana.
Si alguien piensa que estas clases dominantes están fracasando, estaría equivocado. Ellos son los ganadores. No les interesa construir una Europa mejor, sino vaciarla y luego descartarla. Así como antes los reyes reinaban pero no gobernaban, hoy los gobiernos administran pero no gobiernan. Y si los europeos no entendemos el drama histórico de esta perspectiva, seguiremos confundiendo los síntomas con la enfermedad y buscando respuestas en las mismas instituciones e individuos que gestionan el colapso. No se trata de conquistar territorios ajenos, sino de un conflicto para decidir los fundamentos éticos de nuestra sociedad en la era posterior al Estado-nación. Europa es el campo de pruebas, el resto del mundo seguirá el ejemplo.
A través de : https://www.sinistrainrete.info/crisi-mondiale/30550-alberto-bradanini-europa-il-tramonto-di-una-civilta.html
Originalmente en: https://www.lafionda.org/2025/05/20/europa-il-tramonto-di-una-civilta/
Traducción: Carlos X. Blanco
Alberto Bradanini es un ex diplomático. Entre los muchos cargos que ocupó, fue embajador de Italia en Teherán (2008-2012) y Pekín (2013-2015). Actualmente es presidente del Centro de Estudios sobre la China Contemporánea. Publicó «Más allá de la Gran Muralla» Ed. Bocconi 2018; «China, la visión de Nenni y los desafíos actuales», Ed. Anteo 2012; En enero de 2022 se estrena «China, el ascenso irresistible», Ed. Sandro Teti.


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